Tomarlo con humor… por Cristina Morán
… o morir en el intento y en este mismo momento siento, pienso, creo que después del diagnóstico que nos hace saber que somos “el país más triste de América Latina” más de uno preferirá morir en el intento antes que tomarlo con humor, aunque también más de uno me puede decir: “de que humor me estás hablando cuando no pude sacar ni un peso del cajero y el fin de semana largo fue de puro bajón!”
Sí, lo puedo entender, pero el gremio es el gremio y si tenés argumentos en que fundamentar tu bronca, hacelo saber (al gremio, claro) y con seguridad te va a entender. Si bien son cosas que ocurren en un fin de semana largo o común, también lo cierto es que los uruguayos nos caracterizamos por ser bajoneados, un tanto pesimistas y oponentes a todo aquello que sienta o piense que lo van a perjudicar.
Quizá influya la geografía: un río ancho como mar y “color de león”, sin grandes alturas (bueno, sí, el Cerro de Montevideo es alto) pero después lo más alto que vamos a encontrar son las “lomadas” que te advierten bajar la velocidad, ¡ah, y tenemos el cerro Batoví! (en los pagos de Tacuarembó) y algunos otros que encontraremos si seguimos por la ruta 5 rumbo a Rivera. Son alturas pequeñas, sí, pero alturas al fin.
Pero la realidad de nuestro territorio (geográficamente hablando) es que presenta una superficie suave y ondulada, una superficie baja la cual debe ser la que influye en “frases célebres,” salidas del ingenio oriental” tales como “después vemos”, “hacemos lo que podemos”, “así nos va” cada una un fiel reflejo del “bajoneo” característico de los uruguayos. Y tan convencidos están que así titulan programas de radio o televisión sin contar la frase que popularizó Kesman el “filósofo”, relator deportivo aquella de: “es lo que hay, valor”. ¡Por favor gente! ¡A levantar la mira! ¡A emparejar hacia lo alto…hacia arriba, lo más arriba que se pueda!
Una cosa trajo la otra y quedó para el final el porqué del título de esta columna eso de tomarlo con humor…o morir en el intento”. Se trata de algo que ha pasado a ser parte del paisaje ciudadano, que lo encontramos en cualquier momento del día o de la noche marcando su presencia con un “prende y apaga, prende y apaga” de color ámbar que corona un cuerpo grande blanco rodeado por rayas rojas. Nos referimos a las ¡BALIZAS” que la Intendencia de Montevideo coloca en aquellos lugares donde se hará obra, o señalan un bache de esos grandes, llamados pozos por los ciudadanos o marcando donde alguna vez estuvo una tapa en el medio de la calzada y advirtiendo de esa forma que, por ahí, no podrás pasar! Eso es sano, es positivo. Lo que es insano es la permanencia de las balizas por tiempo indefinido una vez que la obra fue realizada o el bache corregido o la tapa colocada.
Allí quedan solas o en grupo esperando que vengan a buscarlas y trasladarlas a aquel lugar donde sean necesarias o simplemente guardarlas donde corresponde. Si quedan, si no se las llevan habrá que advertir a los visitantes que no son una atracción turística. Que están allí por descuido, por olvido o por desidia de quienes deben cumplir con esa tarea. Se terminó la obra, se va la baliza. Así de sencillo.
Por eso hay que tomarlo con humor, (como hicieron los vecinos que le festejaron un año con globos y sorpresitas), o morir en el intento.
Hasta la próxima. Que seas feliz.
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