Explicaba el comediante norteamericano Chris Rock en uno de sus shows que prefería no encasillarse en una única categoría específica para cada uno y todos los temas. Decía que, en tiempos modernos —fenómeno que se achaca a la prevalencia del debate en redes sociales—, estamos obsesionados con pertenecer a alguna tribu o grupo. Para todo, o somos de derecha o de izquierda, sin zonas grises. Más en tono de broma, señalaba que, para enfrentar el crimen, se sentía conservador, pero en temas como la prostitución se consideraba liberal
Rock critica con dureza a quienes opinan desde una postura política rígida; “son unos idiotas”. Pero su argumento va más allá: incluye a toda persona que adopta una postura antes de conocer los hechos y resultados. “Sé una p… persona. Escucha. Revisa los hechos en tu cabeza. ¡Después de eso, opina!” sentenció.
Esta postura que reclama Chris Rock es la que deberíamos adoptar al analizar el fenomeno Javier Milei. Primer presidente libertario en el mundo. En cambio, en Uruguay la primera reacción de la mayoria fue de rechazo al personaje. La izquierda por supuesto, pero la derecha también. Incluso los más liberales de este lado del Plata lo recibieron con cierto desprecio.
Un ejemplo claro: en una reunión con Isaac Alfie en su despacho de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, comentamos que en aquel momento, la candidatura de Milei era una buena noticia. Alfie reaccionó con desdén, pronosticando cero chances para el éxito que vimos después. No me sorprendió y hasta me hizo gracia la obviedad. Pero hasta ahí llegaba esa actitud, ese prejuicio.
Axel Kaiser, conferencista y autor chileno cercano a Milei, sostiene con énfasis que, si el gobierno argentino sigue progresando en base a los resultados obtenidos (y él no tiene dudas de que así será), su gestión deberá estudiarse en cualquier universidad especializada en economía o think tank serio
Respecto a esto que asevera Kaiser, es poco probable que nuestra Udelar incorpore el modelo de Milei en sus programas. Al preguntar a un estudiante de Economía sobre que estudian de la escuela Austríaca en la Universidad de la República, me respondió que le aseguraron que “todo ese planteo es un invento que ni los propios protagonistas se creen”. ¿Será por eso que todos nuestros economistas tienen prácticamente la misma línea de pensamiento? Astori, Lorenzo, Arbeleche y ahora Oddone. ¿Será por eso que el único período de transformación económica real en Uruguay —admitido por Oscar Bottinelli, entre otros— fue bajo el gobierno de Lacalle Herrera, con su impronta y el impulso de Ignacio de Posadas (ninguno de los dos economistas)?
No solo en Uruguay hubo apuro por encasillar a Milei. En todo el mundo, y en especial del medios ¨políticamente correctos¨ fue catalogado como un representante de la “ultraderecha “. Y si bien el presidente argentino coquetea con ese grupo en sus posturas internacionales y en temas como el aborto y el género, su convicción en el terreno económica es bien diferente..
El supuestamente ¨fantasioso¨-para algún profesor de la Udelar- economista austriaco, premio Nobel de Economía, Friedrich Hayek, sostuvo en un ensayo de 1959 que el liberalismo no sólo se distancia del socialismo, sino también del conservadurismo.
Para Hayek, es fundamental trazar “una clara separación entre la filosofía liberal y la que tradicionalmente defienden los conservadores”. En su visión, la política no se divide en una simple línea donde los socialistas están a la izquierda, los conservadores a la derecha. En cambio, propone un triángulo: en un vértice los conservadores, en otro los socialistas y en el tercero, los liberales.
El conservador, dice Hayek, es reacio al cambio social, mientras que el liberal solo lo rechaza si afecta las libertades individuales. Además, señala que los conservadores suelen ser nacionalistas y proteccionistas.
Con esta idea de Hayek coincide con un reciente artículo de The Economist, que titula su análisis sobre Milei con colgados como “Lecciones de un experimento sorpresivo”. La publicación destaca que Milei es idealizado por la derecha trumpista, aunque sostiene que deberían entenderlo mejor. En la misma línea que Kaiser, The Economist ve a Argentina como un caso de estudio en un contexto donde los gobiernos del mundo están aumentando sus deudas de manera alarmante.
Lo que sí destaca la revista británica es que el plan económico de Milei es serio. “La izquierda lo detesta y la derecha trumpiana lo cobija, pero en realidad no pertenece a ninguno de esos grupos”. Es un principista que rechaza el oportunismo populista que sí practica Trump. Milei ha demostrado que la expansión del Estado no es inevitable. Cree en el libre comercio y el mercado abierto, no en el proteccionismo; en la disciplina fiscal, no en el endeudamiento irresponsable; y, en lugar de recurrir a la demagogia, apuesta por una brutal sinceridad con el público.
Milei tiene claro cuál es el aporte que un gobierno debería hacer, lo que es una “rara avis” en el mundo de hoy: condiciones para el crecimiento y la productividad. Esto incluye inflación controlada, moneda fuerte, superávit fiscal. Más ocupación formal y mejores salarios en base a un crecimiento real. La seguridad de los ciudadanos y una relación más patronal con los sindicatos. En otros temas, la sociedad y los individuos, tratados como adultos, pueden hacerse cargo.
Un amigo decía que si estás de acuerdo con un candidato en un 45%, deberías votarle. Con su aporte en términos del manejo de la economía y mejora en seguridad, Milei se acerca a ese porcentaje. Es cierto que sus coqueteos con la derecha radical y sus posturas internacionales y sociales le restan puntos. Pero, por otro lado, está atrayendo capitales e inversiones que -siendo realistas- prefieren gobiernos de derecha.
El liberalismo es una propuesta diferente. No es centro, no es derecha, no es izquierda. Es la tercera punta del triángulo.
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