Estuvimos analizando la situación de la prensa en Uruguay.
Y el panorama actual pinta por decir lo menos, muy desalentador.
Se puede decir que disponemos de un solo diario de distribución
nacional y otro que vía suscripciones llega a la zona metropolitana.
Luego están varios semanarios montevideanos con escasa llegada
al resto del país, donde se destacan varios medios departamentales
que muchas veces tienen un número de ejemplares muy envidiable.
Dos diarios dejaron de serlo para convertirse en portales digitales.
Los tirajes actuales son de una pobreza franciscana y alcanza con
decir que VOCES, con nuestros 2500 semanarios de cada jueves,
competimos bien por el tercer puesto en cantidad de ejemplares.
¿Estamos frente a la inexorable muerte de la prensa escrita?
Todo parece indicar que caminamos a pasos agigantados en esa
dirección frente a la aluvional presencia de la información digital.
Mientras las grandes plataformas de Google y Meta sigan usando la
información que generan otros sin pagar un mango y sea barato
contratar publicidad con ellos, los demás estamos en el horno.
En algunos países como Australia y Canadá, los gigantes de las
redes fueron forzados a pagar por los contenidos a los medios y en
algunos pocos países latinoamericanos han llegado a acuerdos.
Se vuelve imprescindible que se apruebe una ley para que esto
ocurra en nuestro país, de otra manera estos muchachos no
transan, o simplemente tiran unas migajas de sus ganancias.
El gran problema es que muchos medios han entrado en la vorágine
de banalizar la información para generar likes y obtener tráfico.
El periodismo tiene ante sí la enorme tarea de informar verazmente,
dar contexto, seleccionar lo relevante, generar debate y sobre todo
ayudar a pensar y formar ciudadanos con mucho espíritu crítico.
Nosotros que una y mil veces hacemos gárgaras con nuestra
república y con las fortalezas de nuestra democracia plena,
¿podemos imaginarnos tener un país sin prensa propia y libre?
Pero lamento decir que el futuro de nuestros medios es incierto.
Está bravo ¿no?
Alfredo García

