¡Vampiro!
¡Déjame dormir tranquilo!
Aléjate de mis emociones.
Charly García
En el año 2015, la decisión de no expropiar la estancia El Hervidero, en Purificación, donde Artigas instaló su cuartel y en cuyo entorno se desarrolló una villa, es un acierto y un modelo a imitar.
La significación de lo sucedido en Purificación no pasa por la tierra, por la geografía, el paisaje, sino por las interpretaciones históricas y políticas dentro del malogrado proceso de materializar la gran federación. Para esto no se necesita ningún pedazo de tierra, pues estamos frente a una historia pródiga en documentos escritos y gráficos, así como de elementos materiales.
Ante el insistente gestodel propietario de la estancia de donar dos hectáreas para homenajear a Artigas, la ministra María Julia Muñoz dijo, con tino, que con una es suficiente. Quedó así anulada la expropiación por muchas hectáreas, iniciada en el año 2011 (gestión Mujica), que tenía para el Estado un costo de 5 millones de dólares. Gracias, Ministra, por haber aplicado el sentido común.
Este espíritu es el que debería reinar en los actos de gobierno que están pendientes desde la administración anterior. Por ejemplo, la nueva sede proyectada para el Banco República es excesiva e injustificada en una época en que la operativa bancaria se apoya en las pequeñas sucursales y en la informática. Hace unos meses comenzó el cierre de seis sucursales. Con respecto al edificio proyectado, hace unos años tenía un costo de 50 millones de dólares, que hoy ya son más. Sin embargo, es probable que ciertos lobbies –arquitectos, empresas de construcción, Pit-Cnt– consigan concretar la obra. Esgrimirán razones urbanísticas, como si el terreno elegido no admitiese otro destino, un destino compartido entre públicos y privados, por ejemplo, creación de puestos de trabajo, dinamización de la economía, y siguen una cantidad de “bla, bla”.
Pero más relevante aún: se debería cuestionar de raíz la idea de Antel Arena, por más que su obra esté avanzada y bastante próxima al final. Se trata de ser sinceros, nada más.
“Bocadillo inicial”, ¿qué hubiese sucedido si el techo del Cilindro no hubiese colapsado? ¿Estaba en la mente de alguien realizar un Arena?
Buenos Aires tiene millones de personas con capacidad económica de consumo en entretenimiento y cultura y no cuenta con un Arena. La ex presidenta de Antel, Carolina Cosse, dijo al diario El Observador que el total de funciones o aperturas anuales rondará las veinte (personalmente creo que al menos pueden ser el dobleo el triple). No informó sobre el aforo máximo, el promedio de espectadores en esas veinte funciones ni la recaudación esperada. Tampoco se lo preguntó periodista alguno.
No es posible amortizar esa obra ni financiar su costoso funcionamiento, que además exigirá inversión constante en renovación tecnológica. Son 60 millones de dólares de fondos públicos más el gasto anual de funcionamiento para un puñado de montevideanos de clase media y alta, que junto con los que puedan venir del interior representan menos de un 15% de la población. En otras palabras: el Estado uruguayo, con dinero de todos, le dará la oportunidad a un 15% de participar en alguno o más de uno, de esos veinte espectáculos anuales. Para el restante 85%, lo que suceda en Antel Arena está fuera de sus intereses, aspiraciones y posibilidades.
Ahora bien, con el precio de Antel Arena, ¿cuántas escuelas de tiempo completo y edificios de educación secundaria (UTU, liceos) se pueden construir en las zonas de población pobre y vulnerable? ¡O cuánto puede aportar a las necesidades de obra civil y equipamiento del Hospital de Clínicas, para beneficio de todos aquellos uruguayos, que habitan “desde el Cerro a Bella Unión” y la mayoría son los que tienen más carencias? ¿O cárceles dignas, el problema número uno de derechos humanos en este país?
A aquellos que expresaron que la detención de las obras de Antel Arena implicaba la disminución de puestos de trabajo, no parece asistirles la razón (MPP; Partido Comunista; PIT-CNT). Pueden existir igual número de individuos trabajando (o más), en muchos lugares de la construcción y derivados, para programas como los mencionados y estos tienen un profundo contenido social, cultural y de salud. Además con obras diseminadas por todo el país.
Antel Arena es un lugar para la cultura, el entretenimiento, el espectáculo deportivo, ferias, pero no lo es para los congresos y convenciones (ver proyecto oficial en la web)[1].
Se dice una frase muy umbrosa, poco inteligible, pero que deja al receptor fuera de juego, en la medida que no conoce del tema. La frase es que el negocio de Antel Arena es la transmisión de datos. Nunca se explicó qué quiere decir esto. En principio se puede deducir que lo que sucede dentro del Arena se transmite a proveedores de contenidos para pantallas diversas: televisión, tablets, móviles, entre otras. Aunque alguna cuestión sea de transmisión internacional, ¿cuánta plata se obtiene por esta vía?
Antel Arena, como proyecto, solo recibió halagos. Salvo cuestionamientos formales del Partido Nacional, sobre si Antel tenía potestades jurídicas para esa inversión, por lo demás no tuvo críticas por el megaproyecto en sí. Es que la administración Cosse desde Antel, “compró” todas voces, de todos los medios de comunicación, del fútbol y también hubo auspicios, apoyos a miles de instituciones y eventos. ¿Una empresa casi monopólica realizando publicidad de imagen corporativa? ¿Para qué? Fueron algunas decenas de millones de dólares los gastados en publicidad y auspicios en la Antel de la administración Mujica (sic).
Se dice que “la cultura da trabajo”. Sí, también se puede decir “Alur da trabajo”, pero todo con una exagerada subvención estatal. Lo que se debe preguntar ante cualquier proyecto de esta envergadura es si es eficiente, si es necesario, si tiene perspectiva a mediano plazo de bajar significativamente la subvención, si contribuye a una distribución equitativa de recursos en el territorio y su uso por mayorías, si en alguna medida colabora a generar situaciones con retorno económico, de formación, de incremento de la calidad científica o artístico-patrimonial, si descentraliza. Esas preguntas se deben responder con indicadores y no con discursos burdos.
Otra consecuencia indirecta de la futura existencia de Antel Arena es que vaciará de espectáculos al Sodre. Por ejemplo, Joaquín Sabina realizó seis funciones en el Auditorio. Con una sola presentación en el Arena bastará, dada la capacidad de uno y otro. Por tanto, todo será mucho más barato y eficiente. Con el ballet del Sodre pasará una cuestión similar. Alguno(s) título(s) se presentarán en el Arena. En vez de ocho, diez, funciones en el Auditorio, con dos o tres alcanzará y hasta podrán concurrir gratuitamente, por ejemplo, alumnos de escuelas públicas, cumpliendo de esta forma finalidades sociales y de extensión cultural. Sobre el fenómeno de espectáculos y espectadores que se transfieren con cierta hegemonía de unos recintos a otros, ya sucede. La situación presente es entre el Auditorio, El Solís, y El Galpón. Esto fue reconocido públicamente en su momento, por miembros directivos de las tres salas. El Sodre ha absorbido por su cantidad de butacas –el doble del Solis, visibilidad y acústica superior, programas que antes se realizaban en las otras dos salas–. Por eso El Galpón y El Solís propusieron que el Auditorio no programe todo lo que hace, sino que respete perfiles. Ejemplos, la presentación de Ricardo Darín o Les Luthiers, en el Auditorio quita ingresos para la subsistencia de la organización que tradicionalmente albergaba esos espectáculos. Y muchos espectáculos que tienen la escala de entre 4 y 6 mil espectadores, concretamente las del Teatro de Verano y el Velódromo, se podrán presentar en el período de frío y lluvias en el Arena. Si bien esto tiene su lado favorable para el público, también hay que registrar que Antel Arena competirá con todos los recintos. Es un elefante que se echa y desparrama butacas.
¿Se llegará a la situación de que la competencia de carnaval, que se lleva a cabo en el Teatro de Verano, se realice en el Arena, ya que quita las incertidumbres climáticas y brinda notable confort como asientos, visión, temperatura controlada y recursos de luces, sonido y escenográficos más ricos?
Se ha hecho hincapié en que el entorno del territorio del Arena cambiará, el barrio o parte de él. Contundente: el Hipódromo de Maroñas –que demanda más fuentes de trabajo que el Arena– casi no cambió; el del Mercado Agrícola lo mismo (es cierto hay que darle tiempo); la Torre de las Comunicaciones y su ampulosa y muy oscura gestión, sí cambió pero para peor: pérdida del edificio histórico de la Estación Central y erogaciones sin retornos positivos, en la construcción de edificios de viviendas realizados por el BHU[2]. Así que esos dichos de que lo que rodea el Arena se verá muy favorecido, no se conoce plan, prospectiva, ni nada que los avale. Se habla en “piloto automático” con psiquis “excitadas y alteradas” de estructural malogrado urbanismo y economía del territorio. Axioma: inversión importante en una zona genera dinamismo económico en ella. Falso. Antel Arena será un “galpón” cerrado la mayor parte de los días y cuando tenga actividad atraerá a personas de manera muy puntual a ingresar, para disfrutar de un espectáculo ¿se entiende? Ni siquiera van a comprar un choripán afuera porque estará todo adentro, sushi, comida peruana, mexicana y más sofisticaciones.
Retomemos por un lado netamente cultural. El Museo del Tiempo está proyectado sobre las ruinas de lo que fue la Compañía del Gas. El costo de la obra es de 18 millones de dólares. La temática gira en torno a la ciencia, pero con una museografía y una didáctica especial, precisa y amigable. Ahora bien, mientras hace décadas los museos públicos de todo el país piden a gritos que se invierta en ellos, que se tenga una visión estratégica que maximice las posibilidades de compartir los acervos, visitantes, sistemas de información –que es lo más importante para los ciudadanos–, y con sinceras ganas de tener más público –aunque no saben cómo lograrlo–. El Museo del Tiempo impone una visión centralista, montevideana, arropada de mucho marketing catalán. Nuevamente ciertos lobbies harán lo imposible para que el proyecto se concrete.Ya se “llevaron puesta”, nada menos que la Rambla Sur al intervenirla con la vacua y sucia “tira del tiempo”, esa sucesión de chapas con pestañas a la que nadie se detiene a contemplar. Soy usuario constante de largas caminatas en la Rambla Sur. Vi colocar las chapas. Para los lobbies insaciables y embelesados existe una respuesta. No es prioritario un Museo del Tiempo y en cuanto a la arquitectura patrimonial lo único que hay de valor en las carboneras del gas es el edificio del reloj, lo demás no vale nada, son ruinas que pueden desaparecer, como también el gasómetro ubicado enfrente[3]. Así que hay que buscar otros programas, otras alternativas, privadas o público privadas que obliguen al mantenimiento de dicho edificio y permitan proyectar libremente el resto del espacio, que es la inmensa mayoría de la superficie. Podría ser la UDELAR o ANEP si tienen necesidades y si no enajenarlo a un privado. Pero hacer algo, ¡ya! con eso y la ruina innecesaria del gasómetro, de enfrente. Eso sí, con claros recaudos urbanos y patrimoniales. En “El Gas” no vale cualquier cosa; por ejemplo, nada de viviendas.
Se gasta por antojo. “El ladrillo políticamente emblemático”, es la forma de construir su transcendencia muchos gobernantes, aquí y en otras partes del mundo. Centro Néstor Kirchner en Argentina, Cristina Fernández; las obras de Miterrand, en Paris; Julio María Sanguinetti y la Torre de las Comunicaciones; El Museo del Tiempo, Ricardo Ehrlich; Nueva Sede BROU, Calloia; las cuestiones de Raúl Sendic desde Ancap y Antel Arena, Carolina Cose (actual precandidata a la presidencia de la República a instancias del MPP).
Más, siempre hay más. Existió en Pocitos una sucursal de El Correo (Av. Brasil y Benito Blanco). Ese servicio cerró hace años y en ese solar se puede ver una obra toda de hormigón armado, sin terminar. Se trata del Espacio Lorca, un lugar para las artes escénicas. Es notable, en lugar de vender el predio y trasladar los fondos a otros proyectos de carácter cultural, con sentido social, no, se optó por uno de los peores centralismos. Construir una sala pública en Pocitos, para clase media alta, que puede pagar, tiene tiempo libre y se traslada mayoristamente en automóvil. “No tiene gollete”.
El camino es otro. Prioridades conocidas por todos como la educación, la salud, las cárceles y en cuanto a los equipamientos culturales de primer nivel descentralizados por todo el territorio, dentro de Montevideo, no en el centro sino en los barrios de la periferia. En el interior, capitales, ciudades y las afueras de estas. En la zona rural las escuelas como centros de referencia a las cuales generarles una adecuación material, a fin de prestar servicios culturales. Claro, todo esto no tiene el glamour de lo que fue criticado más arriba, pero está lleno de dignidad.
1BejaminLiberoff, subsecretario del MINTUR, dijo lo contrario casi dos años después. Le tomo la palabra poniendo en duda mi afirmación. La ex Presidenta de Antel, cuando el lanzamiento de las obras afirmó que Antel Arena no está pensado para congresos.
2Hay que agregar la brutal afrenta a los murales de la Escuela del Sur. Del lugar de origen -Hospital Saint Boix- se trasladaron y colgaron en el edificio Torre de las Comunicaciones, dentro de las oficinas, en varios pisos y ningún cliente (no hay visitantes) recibe nada. La idea, la orden -contraria a Ott- fue de
Julio María Sanguineti. Es interesante que quien fuera presidenta de Antel, durante la primera administración Vázquez, María Simón se opuso de manera tajante a que salieran del edificio para ser exhibidos como debe ser, en una sala especial. Claro María Simón se sintió por dos años y medio “dueña de Antel”.
3Una pequeña digresión. Al menos hay otro edificio industrial de porte que puede recuperarse en donde se realizaron intervenciones degradantes. Me refiero a la ex Fábrica de Fósforos ubicada en Guadalupe y Garibaldi. Y hay más, que deberían ser Monumento Nacional.
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