Si, ya sé. Debería estar hablando de la asunción del gobierno del Frente Amplio al poder. ¿No tuvieron suficiente? Se les va la mano en este país, ocupa todo, por lo menos en Montevideo.
Si, ganaron y ahora tendrán que gobernar. Supongo que hay que darle tiempo. La esperanza de la mayoría de los votantes está puesta en estos representantes de un sistema que no deja de fracasar donde sea que se implemente. En Argentina, en Venezuela, en Cuba, en la propia Colombia, Chile, y la lista sigue.
La semana pasada hubo elecciones en Alemania y ¿qué llamó la atención? Todo lo que fue la Alemania Democrática (la comunista/ socialista -depende quien la explique) votó lo más a la derecha que pudieron. Ellos que heredaron el conocimiento directo de aquel país controlado por la URSS, quieren estar lo más lejos que se pueda de ese discurso lleno de sueños que no se pueden cumplir. Si uno mira el mapa de la votación, ve que es prácticamente igual a la Alemania en tiempos de división. La excepción, Berlín, otra zona urbana que casi siempre controla la izquierda.
Convenientemente no se habla mucho que la unión de las Alemanias fue, en realidad, un rescate a lo poco que quedaba en pie detrás del Muro. El injusto capitalismo -que lo es- le daba de comer a todos y, además, crecía como el mejor, se vio obligado a salvar al país de los buenos, solidarios e igualitarios, que habían sumido a su gente en la pobreza y la deshumanización.
Ganó el Frente, y sigue una lógica de nuestro país, en el que raramente se habla de lo esencial. Montevideo es la zona urbana como lo es Berlín, casi siempre de izquierda. Habrá expertos que sepan explicar este fenómeno. Lo malo es que Montevideo ocupa la mitad poblacional del país. Antes era de Colorados con su socialdemocracia (batllismo) y el Frente es hoy su heredero. Y los Blancos en el llano, ganando de vez en cuando, por algún error de la naturaleza. No cambió nada… ¡bah!
Les cuento una historia íntima: mi nombre es Atanasio por la insistencia de mi padre. Frustrado por 94 años de gobierno colorado y habiendo sido Atanasio de la Cruz Aguirre (mi madre no aceptó el ¨de la Cruz¨) él último presidente blanco pensó que el siguiente, el corte a la maldita racha colorada, se tendría que llamar Atanasio. Me tocaba. Me salvó, por suerte, el Colegiado blanco 1958 (soy del 53).
Volvamos al presente, Orsi, un tipo bien correcto, tendrá desde ahora que lidiar con el sueño imposible, mientras nuestro país no será la primera vez que quede estancado, que pierda el tren.
Nos llevó un rato llegar al tema al que nos comprometimos en el título. Don Luis Alberto Lacalle Pou, autoproclamado con razón el ¨tibio¨, parecería que se va a tomar un año sabático. Esto desató la interna en el Partido Nacional, un perdedor bastante claro. Hubiera sido más complejo, aunque igual, si el actual líder no daba un paso al costado (provisorio parecería). A una enfermedad a la que sólo se le ataca los síntomas, el problema se pone aún peor por dentro.
El senador y cabeza de la lista 40, Javier García, decidió ejercer el liderazgo que le dio su mejor votación y reclama lo que debería ser suyo -al no estar el ex-presidente- de manera natural. Un slogan -tomado de sus dichos- que le gustaría a muchos blancos y coalicionistas que se quedaron con la sangre en el ojo, sería una ¨nueva cultura política¨.
Agregó García que quiere ser presidente del Directorio “para también tener un partido que se plante firme en defensa de sus valores. Diálogo con el gobierno, sí, somos gente de diálogo, pero el diálogo no puede ser vacío ni ambiguo; se basa en nuestros valores, y el primero de ellos es la libertad”.
Otro de sus senadores nos planteaba que ya todos sabemos quiénes fueron los autores de la derrota. Que se necesita un cambio, y que tienen la fuerza suficiente para que su líder ocupe el lugar que le corresponde.
¿Sera esté el primer paso hacia un cambio cultural, un cambio en la propuesta? Los protagonistas no parecen tener demasiado claro hacia donde apuntar, pero intuyen que se necesita un paso firme.
Permítanme retrotraerlos al comentario de The Economist que ya publiqué: nunca se le ofreció al votante uruguayo un modelo ¨seriamente diferente¨. Nadie se animó. Quien lo haga seguramente removerá el avispero y por lo menos hará reflexionar sobre una nueva cultura, un modelo de país con sus propias propuestas, no simples respuestas a la izquierda.
¿Con quienes compite García? Con el ex-candidato a presidente Álvaro Delgado al que le queda muy poco crédito – lo merezca o no- y como figura conciliadora Beatriz Argimón, quien ya ocupara el cargo.
Sería una desilusión que García no termine al frente del Directorio. Las otras dos opciones parecen más de lo mismo y una resignación blanca al peso de la historia, que los deja como permanentes derrotados. El primero es al menos una mirada hacia adelante. Hay algún otro que me hubiera gustado más.
Preguntamos -no hubo respuesta- si esto puede ser el nacimiento de una corriente alternativa a la presencia de Lacalle Pou como candidato en el futuro. Puede sonar apresurado, pero sería interesante que quienes quieran ese cambio, ya tengan la visión de hasta dónde quieren llegar.
Por su parte, el ahora ex-presidente, se apresta a trabajar con el CED (Centro de Estudios para el Desarrollo), el grupo de expertos que dirige Hernán Bonilla y donde tiene algún rol Agustín Iturralde, dos economistas liberales pero que estuvieron comprometidos con el gobierno pasado.
Nos preguntamos si el Lacalle Pou que en los últimos tiempos se mimetizó con posiciones socialdemócratas, combinará bien con el CED. Quizás dicho Centro tenga más influencia en él, que él con la organización. Sería bueno.