Amor con mayúscula. No existe género musical popular que no toque la relación amorosa; un sentimiento superior que mueve a los seres humanos y actualmente tan vapuleado y manoseado. La baladística latina de hoy es un buen ejemplo. Un escaneo infinito de melodías, armonías y letras, la mayoría vacías de contenido, porque el tiempo se acaba y hay que generar dividendos. Y ni hablar de los nuevos géneros masivos donde el amor es letra muerta. Hemos escuchado alguna vez: «los músicos uruguayos no saben hacer canciones de amor». Esto es una media verdad. Si bien la cultura del bolero o de la balada romántica no caló en la mayoría de los grandes compositores uruguayos -como sí sucedió en Brasil, por ejemplo-existen buenos ejemplos de autores importantes de nuestro país. Sucede que no son baladas cursis o boleros desgarradores. Muchas de estas canciones están en otra dimensión y no siguen las reglas del «melódico internacional» y es poco probable que las escuchemos en una reunión social. «Detrás del miedo» (Laura Canoura/ Fernando Cabrera) es un clásico de nuestra música popular y es una hermosa canción de amor perdido. La canción camina dentro de un aire de chacarera sin dejar de ser una balada. El tratamiento del arreglo (Jaime Roos) la recuesta hacia el new wave llegando al clímax en la parte B. «Y me dejaste el misterio/ que no intenté descifrar/ y me enseñaste esa cosa/ que no sé cómo nombrar/ que ahora duerme en mi costado/ sin darme cuenta qué es/ que se despierta a mi lado/ y alerta toda mi piel». Si a este fragmento alguien le compusiera una música de bolero, no quedaría para nada fuera de género. “Si me voy antes que vos” está entre las mejores canciones de amor que se hayan escrito en español. Hay en ella fuertes significados, y una profunda reflexión cargada de emoción. “Si me voy antes que vos/ Si te dejo en estas tierras/ No te asustes de la noche/ Que en la noche vivo yo”. Empieza con una estrofa de fuerte misticismo: el amor más allá del muro de la muerte física. El poema de Roos es extraordinario y parece respirar un eco budista. “Si me voy antes que vos/ Si es así que está dispuesto/ Quiero que tus noticias/ Hablen del aire y del sol”. O más adelante: “Y no nos encontraremos/ Pues siempre estuve a tu lado/ Hasta dónde y hasta cuándo/ Esas son cosas de Dios”. Una obra singular dentro del repertorio de Jaime, pues escapa del folclore uruguayo viajando hacia paisajes andinos, muy adecuados para tratar temas más espirituales. El folclorista Marcos Velásquez compuso «Nuestro camino» que tuvo una amplia difusión en la excelente versión de Los Olimareños grabada en España en 1978. La canción es emotiva y recrea una historia de amor adolescente, perdida en las brumas del tiempo. «¿Te acuerdas cuando por el Prado/ Con el pretexto de estudiar/ íbamos juntos a aburrir nuestros cuadernos/ Tirados en el trebolar?». El despertar del amor y su inocencia es un tópico que Velásquez trata con maestría. Después, los desencuentros y la distancia. Aunque el poeta regresa. «Cuando la vida nos llevó/ Por diferentes sendas a luchar/ Yo iba solito hasta la sombra de los pinos/ Con el camino a conversar». El desenlace del texto es descarnado y desolador: «Dos primaveras me abandonaron/ Una, el camino, y otra, tu amor/ Qué soledad sentí aquella tarde/ Que no los vi, ni a él ni a vos». Hablar de amor y desamor es hablar de una misma sustancia. No habría amor sin desamor y esa es la naturaleza de la que estamos hechos; seres imperfectos y en búsqueda de alguien que nos complete. En “Stephanie”, Alfredo Zitarrosa toca la esencia del amor verdadero quizá; el que resulta imposible. En la anécdota del encuentro fortuito del poeta con la misteriosa mujer hay un disloque, pues ella era prostituta (para Zitarrosa, que era comunista, esto representaba lo peor del Capitalismo) y sin embargo él la coloca en otro sitio, y solo describe poéticamente su vulnerabilidad. Y, al mismo tiempo, la del propio poeta: “Stefanie, no hay dolor más atroz que ser feliz/ Decías anoche: «ouve-me, por favor, bésame aquí»/ Stefanie, sé que tu corazón fala de mim/ Y eso es dolor, Stefanie”. La segunda estrofa no desmiente la soledad existencial de ambos: “Stefanie, yo ayer estaba solo y hoy también/ Pero en mi cama ha quedado el perfume de tu piel (…)”. La música es dramática no “romántica” porque aquí el autor está hablando desde lo político: esa mujer y ese hombre en otra sociedad (como en la que él creía), quizá hubieran alcanzado la verdadera felicidad. En esta estrofa, repleta de poesía, está el meollo de toda la canción y su explicación: “Stefanie, hazme saber si va a sobrevivir/ Entre la gente el color de tu pelo, Stefanie/ Debes vivir la soledad que sales a vender/ Sé más mujer, Stefanie”. Sobre el final la cuestión política es determinante para comprender en qué contexto social se escribió el texto y cuánto significaba el hecho de ser un artista que veía el mundo con ojos militantes, y aun así, cómo este hombre-poeta-militante pudo escribir tamaña canción de amor: “Stefanie, yo tampoco te quiero, mas tu amor/ Por el dinero ha olvidado al obrero y al señor/ Esta canción que pregunta por ti, que no ha dormido/ Es puro olvido, Stefanie”. En el desenlace hay una profunda ternura, casi filial, que la aparta del romance. Aun así, pienso que es una inmensa canción de amor. De las mejores.-
Ilustración: Óscar Larroca
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