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Temporada 2018: Cine uruguayo

Temporada 2018: Cine uruguayo
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La exhibición nacional logró este año batir su propio record: tomando como referencia al circuito comercial, Cinemateca y la Sala Nelly Goitiño, en 2018 se estrenaron 23 largos, contra 18 del año anterior. Fueron 7 ficciones y 16 documentales. Hubo de todo.

FICCIÓN. En esta área las cosas no anduvieron muy bien. Sólo dos títulos merecen un verdadero destaque. El mejor fue La noche de 12 años de Álvaro Brechner, sobre la odisea carcelaria de Mauricio Rosencof, Eleuterio Fernández Huidobro y José Mujica. Mediante una estupenda adaptación del original literario (insólitamente el libreto no está nominado para los premios anuales de la Asociación de Críticos), la película no esquivó el costado físico de dolor y deterioro de sus agonistas, pero con gran destreza dejó que fueran la cámara y los ángulos del espacio de encierro quienes magnifiquen la sensación de angustia que desprende la historia. A ese componente básico sumó otros dos méritos mayores: la calidad técnica y ciertas licencias poéticas que proyectaron el resultado a zonas más profundas que las de un simple relato de tortura carcelaria.

El otro título valioso fue una verdadera sorpresa. La noche que no se repite fue una propuesta bizarra que navegó entre Tarantino y el mejor Guy Ritchie (el inicial), y que no tiene parangón en nuestro cine. Lo mejor es que funcionó muy bien: los bisoños aunque talentosos realizadores maragatos Aparicio García y Manuel Berriel apelaron en este policial “punk retro rural” (según su propia definición) a una inocultable vena de humor paródico y una bienvenida falta de pretensiones, a lo que todavía habría que sumar las convincentes actuaciones, un montaje que impuso un ritmo demoledor y una puesta en escena muy eficaz.

Las ficciones restantes no estuvieron a esa altura. Federico Veiroj en Belmonte convocó a los fantasmas que pueden acosar a un artista frente a su obra y en su vida privada, cuando el miedo al cambio se torna imposible de sobrellevar. Lo logró sólo a medias, porque su minimalismo extremo hace que el film se empantane sin que avance hacia un horizonte específico. Mientras tanto, dos talentosos cineastas fracasaron rotundamente: Adrián Biniez en Las olas partió de una idea muy original, y luego no supo qué hacer con ella (la falta de imaginación del film es alarmante); y Gustavo Hernández en No dormirás sucumbió a la tentación de las coproducciones costosas, donde lo exterior luce irreprochable pero no sirve para ocultar la incoherencia de una historia de terror que terminó cayendo en los clisés del género, con “lógica” explicación final incluida.

DOCUMENTAL. Desde hace años este es un espacio muy fuerte en el cine nacional, y el 2018 no fue la excepción. De los 16 títulos estrenados la mitad merecen destacarse, comenzando por el mejor, La flor de la vida de Claudia Abend y Adriana Loeff. La película, que tardó nueve años en completarse, retrató la vida de un matrimonio de seis décadas, y mediante ellos lanzó una mirada a los retos e ilusiones que pueden persistir llegada la tercera edad. La historia de Aldo y Gabriella Pelissero dejó ver cómo el amor puede llegar a convertirse en desamor por dictamen del tiempo, el implacable, el que pasó, al decir de Pablo Milanés. El tiempo, y también la propia persona, que moldea su rumbo de vida (y el de sus seres queridos) en cada acto y decisión cotidiana.

En un área muy distinta Sangre de campeones de Sebastián Bednarik y Andrés Varela reveló verdadera inteligencia para sortear el reto mayor, que era el de la falta de material preexistente acerca de las primeras hazañas futbolísticas de la celeste en Amsterdam (1924), Colombes (1928) y Montevideo (1930). En base a ilustraciones y carbonillas de Oscar Larroca el film tiende una eficaz línea narrativa, recreando jugadas y mostrando fragmentos de las vidas de sus protagonistas mediante un proceso que, apelando a la imaginación del espectador, se reveló certero a la hora de explicar los hondos motivos por los cuales los uruguayos nos identificamos –para bien o para mal- con la celeste.

No viajaré escondida de Pablo Zubizarreta abordó la ajetreada y polémica vida de Blanca Luz Brum, mujer bellísima y fascinante que a lo largo de su azarosa existencia fue poeta, periodista, pintora, novelista y una adelantada a su época: llevaba larga y sensual melena en lugar del usual y aniñado pelito a la garçon, vestía pantalón en lugar de pollera larga, tuvo una agitada vida sexual, y derivó del comunismo al apoyo al golpe de estado de Pinochet. Por su parte, Locura al aire de Alicia Cano y Leticia Cuba se metió en la Radio Vilardevoz y cuestionó cómo la estigmatización, la sobre-medicación y el aislamiento entorpecen cualquier proyecto de vida, cuando hay terapias alternativas mucho más eficaces para el paciente.

Las cinéphilas de María Álvarez siguió a seis mujeres mayores de Montevideo, Buenos Aires, Mar del Plata y Madrid mientras desarrollan su pasión por el cine, y de paso destacó sus pulsiones por los datos enciclopédicos y las fichas técnicas, pero también el temor frente a la soledad y la nostalgia por los mejores tiempos del pasado. El selecto recuento documental uruguayo debería también incluir a Clemente, los aprendizajes del maestro de Pablo Casacuberta, sobre Clemente Estable, nuestro máximo referente en neurofisiología; Tracción a sangre de Sofía Betarte, acerca de dos familias de clasificadores de residuos de Montevideo, que intentan subsistir luego de haber perdido sus caballos; y Un tal Eduardo de Aldo Garay, sentido homenaje al líder del conjunto Los Iracundos.

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Amilcar Nochetti Tiene 58 años. Ha sido colaborador del suplemento Cultural de El País y que desde 1977 ha estado vinculado de muy diversas formas a Cinemateca Uruguaya. Tiene publicado el libro "Un viaje en celuloide: los andenes de mi memoria" (Ediciones de la Plaza) y en breve va a publicar su segundo libro, "Seis rostros para matar: una historia de James Bond".