En este barrio, el embate de la especulación inmobiliaria ha arrasado con casi todas las construcciones de pequeño porte que otrora lo caracterizaron. En su lugar levantó un bosque de torres de cemento, metal y vidrio que uniformizan el paisaje.
Sin embargo, cual si de un castillo asediado por un enemigo inmensamente superior se tratase, el anticuado edificio todavía resiste. Y en medio del frontis, de pie en su hornacina, valeroso adalid de una causa perdida, el caballero le planta cara a un destino que parece tan ineluctable como trágico: su desaparición definitiva.
(Ubicación: José María Montero 3100)