Una historia silenciada

Por Luis Nieto

No menos del 85% del MLN (Tupamaros)abandonó la lucha armada entre 1973 y 1985, una tendencia que se mantuvo desde que salieran los presos políticos de las cárceles, y ellos los nueve rehenes varones y las once mujeres que rotaron en diversos cuarteles con el fin de ser fusilados ante cualquier acción armada. ¿Qué fue del otro 15% que no renunció al uso de las armas para tomar el poder? Hay distintas situaciones dentro de ese sector. Algunos se integraron a la sociedad cubana y ocuparon el lugar del ejército de Cuba en Nicaragua. La columna del MLN integró la vanguardia en el asalto a la ciudad de Managua, con el suficiente entrenamiento y armas como para vencer la resistencia del ejército de Somoza. Otros pocos siguieron la vieja línea de “financiar” la futura lucha buscando fondos en Europa por medio de asaltos a bancos. Jorge Zabalza ha hecho declaraciones muy explícitas sobre las actividades de otro sector de integrantes del MLN que, al parecer, continuó operando en Uruguay. Con el pasar del tiempo no ha habido más denuncias de Tupamaros, o ex Tupamaros involucrados en acciones armadas.

En marzo de 1973 se realizó un simposio en Viña del Mar, Chile, donde se tomó la decisión de adoptar el marxismo leninismo como la condición ideológica que le daría una coherencia, y cuya ausencia en el desarrollo del MLN había sido determinante de su derrota. Fue el primer gran cambio doctrinario que, por otra parte, comenzó a dividir a los tupamaros. El MLN tenía tres grandes formaciones en el exilio: una en Cuba, otra en Chile y otra en Argentina, preparándose para volver a la acción dentro del territorio uruguayo. En Cuba se establecieron varias colonias que aportaron su trabajo en construcción de escuelas, fábricas y diversas obras. El objetivo era contribuir con el país que les daba refugio y entrenamiento militar para la ofensiva que se proponía llevar adelante luego de que las fuerzas armadas se ubicaran al margen de la ley, en 1973.

El MLN creó junto al ELN de Bolivia, el PRT de Argentina y el MIR de Chile la Junta de Coordinación Revolucionaria. Esta organización nació bajo la influencia casi inevitable del Partido Revolucionario de los Trabajadores, de Argentina, y su brazo armado el Ejército del Pueblo, de extracción trotskista. Cuando Efraín Martínez Platero se disponía a viajar a Buenos Aires, a una reunión del Comité Central del MLN, Fidel Castro lo citó para hablar con él, y en esa reunión le hace saber que la revolución cubana está muy satisfecha de tener a tantos Tupamaros en Cuba y  que valora mucho el aporte de sus militantes porque aparte de haber llegado allí a recibir la formación militar que necesitan, hacen su aporte en forma de trabajo necesario para Cuba; pero en cuanto a la alianza con el PRT, el  gobierno cubano quiere ser muy claro en desaprobarla. El PRT es una organización con la que Cuba no quiere tener ninguna relación. Esta es una aclaración que a Castro le parece imprescindible hacer porque de seguir manteniéndola, Cuba se verá obligada a rever su acuerdo con a MLN. Las palabras de Fidel Castro fueron muy claras en cuanto al futuro de la Junta. De ahí en adelante sería Cuba o la Junta.

El responsable militar del MLN en el Uruguay, Luis Alemañy, informaba a la Dirección establecida en Buenos Aires sobre las condiciones en que se desenvolvía la organización en la clandestinidad. Los golpes que había sufrido el MLN a partir del 14 de abril de 1972 habían sido devastadores. La inmensa mayoría de los militantes eran muy jóvenes, sin ninguna experiencia, pero decididos a seguir adelante tan pronto fuesen llegando sus compañeros del exterior, con buena preparación y experiencia previa. En abril de 1974, Luis Alemañy y William Whitelaw se reúnen en la playa de La Agraciada, y Alemañy le transmite al enviado por la Dirección, que no solo sería un suicidio lanzar una ofensiva dentro del país con la debilidad que tenía la organización sino que él era partidario de rever toda la estrategia futura, porque si bien el MLN contaba hasta con una fábrica de metralletas en Argentina y una buena retaguardia en Cuba, la propia lucha armada estaba condicionada por la situación de los rehenes que mantenía el ejército distribuidos en distintos cuarteles, que incluía la decisión de matarlos en caso de que el MLN comenzara a operar nuevamente. Esa reunión disparó un período de reflexión y de conflicto dentro de la Junta de Coordinación Revolucionaria, que condujo a la renuncia de Lucas Mansilla, Luis Alemañy, Kimal Amir y William Whitelaw a la dirección del MLN. Ante la falta de acuerdo para abandonar la lucha armada, se abre un proceso de discusión interna que desemboca en el abandono de la organización por parte de la inmensa mayoría de los Tupamaros.

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El próximo martes 29 de abril, a las 19 horas, en la Biblioteca Nacional, el Prof. Magíster Javier Suárez presentará su libro “Los otros tupamaros -Cuando la Revolución deja de ilusionar-”. Poco se ha hablado o escrito sobre un hecho tan importante, a excepción del libro de Alfonso Lessa “La revolución imposible”, que fue publicado en 2003; recibió el premio Bartolomé Hidalgo, con numerosas reediciones, y Mención de Honor en los premios del Ministerio de Educación y Cultura.

Javier Suárez ha hurgado en testigos directos y documentación detallada para su Tesis de Maestría en Historia Política, que el 29 presenta, y que será un paso muy importante en la comprensión de un fenómeno ineludible: El MLN fue protagonista, nos guste o no, de un período trascendente en la historia del Uruguay.

Sin dudas que el libro de Suárez encontrará, también, una gran avidez por parte de los lectores uruguayos, que desconocen casi por completo la participación de los renunciantes en el clima de convivencia y continuidad democrática que hoy disfruta el país.

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