Tiempos de felicidad por Alejandra Waltes

Así definió Mario Giacoya al tiempo que le llevó preparar la muestra que lleva su nombre y se inauguró el 28 de octubre en la Sala 4 del Museo Nacional de Artes Visuales. La misma podrá ser visitada hasta el 05 de febrero del 2023 de martes a domingos de 13:00 a 20:00 hs.
Mario Giacoya (Florida, 1951) nació en Sarandí Grande. Desde muy pequeño su gusto por la pintura fue estimulado por su familia ya que era parte de la terapia motriz que debía hacer. A los 12 años comenzó a exponer en su ciudad natal con una muestra en el Salón Departamental de Florida. En el año 1971 comenzó a estudiar con Daymán Antúnez. En 1978 se radica en Montevideo. Su formación estuvo muy signada por sus docentes. En primer lugar con Daymán Antunez, luego, en 1981, comenzó su trabajo con Miguel Ángel Pareja quien apreciaba la soltura instintiva con la que ya manejaba el color. En 1985 estudia en el Taller de Doro Salguero de la Hanty. Ese mismo año comienza a proyectarse su carrera a nivel internacional con una muestra en la Galería Magister de la ciudad de Asunción (Paraguay). Sus obras han sido exhibidas en Brasil, Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón y forman parte de colecciones privadas en distintos países. En el 2016, con motivo de sus 50 años de carrera, se le realizaron diversos homenajes en Uruguay. La Asociación General de Autores del Uruguay (AGADU) celebró su trayectoria, en la ciudad de Florida se lo declaró «Ciudadano Ilustre» y en su pueblo natal se declaró la «Semana Giacoya» con una retrospectiva de su obra. Una mirada superficial sobre la obra de Mario podría calificarla de “naïf”, pero el dibujo despojado de lo superficial, los encuadres que rescata en cada pintura, el orden general que da armonía a la mayoría de sus obras, incluso los planteos investigativos hablan de su maestría y dedicación. Ha sabido rescatar y mezclar de forma sutil las características de muchas de las principales corrientes pictóricas del siglo pasado creando un estilo que le es propio. La paleta luminosa y vivaz recuerda a los fauvistas, los trazos de color empastados dibujan trigales y cielos acorderados que son un sello del artista. Mario se ha expresado a través del collage, la carbonilla, acuarela, témpera, texturas con distintos materiales, con el óleo y con el acrílico que es la técnica que más ha usado y usa. La mayoría de su obra es de grandes formatos en tela o papel. Giacoya ha expresado que un artista es un contador de su propia historia y, una vez elegido el tema es necesario conocer lo que más se pueda de él y es en este punto en el que reconoce la importancia de su formación, saber qué paso y qué pasa en el mundo del arte influye en el resultado. Sus referentes, Miguel Ángel Pareja, Day Man Antúnez, Tola Invernizzi (quien le dejaba esquelitas diciéndole que cuadro le gustó y por qué), Espínola Gómez, Clarel Neme, Ilda López, le han enseñado a pensar mediante la discusión dado que a casi todos los ha conocido personalmente. Valora la importancia de la formación artística desde la escuela, la importancia de sensibilizar. A pesar de ser tiempos de cambio, tiempos de tecnología y que aún no es posible saber qué será descartado y qué quedará, el artista destaca la importancia del trabajo constante. No queda ninguna duda que Mario conoce en profundidad los paisajes que pinta, el sol deslumbrante cayendo sobre los plantíos, las vides, las costas con sus barcos y conoce a los hombres que forman uno con ellos.
“La cosecha comenzó” (Mario Giacoya-2018)

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