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Puglia, Madrid y los malos cálculos por Hoenir Sarthou

Puglia, Madrid y los malos cálculos por Hoenir Sarthou
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Dos comunicadores de Canal 10, Patricia Madrid y Sergio Puglia, usaron el espacio del programa “Polémica en el bar” para traslucir cuál es el verdadero espíritu que anida bajo el empalagoso discurso de “yo me vacuno” y “nos cuidamos entre todos”. Aprovecharon también para ejemplificar el patético pseudo periodismo que estamos padeciendo los uruguayos.

“Hay que aislar (a los no vacunados) en una camarita”, dijo Patricia Madrid, y agregó: “Por ser un peligro para la sociedad”. Fue secundada de inmediato por Puglia, que sugirió aplicar a los no vacunados una política de encierro “como en Austria”. Luego, los dos, muy sueltos de cuerpo, confesaron el motivo de sus deseos: que ellos y los otros vacunados puedan “andar libremente”.

Podrían escribirse varias bibliotecas con todo lo que estos dos individuos no han leído ni pensado acerca de la pandemia, las vacunas y el absurdo discurso con que se las promociona. Ese discurso que ellos reproducen sin el menor análisis lógico.

Veamos algunas de las fallas lógicas que reproducen los dos opinadores periódicos (que no periodistas): Si las vacunas son eficaces, ¿cómo podrían los no vacunados contagiar a los vacunados? Si las vacunas no son muy eficaces pero previenen las muertes y las formas graves de la enfermedad, como afirma la versión oficial, ¿por qué temen los vacunados a los no vacunados? ¿no debería ser al revés?  Si las vacunas no son muy eficaces y no previenen las muertes ni las formas graves de la enfermedad, ¿por qué insistir tanto en la vacunación? Según la información oficial, entre el 75% y el 80% de los uruguayos vacunables se vacunaron, ¿recuerdan que se nos dijo que la vacunación del 70% de la población generaría la “inmunidad de rebaño”. ¿Qué pasó? ¿Ningún periodista o pseudo periodista va a preguntarle al MSP, al ex GACH y al resto del gobierno si se equivocaron o mintieron? Por último, ¿Puglia y Madrid no han leído absolutamente nada de la información científica que se ha publicado sobre las vacunas y sus efectos adversos? ¿No conocen los sospechosamente altos índices de contagio y de efectos adversos que presentan los países que tienen gran nivel de vacunación con Pfizer y otras vacunas basadas en ARN mensajero? No, nada de eso parece haber pasado por sus ligeras cabecitas antes de usar sus aun más ligeras lenguas

Quizá lo único bueno de esta desgraciada intervención sea desnudar de una buena vez la verdadera motivación de muchos de quienes, como Puglia y Madrid, adoptan y reproducen el discurso pandémico oficial: nada de responsabilidad, ni de solidaridad, ni de empatía. El más crudo y miedoso egoísmo: “Encierren a todos los no vacunados así yo puedo vivir tranquilo”. Ese es el verdadero mensaje y el deseo profundo de los peores especímenes de miedosa obediencia pandémica. Categoría que nada tiene que ver con estar o no vacunado.

Pero quiero destacar algo que es común a muchos comunicadores cuando actúan en modo “autómata reproductor pandémico”. Es la actitud. Esa confiada soberbia que no proviene de investigar y conocer la verdad de cierto tema (tarea hoy riesgosa) sino de actuar como “caballo de comisario”, con el respaldo del interés farmacéutico transnacional y del poder político local, repitiendo como loros la monserga insustentable de científicos a sueldo del poder. No es que esos periodistas crean estar diciendo la verdad. Es que saben, o creen, que mientras reproduzcan el discurso oficial no corren ningún riesgo. Y -se sabe- periodismo sin riesgo es periodismo servil.

No voy a desarrollar aquí -porque quiero decir algo más trascendente- el perverso efecto que ese tipo de instigación mediática a la discriminación y a la violencia puede producir en una sociedad ya tensa. Así como hay mucha gente con miedo, somos muchos también los que no estamos dispuestos a acatar encierros o que se experimente con nuestros hijos. Cualquier comunicador sensato evitaría derramar nafta sobre esas brasas. Pero supongo que esa es otra de las tantas cosas que Puglia y Madrid no han pensado o no les importa.

Me falta señalar el que quizá sea el más importante error de estos dos mediáticos. Ellos se creen impunes, respaldados por el poder, la pseudo ciencia alquilada y lo que suponen (porque es lo que dice el gobierno) una inmensa mayoría de uruguayos que confían en las vacunas y están dispuestos a inocularse hasta el fín de los días.

En eso se equivocan. La tercera dosis de las vacunas, con Pfizer, se la dió menos de un 40% de la población. Es decir que más de un 60% de los uruguayos no confió en la teoría del “refuerzo” y no se inyectó. En otras palabras, más o menos la mitad de los que recibieron las dos primeras dosis no confiaron en darse la tercera.

¿Qué se desprende de ese hecho?

Bueno, que gente como Madrid y Puglia, que ni averiguan ni entienden nada del asunto, podrían estar reclamando el potencial encierro de más de la mitad de la población del País. Porque, si la tercera dosis era necesaria, y dos tercios de los uruguayos no quisieron aplicársela, esas dos terceras partes son “un peligro” para los plenamente multipinchados, como supongo lo estarán Madrid y Puglia.

En suma, como suele ocurrir, hay adulones del poder que son más realistas que el Rey y corren riesgos por exceso de servilismo.

Sobre el final de esta nota, insisto en ese dato que es muy relevante: la mayor parte de la población se ha negado a recibir la tercera dosis, pese a que era gratuita y contaba con toda la promoción oficial.

Políticamente, es un dato muy significativo. Porque indica que, aunque no lo digan públicamente ni a voz en cuello, muchos uruguayos comienzan a desconfiar, tanto de las vacunas como de las explicaciones oficiales al respecto.

Eso augura varias cosas. Pero, sobre todo, una muy importante: es altamente probable que el intento de vacunar a los niños fracase. Porque nadie vacunaría a sus hijos con un producto con el que no quiere ser inoculado/a.

Hagan cuentas los Madrid, Puglia y los tantos repetidores mediáticos del discurso oficial. Piensen el asunto con astucia política, ya que no quieren hacerlo con información científica veraz. Es muy posible que el piso en el que se apoyan, ese respaldo oficial y esa supuesta conformidad masiva en los que confían, no sea tan seguro como creen.

Hay cosas que se están moviendo en la opinión pública. Aunque ciertos periodistas parezcan empeñados en ser los últimos en enterarse.

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