Un prisma de cristal por Alejandra Waltes
El pasado 24 de marzo, una de las actividades suspendidas fue la inauguración de la muestra “Texturas en caleidoscopio” de la artista uruguaya María Julia Monti, curada por Tatiana Oroño, y que se encuentra en la Fundación José Gurvich.
La muestra es un viaje místico y espiritual que va desde la representación de objetos-símbolos vivos de la selva profunda, en la cual anidan las cigüeñas en sus árboles más altos, una roca de la que fluye agua al costado de una carretera, ruinas de templos en donde aún se escucha el canto ancestral de los guaraníes, hasta la representación de nacimientos de planetas y nebulosas. María Julia es un prisma que transforma. Donde otros vemos cortezas, plumas, cintas, galones, caracoles, vellones de lana, crines, pieles, hilos, piedras semi preciosas, lentejuelas o tules, ella ve rocas, árboles, nubes, nidos, ríos y estrellas, y nos muestra su visión en tapices collage o tapices esculturas blandas en el formato tradicional de tapiz pegado al muro, pero tomando distancia de las técnicas más usadas entre los grandes tapicistas uruguayos que trabajaron entre la década del sesenta y la del noventa del siglo pasado. Los materiales seleccionados son fraccionados en la proporción y escala que el avance del trabajo exija para dar volumen e identidad al proyecto, dibujado inicialmente en la tela bastidor. En muchos trabajos el tul le da uniformidad y matiza los colores, armonizándolos. La artista nos explica “Es un procedimiento regular: desmenuzar todos los materiales con los que trabajo. Yo deshago la materia para darle otra entidad, otra forma de expresión”. María Julia amalgama saberes. En 1957 inició estudios de Dibujo y Pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Recibió clases de José María Pagani y Miguel Ángel Pareja. Según sus palabras, con ellos “[aprendió] a medir, a sacar un modelo del natural y a agudizar el ojo”. En 1959 tomó clases de José Gurvich, Guillermo Fernández y Horacio Torres al ingresar al Taller Torres García, donde “ellos educaban la vista para entonar”. En 1974 su familia se estableció en la ciudad de Buenos Aires, en donde María Julia comenzó a realizar sus primeros tapices bordados sobre pañolenci con motivos constructivos. “Yo al principio empecé a bordar porque era lo que había aprendido con las monjas. Elegí el pañolenci y gustaron al público de la época. Se vendieron muchos.” Autodidacta, Monti es una de las tapicistas independientes que exploraron un lenguaje y método por cuenta propia, experimentando con cuanto ha estado a su alcance, pero siguiendo un riguroso método. María Julia expresa: “yo viví cortes, interrupciones; y pienso: no te favorecieron, pero pudiste recomenzar aprovechando todo lo anterior… Vas juntando conocimientos, impresiones -cosas que vas adquiriendo en una vida larga como la mía- y cuando llega el momento todo eso se manifiesta…” A través de sus palabras, podemos establecer un paralelismo entre su experiencia vital y la resignificación de los materiales utilizados a los que quita identidad para darles una nueva, les da forma para que encajen armoniosamente en su composición. Consciente de un poder creador y transformador cuando habla de sus objetivos expresa: “[…] lo menos que puedes hacer es intentar ver si te sale algo de la nada. Eso es lo que busco. Porque la creación es eso: sacar de la nada algo que no existió”. Su objetivo se ve cumplido gracias a la invención del método de desmantelar los materiales y reasignarlos como teselas. Como observa la curadora de la muestra, la artista Tatiana Oroño, lograr efectos ópticos que aviven la curiosidad e inciten a la imaginación, es un rasgo distintivo del estilo de María Julia Monti. En cada una de sus obras se superponen telas rústicas y gruesas, lienzos, telas finas y ricas sujetas por puntadas invisibles y cemento de contacto, creando sutiles contrastes cromáticos. Su producción actual está principalmente dedicada al espacio sideral. Galaxias, polvo interestelar, cuerpos celestes, son las temáticas que hoy se plantea la artista como desafío creativo y técnico.
Agradezco a Tatiana Oroño y a María Julia Monti el material aportado para la elaboración de esta nota.
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