Voto en blanco o anulado, es un voto mal gastado por Ignacio Martínez
Y podríamos seguir rimando: un voto desperdiciado o un voto equivocado. Veamos. Las razones por las cuales se llama a emitir ese tipo de voto pueden ser compartidas. Es verdad que muchas cosas que se hicieron deben ser profundizadas. Es cierto que otras se hicieron mal y hay que corregirlas. También es cierto que aún queda mucho por hacer. Pero eso en modo alguno puede justificar votos en blanco o anulados. Justifica sí que nos acerquemos a conversar y hagamos fuerza juntos para transitar los caminos acertados que no son, precisamente, con ese tipo de votos.
¿Por qué esos votos no sirven?
Porque en este balotaje no tienen ningún valor. Triunfa el candidato que tiene más votos y punto. Los votos blancos o anulados sólo se señalarán para la estadística, pero no inciden en nada.
Votar así supone pensar que no hay nada para rescatar de lo hecho por el Frente Amplio y sólo los necios pueden pensar de esa manera. Votar así supone ignorar el crecimiento de escuelas de tiempo completo en todo el país, los liceos nuevos, las UTUs nuevas, la expansión de la UdelaR en el país, los polideportivos, la reducción de la pobreza, la universalización de la cobertura de salud, los nuevos hospitales, la mortalidad cero por abortos clandestinos, los nuevos escenarios culturales, los capitales de reserva, la negociación colectiva, las leyes que benefician a los trabajadores y al pueblo, la estabilidad macroeconómica, en fin, una larga lista de conquistas que fueron posibles gracias a los gobiernos del FA y a la presencia movilizada del pueblo organizado.
Votar así deja abiertas las puertas al posible triunfo de la Coalición Multigrisácea, cuyo único motivo para existir es sacar al FA del gobierno, coincidiendo, al parecer, con quienes llaman a votar en blanco o anulado, conduciendo al país a un retroceso económico, social, cultural y educativo de dimensiones impredecibles. Si ganaran, esta gente va a arremeter contra todo lo alcanzado por el FA en beneficio de las grandes mayorías nacionales y el voto en blanco o anulado no habrá hecho nada para impedirlo.
Es de una cortedad intelectual pensar que es lo mismo votar a uno u otro candidato y por ende llamar a votar en blanco o anulado. No somos lo mismo. Nunca lo fuimos. El millón de votantes del FA no somos lo mismo que los que han sido empujados a votar la opción mutigrisácea. Pensar así ofende y atenta contra los sectores más democráticos y avanzados que se expresan en el FA. Es en esos sectores y con ellos, aún con toda su heterogeneidad, donde podemos seguir construyendo el nuevo Uruguay, profundizando lo hecho, corrigiendo errores y haciendo todo lo que falta en seguridad, en el combate a la corrupción, en beneficios sociales, en apertura con el mundo y muchos temas más.
Ese proceso en movimiento es lo que queremos seguir construyendo, y es con el FA o no es. No hacerlo es colaborar con la correntada destructiva que se ha formado incluso a nivel continental, unida con alfileres, pero que, de ganar, significará un trancazo muy fuerte al desarrollo de la conciencia, la organización y los avances logrados.
Insisto. Votar en blanco o anulado no sirve para nada. En todo caso les sirve sólo a ellos, los abanderados de la destrucción de la ley de salud reproductiva o de los derechos adquiridos o del bienestar alcanzado y la estabilidad lograda en un mundo de desequilibrios y fragilidades.
Sería soberbio y desleal, intelectualmente hablando, si dijera que está todo bien y no atendiéramos las razones que esgrimen las personas que llaman a votar en blanco o anulado. No, nada de eso. Pero sería de una enorme pobreza intelectual y ética si no se reconocieran las razones esgrimidas aquí para que, definitivamente, las personas que llaman a votar en blanco o anulado, revean su actitud y voten a Daniel Martínez a la presidencia, única opción para seguir construyendo el Uruguay donde los más infelices sean los más privilegiados.
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