Home Política Uruguay y un suave bostezo electoral por Ruben Montedonico
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Uruguay y un suave bostezo electoral por Ruben Montedonico

Uruguay y un suave bostezo electoral por Ruben Montedonico
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El clima del domingo 27 de octubre -de temperatura templada, con viento suave, sin alternativas- acompañó adecuadamente la primera jornada electoral para escoger integrantes del Ejecutivo y el Legislativo de la mayor parte del próximo año y los que le siguen hasta el futuro ciclo de 2030.
El pacifismo, el orden, la templanza -ordenando el equilibrio y la calma- acompañaron (salvo las ilegales declaraciones de Delgado y Sanguinetti) el final del periodo caracterizado por los analistas, periodistas, agencias que cubrieron el acto como terso, amigable, “chato”, insípido o el “aburrido del año”, alabado por unos y criticado por otros.
Gerardo Lissardy escribió el 25 de octubre para BBC News Mundo lo siguiente: “Olvida las promesas de refundar el país, las protestas antisistema y las alertas de amenazas a la democracia que abundan en América: en Uruguay, gane quien gane las próximas elecciones, todo seguirá más o menos igual”. Remata citando a la socióloga Mariana Pomiés, de la encuestadora local Cifra, “Somos como nuestra geografía: una penillanura suavemente ondulada. Y los cambios que nos gustan son suavemente ondulados”.
El politólogo nacional Adolfo Garcé declaró que los candidatos no entusiasmaron al posible votante e identifica también otra justificación al escaso empeño: “Hay como un exceso de centrismo, un exceso de prudencia en las promesas que se hacen”, lo que generó una campaña sin propuestas, carente de la fuerza de antaño, tradicional en la política uruguaya.
En tanto, los dos plebiscitos que se votaban junto con los comicios generales no alcanzaron la mayoría. Mientras el que habilitaba los allanamientos nocturnos confirmó su caída en picado irreversible, el auspiciado fundamentalmente por el PIT-CNT llegó al 40% (pese al encono oficialista y de parte del FA), consagrando un gran paso para quienes lo promovieron.
Pese a los elogios vertidos al acto, la votación se realizó en un espacio de relevante intranquilidad por el incremento de la pobreza infantil y la seguridad pública, dada la ola de crímenes violentos vinculados al narcotráfico que agigantaron el número de homicidios en los últimos años en comparación con naciones fronterizas y con naciones latinas en general.
Los mismos que concurrieron a cubrir el acto, los medios nacionales y las encuestadoras locales, centraron su atención sobre la disputa entre dos candidatos (el opositor Yamandú Orsi y el oficialista Álvaro Delgado) dejándole un sitio al “outsider” de la coalición de gobierno Andrés Ojeda que prometía una y otra vez superar al elegido por el presidente y pasar a una segunda instancia: fracasó con una desventaja del 12%.
Si me pongo a señalar un perdedor y considero cuánto gastó en publicidad en la campaña, digo Ojeda. Más allá que no tengo una explicación plausible para el dislate de dinero en propaganda, no consiguió adueñarse de una posición sustantiva en la coalición gobernante ni reanimar un Partido Colorado -sin batllismo, sin aquel soplo liberal-positivista comteano, con toques socialdemócratas que se dieron en tiempos de don Pepe con el ítalo-oriental Domingo Arena y Julio César Grauert (consultar la historia contada por el montevideano Kurken Didizián Torosián, compilador del semanario Avanzar) y Justino Zavala Muniz-. Ojeda ni siquiera se acercó al “luisismo” que lideró al coloradismo en la postguerra actual, sino que se asemejó más al conservadurismo de los dueños de La Mañana – El Diario y sus proyectos corporativistas.
El gran perdedor, por encima de todos, ha sido el FA. Si dejamos la simple lectura que los guarismos del escrutinio ofrecen (unos 16 puntos), no evitó el balotaje, tuvo menos votantes de los que estimó, si alcanza media mayoría legislativa y lo debe en parte al segundo escrutinio, que contará los sufragios observados y confirmará la primacía en el Senado. Para alcanzar el triunfo en el ejecutivo, Orsi deberá derrotar (bastante probable) a Delgado y la coalición gobernante el domingo 24 de noviembre.
Aquí cabe suponer que los uruguayos emigrados a la Argentina, en particular a Buenos Aires -golpeados por la crisis- decidieron postergar su viaje para votar en el caso de una segunda cita, lo que sí ocurrió: por tanto, es de esperar el crecimiento de los sufragios en dicha ocasión (empatando o superando el pasado 91%)
Sin hacer una lista exhaustiva de los derrotados, hay que señalar que el Senado se libró de acoger en una curul al intemperante abogado Gustavo Salle, el que no tiene esperanza ni en los votos observados. A algunos más sólo les quedará el consuelo de contar que han participado.
Para el balotaje, pensando que Orsi lo va a ganar, según una opinión bastante generalizada -presentimiento que comparto- recuerdo que declaró en plena campaña, para sorpresa de los que nos enteramos, que no formularía un “cambio sustancial” desde la Presidencia en materia de economía, a la par de que su contrincante en la contienda, Delgado, aseguró que daría continuidad a los planes del actual gobierno en caso de ser electo.
Orsi y Delgado se muestran contestes a la declaración del Banco Mundial (uno de tantos instrumentos de EEUU) que sobre Uruguay opina que “se destaca por ser una sociedad igualitaria, por su alto ingreso per cápita y por sus bajos niveles de desigualdad y pobreza”.
Una conclusión final pasada la primera etapa electoral sucesoria, es que el Movimiento de Participación Popular (MPP), el profesor de historia de pocas ideas expuestas y exintendente del departamento de Canelones, candidato bendecido, según algunos, y heredero, para otros, del expresidente José Mujica, competirá por la Presidencia. Con lo del pasado domingo, el MPP se confirma como la corriente preeminente, principal, del Frente Amplio en el ámbito Legislativo. Si como se supone, gana el 24 de noviembre, dispondrá del Poder Ejecutivo.
Esto impone al futuro votante de la izquierda que desea cambios sustanciales que nos encaminen a abandonar el sendero del capitalismo, a analizar concienzudamente la fórmula de tránsito al no alineamiento, la soberanía y el socialismo.

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