Home Reflexion Semanal 8 de marzo: ¿machos al borde de un ataque de nervios?

8 de marzo: ¿machos al borde de un ataque de nervios?

8 de marzo: ¿machos al borde de un ataque de nervios?
0

El viernes 8 de marzo se realizaron marchas por el día de la mujer. Otra vez se concentraron decenas de miles de mujeres de muchas generaciones, extracción social, nivel cultural y afinidades ideológicas. Lo sorprendente fue la enorme cantidad de gurisas jóvenes que se apoderaron de esta manifestación como algo propio.  ¿Puede alguien atribuirse la propiedad de este evento? ¿Es una nueva estrategia de los grupos de izquierda para conseguir adeptos?  ¿Es lógico menospreciar a este movimiento por algunos puntos de la proclama? ¿Importa más el ataque a un templo que la propia marcha? ¿Produce temor ver tanta mujer junta empoderada de sus derechos? ¿Por qué jóvenes que no participan en otros ámbitos se vuelcan masivamente a la calle el 8 de marzo? ¿Estamos viviendo un cambio cultural irreversible? ¿Seguimos sintiendo resistencias frente a reclamos que cuentan con apoyos tan masivos? ¿Cómo puede ser que el día de la mujer convoque más que el día de los trabajadores? ¿La diversidad de posturas en los grupos feministas no es una clave de su fortaleza?

 

 

Somos distintas por Isabel Viana

 

Mujeres y hombres no somos iguales. Tenemos cuerpos diferentes y maneras de ser y de pensar distintas. Nos complementamos en la esencial función de crear nueva vida. Hoy, largos siglos de dominación masculina (en nuestra cultura y en muchas otras) hacen imprescindible redefinir las relaciones entre los dos géneros de la especie humana, a los efectos de asegurar que la igualdad de derechos en las sociedades que hemos construido permita el florecimiento de las cualidades intrínsecas los individuos.

La dominación de los varones llevó a las mujeres a ser casi objetos, casi infantes, sobre los que se ejercían decisiones de varones en roles de padres, maridos, empresarios, sacerdotes, políticos, educadores. Esas decisiones no condicionaron sólo el hacer de las mujeres, sino que intentaron definir su ser: debíamos tener el aspecto físico debido, mostrar o no su cuerpo, sentarse de manera definida, moverse de acuerdo a patrones sociales, tener cintura de avispa y grandes senos o ser una “tabla”, salir o no de su casa, cantar o no, vincularse o no con otras personas.

Hoy las mujeres nos rebelamos contra ese sometimiento institucionalizado de diversas maneras. Muchos límites son ley, otros son usos de cada cultura. Y los cambios culturales son lentos. Y una vez que se perciben las injusticias, es difícil tolerarlas. El 8 de marzo se conmemora lo sucedido en esa fecha del año 1908, cuando murieron calcinadas 146 mujeres trabajadoras de la fábrica textil Cotton de Nueva York. Ellas protestaban por sus bajos salarios y las condiciones en que debían trabajar 12 horas diarias, ocupando la fábrica. Ante su negativa de abandonarla, les lanzaron bombas incendiarias que provocaron el incendio que las mató. En 1910, durante el II Congreso Internacional de Mujeres Socialistas estableció el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. En 1975 las Naciones Unidas consagraron esa fecha como Día Internacional de la Mujer.

Hoy el panorama global muestra que coexisten países donde hay mujeres esclavizadas y otros donde se ha avanzado en materia de derechos. Las organizaciones para la defensa de los derechos de la mujer, locales, nacionales y globales, se multiplican en el mundo.

Las mujeres uruguayas marcaron sus demandas formalmente desde mediados S XIX. Lograron tempranamente sus derechos al trabajo, al estudio y al voto. Recién a mediados del S XX algunas mujeres lograron acceder al derecho al ejercicio del poder político. Pese a eso, el sistema político se manifestó sistemáticamente de espaldas a los problemas inherentes a la condición de la mujer, llegando al extremo del veto interpuesto por el Presidente a la Ley que legalizaba el aborto aprobada por las cámaras.

Esa larga lucha continúa hoy, curiosamente, con poca referencia a la condición histórica de las acciones realizadas y de los logros obtenidos: parece que sólo fuera un tema actual, que en Uruguay tomó estado público en torno al derecho al aborto y por la espiral vigente de violencia (entre otras, la de género) que hoy sufre el país.

Hay distintas instituciones públicas y privadas que trabajan para la “mejora” de la condición de la mujer. Unas y otras asumen que sus propuestas y consignas son representativas de las necesidades de las mujeres y compartidas por éstas, sin que haya consultas ni la debida representación.

Hay reivindicaciones que cuentan con el respaldo de amplias mayorías, como las referidas a la necesidad de frenar las distintas formas de violencia ejercidas contra las mujeres. No ocurre lo mismo con algunas propuestas desde el Estado, desde los partidos políticos o desde las instituciones llamadas “feministas”.

Creo que la multitud en la calle define que el tema es mucho más amplio de lo que propuestas y consignas señalan. Es indispensable comprender la dureza de la cotidianeidad de la vida de las mujeres, las dificultades que enfrentan para compatibilizar las necesidades de su ser físico y emocional con los roles que desempeñan y las innúmeras barreras opuestas a su acceso a las posiciones de poder y a su ejercicio.

Se hace necesario el debate en la sociedad sobre qué es ser mujer y que es ser varón, cuáles son sus realidades biológicas y sus necesidades específicas, reconociendo que no hay nada más injusto que tratar como iguales a quienes no lo son, sin por eso ceder ni un ápice en lo que refiere a la equidad en materia de derechos. Es de ese debate que deben emerger nuevas pautas educativas y de relacionamiento entre los individuos que debiéramos ser parte de una sociedad integrada.

 

Estas explosiones son oleadas imparables por Marianella Morena

Yo marché en Barcelona, y me sentí parte, porque no es un corsét político liderado por viejas estructuras repletas de fracaso.

¿Puede alguien atribuirse la propiedad de este evento?

Es fuerte y libre, porque es de todos, o sea de nadie. Porque trasciende naciones, geografías, límites culturales, idiomáticos, ideológicos.

¿Es una nueva estrategia de los grupos de izquierda para conseguir adeptos?

Trasciende y atraviesa lo partidario, por eso genera lo que genera: Pasiones positivas y negativas. Acá en España convocaron a la marcha tanto la izquierda como la derecha.

¿Es lógico menospreciar a este movimiento por algunos puntos de la proclama?

Bueno, de la proclama en Uruguay…Hay y hubo otras, se ordenan las jerarquías de acuerdo al país y los logros.

 ¿Importa más el ataque a un templo que la propia marcha?

Cada sociedad reacciona de acuerdo a la construcción de sus prejuicios y sus vacas sagradas. Siempre hay en eventos masivos gente que se desmarca, sucede en manifestaciones de todo tipo, no creo que haya que dedicarles tiempo.

¿Produce temor ver tanta mujer junta empoderada de sus derechos?

Sí, pero al ser tan señalado adquiere demasiada notoriedad, habría que dejarlo morir por inanición, quitarle peso.

 ¿Por qué jóvenes que no participan en otros ámbitos se vuelcan masivamente a la calle el 8 de marzo?

Es un movimiento que nace desde el hartazgo, desde la vivencia, no fue gestionado en un escritorio midiendo cifras. Es el cuerpo que habla y reacciona, estoy harta que me digan en un trabajo si estoy bien o mal cogida de acuerdo a nuestro rendimiento. Entre tantas formas de violencia.

¿Estamos viviendo un cambio cultural irreversible?

Es uno de los grandes cambios de paradigma.  En Montevideo, en Buenos Aires, en Madrid, en Barcelona, en Lima, en Santiago, en Bogotá, en Medellín, en Alemania.  Y repercute en el pensamiento, en la praxis, en la educación, en las temáticas, en la equidad laboral, resuena nuestro punto de vista. Se revisa nuestra afectividad, los vínculos, y cómo nos amamos.

¿Seguimos sintiendo resistencias frente a reclamos que cuentan con apoyos tan masivos?

La envidia del éxito ajeno, sí, la ruptura de las predicciones, el sismo impensable, sí.

¿Cómo puede ser que el día de la mujer convoque más que el día de los trabajadores?

Porque las revoluciones anteriores no son las actuales, el reciclaje no funciona en esta circunstancia, y porque el modelo del trabajador ya no es el modelo que dinamiza la realidad. Las cosas no son lineales, los malos no están de un lado y los buenos del otro, y algunas verdades caducan en 24 horas. Estas explosiones son oleadas imparables porque contienen un gesto auténtico.

¿La diversidad de posturas en los grupos feministas no es una clave de su fortaleza?

Las subjetividades son conquistas contemporáneas que se defiende a capa y espada.

 

Proclama teórica e ideologizada por Carolina Ache

Como colorada y batllista acompaño y voy a seguir acompañando la defensa de quienes fueron demorados en sus derechos: por eso me solidarizo con el sentido que tiene el día de la mujer en nuestra sociedad. También como colorada y batllista no le reconozco a ningún colectivo más méritos ni más coherencia moral en la defensa de la mujer a lo largo de la historia del Uruguay que al Partido Colorado, una colectividad que hizo de la reforma política y social el factor de cambio del país.

En la actualidad, sin embargo, la defensa de los derechos de la mujer se ha politizado y ha perdido genuinidad. Claro ejemplo es la suerte (o la desgracia) que ha corrido un proyecto presentado por el Senador Pedro Bordaberry en el año 2015. Me refiero al proyecto sobre igualdad salarial entre hombres y mujeres, cuyo artículo primero reza:

Artículo 1°-. El empleador público y privado deberá dar cumplimiento al principio de igualdad de remuneraciones entre hombres y mujeres que presten un mismo trabajo, no debiendo incurrir en ninguna forma de discriminación directa o indirecta. A los efectos de la equidad de tratamiento se comprenderán por remuneración los conceptos de salario, horas extra, aguinaldo, salario vacacional, bonos, seguro de vida, pagos extraordinarios, rembolsos de gastos por viajes, beneficios especiales, y demás prestaciones que formen parte de los ingresos que pueda percibir el trabajador.

¿Por qué no se reclama, no se exige su aprobación desde los movimientos feministas? ¿Por qué el Frente Amplio, cuyos representantes se embanderan con la justa la igualdad salarial, no habilita sus mayorías, de las que tanta vez abusa, para aprobar este proyecto? Por lo menos debería llamarnos la atención.

La proclama que se leyó en la marcha del 8M, es una proclama teórica e ideologizada. Como dijo Ernesto Talvi: “de ideología de izquierda radical, disfrazada de feminismo”. Se pide radicalizar “las formas de maternar para construirlas en feministas y anticapitalistas” pero olvidan a las mujeres de Venezuela. Ellas ya no eligen ni siquiera sobre su cuerpo, ellas ven a sus hijos huir y hasta morir de hambre y por falta de medicinas. Tampoco hubo lugar para aquellas mujeres que dan hoy, en distintas partes del globo, batallas que por estos lados han quedado felizmente saldadas hace tiempo.

No creo que los miles de personas que se congregaron estén de acuerdo, ni que hayan marchado por la misma. Participé en años anteriores y el clima general era de celebración. Es cierto que son una minoría los que profanaron de intolerancia la Iglesia del Cordón. Pero también es verdad que donde debería haber una condena firme, hay neutralidad y silencio oficial.

Resulta evidente que actualmente, el camino de la mujer política que no cae en posturas extremas es cuesta arriba. Que algunos colectivos hacen con otras mujeres, con aquellas que osan tener una posición diferente, que no es de odio ni de guerra sino de encuentro, lo mismo que critican al “macho”. Con ellas no corre la sororidad.

 

La explosión del feminismo es mundial por Diana Cariboni

En Uruguay hay tres movilizaciones masivas: la Marcha del Silencio del 20 de mayo, la Marcha de la Diversidad a fines de septiembre y la del 8 de Marzo, que viene creciendo año a año. Son expresiones y reclamos que exceden lo partidario y lo sindical, que muestran qué nos preocupa y qué nos moviliza.

Uruguay no es una isla, la explosión del feminismo es mundial. ¿Vieron las movilizaciones en Chile, en Argentina, en España?

El feminismo se está convirtiendo en un movimiento masivo y por lo tanto incorpora diferentes puntos de vista, visiones políticas e ideológicas, más o menos las mismas que existen en una sociedad como la uruguaya. Y eso está bien. Y está bien que algunas de esas posturas sean radicales. No hay que tenerles miedo: existen, nos interpelan y nos obligan a dialogar con ellas, incluso para definir hasta dónde queremos empujar las fronteras y dónde queremos poner los límites.

La Marcha y el Paro de Mujeres contuvieron distintas corrientes y manifiestos. La lupa de los medios se puso en la declaración de la Coordinadora de Feminismos, pero faltó un análisis completo que incluyera las otras dos proclamas de redes importantes: la Intersocial Feminista y la Plataforma Ciudadana por la Salud y los Derechos Sexuales y Reproductivos.

No estoy de acuerdo con arrojar pintura contra el muro de una iglesia, local político, social o sindical. Pero me permito recordar que, en el curso de la historia, las manifestaciones de protesta han tenido muy a menudo un matiz o una vertiente más violenta. Los jóvenes que arrojan piedras o molotov o incendian llantas, ¿qué son? Son esos que van un poquito más allá, que exteriorizan su bronca, incluso su odio, y que a veces terminan siendo vehículo de provocaciones.

¿Que las mujeres no tenemos por qué odiar? Una lista de las lacras que todavía padecemos muestra que nos sobran razones: somos la mitad de la población y seguimos siendo ninguneadas, abusadas y explotadas. Pero no es el odio, sino una lucha pacífica de más de un siglo, a fuerza de argumentos y capacidad de convicción, la que nos ha traído hasta acá. Es el análisis histórico, cultural y económico del feminismo el que reveló una situación que de tan evidente era invisible incluso para nosotras, mansamente agobiadas por una realidad inmutable.

Esta es también la “revolución de las hijas”, la “revolución del glitter”, que se expresa con todos los códigos de la juventud. Se grita, se salta, se canta, se baila y sí, se desafía al macho, se le dice “hasta ahí llegaste”. Hay feminismos, muchos, diferentes. Y marchan juntos para que en este siglo le pongamos fin a la subordinación de la mujer. ¿Te subís o no?

 

Mujer, nuestro problema es el capitalismo por Sebastián González

El pasado 8 de marzo fue el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Este día tiene un origen intrínsecamente proletario y clasista. Es indudable que la mujer sufre en la sociedad capitalista la explotación, la discriminación y la vulneración de muchos de sus derechos. Pero esto no tiene sus orígenes necesariamente en una cuestión de género, sino de clase.

La marcha del viernes sin duda tuvo un tinte oficialista. Se pudo ver que varios gobernantes participaron de la marcha convocada, entre otros, por la propia central sindical oficialista. Hasta un estandarte de las “mujeres frentistas” formó parte de la actividad.

No sería afortunado desconocer o ignorar la magnitud de esta marcha. Si bien puede considerarse una estrategia del oficialismo para conseguir adeptos -más teniendo en cuenta que estamos en año electoral-, políticamente no conviene hacer oído sordo a estos reclamos, por el contrario, es importante reflexionar sobre estos fenómenos.

En primer lugar, varias de las consignas y los cánticos hacían referencia al “macho”, al “varón” y al “patriarcado” como el enemigo a derrotar y a hacer caer. Sin embargo, en este día que debería tener una fuerte impronta de clase, casi ningún cartel o pancarta hablaba de la agresión imperialista en América Latina, de la caída del capitalismo y del fin de la explotación del hombre por el hombre. Mucho menos de la solidaridad de clase.

En segundo término, me parece desacertado que marchen -con total cara de inocencia- hombres y mujeres del gobierno -también alguno de la oposición- que desde sus cargos no han votado los recursos suficientes para la educación pública, han mantenido la impunidad de la dictadura, han promovido el desastre medioambiental y la precarización laboral, no han restituido el aguinaldo para los jubilados, les han quitado impuestos a los bancos, han privatizado el agua, han seguido pagando la deuda externa, han promovido –y promoverán terriblemente- una reforma de la seguridad social que atenta contra los trabajadores, no han derogado las Afaps, han privatizado empresas públicas, han apostado a la forestación y el monocultivo como principal motor de la economía y han dejado morir a uruguayos y uruguayas esperando los medicamentos de alto costo que necesitaban, entre otras calamidades.

Un capítulo aparte fue el ataque al templo católico, elemento que es casi minúsculo frente a la falta de reclamos clasistas de la marcha, porque, al final del día, son las condiciones materiales las que lo determinan todo.

Que las mujeres se empoderen es algo deseable, justo y necesario, pero creo que están desviando el foco de la lucha, no es “el macho”, ni “el varón”, ni “el patriarcado” el que nos mata, el que nos reprime y vulnera nuestros derechos es el capitalismo. Contra él hay que luchar, seas mujer u hombre.

 

Cooptadas por organizaciones internacionales sin escrúpulos por Carol Aviaga

Esta es una movida de carácter internacional, en verdad es funcional a intereses que nada tienen que ver con defender nuestros derechos como mujeres. Se usan nuestras problemáticas reales y para mí no tiene que ver con la izquierda, detrás de estas marchas hay mucho dinero y poder. Grupos de poder mundiales representados por ejemplo por George Soros, financian a través de fundaciones gran parte de las organizaciones que acá y a nivel mundial organizan estas marchas. ¿Cuál es la intención? Romper con los lazos con nuestras raíces y nuestra cultura, romper con el mejor tejido de ayuda y soporte social que es la familia, ¿para qué? pues para poder imponer sus políticas de capitalismo salvaje sin oposición social y para que por ejemplo las mafias puedan actuar a su antojo sin encontrar resistencias en la sociedad. Destrozar los valores humanos y generar odio, desencuentros en nuestras comunidades. De esa forma somos más maleables a los intereses de esas corporaciones rapaces.

Miles y miles de mujeres marchan con la convicción de estar haciendo oír su voz para reclamar los legítimos DERECHOS que tenemos y deben ser reconocidos y respetados. Pero estas manifestaciones están siendo cooptadas por organizaciones internacionales sin escrúpulos que en verdad nos hacen retroceder como sociedad. Y que en nuestro país están representadas en algunos casos por grupos que están en la izquierda…pero que nada tienen que ver con esa ideología. Con respecto al ataque a “un templo”. Lo grave no es una pintada en un edificio, lo grave es el significado. Es un ataque a otras personas que legítimamente profesan una religión, la base fundamental de la laicidad es la libertad de cultos y la base fundamental de la Democracia es la libertad de expresión, eso se violenta con estas acciones.  Es muy triste que se haya generado tanta aversión e intolerancia en esos corazones, ojalá lo podamos revertir, ojalá podamos generar amor y paz para que todos podamos vivir mejor y ser más felices. Para no quedar a merced de gente sin escrúpulos que usen nuestros dolores y sufrimientos.

 

El 8M, un corso oficialista   por Mercedes Vigil

La marcha del 8 de marzo ha dejado de ser una plataforma de reclamos para convertirse en una fiesta colorida, un remake carnavalero encabezado por la ministra Muñoz.

En Uruguay el feminismo es un movimiento cooptado por el partido de gobierno y manipulado por un conjunto de ONG, verdaderos monopolios. Por ser oficialistas se han quedado sin discurso y apelan a una retórica antimasculina y anticapitalista, dejando sin espacio reclamos acuciantes.

El pasado viernes, miles de mujeres manifestaron en un país que ha sido pionero en consagrar derechos y leyes tendientes a igualar a todos los ciudadanos, independientemente de su sexo, raza o religión. Mientras “las chicas del todes” hacían buena letra con el gobierno, la violencia sigue creciendo y no por falta de leyes, sino por la baja calidad de la educación y la ausencia de criterio para implementar lo dispuesto.

Necesitamos docentes bien pagos, preparados para enseñar valores a nuestros niños, los hombres y mujeres del futuro.

Necesitamos $ para construir hogares de acogida.

Necesitamos $ para tobilleras.

Necesitamos $ para cosas básicas que faltan, como impresoras para recoger las denuncias en las comisarías.

Ante tal panorama, “las chicas del todes” portaron pancartas recordando los nombres de las mujeres que fueron asesinadas, pero nada dijeron sobre el mal empleo de los dineros públicos que coadyuva para que esto suceda.

Como si nuestros dineros los manejara el Gran Bonete, el corso multitudinario estuvo encabezado por ministras y funcionarias responsables de dilapidar millones en asuntos menores, mientras faltan $ para implementar una seguridad real.

“Las chicas del todes”, poseídas por consignas ideológicas reclamaron al capitalismo, al FMI y al Cardenal Sturla, pero no recordaron que Carolina Cose se fumó 100 millones en el ANTEL ARENA. Tampoco que la ministra Muñoz gastó en la compra del Museo Gurvich lo equivalente a las cientos de tobilleras que hoy faltan.

Es patético tener que admitir que miles de mujeres caminaron como zombis tras varias funcionarias responsables del caos que padecemos, como si ser ministra de un gobierno fuera un detalle menor.

Esta irreflexión no es nueva, ya hemos visto a feministas institucionales enmudecer ante la penosa situación femenina en países ideológicamente afines como Cuba o Venezuela.

Los colectivos feministas hoy no representan a enormes porciones de la sociedad y tal es así que las encuestas los muestran en caída libre.

Miles de uruguayas no nos sentimos identificadas con ese grupo de seres irreflexivos guiado por políticas oportunistas que encarnan el programa de su partido y no la voz femenina.

No me importa que sean mujeres. Es lamentable ver a tantas ciudadanas hacerles la corte a funcionarias de un gobierno que nos esta convirtiendo en un país horrible.

 

Y los machos temblaron (?) por Rodrigo da Oliveira

Una propuesta provocando a la reflexión acerca del 8M, día de la mujer trabajadora en su origen y día de la mujer hoy, por extensión.
Y no, los machos (en su peor expresión) no temblaron ni lo harán. Peor suerte corrimos los hombres, los tipos de a pie, los que somos hijos, padres, hermanos, pareja y cuantos etcéteras quepan, y que no vamos dando palos, violando ni matando. Esos la vamos pagando, esos somos tan “culpables” como los “machos”. Tan culpables que hasta nos piden quedar fuera de una manifestación que indudablemente nos involucra y nos debe convocar. Víctima del arrastrón de grupos de izquierda que han tomado el movimiento feminista y lo utilizan como coto de caza, en una versión de la vieja lucha de clases, pero redimensionada. “Cae el heteropatriarcado, cae el machismo” gritan algunos muros y vidrieras. Lo positivo es que es mucho más rico el feminismo que la sola captura de adeptas (lo digo en femenino porque quedamos fuera) por parte de algunos grupúsculos, intento vano agregaría en este momento. Lo positivo es que las MUJERES que nos convocan a hacer cosas por ellas y por nosotros nos obligan y de la manera que siempre han sabido hacerlo: educándonos.
Educando en el respeto y la no violencia, en la empatía y en la solidaridad, dando ejemplo y abriendo brecha. ¿Qué otra cosa sino han hecho desde siempre?
Pero ello es integrando, sumando, agregando pensamiento a una discusión por demás decaída, en la que solo se oye “muerte al macho” y lindezas por el estilo.
Las causas de la no violencia imperiosamente deben ser de todos, pues de todos son los problemas y sus soluciones. ¿Acaso creemos que cambiando unas letras por otras vamos a hacer que un asesino o un violador deje de hacerlo? Estos movimientos tienen períodos de auge, utilicemos los mismos para proveer de razón, de ideas y para profundizar el encontrarnos más allá de nuestras diferencias. Estas mismas ayudarán a avanzar, enriqueciendo al conjunto.
Las grandes causas sociales son temporales, habrán aportado lo que de ellas sepamos extraer. Si de esta sale airoso el puño en alto, crispado, el gesto airado o la palabra hiriente, flaco favor habremos hecho a la idea original. Antes bien, se habrá dado material de debate a los que están en la otra vereda y dejando de este un sabor amargo y una frustración más.
Un último pensamiento acude al cerrar y relacionado con algunas leyes hijas de estas cosas: en España ni acá nada varió con leyes como la de género, que separan y estigmatizan a una parte, en supuesto apoyo a la otra. Las mujeres siguen tan expuestas como estaban frente a los violentos de siempre. Las violencias saben de otras cosas: tienen cara de mujer, de niño, de anciano, de pobre… Las violencias saben del diferente que está desvalido. Integremos a los que pueden menos, para que disminuyan los que pueden más.

Apuntes del 8M por Leo Pintos

Es difícil hablar del 8 de marzo sin pasar por un charlatán arcaico que les dice a las mujeres lo que deben o no deben hacer, o por un oportunista filo feminista intentando subirse al carro. El hecho es que asistimos a un fenómeno social y cultural que se instaló en gran parte de occidente, y claro está, por justo que sea no está exento de contradicciones y aspectos cuestionables. Al respecto hay dos leyes que no fallan, incluso diría que son de carácter universal: en cualquier movimiento político o activismo social habrá quienes intentarán llevar sus reivindicaciones a extremos – incluso perjudiciales para la propia causa- mediante la manipulación de la información, el discurso “demonizador” y el rechazo al pensamiento crítico. La otra ley dice que habrá siempre quien se sirva de esos extremos para descalificar, combatir y desacreditar cualquier movimiento político o social que pretenda la alteración del statu quo. Para estos últimos me temo que hay malas noticias: los grandes cambios a lo largo de la historia no se lograron respetando las leyes, básicamente porque las leyes se hacen para evitar grandes cambios.

Entonces el discurso y las acciones del movimiento feminista no deberían generar escándalo, a no ser que se pertenezca al sector de la sociedad reacio a los cambios y repelente a toda cesión de derechos en detrimento de sus propios privilegios.

Es por ello que es intrascendente detenerse en los neologismos del discurso feminista, porque somos libres de adoptarlos o no. Tampoco es válido negar la validez de las reivindicaciones por la excesiva ideologización de parte del movimiento ya que no representa al total de las mujeres. Y aunque es mejor evitar acciones agresivas como las que se llevaron adelante contra la iglesia del Cordón, descalificar a todas las feministas por estas acciones es desconocer la responsabilidad de la propia iglesia en la histórica situación de discriminación, postergación y sometimiento de la mujer.

Dicho lo anterior, es un error del movimiento feminista encerrarse en intelectualismos oscuros que pueden provocar el sentimiento de no pertenencia de una buena parte del colectivo menos ideologizado. Y del mismo modo, es un tremendo error solo criticar el papel que juega la mujer en la sociedad capitalista ignorando el machismo y la homofobia de los gobiernos de corte marxista. Son contradicciones que no se pueden obviar.

No debiera sorprender a nadie el promedio de edad de quienes se volcaron a manifestar el 8M, porque es la juventud la impulsora natural de los cambios. No debiera sorprender a nadie el radicalismo del movimiento feminista, porque es necesario atacar la raíz del problema de la violencia machista y la inequidad de género. Claro está, no debiera sorprender a nadie que viva con la cabeza en este siglo.

 

Mujeres si no nos organizamos nos matan por Lucía Siola

Una vez más el 8 de Marzo, el día de la mujer trabajadora, las mujeres tomamos las calles del mundo y paralizamos nuestras actividades para manifestarnos contra la violencia y la opresión que este régimen social descarga sobre nuestros cuerpos. La masividad del movimiento, a pesar de ser social y políticamente heterogéneo, expresa una perspectiva de rebelión, pues manifiesta la ruptura de miles y miles con el orden de cosas establecido, con las condiciones de vida actuales, y fundamentalmente es un grito que dice basta, hasta acá llegamos, es necesario terminar con la opresión, con la violencia, el maltrato y los femicidios, es necesario erradicar el machismo y la discriminación, y es necesario la emancipación económica, del cuidado de los hijos y de las tareas del hogar, para lo cual es necesario poner fin a la explotación.

La irrupción del movimiento de mujeres tiene lugar porque hemos llegado a la conclusión de que si no nos organizamos nos matan, por que el capitalismo en su etapa de senilidad, está hundiendo a la humanidad en la barbarie, y en la descomposición social, y las mujeres somos el eslabón más débil y sobre el cual se descarga con mayor brutalidad la crisis y la opresión capitalista. En este sentido, es un movimiento progresivo, que cuestiona al propio régimen, y que irrumpe por fuera de las organizaciones tradicionales, y por tanto aparece – por el momento- cuestionando la regimentación y como un factor de movilización y acción; esto fue lo que sucedió en el debate y cuestionamiento de la medida de paro parcial que adoptó la dirección oficialista del PIT-CNT, quién se negó a apoyar el paro general de 24 horas convocado por el Paro Internacional de Mujeres (PIM) con un paro total de la clase obrera que paralizara al país por las reivindicaciones de las trabajadoras, fomentando con su política la absurda división por sexos de la huelga, llamando a los trabajadores a no parar, es decir a carnerear en un día de lucha para la clase trabajadora. He aquí una divergencia fundamental con el feminismo que fomenta la conciliación de clases, y establece la división en el seno de los explotados. Aceptan que marchen las candidatas del ajuste, las explotadoras, las responsables del trabajo precario, de las privatizaciones, del salario mínimo de miseria; las representantes derechistas y del clero como Verónica Alonso, la ministra que utilizó los decretos de esencialidad contra docentes y maestras, que privatiza y ahoga presupuestalmente a la educación pública, la que vetó la ley de salud sexual y reproductiva como María Julia Muñoz, o la candidata a presidente Carolina Cosse que es parte de un gobierno que vació de presupuesto la ley de violencia de género, que es responsable de la situación que viven miles de mujeres que no tienen empleo, y que ya anuncia que atacará la previsión social de los trabajadores y trabajadoras.

Tanto el FA como la derecha pretenden cooptar y regimentar al movimiento de mujeres para neutralizar su potencial de lucha. El Frente Amplio pretende presentarse en esta campaña electoral como la única vía de defensa frente al avance del oscurantismo clerical y reaccionario que expresa la derecha, sin embargo no debemos engañarnos, son los principales responsables de la pauperización y violencia que sufrimos las mujeres, además es necesario tener claro que al avance reaccionario no lo frenará el ‘progresismo’, como bien lo vimos en el caso de Brasil  – donde el PT y la CUT – no jugaron ningún papel de resistencia, por el contrario fue el movimiento de mujeres de forma independiente quien tomó las calles del país bajo la consigna “elenao” en  una lucha abierta contra la candidatura de Bolsonaro.

Las mujeres pobres, las miles de trabajadoras que nos hemos organizado en nuestros barrios, en los lugares de estudio y de trabajo, nada tenemos que ver con estas mujeres y sus partidos, que son responsables de nuestra opresión y de los problemas que sufrimos. El movimiento de mujeres debe desarrollar una perspectiva de independencia política respecto al Estado y las patronales, debe establecer una línea divisoria de clase, y por lo tanto avanzar en un planteo que al mismo tiempo que establezca una lucha feroz por reeducar a los trabajadores en el respeto y en la no violencia y machismo, desenvuelva un gran movimiento de lucha contra el Estado y las patronales, para defender nuestras condiciones de vida, por un salario mínimo igual a la canasta familiar, por casas refugio gestionadas por las mujeres y los sindicatos y financiadas por las patronales y el Estado, por guarderías gratuitas y salas de lactancia en los lugares de estudio y de trabajo, por aumento de las licencias de maternidad y paternidad, para terminar con la industria que explota nuestros cuerpos con la prostitución y la trata debemos entre otras cosas atacar el secreto bancario, a partir del cual las mafias lavan el dinero.

Como conclusión debemos reflexionar sobre ¿por qué las reivindicaciones de emancipación de las mujeres se vuelven tan difíciles de otorgar para los gobiernos?¿porqué la legalización del aborto es rechazada en diversos países del mundo, por ejemplo?, y es que la naturaleza de la opresión de la mujer es estructural en el régimen social capitalista, está intrínsecamente ligado a las instituciones que lucran, controlan y someten a la mujer, como la iglesia, el Estado, los capitalistas y sus partidos. La lucha por la emancipación de la mujer debe ir dirigida contra quienes son los verdaderos responsables de nuestra situación, debe ir dirigida contra la clase social que vive del trabajo ajeno, que superexplota y condena a las grandes mayorías a la barbarie, por eso esta batalla que estamos dando debe servir para organizar a la mujer en una perspectiva socialista, para lo cual es fundamental poner en pie una alternativa política, de toda la clase obrera, donde las trabajadoras seamos también protagonistas.

 

Usted preguntará por qué marchamos por Florencia Cornú

El lunes, caminando por la calle San José, dos hombres adelante mío venían comentando la marcha. “Era la ‘cosa‘  esa de las feminazis, gritando ‘tocan a una, nos tocan a todas’” y cuando imitaba la voz hacía un chillido fino, casi infantil. Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano, decía un alemán. Y la estupidez es el escudo más a mano de los que no quieren ver. Porque mientras se ridiculiza el canto, se evita pensar que hay mujeres, que pueden ser tu hija, tu pareja, tu hermana o tu madre que cuando ven a un hombre como vos en una calle oscura, sienten miedo; y el miedo no es de ahora ni es sensación térmica: nos crían para que desconfiemos, para que desarrollemos estrategias, para que nos adaptemos a la realidad de que somos vulnerables.

Y muchos van a elegir discutir con los extremos para invalidar el todo. Muchos van a elegir las manchas de pintura o los ridículos “todes” y “cuerpas” como interlocutores, porque es más fácil ganar la batalla retórica contra un discurso estridente, recargado, escrito en jerga. Sin embargo, yo espero que la movilización y la discusión llegue a donde tiene que llegar, la vida de todos los días, a las decisiones cotidianas, a la construcción de una sociedad más justa.

¿Por qué marchamos? Algunas marchamos por las que no pudieron marchar, por esas que crían hijos, cuidan enfermos y viejos solas, por las que trabajan varios turnos, dentro y fuera de su casa: esas que no tienen otra opción que ser autónomas, que no es lo mismo que ser libres.

Marchamos por las que, mientras escribo, están escuchando que no son lo suficientemente buenas o merecedoras de algo o alguien, por las que abandonan sus sueños, por las que sienten que no tienen salida, por las que llevan el mundo sobre los hombros, por las que tienen miedo de andar por la calle, o por las que son sometidas, explotadas.

Marchamos por las que fueron antes de nosotras y para que, algún día, nacer mujer no signifique empezar a correr la carrera desde atrás.

Y yo, después de 25 años, volví a marchar por Montevideo. Aun viviendo acá, había dejado de hacerlo. Las pancartas y las banderas me empezaron a resultar ajenas y encontré otras formas de ponerme al servicio de las cosas en las que creo. Sin embargo, el 8 volví a marchar, sin bandera, atrás de las pancartas caseras de las jóvenes de mi familia. Marché por muchas razones, pero fundamentalmente porque la discusión despierta, nos obliga a revisar, a reflexionar sobre los cambios necesarios para el mundo y sobre los imprescindibles cambios en el metro cuadrado que habitamos.

 

Disculpen las molestias ¡pero nos están matando! Por  Alexandra Lizbona

El pasado 8 de marzo no fue un día más en nuestro país, se marchó con varias proclamas, pero una máxima: que a las mujeres paren de matarnos. Un reclamo que, aunque se escucha mucho en tiempos electorales y es una retórica políticamente correcta utilizada por las autoridades amparada en leyes, planes y políticas concretas, aún no dan los resultados que se esperan: que a las mujeres no nos maten por el hecho de ser mujeres. Porque lo personal es político. Entonces pregunto: ¿Puede existir algo más radical que nos maten por ser mujeres?

Según datos del Ministerio del Interior cada 14 minutos se recibe una denuncia por violencia de género. Sí, 14 minutos (mientras lees una página del Semanario, hay una mujer denunciando). Según la Encuesta de Violencia Basada en Género y Generaciones (EVBGG) de 2013 (INE) casi el 70% de las mujeres uruguayas fueron víctimas de violencia de género alguna vez en la vida, siendo el ámbito doméstico el más recurrente. En 2018, 31 mujeres fueron asesinadas por violencia de género y en lo que va del 2019 ya hubo tres femicidios.

Entonces pregunto: ¿las leyes y las políticas públicas llevadas adelante son suficientes para cambiar esta realidad?

La violencia hacia las mujeres tiene una causa estructural: la desigualdad de género que responde a un sistema patriarcal hegemónico. Si es estructural la desigualdad de género, terminar con la misma, exige una solución que quiebre esta estructura y esto sin dudas es radical porque el objetivo del movimiento feminista es alcanzar una sociedad libre, plural e igualitaria.

Entonces pregunto: ¿quiénes son y por qué pretenden que el feminismo sea moderado?

Hoy el movimiento feminista quizás es mucho más notorio que el que conquistó el derecho a que las mujeres pudiéramos votar, pero mantiene las mismas reivindicaciones: paridad en los cargos de decisión política, terminar con la feminización de la pobreza, igualdad salarial, corresponsabilidad en los cuidados, cuerpos libres, el goce de nuestras sexualidades, entre otras.

Entonces pregunto: ¿todas y todos queremos alcanzar esa sociedad libre, plural e igualitaria?

Mientras se siga pensando que reclamar estos derechos es radical, quienes lo hagan seguirán embanderados con el sistema patriarcal y, por tanto, son cómplices que nos sigan violando, matando y traficando, porque si aún existen personas misóginas que piensan que la libertad y el reconocimiento de los derechos de las mujeres están a su merced, el movimiento feminista seguirá marchando, porque la lucha de hoy es para no morir mañana. Vivas, libres y sin miedo nos queremos. Entonces pregunto: ¿van a seguir queriéndonos callar?

 

Qur vivan los hombres, que mueran los machos por Valeria David de Lima

“Hay criminales que proclaman tan campantes ‘la maté porque era míaʼ, así no más, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar ‘la maté por miedoʼ, porque al fin y al cabo el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo”. Y no Eduardo, ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar ‘la maté por miedoʼ. Porque aparte de miedo les duele en el ego y les da un choque directo en el “vedetálamo” ver a tantas mujeres empoderadas dejando de ser “su propiedad privada” y reivindicando sus derechos. ¡Muerte al macho señores! – tranquilos los directores, tranquilos “machirulos”- que demasiado nerviosos se pusieron la semana pasada, hablo de derribar la construcción del macho y todos esos roles de género que nos impone la sociedad desde casi que antes de nacer. Desde la familia, la escuela, los medios de comunicación, la religión, la política; los mensajes de supremacía masculina son infinitos. Cómo, por ejemplo: ¿Que hacía con esas vallas tan cortitas? ¿A esa hora? ¿Custodiada por varios policías y sin pagar impuestos? Mmmm…seguro que la iglesia del Cordón se paró ahí a provocar a las chiquilinas que pasaban. Ojalá no me lea el comunity managger de Sturla que todavía debe estar sacando pintura roja de adentro del sagrario. Aunque, -y no por haber tomado la comunión-, no comparto la idea de que se vandalice a las iglesias, no suma en nada. De todas formas y en comparación a la concurrencia masiva que tuvo la marcha fue un incidente mínimo e innecesario. Expresiones extremistas como estas no aportan a la construcción de una sociedad más igualitaria y tolerante. El feminismo es un conjunto heterogéneo de movimientos políticos, culturales y sociales que tiene como objetivo la búsqueda de la igualdad entre hombres y mujeres, menospreciar al movimiento en su totalidad por no compartir algunos puntos de la proclama del pasado 8 de marzo sería un error, la influencia del feminismo ha conseguido cambios importantes en el mundo y el hecho de menospreciarlo sería un síntoma para nada nuevo de la sociedad machista en que nos criaron, en algún punto de la proclama se mencionaba a la cultura de la violación como una especie de diagnóstico; fue uno de los puntos más criticados. La violación es un acto de poder, control y dominación sustentado en un sistema machista de creencias. La violación puede hacerse de forma estrictamente sexual o de tantas otras formas, más sutiles y socialmente aceptadas. El punto convergente siempre es el mismo: la idiosincrasia del machismo. Afortunadamente estamos en un proceso de cambio cultural irreversible, hay generaciones que nacieron con éste proceso en marcha, ya vinieron con el chip de ésta época y eso puede ser buenísimo y esperanzador para quienes todavía cargamos con residuos de otra época. Los 8 de marzo se han vuelto mediáticos, masivos e ideales en año electoral para la selfie, ojalá el compromiso por una sociedad más justa y con igualdad de derechos sea verdadero y se vea reflejado en los lugares de responsabilidad donde toque estar y no sólo en la foto de la marcha de ese día.

No hay vuelta atrás por Melisa Freiría

Para hablar del Día de la Mujer y de los feminismos, creo que primero que nada tenemos que ir perdiendo la costumbre de querer encasillar y adjudicar cosas a algo, de lo que ni siquiera formamos parte o conocemos demasiado.

He leído y escuchado disparates como tratar de antónimos al feminismo y al machismo; como pensar que el feminismo se basa en la superioridad de la mujer y busca privilegios; que existen feministas radicales y no radicales; o que el feminismo se ha deformado y perdido el norte. Lo cierto es que está cada vez más presente en todos los rincones de nuestra sociedad; cada vez más mujeres nos sentimos parte de algo mucho más grande de lo que podríamos pretender y todas nos vamos adueñando de lo que siempre nos correspondió, pero nunca nos perteneció.

¿Hay desacuerdos? Si. No todas coincidimos en qué feminismo queremos, pero en lo que sí coincidimos es en que no queremos seguir sobreviviendo en este mundo machista que nos invisibiliza, nos condiciona y nos mata, sólo por ser mujeres.

Me he pasado la semana intentando evitar hablar de las acciones violentas y aisladas que sucedieron en la marcha, porque considero que son cosas que no representan a nadie y hablar de ello desvía la atención de lo que realmente nos convoca. Pero tengo que reconocer que el episodio lamentable de las manchas de pintura nos terminó haciendo un favor por otro lado: nos dejó ver la hipocresía de muchos.

Me gustaría que primero hayan apoyado a la causa y ver ese grado de indignación en las injusticias de nuestro sistema y en cada vida que se cobran los feminicidios, antes que haber corrido a twittear para condenar tres bombitas de pintura a una pared. Me gustaría ver una convicción y compromiso tan fuertes contra la desigualdad de género, como la que tuvieron al desmarcarse del anticapitalismo y las consignas antifascistas.

Nos dejó ver también el machismo presente en la justicia de nuestro país, donde amerita investigación de oficio una sola acción violenta perpetrada por mujeres contra una pared, y no así las decenas de casos de abuso llevados adelante por sacerdotes de la misma iglesia. ¿A nadie le alarma que las prioridades sean esas?

El 8 de Marzo todas tuvimos un motivo por el que unirnos y marchar. Son más fuertes nuestros reclamos que nuestras diferencias. Es mucho más grande el enemigo que combatimos juntas que lo que nos podría dividir. Marchamos mujeres de todas las edades, ideologías, partidos políticos, organizaciones con diferentes perfiles, pero aún así a pesar de mil diferencias, lo que reinaba en la marcha era complicidad. Primó la libertad de que todas nos expresemos con respeto de la forma en que lo sentimos, por eso debemos aceptar que las reacciones y las maneras de manifestarse son muy personales y más en estos temas con tanta sensibilidad. El feminismo quizás sí se muestre deformado, porque ya no pertenece a un grupo sino que nos pertenece a todas. En las movilizaciones del Día de la Mujer, cada una lleva su propia consigna y hace escuchar su propia voz. Lo que hoy hace fuerte al movimiento es que todas nos podamos sentir parte desde nuestro lugar y cada vez sean más las mujeres que se van dando cuenta que esto nos afecta a todas en mayor o menor medida.

El feminismo tiene eso que casi ningún otro movimiento puede ostentar, y es que nos vamos a defender entre todas, aunque no estés de acuerdo con nuestra lucha, lo vamos a hacer por vos también. Cada 8M seguiremos marchando porque estamos vivas, pero no sabemos hasta cuándo.

 

Una izquierda feminista por Fabiana Goyeneche

Marchamos juntas y diversas. Pero no estábamos todas. No estaban las 35 mujeres asesinadas desde el 8 de marzo anterior, ni las 75 mujeres desaparecidas en democracia.

Fue una movilización que reunió consignas de organizaciones sociales y políticas que defendieron lo alcanzado y denunciaron lo pendiente.

Una marea imparable que inundó 18 de julio y las principales calles de ciudades de todo el mundo, que nos da la fuerza de sabernos juntas y que en esto no estamos solas. Nunca más solas.

Claro que no faltaron las voces de algunos varones cuestionando; si podían estar, si la proclama decía esto o aquello, si la violencia de algunas contra el edificio de una institución no es la misma violencia que queremos combatir. Pero esos varones tienen 364 días al año en que su voz es la más relevante, su imagen la más destacada, su historia la que siempre es contada.

El 8 de marzo es nuestro día, por eso queremos hablar de lo que priorizamos nosotras.

Bastó hablar de feminismos, izquierda y derecha para que surjan voces denunciando que el Frente Amplio no tiene el monopolio del feminismo. ¡Vaya que no lo tiene! Pregúntele a las mujeres de la Unidad Temática de las ciudadanas del FA, la larga lucha que han dado para incorporar la perspectiva de género y lo que costó que este se declare anti patriarcal.

Hay mujeres de todos los partidos con representación parlamentaria que han logrado juntas en la bancada bicameral femenina lo que junto a sus compañeros varones quizá nunca hubieran alcanzado. Bienvenida toda mujer que pueda abrir los ojos frente a la desigualdad y ser abrazada por el feminismo.

Pero en la diversidad del movimiento y con las propias contradicciones que este tiene, las mujeres políticas de izquierda sabemos qué queremos cuando buscamos transformar la realidad. Queremos romper el techo de cristal, pero sin olvidarnos que hay mujeres en “pisos pegajosos” (o los pies en el barro) que están en mucho peores condiciones que otras, y que nuestra conciencia de clase nos debe recordar que para que muchas podamos conciliar la doble o triple jornada, son ellas las explotadas que terminan haciéndose cargo de los cuidados.

Queremos más participación política, pero no para la foto durante la campaña electoral. Queremos estar en lugares de decisión, en la negociación, queremos disputar el poder. Pero no para convertirnos en burócratas del feminismo; queremos presupuesto para políticas públicas que erradiquen la desigualdad, permitan la emancipación de las mujeres y acaben con la violencia de género.

Por eso nuestro relato, porque somos nosotras quienes contaremos nuestra historia. Una historia que estamos construyendo en unidad en un contexto regional que muestra una avanzada reaccionaria que rechaza los derechos de las mujeres.

Y seguiremos marchando por una sociedad más justa, por un feminismo interseccional, por una izquierda feminista.

POR MÁS PERIODISMO, APOYÁ VOCES

Nunca negamos nuestra línea editorial, pero tenemos un dogma: la absoluta amplitud para publicar a todos los que piensan diferente. Mantuvimos la independencia de partidos o gobiernos y nunca respondimos a intereses corporativos de ningún tipo de ideología. Hablemos claro, como siempre: necesitamos ayuda para sobrevivir.

Todas las semanas imprimimos 2500 ejemplares y vamos colgando en nuestra web todas las notas que son de libre acceso sin límite. Decenas de miles, nos leen en forma digital cada semana. No vamos a hacer suscripciones ni restringir nuestros contenidos.

Pensamos que el periodismo igual que la libertad, debe ser libre. Y es por eso que lanzamos una campaña de apoyo financiero y esperamos tu aporte solidario.
Si alguna vez te hicimos pensar con una nota, apoyá a VOCES.
Si muchas veces te enojaste con una opinión, apoyá a VOCES.
Si en alguna ocasión te encantó una entrevista, apoyá a VOCES.
Si encontraste algo novedoso en nuestras páginas, apoyá a VOCES
Si creés que la información confiable y el debate de ideas son fundamentales para tener una democracia plena, contá con VOCES.

Sin ti, no es posible el periodismo independiente; contamos contigo. Conozca aquí las opciones de apoyo.

//pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js
Semanario Voces Simplemente Voces. Nos interesa el debate de ideas. Ser capaces de generar nuevas líneas de pensamiento para perfeccionar la democracia uruguaya. Somos intransigentes defensores de la libertad de expresión y opinión. No tememos la lucha ideológica, por el contrario nos motiva a aprender más, a estudiar más y a no considerarnos dueños de la verdad.