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Audiencias de un mundo que nos disgusta

Audiencias de un mundo que nos disgusta
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«El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma», escribe Gabriel Calderón parafraseando a Bertolt Brecht en el dossier de la temporada 2024 de la Comedia Nacional. “Este ideal que han seguido tanto Brecht como muchos artistas antes y después que él, nos recuerda que el arte es un lugar desde donde se puede resistir, que es refugio en un mundo que nos disgusta, pero sobre todo recuerda que el arte es capaz de crear un universo alternativo, superior, mejor que el mundo circundante”.

Pero la propuesta “superadora”, advierte Calderón, “no debe ser un ensayo académico, un estudio sociológico, ni un lineamiento político, sino todo eso en su conjunto y su anverso simultáneamente. Debe ser arte; el mundo artístico es una comunidad poblada de personas que tensan, discuten y proponen relaciones nuevas para una compañía, una sociedad, un mundo futuro”.

Es relevante detenerse a analizar como se articulan esos “otros universos” que en forma de espectáculos teatrales constituyen la actual temporada de la Comedia. Quedará para más adelante un estudio global, pero es interesante ver que, promediando la temporada, algunos espectáculos parecen complementarse, o abordar de forma complementaria algunos aspectos negativos de la sociedad actual.

A comienzos de mayo se estrenó en Sala Verdi Finlandia, espectáculo de Pascal Rambert centrado en el enfrentamiento de “Una pareja que se amó apasionadamente (y que) ahora se destroza con el fin de lograr la custodia de su hija”. A fines del mismo mes se estrenó la primera parte de Audiencias, una serie teatral de tres episodios dirigida por Margarita Musto que se instala en la sala de audiencias de un Juzgado de familia donde “Hombres y mujeres ponen en manos de una jueza sus asuntos más queridos, porque no han sido capaces de resolverlos por su cuenta. Allí, en el amor extinto, en los proyectos de vida en común pulverizados, vive la raíz de la disputa”.

Pero la continuidad con que diversos artistas se acercan a esta problemática de nuestros tiempos se amplifica si leemos el programa de Audiencias. Allí Margarita Musto cuenta que en 2016 se encontró leyendo “La ley del menor”, novela de Ian McEwan que narra las peripecias de una jueza de familia. En un momento de la novela -señala Musto- el autor “hace una enumeración sobre ‘las rupturas y sinsabores de matrimonios y parejas que barrieron con todo’, y que deben acudir a la ley para lograr acuerdos. Luego plantea la gran pregunta de la cual nace este espectáculo: ‘¿Y los hijos?’”.

McEwan, Rambert y Musto se acercan a una realidad que conocemos de forma fragmentaria, a partir de relatos muchas veces contrapuestos. Pero la forma estética con que erigen sus mundos es diversa. Musto reunió un equipo que incluye a realizadoras audiovisuales como Inés Bortagaray y Ana Guevara y a la investigador Virginia Martínez para adentrarse en el mundo de juzgados de familia donde “hombres y mujeres ponen en manos de una jueza sus asuntos más queridos”. En ese proceso, que incluyó el ser testigos presenciales de audiencias reales, contaron con la colaboración de Virginia Ginares, una jueza con un carisma particular, que ha contado en entrevistas que cuando empezó a ejercer su profesión se encontró con las dificultades que plantea la distancia entre el universo jurídico por un lado y la realidad social concreta por otro.

La dinámica generó una formulación estética que parece intentar ser “fiel a los hechos”. La primera entrega de la serie Audiencias, titulada La jueza, parece ser un recorte de estos procedimientos en que dos adultos deben dialogar a través de representantes legales. Los hijos son apenas unas líneas en los expedientes que se amontonan en los estantes. Este hecho se grafica también en el programa, merced a las hermosas ilustraciones de Sabrina Pérez. Los enfrentamientos por momentos tienen un carácter grotesco, pero parece ser más por la dinámica “real” de las situaciones que se describen que por un subrayado de la propuesta estética. El espectador asiste a las “audiencias” casi como un testigo, merced a un sobrio y efectivo diseño escenográfico que no elude ofrecer ni siquiera cierta incomodidad inherente a esos espacios.

El carácter casi “documental” se sostiene en una serie de actuaciones obligadas a apostar a la “verdad”, a que se crea en los hechos que se están representando. Y el éxito en este aspecto es total. Hay que tener en cuenta que los personajes retratados aparecen en un hábitat que no es el “natural” para ellos, debiendo el elenco en muchos casos ofrecer actuaciones que no deben olvidar las potenciales “actuaciones” de sus personajes ante la jueza.

El personaje clave, se entiende, es el que da título a la entrega, la jueza interpretada por Pelusa Vidal. Este personaje es el que aparece con mayor espesura. Lo veremos en las audiencias pero también sabremos qué piensa durante los intervalos. La jueza necesita ir más allá de los que indica la ley para intentar ser “justa”. Y en ese ir más allá surge la duda de donde está el límite. Hay un accionar que parece inspirarse tanto en el personaje de McEwan como en la jueza Ginares que parece plausible y razonable pero que no deja de transformarse en un rol casi “paternal” (valga la contradicción de género en este caso). Y eso no deja de ser problemático. Por un lado siempre está el riesgo de que lo que se percibe no se adecúe a la situación real. Y por otro lado, la jueza que nos ofrece el equipo en este caso nos resulta razonable, su accionar es medido y ajustado a nuestro sentido común. Pero la persona que juzga bien podría tener otras características y la intención de que vaya más allá de la aplicación de la ley podría ser mucho más problemática para nuestro “sentido común” (y quizá no para el de otros).

Lo señalado no lo apuntamos como un defecto de la obra, al contrario, es una virtud que nos obliga a problematizar un aspecto del funcionamiento del sistema judicial que a su vez aborda una problemática social que no parece tener solución. Audiencias propone conocer, discutir, hacernos preguntas. Y nos deja con ganas de saber más, de profundizar en las historias de los personajes, de conocer otros puntos de vista. De volver al Victoria para ver las otras entregas de la serie.

Audiencias. De Inés Bortagaray y Ana Guevara. Dirección: Margarita Musto. Elenco: Pelusa Vidal, Pablo Isasmendi, Sandra Américo, Vera Navrátil, Manuel Caraballo, Luis Martínez, Eugenia Bideau y Dahiana Méndez.

Funciones: (de la segunda entrega titulada El padre y la madre) sábados 21:00, domingos 19:00. Teatro Victoria.

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.