El domingo se definieron las fórmulas de los partidos mayoritarios.
Las candidatas a vice son mujeres como marca la nueva costumbre
El vicepresidente pesa más para la elección que para el gobierno,
donde su rol es dirigir el parlamento en su funcionamiento normal.
Salvo que muera el presidente en funciones y allí pasa a encabezar
el Poder Ejecutivo como sucedió en el año 1967 con Oscar Gestido.
Recordemos que asumió Jorge Pacheco Areco que no desafinaría
en absoluto en una banda de autoritarios integrada por personajes
como Maduro, Ortega, Fujimori y tantos otros en nuestro continente.
Hagamos votos por que Yamandú y Álvaro gocen de buena salud.
Ahora, las elegidas lejos están de ser idóneas para Vicepresidente.
Una por su perfil ejecutivo y poco amigo de las negociaciones que
conlleva a ceder posturas con los adversarios de otros partidos.
La otra por su inexistente experiencia parlamentaria y su actitud
confrontativa, que será útil a nivel sindical pero no en el legislativo.
A esto se agrega que sus nombramientos tienen impacto a nivel
interno en sus respectivos partidos políticos y su masa militante.
La primera, no podía negarse a integrar la fórmula pese a que no es
su trabajo deseado (no nació para segundona) porque generaría un
enorme desencanto en sus seguidores que trabajaron al mango.
La segunda, por el contrario, provocó bronca, desilusión y
desconcierto, entre muchos de los blancos de a pie, que no la
sienten como una de los suyos y la ven como una paracaidista.
En unos meses veremos que tan brillantes fueron ambas jugadas
partidarias y cuanto aportaron a la respectiva victoria o derrota.
La sabiduría popular cuando quiere catalogar algo de aburrido o sin
mucho gusto, usa el viejo refrán: “Pan con Pan, comida de zonzos”.
Pero a nadie se le ocurre comer, por que no pega, pan con tortafrita
En eso estamos…
Alfredo García