Tesoros del arte griego por Nelson Di Maggio

El Museo de Artes Decorativas, conducido por la dirección de Fernando Loustaunau desde hace algunos años en el suntuoso edificio construido por los arquitectos franceses Charles Girault y Jean Chifflot en 1910 para los hermanos Taranco, donde vivieron durante 30 años, es el típico petit palais construido en Montevideo en esa época. Adquirido en 1943 por Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social —así se llamó el Ministerio de Educación y Cultura— y luego de erráticos destinos, en 1972 se creó el Museo de Artes Decorativas. No tuvo una trayectoria de lineal funcionamiento. En ocasión de cumplir el centenario en 2010 adquirió el esplendor perdido. Con la dirección de Fernando Loustaunau y las sucesivas remodelaciones, ordenamientos y actualizaciones variadas el museo, en el interior y el hermoso jardín, posee sólidos atractivos. La puesta a punto de la colección de firmas valiosas —José de Ribera, Peter Snyder, David Teniers, Van der Helst, Michel van Loo, Eugenio Lucas, Francisco Pradilla, Sánchez Barbudo, Eliseo Meifrén, Joaquín Sorolla, Ignacio Zuloaga, Juan M. Blanes—, tapices de Aubusson y exquisito alajamiento capturan el gusto particular de la época. Pero hay mucho más. A la actividad regular de las muestras temporarias, se agregan en el sótano dos donaciones fundamentales —Luis Andreoni y María Spangenberg de Pearson— constituidas por piezas de cerámica islámica de procedencia iraní y grecorromanas.

Constituyen un tesoro artístico de primer nivel. Un privilegio único en Sudamérica que la mayoría de los uruguayos ignoran. Los especialistas extranjeros se asombran al contemplar un lécito griego (vaso alargado con panza prominente) representando el mito de Troilo muerto por Aquiles (siglo v a. C.) o la escena de tauromaquia, Euritón muerto por Teseo, testimonios de la pintura griega que, como se sabe, subsistió solo en la cerámica decorada. La excelencia del montaje en funcionales vitrinas, bien iluminadas, agrega un interés mayor. Esta riqueza arqueológica debería difundirse en afiches por toda la ciudad.

Tanagras. Lo sagrado y lo profano en la antigua Grecia, exposición actual en el Museo de Artes Decorativas, es una minimuestra para una denominación tan extensa y definida por su curadora Laura Beovide. Debe su nombre a Tanagra, Beocia, al norte de Atenas, lugar donde las descubrieron por casualidad unos campesinos en 1870-71. Son estatuillas de terracota policromada fabricadas a fines del siglo iv y iii a. C., no solo en Tanagra, sino en su mayoría de origen ateniense, que introducen una iconografía diferente a la habitual y nuevos procedimientos técnicos de los artesanos como el molde bivalvo. Representan divinidades protectoras de niños y adolescentes recién casadas, mujeres envueltas en mantos y drapeados, niños, pedagogos, actores de teatro, animales que ofrecen un aspecto de la sociedad de la época, con sentido más intimista y de carácter popular que rápidamente se convirtieron en moda exportadas a diversas ciudades del Mediterráneo. Encontradas en las necrópolis y en casas particulares, revelan los diferentes usos a que fueron destinadas, ofrendas religiosas y fiestas profanas, modeladas con gracia y refinamiento. El Museo del Louvre fue el primero en adquirir esas pequeñas esculturas, poseedor de más de doscientos ejemplares, el número mayor de todos los museos.