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Al fin

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Podría haberle ahorrado mucho sufrimiento al pueblo venezolano si en lugar de dedicase al juego de las estrategias, la izquierda uruguaya hubiese actuado como si le doliese a ella. ¿Es que en ningún momento se dio cuenta que el chavismo, como tantos otras alternativas populistas, que apenas se aprendieron lo formal de mantener una posición de izquierda, sólo estaba haciendo uso de un discurso que, en la práctica, encubría escasamente el odio a los valores democráticos en que nuestro país había conseguido los mejores resultados de convivencia y progreso? ¿O todavía la izquierda uruguaya no lo tiene claro?

El Frente Amplio nunca manifestó solidaridad con la Mesa de Unidad Democrática, y, en cambio, se tragó la pastilla chavista de que era una alternativa fascista. Hasta el día de hoy, cuando leemos declaraciones de algunos portavoces del Frente, sentimos que algo anda muy mal para leer la realidad. ¿Cómo se puede estar tan convencido que la oposición venezolana es una fuerza de derecha y tener la convicción de que el puñado de militares que protagonizaron  el intento golpista contra el presidente constitucional, Carlos Andrés Pérez, que se comportó como uno de los mejores amigos que tuvo el pueblo uruguayo durante la dictadura es la alternativa de la izquierda? ¿En qué está basada esa convicción? ¿Basta recitar algunas estrofas del manifiesto antiimperialista para ser considerado, automáticamente, un compañero de confianza? ¿La misma convicción no la tuvo ante Kirschner, cuando, en realidad, éste, y su señora después, eran sólo el discurso de una siniestra organización que se robó los recursos de la ciudadanía, a quienes debían fidelidad, porque ese es el juego al que los demócratas se deben comprometer? ¿La izquierda uruguaya se alarmó ante la valija llena de dólares de PDVSA / Antonini Wilson? ¿Le pareció gracioso lo de “¡Exprópiese!”, o la fábula de los pajaritos de Maduro? ¿Reaccionó, al menos con dudas, ante los primeros indicios de la enorme estafa de Petrobrás, en el gobierno del Partido de los Trabajadores, en Brasil?

No todo vale, y a la corta o a la larga, acaban con cualquiera buena intención, por más origen obrero que tenga el Presidente, y por más guerrillera que haya sido la responsable de Petrobrás, cuando comenzó el vaciamiento de una de las empresas petroleras más grandes del mundo. De ahí viene el hartazgo ante estas noticias, y el estupor que causa. Resulta difícil de tragar que gente como Diosdado Cabello, acusado de ser el principal del Cartel de los Soles, cuando empiezan a aparecer pasaportes diplomáticos venezolanos por todos lados, cuando hay dos sobrinos de la “Primera Combatiente”, presos por tráfico de drogas, haciendo uso de esos pasaportes, cuando falta nafta en el país con las mayores reservas petrolíferas del mundo, cuando no hay papel higiénico, cuando se desconocen los votos que eligieron a los diputados opositores en elecciones organizadas por el chavismo, y se usa el insulto más procaz como arma de descalificación política, resulta difícil creer que no se haya abierto un margen de duda ante quien se comporta como un vulgar déspota.

El presidente Vázquez ha hablado. Después de mantener silencio ante los sistemáticos atropellos del gobierno de Maduro se definió públicamente en apoyo de su ministro de Exterior. Desde aquellas declaraciones suyas en Alemania hasta ahora la situación en Venezuela no se agravó, simplemente el conjunto de países latinoamericanos y la posición del excanciller uruguayo comenzaron a tomar decisiones. Por suerte no se ha oído la voz de los Estados Unidos. La canciller de Venezuela acusa a Almagro de actuar a las órdenes del Departamento de Estado de los EEUU, y a Nin de concertar acciones con la embajada de Estados Unidos en Montevideo. Si al presidente Trump se le ocurriese la mala idea de protagonizar la protesta contra el régimen de Maduro, entonces, las acciones de solidaridad con la población venezolana fracasarían. La opinión pública latinoamericana no quiere ver a sus países actuando como títeres de los Estados Unidos, y esa ha sido una de las claves para entender la duración del régimen de los Castro. Qué más quisiera Maduro que Estados Unidos se pusiera a la cabeza de los países de la OEA.  Pero esto no es una confabulación, es el ocaso de un país que dilapidó su riqueza comprando los votos para moverse al borde de la prepotencia en cuanto foro internacional pisó.

Y es el final del régimen porque comienzan a desentenderse del gobierno personas importantes, decisivas, como María Luisa Ortega, y el general retirado y exministro de Interior y Justicia, Miguel Rodríguez Torres, que recorre el país argumentando que la salida para Venezuela es ir a elecciones este mismo año. ¿También la Fiscal General es un agente del imperialismo? Hasta ayer mismo estuvo convalidando las decisiones del régimen de Maduro, es una de las más fieles militantes del chavismo. Como Fiscal General ha sido una de las principales barreras jurídicas con que ha contado Nicolás Maduro. Sin duda que su opinión contraria a que el Tribunal Supremo de Justicia asumiera funciones legislativas ha sido de las señales más fuertes que haya recibido Maduro. ¿Qué saben el exministro del Interior y la Fiscal General de la República de Nicolás Maduro y su entorno? Seguro que mucho.

Estamos ante el fin de un ciclo funesto para América Latina y los venezolanos. El próximo gobierno seguramente surgirá de la Mesa de Unidad Democrática y tendrá que hacerse cargo de este desastre, sin contar ya con la inmensa riqueza petrolera, que se encuentra con precios bajos y, en cambio, el uso de las fuentes de energías limpias en plena expansión. El chavismo dilapidó esa riqueza y no preparó al país para cuando el petróleo dejara de ser atractivo. La constructora norteamericana de coches eléctricos Tesla ha pasado a la Ford en la cotización de sus acciones en la bolsa, y Hyundai sacará al mercado, dentro de un año, un coche impulsado por hidrógeno, con cero emisión y con una autonomía de 800 kms. Esta es la frontera a la que están llegando los países que han invertido en el futuro. El chavismo se dedicó a la carrera armamentista y a comprar votos que asegurasen la supervivencia de gobiernos compañeros, y su propia supervivencia, cualquiera fueran las circunstancias. Lo que importaba era salvaguardar los intereses del cogollo chavista, un puñado de militares golpistas que tiene muy clara las cosas: si este gobierno desaparece, chau impunidad, chau negocios a la sombra de PDVSA.

Las señales son inequívocas, el gobierno está solo, y de haber elecciones hoy se repetiría el apoyo popular que la MUD recibió el 5 de diciembre de 2015, cuando consiguió la mayoría absoluta. La Mesa de la Unidad Democrática ha actuado con madurez y cautela, no ha salido a la calle a desafiar el régimen porque sabe que el gobierno está esperando para provocar una situación irreparable. La MUD juega a hacer pesar su mayoría en el Parlamento, y desde ahí reclama la solidaridad internacional, que por primera vez parece comprender la situación insostenible de Venezuela.

El presidente Vázquez respondió con firmeza, como corresponde al presidente de un país soberano. Al mismo tiempo, ha sumado su voz a los países del Mercosur que piden elecciones en Venezuela. ¿A qué le teme Maduro? ¿Duda que pueda ganarlas? En todo caso es un recurso constitucional que escamoteó a los venezolanos. Uruguay debe mantenerse firme en su reclamo, lo avala el resultado electoral que dio mayoría absoluta a la MUD en las elecciones parlamentarias del 5 de diciembre de 2015, resultado que Maduro se quiso llevar por delante a través de su apéndice, el Tribunal Supremo de Justicia.

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