Estamos asistiendo a la ofensiva del mundo financiero, armamentista y químico-alimentario para procurar afianzarse en el poder y hacer frente a la crisis del dólar y la de un capitalismo voraz, cuya única ambición es multiplicar sus ganancias engullendo las riquezas del mundo a costa de la miseria de los pueblos.
Filosóficamente están en la lógica del crecimiento sostenido, que multiplique las ganancias, como si la vida fuera eso: una expansión geométrica del poder, de las ganancias, de las riquezas, de lo privado por sobre lo público y colectivo.
Trump es el ejemplo imperialista más acabado. Pero también es un ejemplo vivo del gigante con pies de barro. El dólar está en crisis. Emiten monedas como una fábrica de chorizos, pero con un respaldo económico débil. Estados Unidos tiene un privilegio poco común en el escenario internacional: imprimir su propia deuda en dólares, una moneda que ellos mismos controlan y que también sirve como principal reserva global del país. Este mecanismo garantiza al país acceso a financiamiento barato y continuo, ampliando su capacidad para gastar más de lo que produce y mantener déficits comerciales y fiscales sin precedentes.
La guerra es parte del gran negocio. No solamente producen y comercializan armamentos con cifras y ganancias exorbitantes, sino que, además, ahora vendrá el negocio de la reconstrucción de Gaza o de Ucrania o de cualquier otro lugar del mundo. En esa dirección también aparece en el horizonte cercano atacar Venezuela y de paso Colombia y de paso Cuba y de paso toda América Latina, desde México hasta Chile.
No pueden admitir un continente que le haga frente. Necesitan el petróleo y el control de los grandes yacimientos que incluyen el agua y valiosísimos minerales. Por eso Trump tiene en sus propósitos debilitar a nuestro países desacreditándolos, difamándolos, mintiendo, o directamente atacándolos.
Parte de nuestros fortalecimientos está en robustecer el organismo que se ha dado en llamar BRICS. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica lideran un polo económico y diplomático que hay que apoyar. México, Colombia, Chile y nuestro Uruguay tienen que acercarse más a este eje que tiene posibilidades de enfrentar con fuerza la política expansionista, belicista y dominante de EEUU y sus aliados.
Un viento a favor soplaría también si este fin de semana, Argentina profundiza la derrota de Milei a quien habría que echar y meter preso.
Por lo demás, tenemos que emitir ya pronunciamientos a favor sobre la soberanía de los países, la autodeterminación de los pueblos y la sagrada defensa de todo pueblo o nación agredida militarmente, al margen de las opiniones que sobre sus realidades internas se tengan. Por eso, defendamos a Venezuela y a Colombia, manifestemos solidaridad expresa con Cuba y no olvidemos el enjuiciamiento mundial a Israel y a EEUU por el genocidio al pueblo palestino.
Algo tenemos que hacer. Por ejemplo, declarar persona no grata a la embajadora de Israel en Uruguay que incita a la violencia, miente y quiere educar deformando la historia y justificando los viles asesinatos.







