Sin capa pero con vuelo: Víctor Andrade en el EAC

Hasta el domingo 9 de marzo se puede visitar la muestra dedicada a Víctor Andrade en el Espacio de Arte Contemporáneo

Víctor es un artista plástico autodidacta que por décadas vivió en el espacio público de la Ciudad Vieja. Era frecuente encontrarlo vendiendo sus trabajos entre transeúntes y habitantes de bares y boliches del barrio, al punto de que sus trabajos integran varias imprevistas “colecciones privadas”. Con problemas de salud hace años, algunas de sus obras se han subastado para poder pagar habitaciones o pensiones y gestionar apoyo económico que no llega desde el Estado. A fines del 2024 en el EAC se instaló una muestra que reúne parte de su trabajo bajo curaduría de Lourdes Silva. El criterio curaturial permite apreciar algunos tópicos que caracterizan el trabajo de Andrade y propone una interpretación de la originalidad de esta artista montevideano.

El súper héroe que pinta y ayuda a la gente

Cómo publicábamos hace dos años (ver Voces 834), Andrade creció junto a varias madres adoptivas. Recuerda algunos años en el complejo Euskalerría 71 y a una madre que lo llevaba al Chuy para que lo acompañara en sus viajes de “bagayeo”. Como era muy inquieto “mi madre me sentaba en la terminal, me daba una libretita y un lápiz y me decía que le dibujara los ómnibus. Y yo los dibujaba. Dibujaba los ómnibus de la ONDA”. Con otra “cuidadora” Victor vivió en el Buceo, en “Comercio y Humberto Primero. Ahí me quedé hasta los 18 años. Y ahí empecé a dibujar autos porque el hijo de la señora que me había adoptado tenía un taller de chapa y pintura, así que me crié entre los autos y me encantan”. El vínculo conflictivo con el Estado comenzó ya en años escolares y el dibujo también fue protagonista. “Fui hasta primero nomás. La maestra dijo que yo no era para ir a la escuela porque llegaba y les decía a mis compañeros que les hacía un dibujo por la merienda. Entonces me comía la merienda de todos y cuando llegaba la hora yo era el único que tenía merienda (risas)”

Fue a fines de los años noventa que Víctor empezó a vivir en espacios públicos de la Ciudad Vieja. Como ha narrado en varias ocasiones, dormía a partir del amanecer, dibujaba y pintaba en pedazos de madera y a la noche empezaba a circular por diversos boliches en donde ofrecía su trabajo a cambio de algún dinero que le permitiera sobrevivir. Así vivió durante años, siempre moviéndose por el casco antiguo de Montevideo. Sus obras se inspiran en superhéroes, cómics, iconos populares de la música y personajes históricos en el marco de la ciudad vieja, con particular protagonismo de la bahía y el Palacio Salvo.

Pero más allá de los motivos específicos, Andrade cuenta que pinta cosas que le devuelven energía. “Es lo que me carga la mente, lo que me hace sentir, como quien dice lo que me carga de una energía que agarro en todo el cuerpo. Porque es de mi época. Y además son cosas que siempre le traen recuerdos a alguien. Que les dibuje a Mazinger Z, a Robocop, todo lo de los noventa”.

Muchas temáticas que nutren los cuadros de Víctor tienen que ver, como él dice, con los años noventa, cuando el artista no vivía en la calle. Pero no hay reproducciones, más bien hay cierta apropiación de esas figuras que de alguna manera se cargan de características del propio artista. Quizá el ejemplo más paradigmático sea Manguerman, un superhéroe creado por Víctor que “vive en el Palacio Salvo, ayuda a la gente, también pinta, soy yo pero de espíritu. Le puse “Un hombre sin capa pero con vuelo”, pero nunca voló. Su único superpoder es pintar y ayudar a la gente”.

Ciudad nómada

Escribe Lourdes Silva sobre la muestra: “Una ciudad nómada emerge en las pinceladas de Víctor Hugo Andrade. Sostiene sobre sus hombros, como el titán Atlas, y a veces sobre su cabeza, fragmentos pesados del Palacio Salvo; el gesto heroico de un superhéroe, una cena entre tortugas, la mirada pícara de una criatura andrógina. Los personajes se transfiguran en el espacio del cuadro, la morfogénesis se altera; género y especie se mutan constantemente. Freddie Mercury es también Frida Kahlo, que a su vez es una flor. En el serpenteo del gesto pictórico aparece Eve, una sirena con capa, una criatura mitológica: una no mujer, un no hombre, algo viscoso y seductor, quizás un jardín, el reverso de una postal con una señal jeroglífica; de un lado Montevideo, del otro, un umbral (…) Andrade pinta y al hacerlo produce una incisión, practica una visión crítica sobre el proceso de racialización en la historia del arte nacional, un relato en el que la invisibilización de las comunidades afrodescendientes ha sido sistemática. A pesar de que los afrouruguayos representamos una parte significativa de la población, nuestra contribución cultural ha sido históricamente minimizada y, en muchos casos, silenciada. En este contexto, la figura de un artista afrodescendiente como Andrade cobra un profundo significado, tanto en términos de representación cultural como de resistencia política.

Esta exposición no se presenta como una antología; más bien intenta ser una posibilidad en el infinito, un ejercicio que pone en primer plano la riqueza cultural, la dimensión poética, la historia y las reivindicaciones que se manifiestan en la obra de Víctor Hugo Andrade. A través de su trabajo, el artista no solo camina errático por su biografía, sino que amplifica otras sonoridades, otros pasos, invitando a una reflexión más profunda sobre cómo se define la identidad nacional y cómo las narrativas históricas, raciales y sociales deben ser revisadas. El arte tiene la capacidad de subvertir y desafiar estas construcciones identitarias, proponiendo nuevas formas de pensar, imaginar y accionar otras ecologías en las que la diversidad cultural y racial sea reconocida y celebrada”. 

Víctor Hugo Andrade. 13 de diciembre 2024 a 9 de marzo 2025. Espacio de Arte Contemporáneo, Sala Miguelete. Horarios: miércoles a sábado de 13:00 a 19:00, domingos de 11:00 a 17:00.