Los seres humanos tenemos vicios y también nos equivocamos. Pero con nuestros errores hay líneas que no se deben cruzar. ¿Cómo nos damos cuenta? En nuestra vida privada evitamos los errores que dañan a terceros y sobre todo a nuestro círculo familiar; y en el más amplio de los amigos, hacemos de la confianza un culto. La confianza es muy frágil, cuesta construirla y la perdemos en un instante. A la confianza hay que cuidarla y cultivarla pues desconfiando vivimos en las penumbras llenos de inseguridades, y confiando nos sentimos seguros y delegamos en terceros responsabilidades delicadas y que preservan nuestra propia intimidad. Algunas veces la persona en quien confiamos no honra la responsabilidad que en ella depositamos, la rompe, la traiciona; a veces por debilidad humana, otras porque el vicio superó a la virtud.
En estos días todos los uruguayos comprobamos que nuestro presidente el Dr. Luis Lacalle Pou, se equivocó. Cometió un error. Confió en quien no debía. Pero si la confianza va de la mano del afecto: ¿Cuál fue su error?
Su equivocación fue privilegiar un vínculo con cuota de afecto humano de más de 20 años, para seleccionar como jefe de la custodia presidencial a una persona sin advertir que la confianza personal termina cuando hay que complementarla con la confianza institucional. Qué difícil es para nosotros despegarnos de afectos a quien conocemos de tantos años, donde comprobamos el cumplimiento de una función, pero desconocemos su vida privada e ignoramos su tortuosa conducta personal, que de haberlo sabido hubiera terminado con el afecto, cortada la confianza que le dispensábamos y lo hubiéramos separado de nuestra vida sin condenarlo, pues no somos jueces. El presidente demostró que antes que presidente es un ser humano y la condición humana lo llevó a confiar en quien no debía y le dio una confianza que por encima de la personal fue la confianza institucional.
Un error de un ser que cumple responsabilidades públicas en este caso, el presidente de la república: ¿Cómo lo ve la ciudadanía? ¿Lo juzga? ¿Lo condena? ¿Lo olvida? Lo que los uruguayos no perdonamos cuando quienes nos gobiernan cometen errores es que sus errores le reporten beneficios personales. No es el caso. El Dr. Luis Lacalle Pou, se ha ganado en buena ley la confianza de todos. Sabemos que nada de lo humano le es ajeno. Que se equivocó no hay duda y que se va a volver a equivocar tampoco. Todos reconocemos su honradez, regla de conducta habitual en su vida, sino además su apego a la transparencia para que toda la población visualice sus actos de gobierno, para que conozcamos aciertos y errores. Los uruguayos podemos vivir tranquilos. Nos gobierna un ser humano. Hace unos años el Dr. Tabaré Vázquez con su reconocida sencillez dijo: “He metido la pata” – reconocía un error – pero no la mano en la lata. Luis metió la pata, pero cerca de él no hay ninguna lata y sus manos solo están tendidas para demostrar afectos y acciones como presidente de la república, con las cuales muchos no estarán de acuerdo y otros las aprobaremos. Lo que sí sabemos, es que estamos gobernados por un ser humano cuyos errores solo a él lo castigan, pero nadie se ve perjudicado. Y sus muchos aciertos demuestran que está a la altura de los mejores presidentes que ha tenido esta patria, de distintos partidos con distintas ideas, pero que solo han buscado la felicidad del pueblo.
Posdata: Las internas del Partido Nacional, el partido que lidera el Dr. Luis Lacalle Pou, deben continuar. La vida del Partido Nacional ha sido una permanente búsqueda de la libertad de los que viven en suelo oriental y la libertad obliga a discrepar a disentir y a respetar las opiniones de todos, propios y extraños y también reconocer las legítimas aspiraciones de quienes se sientan con condiciones, entre los blancos, a ser candidatos a la presidencia de la república. Eso si, el Dr. Luis Lacalle también ha demostrado que es el presidente de todos los uruguayos y lidera a todos los blancos. No tiene preferencias; sí, quiere que sean varios los que aspiren al cargo para que los blancos en las internas del año 2024 podamos elegir al mejor. En esto el presidente de la república no se equivoca y no va a cometer errores pues solo le interesa el bien de su patria y lo mejor para su partido.
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