“El wokismo es un relativismo pesimista que reduce todo conflicto a un problema de identidad. La izquierda en cambio, tiene la esperanza de mejorar la sociedad, abogando por el bien común, mediante la lucha por un conjunto de derechos que no son otros que los derechos humanos, incluyendo en este colectivo no solo los derechos políticos, sino también a los sociales y económicos”.
Susan Neiman
Asumió el nuevo gobierno y despierta expectativas muy grandes.
Tenemos problemas serios desde el punto de vista económico,
social, de seguridad ciudadana, y por supuesto en la educación.
Son temas transversales para toda la sociedad sin exclusiones.
Pero ciertas señales muestran el peso que tienen algunas tribus.
Para algunos dar fuertes señales de diversidad es de vida o muerte.
Como si tener un ministro homosexual, negro o discapacitado y una
jerarca trans, fuera garantía para cambiar la realidad de la gente.
Por encima de raza, género, identidad o cualquier otra condición
debería priorizarse la idoneidad de cada persona para su cargo.
Después están los retoques simbólicos como el cambio de colores
del escudo nacional para diferenciarse bien del gobierno saliente.
O la estupidez de cambiarle el nombre al actual MEC para llamarlo
Ministerio de las culturas, las artes, los patrimonios y la educación.
O la idea de rebautizar el 21 de setiembre como día del Maestro y la
Maestra para demostrar que se es super progresista e igualitario.
La mentalidad “wokista” atraviesa totalmente el espectro ideológico.
Y la política de cancelación la practican elementos de ultraizquierda
que impiden la charla de un profesor israelí en Humanidades y
algunos judíos que critican una obra de Shakespeare en carnaval.
La mentalidad tribal atenta contra los verdaderos problemas de las
mayorías y la urgente implementación de cambios imprescindibles.
El gobierno debe evitar caer en las burbujas identitarias de grupos
pequeños, que pueden tener razón en sus reclamos, pero mientras
se miran el ombligo, creen que están haciendo la gran revolución.
La izquierda “cosmética” olvida las contradicciones fundamentales.
Espero que el gobierno lo tenga presente y actúe en consecuencia.
Alfredo García