Home Entrevista Central Cecilia Cairo, diputada del Frente Amplio: La gente necesita recuperar la esperanza

Cecilia Cairo, diputada del Frente Amplio: La gente necesita recuperar la esperanza

Cecilia Cairo, diputada del Frente Amplio:  La gente necesita recuperar la esperanza
0

Terminada la discusión del presupuesto en diputados le caímos para hablar, sobre todo, del tema vivienda y asentamientos que fue su área de trabajo durante los últimos cinco años. De paso analizamos al Frente y las causas de la derrota. Con ustedes una militante con mucha garra y cabeza abierta.

 

Por Jorge Lauro y Alfredo García / Fotos: Rodrigo López

 

PERFIL: Nació hace cincuenta y seis años en el Cerro. En 1978, con trece años, se fue con su madre primero a España y luego a Francia. En 1994 volvió con sus dos hijas y luego tuvo un hijo uruguayo en el 2000. Estudió muchas cosas, desde gestión de stock hasta diseño gráfico. Vive en Pajas Blancas. Fue edil y luego coordinadora del Plan de Mejoramiento Barrial y del Plan Juntos. Ahora es diputada del MPP por Montevideo.

 

¿Cómo recalaste en el MPP?

Cuando me fui tenía trece años. Se habían llevado a mamá. Sabía de los milicos. Tenía una tía presa, por tupamara. Mis primos me contaban cosas de cuando la iban a visitar. Pero cuando aterricé en España me empecé a enterar de cosas terribles. Yo digo que, en los hechos, me obligaron a ser de izquierda.

Además, agarraste una época fermental en España.

Sí, pero me obligaron por lo que pasó acá. Mi padre es colorado y va a morir colorado, y mi madre es anarquista. Así que imaginate. Yo salí frenteamplista.

Es una buena síntesis.

Estuve ahí, en la tendencia combativa, donde empecé a dar mis primeros pasos en la militancia. Conocí a mucha gente importante, como Ruben Sassano, una terrible persona. Cuando volví tenía treinta. Empecé a ver cómo me podía insertar en el país. Se venían las elecciones del 94, en las que ganó Sanguinetti. No me olvido más. Estábamos en Santa Catalina y decían que ganábamos nosotros: me fui caminando hasta el Cerro pero cuando llegué habíamos perdido. Fue doloroso. Entré al local del MPP, para hacer algo. Empecé de a poquito. Hoy me dedico solo a esto, a la militancia.

¿No fue un parche el Plan Juntos?

Yo digo que fue una rebeldía de ver que no lográbamos llegar a mucha gente y que eso se debía traducir en la solidaridad completa de todos para resolverlo. Comenzó en Presidencia y empezó con el 90% del sueldo del presidente. Eran recursos que para hacer viviendas, no es mucho. El Plan creció demasiado para la cantidad de dinero que teníamos. Se le asignaron doscientos millones desde Presidencia, pero tampoco fue suficiente.En el último período pasó de Presidencia al Ministerio de Vivienda, con un presupuesto bastante acotado de trescientos ochenta y cuatro millones de pesos por año. Primero terminamos en quinientos cuarenta millones y al final en ochocientos. Avanzábamos muy rápido, y necesitábamos más plata. Esperemos que siga. Si me preguntás si era necesario, habiendo otros programas…

Esa era la próxima pregunta.

El Plan Juntos trata una población muy especial, que está en los programas de proximidad: Uruguay Crece Contigo, Jóvenes en Red y Cercanía. Es decir, es la población más jodida de las jodidas. Hay un equipo técnico que acompaña esas familias con la intención de que en algún momento se puedan emancipar, en todos los sentidos.El Programa de Mejoramiento de Barrios no hace eso, sino que entra y en ese barrio se regulariza y hay obras de infraestructura. Pero no toca a las familias más jodidas, que muchas veces no están en los asentamientos que regularizamos. El Plan Juntos, en 2016 más o menos, involucraba a unas quince mil familias. Familias que están en el horno, pero que no están todas juntas.

Están dispersas.

En cualquier barrio. Al principio tratábamos de hacerlo de a una familia y complica muchísimo. Lo que hacíamos era buscar con el MIDES diez familias que estuvieran en las mismas condiciones, en un radio de treinta cuadras. La génesis del Plan Juntos es que la familia colabora en la construcción con los trabajadores del Plan.    Y lo más importante: no solo trabajamos la vivienda. Porque las viviendas son ladrillos, pero con ladrillos no comen. Además de eso tenés que trabajar la salud bucal, que es fundamental. Trabajamos todo el proceso hasta resolver un problema tan grave como conseguir trabajo. Cuando me fui había cincuenta y ocho emprendimientos de familias. Fuimos buscando la forma en que las familias tuvieran una salida laboral, y darles la oportunidad de salir de ese estado de resignación. Lo que aprendí en el Plan Juntos en un año y medio no lo superan mis cincuenta y seis años de vida.

¿Por qué?

La gente tiene un sentido de solidaridad, de humanidad, de sacrificio. Capaz ninguno de nosotros nos damos cuenta del sacrificio que hacen esas familias para poner un plato de comida en la mesa de sus hijos. Y ese sentido de la maternidad, porque casi todas tienen tres o cuatro hijos. Es increíble. Mujeres que no pesaban cincuenta kilos, de eso hablamos. Y que además trabajan ocho horas construyendo sus casas. Y en ese trayecto, de aprender un oficio, de terminar la escuela —un 12% no sabía leer, por desuso— veías el cambio en esas mujeres día a día, cómo iban sintiéndose parte otra vez, cómo podían conversar contigo sin agachar la cabeza, sin sentirse menos. Es increíble.

¿Se le dio el apoyo o tuvo la importancia necesaria? ¿Quiénes eran los enemigos?

No sé si había enemigos. Pero una cosa es tomar y leer el proyecto del Plan Juntos: construir casas, trabajar lo educativo, lo social, la salud bucal. Esos son los titulares. Otra cosa es hablar con la gente, ver cómo inauguran su casa, ver la felicidad de esas mujeres. No hay forma de explicarlo. A veces la mujer tenía que salir a hacer una limpieza para darles de comer a los gurises. Esas mujeres llevan más de dos mil horas de trabajo. En quince días terminamos inaugurando ciento ochenta y tres viviendas. Y la televisión empezó a seguirnos. Con el Plan Juntos estaba la idea de “no sé si sirve para algo”. También en compañeros. Se veía buena la idea, pero andá a saber la práctica. Cuando venían los periodistas no lo podían creer. No es lo que digo yo, sino que lo que la gente traducía cuando hablaba: la experiencia que habían adquirido durante todo ese tiempo. Sentís que necesitás mucho más. Estoy dispuesta a votar lo que sea, hasta un déficit superior de 1% si metemos toda la guita en la gente que está más jodida. Hablo de cien millones de dólares por año, por lo menos durante seis años. Para cambiarle la cara a la situación nacional.

Implica romper la fractura social.

Sin acompañamiento social no tiene solución. “Le dieron una casa y la vendió”, te dicen muchos. Y es cierto. Sí, se volvió al asentamiento. Pero no entendiste nada, hermano.

Quince años gobernando. ¿Se invirtió realmente en vivienda?

Sí.

¿Lo necesario?

Los recursos son finitos. Si me preguntás si se invirtió en vivienda, te digo que sí. ¿Fue suficiente? Te digo que no. ¿Pudimos dar vuelta la página y mover la aguja? No. ¿Es prioridad? Sí. Con un préstamo de cien millones de dólares cada cinco años, no nos da.

Necesitás cien por año, por lo menos.

Por lo menos, durante seis años. Además, estaban las cooperativas, que no es la misma población.

Las cooperativas de vivienda de ayuda mutua marcaron un hito en viviendas para los laburantes.

Y me importa mucho, claro.

¿No era la solución para la gente de los asentamientos?

No, porque el que hace tres generaciones que vive en el asentamiento tiene ahí su barrio. Podrás decirle lo que quieras, podrás decirle que tiene que mudarse a otro lado porque ahí no le vas a llevar los servicios. Te va a decir que no, que ahí nació su hijo, que ahí se crió su nieto y que él se quiere quedar ahí. No es tan fácil. No funciona así.

Isla de Gaspar estuvo cuarenta años y se trasladó.

¿Sabés por qué? Nos costó cinco años convencerlos, primero. Además, había un componente fundamental, y es que el suelo estaba contaminado. Esa razón es inevitable y no tiene vuelta. Pero si tu razón es que no vas a llevarles los servicios, no funciona. “¿Por qué a mí no?”, te van a decir. Hay un componente afectivo. Cada una de esas casas del asentamiento la construyeron los vecinos. No fue ninguna empresa a construirles esas casas. Hay un sentido de pertenencia y de comunidad en el asentamiento, que no entiende el que no vive ahí. Se criaron ahí, y es lo que conocen. No son cooperativistas. “¿Por qué me tengo que hacer otra casa, si esta la hice yo?”, piensan. Se preguntan que por qué tienen que volver a pagar una casa si ellos ya se hicieron la suya, con su sacrificio, cien bloques un día y de a poquito el resto, pieza por pieza. En muchos casos son casas preciosas. Sí, las cooperativas de vivienda son una solución para quien no tiene atrás generaciones viviendo en el asentamiento. Pero otra cosa es el que la fue construyendo de a poquito, el que la imaginó en su cabeza y la fue construyendo de a partes. Es totalmente distinto.

¿Hay conciencia de esa realidad?

No sé si hay consciencia en muchos compañeros de que esto es así. Tomá como ejemplo el asentamiento El Tobogán, que está por debajo del saneamiento. La bomba sale muy cara. Hace treinta y cinco años que están ahí. Si les hablás de realojo, se quieren matar. “Nosotros le ganamos al agua”, te dicen. Y es verdad. No me preguntes la razón técnica, pero hace treinta años, cuando ellos se instalaron, esos terrenos se inundaban todos, y ellos fueron levantando y levantando, y hoy las casas no se inundan más. Rellenaron con camiones y camiones de escombros, y dale pala y pala. Y ellos se quieren quedar ahí. No quieren saber de otra cosa.

¿La izquierda no está plagada de una visión tecnocrática, que no llega nunca a encontrarse con la realidad?

Los técnicos nos permiten buscar salidas para las situaciones planteadas, y cada caso es un mundo. “Hay que ir a hablar con los vecinos”, les decía yo a los técnicos. Uno tiene que ponerse en el lugar del otro. Hay gente que estaba acostumbrada a que nadie le diera pelota. Y ahí te das cuenta que la sordera, que todos podemos tener, existe y hay que ver cómo la superamos. Gente que te dice que sos divina es una alcahueta. Vos tenés que escuchar al que te dice lo que está mal, y bancarte la puteada y no tenerle miedo. Yo no te digo que conozca todos los asentamientos del país, pero en Montevideo debe haber muy pocos que no conozca. Tengo veinte años trabajando en asentamientos. A mí no me van a contar lo que significa el sacrificio de esa gente. Pero hay otro discurso sobre los pobres, acerca de que son vagos, de que no quieren superarse. Si nosotros, como sociedad, no cambiamos esa mirada y dejamos todos de hablar de esa forma de los que no tuvieron oportunidad, solamente para cobrarnos de un lado y del otro, estamos fritos. Porque esa sociedad que estamos construyendo es la sociedad del odio, y no está bueno. Tenemos que poder mirar al otro. El que es católico que lo mire desde el lado de la compasión, y está bien. En el Plan Juntos teníamos un montón de voluntarios de colegios privados. Del Seminario. No de cualquier colegio. Y, sin embargo, los gurises venían y se sentían espectacular compartiendo con el otro cosas que nunca habían visto.

Lo hace Un Techo Para Mi País.

Y está bien, por más que sea un mientras tanto y no una solución definitiva. ¿Qué te voy a decir, si a la mujer se le dejan de mojar los pies y el Estado no llegó a tiempo? Punto.

El voluntariado de gente con ganas de hacer algo está.

Y es genial. Yo trabajé con Un Techo. Hay que trabajar con todos los actores que sientan que hay realidades que hay que cambiar. Cuando digo que hay que gastar cien millones de dólares por año, es una larga discusión. La discusión va a ser cuántos estamos dispuestos aumentar el déficit fiscal para poner cien millones de dólares en eso, porque prioridades hay miles. Y que el Estado y la sociedad estén dispuestos a decir a quién le van a dar y a quién no. Para lograr que la gente sienta que esa es la mejor inversión, hay que cambiar lo que ha sucedido en los últimos diez años, en las últimas dos campañas electorales, donde el culpable de todos los malos son los asentamientos, donde están los chorros, las bocas de pasta base y donde, además, son vagos. Si no cambiamos esa idea, nadie va a estar dispuesto a poner cien millones de dólares para resolverles la vida.

¿Hubo nuevos asentamientos en los últimos años?

En Montevideo muy pocos, ocho. Te hablo del último informe técnico sobre el que podemos hablar de información metodológica. No te puedo decir que después de ese informe no haya podido surgir otro, porque sería una mentirosa. Hasta 2018 eran ocho más, y cuarenta y cinco en el país. Pero regularizamos un montón: noventa y uno. Pero, así como regularizás uno, aparece otro al lado. No me quiero equivocar, pero de los seiscientos cincuenta y seis con los que empezamos, bajamos a quinientos ochenta y nueve, y ahora estamos en seiscientos nueve, porque la realidad cambia. Hay un factor que son las cárceles, por ejemplo, en Rivera, con presos de acá que se fueron para allá, y para las familias la única manera de estar cerca y visitarlos era asentándose. O privados que no se ocupan de sus terrenos y especulan. Eso existe, y ni te digo en Canelones. Y en Montevideo se dio una nueva ocupación al final del gobierno.

Sí, en Santa Catalina.

El 13 de enero ocuparon. Se hizo la denuncia y las familias siguen ahí. Yo estuve hablando con ellos. Les dije que ese no era un lugar para llevar los servicios. Hablé con la Intendencia, que está dispuesta a poner dos terrenos. Cuando te cae un asentamiento que no tenías previsto, y estamos hablando de trescientas familias, no tenés un programa que esté pensando en eso. Y bueno, capaz que con materiales y algún equipo técnico que ayude a las familias a ir construyendo una casa más o menos, en un terreno que tenga los servicios… Lo planteé en la comisión y estuvieron de acuerdo. Los vecinos también. Porque además hay que expropiar esos terrenos, que son privados. Pero esas familias están dispuestas a hacerlo. Hay una mesa de mediación. Te vuelvo a repetir: es que lo que no puede pasar es que los pobres sean el botín. Hay que trabajar para que se entienda que esto es consecuencia de la sociedad que tenemos, y que hay gente que llega y otros que se quedan por el camino. La obligación de cada uno de nosotros es empujar para que esa gente tenga alguna posibilidad. No te digo que vamos a ser todos ricos. Estoy hablando de una sociedad donde esta fragmentación social infame y vergonzosa y dolorosa no exista.

¿Por qué está tan tapada la desigualdad?

Los uruguayos somos los mejores para engañarnos entre nosotros mismos. La desigualdad —para cualquier persona de izquierda, por supuesto, aunque también para el católico— es algo muy doloroso. ¿Verdad? No te puede gustar que un niño salga sin zapatos, o que se los tenga que sacar para pasar por el barro de la casa y que la madre se los limpie para llegar limpio a la escuela. No te puede hacer bien eso, porque el niño no tiene culpa de lo que le está pasando. Es violento. Y es violento que, al mío, por no nombrar ningún otro, tenga su dormitorio con calientacamas si hace frío y aire si tiene calor, y que se levante y diga: “Mamá, llevame que estoy retrasado”. No es lo mismo. Por más boludo que sea, las posibilidades de tener algún tipo de estudio son mayores para ese con respecto al otro, que la está remando desde que se levanta. Había familias que nunca habían tenido una ducha. Que no sabían que con el calefón el agua salía caliente. ¿Cómo tenés que sentirte? Como el culo. Así me sentí yo cuando me lo dijeron.

¿Por qué en la campaña electoral sacan un papelito diciendo que creció el PBI?

Creció todo eso, y el 40%, y quedó en un 11%. Es verdad, todo eso es cierto. Pero lo que yo te digo también. Hicimos mucho, sí claro. Creo que realmente es la sociedad la que se tiene que dar cuenta de eso. A los compañeros les digo que mientras tanto hay que empezar a mitigar las situaciones graves de pobreza. Si les conseguís materiales para que el techo no se les llueva más, y que tengan un baño y un lugar donde cocinar… No te estoy diciendo que cada hijo tenga un dormitorio, pero por lo menos un cuarto para los gurises con dos cuchetas. Tener luz. Los que están colgados, a las seis de la tarde se quedan sin tensión. Se les echa a perder la leche, porque se les queman las heladeras. Y los gurises no tienen luz para estudiar. Estas cosas no pueden ser posibles en este país. Es tan claro como eso. Capaz hablamos de poner algo en el impuesto al patrimonio para esto, un 0.5%. Y les pedimos algo a los trabajadores. Pero tiene que aceptarlo la sociedad. Y también somos responsables de la manija política, que lleva a que se prenda la tele y se diga: “Otra vez plata para estos, que están así porque quieren”. Ese es un problema, que tenés un electorado al que tenés que conformar. Si no pensamos desde otro lugar, estamos fritos.

Cuando gastamos doscientos millones de dólares en publicidad para ANTEL y luego ves esta realidad, hay que plantearse una autocrítica muy feroz.

Es lo que te dije. El Fondo Nacional de Vivienda no logró mover la aguja del todo. El Viejo, cuando fue presidente, trató de poner un plan que pusiera descarnadamente sobre la mesa la situación de muchas familias. La plata que había no era mucha, pero el Plan fue muy criticado. Si yo tengo ocho mil millones de pesos en el Fondo Nacional de Vivienda, y tengo gente organizada que se presenta para tener una vivienda, seguro ganan a las cooperativas. Entonces las cooperativas se anotan, tienen sorteo e hicimos, en vez de diez mil, catorce mil. Si tengo licitaciones para jubilados, según un porcentaje al que la ley me obliga, las licitaciones vienen y hay casas para los jubilados. Después tengo una parte del presupuesto para los pobres de cien millones de dólares. Para poder cambiar esa realidad me tengo que endeudar. Me hablás de lo que se gastó en ANTEL. La verdad es que no tengo la más pálida idea, porque no conozco ese mundo. Seguramente en muchas cosas hicimos lo mejor y en otras nos equivocamos. En vivienda siento que me faltó un montón de plata y que me faltó tiempo. Y si no tenés plata, está difícil.

El Plan de Vivienda de interés Social exoneró de un montón de impuestos…

Mal llamado “de Interés Social”. Le cambiamos el nombre y le pusimos “Vivienda Promovida”, porque ese otro nombre era una vergüenza.

Fue para especulación, además.

Una casa de mierda te salía ciento treinta mil dólares. Esas viviendas que tuvieron exoneraciones no son de interés social. Ese programa va a armar un fideicomiso de cuatro mil millones de pesos, que van a ser tres fideicomisos administrativos, en el que el Estado va a poner esa plata. El Estado va a poner dos tercios de ese capital, en sociedades anónimas. Dos tercios, y por veinte años.

¿Qué tipo de vivienda va a ser eso?

Esa es la gran pregunta. No quieren que salga más de mil dólares el metro cuadrado. Pero el Estado va a poner dos tercios de ese capital en sociedades anónimas, que ya sabemos lo que fueron, Verdisol, Millán y Lecocq, Bulevar y Millán, en el edificio que está sin terminar, en José Pedro Varela frente a traumatología. Venían golondrinas a hacer una parte y se pelaban como un ajo, y te dejaban el clavo, el esqueleto. ¿Qué privado no va a construir en esas condiciones? Con todas las exoneraciones del mes y además con dos tercios de la plata para que vos construyas viviendas que yo después les doy a las familias, hasta un 30% de la cuota que la subsidio, y la plata la puse yo. Ellos tienen para poner un tercio, que puede ser con dinero o con un terreno. Pero por veinte años comprometo la mitad de lo que hoy es el Fondo Nacional de Vivienda en ese fideicomiso.

No soluciona nada.

Volvemos con los privados, y esa no es la respuesta. Primero me dijeron de los asentamientos, y esas viviendas no son para esas familias. Me estás jodiendo. Me estás diciendo que tienen que ganar entre cuarenta y cien mil pesos. Entonces no me hables de asentamientos. No me digas que todo va en los asentamientos. No. Los asentamientos precisan una mirada específica, y el gobierno tiene que estar dispuesto a tomarla. El gobierno que sea.

Lacalle había hablado de asentamientos cero.

Ahora dijo que hay que resolverlo en diez años. Es una locura. No hay forma de resolverlo en diez años. Creo que lleva quince, y se los digo con sinceridad.

Quince años trabajando.

Sí, quince, con plata. Tampoco voy a pedir lo que humanamente me parece imposible. No tenemos tantas empresas de construcción. Ojalá se pueda superar la situación de precariedad terrible que hay en todos lados. Lo que digo es que tenemos una deuda moral como sociedad. No hablo del Frente Amplio. La sociedad tiene una deuda con esa gente, del 90 para acá. Una cosa es cuando uno está todos los días y otra es cuando llega de lejos. Hay algo que me quedó para toda la vida: me fui en el 78 y volví en el 94, y mis ansias de ver mi Cerro eran terribles. Cuando pasé el Pantanoso y empecé a ver mi Cerro no podía creer la miseria, cómo estaba vestida la gente, los barrios que se habían armado en todos lados. Yo tenía un noviecito en Casabó, me acuerdo. Casabó era chiquito, y había tenido un crecimiento enorme. Y en poco tiempo. En dieciséis años cambió la cara de ese barrio. Era un barrio de trabajadores. La familia cerrense se esforzaba, compraba su casita. Eso cambió totalmente.

Cerro Norte.

Cerro Norte nos lo trajeron antes de que me fuera. Mi hermano jugaba al fútbol en el Sauce, en el terreno que estaba al lado. Esos planes no se pueden hacer. Si quieren poner plata de esa forma, que no la pongan. Cerro Norte, Casavalle y Cuarenta Semanas son culpa de lo que hicieron. Trajeron gente sin trabajo, con las familias. Veintidós metros cuadrados miden esas casas. Ahí vive una familia. Tienen cocina y baño en veintidós metros cuadrados. ¿Dónde duermen? ¿Dónde comen? Los pasillos son de menos de ochenta centímetros. No tenés vida. “¡Qué violencia!”, dicen después. Y, hermano, ¿qué esperás?

¿Y las viviendas vacías que hay? Se habla de que hay miles. Hubo todo un trabajo sobre las viviendas vacías, en Montevideo, en el que se demostró que muchas estaban realmente vacías. Otras no tanto, en otras alguien vivía adentro, aunque las condiciones fueran espantosas. Aparentemente hay trescientas ochenta y pico, acá en el Municipio B, en la Ciudad Vieja, y otro tanto más —no me acuerdo la cifra— en el CH. Se empezó con el trámite de expropiación, de ver dónde no se habían pagado las deudas, para poder expropiarlas. Eso lleva tiempo, dos o tres años por lo menos. El edificio que está en frente al Ministerio de Trabajo recién ahora es de la Intendencia.

Lo tiraron abajo.

Sí. Hay un plan. El Programa de Mejoramiento de Barrios tiene dos componentes. Uno es la regularización de los asentamientos, y otro es la prevención. Isla de Gaspar forma parte de la prevención: se hizo un gran parque para que no se vuelva a asentar gente. Lo mismo ocurrió en Goes con el Mercado Agrícola. Ahí hubo una prevención. Se hizo toda una infraestructura y una intervención urbana para que no se vuelva a ocupar.

En quince años poco se hizo contra la vivienda como valor de especulación.

Hicimos todo lo que pudimos, no todo lo que quisimos. A las viviendas promovidas apenas les tocamos la oreja. Les cambiamos el nombre, les pusimos un tope de diecisiete mil pesos. Fue lo que hicimos. Les dijimos que una parte del diez por ciento de lo que construyeran se lo ofrecieran primero al Ministerio de Vivienda, y que si el Ministerio quería, se las pagaba a un precio razonable. Pasó con las viviendas de Nuevo Centro. Ahí nos tocaron cincuenta y seis, por ese 10%. Hicimos solo eso. Y, sin embargo, mirá: llegaron y adiós con los diecisiete mil pesos de tope, porque quiero toda la exoneración, y ahora el nuevo invento del fideicomiso.

¿Diecisiete mil pesos?

Era lo máximo que tenía que pagar la familia por el alquiler. Si superabas eso no había problema, pero no tenías todas las exoneraciones.

Con los alquileres no se hizo nada, tampoco.

Estoy de acuerdo con que algunas cosas hicimos y otras son mucho más difíciles. Quisimos regular con diecisiete mil pesos los alquileres, y se armó un lío… Pero un lío… “¡No podemos construir más! ¡No voy a poder presentar ningún otro proyecto!”. Acá hay capitales que juegan, señores. Si yo llego a topear los alquileres, que me parece genial… Por eso te digo que los períodos son de conciencia de la sociedad. Capaz que eso es posible cuando todos entendamos que, más allá de los intereses personales que vos tengas, también tiene que contar el mío. Pero hoy eso no es así. ¿Soy una pelotuda que terminé en un asentamiento porque no soy viva? Estas son las reglas del mercado. Me podrás preguntar si logramos cambiar la realidad. Si te digo que hay un déficit de vivienda es porque no lo logré.

¿Logramos cambiar el discurso en quince años? ¿Se apostó a generar conciencia de eso, o tampoco en eso se tuvo capacidad?

Creo que no llegamos a hacerle entender esto a la gente. Estoy de acuerdo. Te lo estoy diciendo. Te digo que hay un trabajo como sociedad en el que tenemos que animarnos…

¿Quince años, y qué pasó?

Tuvimos quince años y me podés preguntar si mejoramos las cosas. Creo que sí. ¿Superamos todos los problemas? Estoy convencida de que no. ¿Hicimos todo para eso? Obviamente que no. ¿Para que la gente se diera cuenta que los procesos son difíciles? No. ¿Fuimos lo suficientemente audaces para cambiar algunas cosas? Y, creo que no. ¿Habría que superarlo? Sí. ¿Me preguntás con quién quiero hablar sobre por qué perdimos? Ah, con la gente. Yo no voy a discutir eso solamente adentro del Frente Amplio. Vamos a ir a los barrios a hablar con la gente y preguntarle por qué le parece que perdimos. Eso me importa mucho más. O por lo menos creo que va a ser una valoración mucho más objetiva acerca de lo que nos sucedió. Hay muchas cosas que la gente me ha dicho acerca de por qué perdimos, cosas que muchas veces son mucho más inteligentes que lo que creemos nosotros, los sesudos militantes que nos juntamos en el comité de base y que vamos a los plenarios, hacemos congresos y todo eso. ¿Sabés qué tienen ellos? El sentido de abajo. A nosotros capaz nos faltó eso. No en mi caso, porque soy una militante de base acérrima, y el día que pierda eso no existo. Yo tengo una agrupación y milito todos los días. Hice puerta a puerta todas las elecciones, todas. Te puedo decir cada calle de mi barrio, del Cerro.

Para el Frente en el Cerro tenés el camino asfaltado.

Me obligo a caminar puerta a puerta todos los días. Me obligo a poner carteleras. Creo que es lo que me mantiene viva, con la gente. Yo podría decir que no puedo, que tengo una reunión con tal nombre importante. Siempre hay una excusa para no estar. Pero creo que lo fundamental es estar. Cuando golpeás las puertas de los vecinos, en el Cerro o en cualquier lado, te putean. “Te voté porque no hay nada mejor”. Te putean un rato, pero después te dicen que saben que se hizo tal cosa. Bueno, eso está bueno. La discusión es con la gente. Donde no voy a entrar nunca, porque me parece que no nos sirve, es en la discusión interna de medirnos. Ni en pedo. No me interesa. Ya perdimos.

No es buscar culpables, es buscar las causas para no repetirlas,

Lo que nos pasa a los militantes, que estamos en esta burbuja, es que las causas que pensamos son muy sesudas. Para la gente pueden ser otras. Yo quiero saber qué piensa la gente. Si coindicen con las mías, me paro ahí en el medio y te hago un discurso espectacular. Todo el mundo me aplaude, y qué grande que sos, Cairo. Pero ese no sé si es el discurso de la gente. Lo que me parece es que nosotros nos tendríamos que haber dado cuenta que esto sucedía, que estábamos alejados. Tuvimos una realidad distinta, y me incluyo, porque no entendimos lo que la gente precisaba. Baño de humildad. Todos somos unos cráneos. Precioso. Pero yo quiero que la gente me diga qué piensa.

Esa gente que la tiene clara, en muchos barrios marginales votó a Cabildo Abierto.

Sí. No tanto como pensamos, pero sí, es verdad. La población que votó a Cabildo Abierto es la que tiene esos parámetros de la pobreza sin esperanza, el haber esperado una salida, y una respuesta que no vino. Y este tipo parece bien, y además parece que manda. Los otros son divinos pero el tipo manda. ¿No tendrá que ver con eso? Comandante, además. ¿Cómo no va a mandar? ¿Va a mandar esta pelotuda que se sienta acá y dice: “Bueno, está difícil”? No, manda este. Tuvo una actitud y una forma de vincularse con la gente, más allá de que sea militar o no. Esto funciona en el subconsciente. No estoy hablando de si puede o no mandar. El subconsciente dice que el tipo es militar, y el comandante manda a la tropa: venga para acá, vaya para allá. Y decía cosas que eran verdad. Porque tampoco hay que decir que no decía cosas que no fueran verdad. No estoy hablando de los derechos humanos, estoy hablando de otra cosa. Y bueno, capaz la gente piensa que él puede resolvérselas. No me preocupa que al tipo lo hayan votado. La gente lo que necesita es recuperar la esperanza. Me preocupa que la gente recupere la esperanza. Y si somos nosotros, esto se resuelve. Y no tienen que esperar cinco años. La función que tenemos como oposición es tratar de resolver, sí o sí, la situación de las familias, así sea pidiendo por favor que ayuden acá o allá. Tenemos que ser la alternativa, pero para eso no podemos ser la oposición que se opone a todo y que dice que el otro es un pelotudo. Así como no me la banqué que la hicieran ellos, no la voy a hacer yo. Yo voy a colaborar todo lo que pueda para que a la pobre viejita no se le llueva más el techo.

¿Cómo ves que quede en el Ministerio el Plan de Mejora de Barrios y no pase a Presidencia?

Está bien que no lo haga. ¿Por qué se lo llevan? ¿Te lo preguntaste?

Vos conocés el tema, por eso lo preguntamos.

Se lo quiere llevar porque es una población importante, es la población botín. El presidente lo prometió, ¿no? Yo pregunté. Capaz no le tienen confianza a la ministra. No dudo de sus intenciones, pero son irrealizables y no tienen idea de lo que hablan. Y menos con la plata que le dieron, que además la redujeron en un 25%. No tienen idea. Porque no les permiten usar el préstamo que está firmado porque, como es endeudamiento, entonces juega con el déficit fiscal. Entonces enlentecen las obras, y otras no van a empezar. Pero claro, quiere ser él el que lo controle, y cortar la cinta. Se lo va a dar a Cabildo, por lo que dijiste. ¿Quién votó a Cabildo? ¿Y si Cabildo llega a poder hacer algo bueno ahí? ¿Cómo se nos complica la mano? A mí no, pero a él.

Conocés el Ministerio de Vivienda. La gente que está a cargo hoy, ¿está capacitada o son cargos políticos que no tienen idea?

¿Los tres que están? No tienen idea, El PMB tiene una forma de funcionamiento con cuarenta técnicos en su unidad ejecutora. Ejecuta la Intendencia, además, no el PMB. Son muy buenos funcionarios, muy capacitados. Hay algunos que están ahí desde el 99, es decir, ni siquiera son de nuestro gobierno. A mí me enseñaron, porque mirá que el préstamo BID tiene muchas restricciones. Tiene muchas pautas que tenés que entender. Tiene una lógica diferente a la ejecución de cualquier programa. Eso funciona solo, te lo digo así. Te dije que estaba en dos programas, en el PMB y en el Plan Juntos. Donde hubo mucho más para hacer fue en el Plan Juntos. El PMB es un relojito.

Las autoridades del Ministerio. Morerira, Hackenbruch y el director general de secretaría.

¿Son arquitectos? No. Pero yo tampoco lo era.

Y la ministra De León era arquitecta y no hizo nada.

Callate. No te metas con la ministra.

Decían que Eneida se comía los nenes crudos… ¿y?

Y se los comió. Mirá que estábamos muy pasados y conseguimos mil doscientos millones de pesos, porque estábamos muy pasados, y se los sacó. Hay que sacarle mil doscientos millones de pesos a Astori, eh… Te quiero ver. Contámela como quieras. La verdad que lo que aprendí con esa mujer… Hizo el Solís, hizo la Torre Ejecutiva, hizo el SODRE. Anda volando, porque manda. Hay que mandar.

Entonces el comandante no está tan mal.

Era una muy buena compañera. Aprendí un montón. Cuestionadora de la burocracia. Si te rodeás de técnicos que saben, si tenés sentido común y si escuchás al otro, seguro que podés. No digo que tengas que ser arquitecta, pero sí rodearte de gente que sepa. Esto no quiere decir que sean de confianza política. En el PMB no es que fueran de confianza política mía. Había gente que estaba ahí desde el 99, y aprendí un montón con esos funcionarios, dedicados a lo que saben. Eso está bueno. Se tiene que poder. Ella se le plantó, y me parece perfecto. Y nosotros la vamos a acompañar.

Cabildo en definitiva es el huevo de la serpiente del Frente Amplio.

No lo sé. ¿Y qué podemos hacer, si no acompañarlos? Nosotros vamos a votar en contra y ellos también, así que vamos a votar juntos. Explicame esa realidad política. Estamos todos de acuerdo en que las rectorías de la política de vivienda las tiene el Ministerio. A Lacalle lo único que le importa es llevárselo para Presidencia, porque quiere sacarse la foto. ¿Me preguntás cuál es la razón? Es esa. Una razón de poder.

El ministro lo cambia, también.

Tampoco es boludo.

Si quiere sacarse la foto, a los ministros los pone y los saca.

Por supuesto. ¿Y vos te comerías un lío con Cabildo Abierto, por más que tengas el presupuesto casi votado, ahora, ya? ¡Pará un cachito! Así no se hacen las cosas. Son cincuenta y siete votos, muchos más que los que teníamos nosotros, que la remábamos cuando teníamos alguno que no quería votar. La remábamos y la sufríamos. Tomá pa’ vos. Pero sin Cabildo en la bancada no te sale, porque dependen de Cabildo. Y esto es así.

¿Cómo tiene que actuar la intendencia frentista en este período?

Tiene que tratar de acordar todo lo que pueda. La gente no puede ser rehén de quién es el gobierno. Nosotros perdimos, y yo estoy muy dolida. O no sé si dolida, pero sí angustiada de las cosas que se vienen. Si no, no sería de izquierda. Si realmente me creyera que llega el Malla Oro y que después se va a derramar, ¿qué estoy haciendo acá? Yo estoy convencida de que no, y de que va a haber ajustes de salarios. Bajó en las jubilaciones, bajó en ASSE. Estoy segura de que va a bajar la política en todo, esa que vos decís que no importa quién vote, que yo igual trabajo. Si no te aumentan el sueldo, si no tenés a ASSE funcionando como tiene que funcionar, y el FONASA, y no bajan el IRPF, que prometieron que iban a bajar. Si no tenés esas cosas, trabajarás, macho, pero después de cuatro años perdiste. En la cuenta, perdiste. Todo eso va a pasar. ¿Y qué vamos a hacer? Hay que respetar a todos, y algunos votaron a la coalición. El montevideano no tiene que pagar eso. Espero que Lacalle piense exactamente lo mismo que pienso yo, y que construyamos juntos una salida. Acá no somos enemigos. Son dos formas distintas de ver la sociedad. La gente vota, define. Y después, a llorar al cuartito.

¿El Malla de Oro es el que llega, pero sin camión de los rezagados?

En este caso no va a haber rezagados. No va a llegar el pelotón, para mí. El Malla Oro llega y la copa es de él y se la queda él. Lo que quiero decir es que, si es el mercado el que va a regular la situación, estoy convencida de que nos va a matar. Claramente. Me pueden decir lo que quieran, y que el inversor quiere más garantías. No… Nosotros fuimos buenos con los inversores, se les hicieron exoneraciones. Les dimos todo. Y sin embargo el capital se retrae o vuelve según el interés que tiene en lo que puede ganar. Y con el país en la situación que están, y con la crisis mundial que existe, no nos van a dar ni la hora. Y está bien, están para ganar plata. No me voy a quejar. El Estado es el que tiene que resolver, y el Estado son dos: el gobierno departamental y el nacional. Ninguno de los dos puede ceder el bienestar social. Hay que sentarse y conversar.

¿Ves al Frente bien plantado, empezando a asumir el rol de oposición?

Yo qué sé, viste que yo soy medio rara. Rarísima. Eso es verdad. No sigo los códigos políticamente correctos. No me importa. A mí me importa la gente. De verdad se los digo. Cuando salgo de acá y veo un pobre, me siento culpable. Suerte en pila. Y te digo que no llegué. ¿Te voy a mentir? “Pero las causas…”. Sí, tenía todas las causas. Pero no llegué. Y si ellos llegan, los voy a felicitar. Porque significa que hay alguien que entonces tiene una solución habitacional. Y si me piden que vaya para votar un préstamo, o si me preguntan si me animo a ir un sábado a hablar con la vecina, cómo no. Vamos. Si les resolvés la vida a los vecinos, vamos.

O sea que, si dentro de cuatro años y medio el gobierno de coalición logró bajar la cantidad de pobres y hay más prosperidad, cambiás el voto.

No dije eso. Dije que los iba a felicitar. Porque después hay otras cuestiones sociales y económicas que hacen a tu cabeza, a cómo vos pensás. Yo no creo que el mercado sea el que regule. Yo viví en sociedades más justas que esta, sociedades casi socialdemócratas. Y el mercado te caga acá y en la socialdemocracia. En todos lados te caga.

Es su razón de ser.

Y más acá, en un país subdesarrollado. Te digo que viví en un país desarrollado, con protección social. Y los mismos líos que tenemos nosotros los tenían ellos, con un mercado que trataba de marcar opinión para cambiar la realidad, porque querían un poquito más. Es así. Se es de izquierda por cabeza, por convicción, por historia, por piel.

Se va el Viejo ahora. Teóricamente renuncia el 20.

El Viejo está por irse, y se queda Pacha.

Se va con Sanguinetti. Se van los dos.

Eso es lo que no quiero que pase. Porque yo quiero que el Viejo tenga una despedida. Permitime ser un poco egoísta.

Hizo cada desastre y vos querés despedirlo…

¡No! Ese es el discurso. Es lo más grande que hay. Quisiera que la mitad de la gente tuviera la coherencia que tienen el Pepe y Lucía. La mitad. Que sigan viviendo en las mismas condiciones. Que no les importe nada de todo esto, que es una gran parafernalia, que te puede comer como un perro. Y que sigan pensando de la misma manera. Aportan a la sociedad para que piense. No digo que sean perfectos. Nadie lo es. Pero el que te hace reflexionar es el que sirve. El que solamente te hace un discurso que tenés que asumir, no me convence. Y el que te marca las contradicciones que tenemos todos —todos— y que de alguna manera dice que todos nos equivocamos, en mayor o menor medida, para mí es importante.

¿Sobrevive el MPP sin el Viejo?

No quiero ni pensar qué pueda suceder cuando el viejo no esté.

Para semilla no queda nadie.

Ya lo sé. Pero es una cuestión humana. Permitime tener esa utopía, sobre todo cuando ves que la vida se nos va yendo. Porque se nos va a todos. Pero creo que tenemos una camada de compañeros.

¿Dejó una barra que lo sustituya?

Sí, creo que sí, que tenemos una linda barra. No sé si lo sustituimos. Capaz que si somos doscientos podemos hacer un esfuercito para hacer algo parecido. Pero creo que tenemos una linda barra. Está Pacha, que es un grande y para mí ha crecido un montón. Es joven. Está Yamandú Orsi, otro grande. Está Aníbal Pereira, otro crack. Tenemos buenos compañeros, con buena cepa, con buen sentido de lo importante. Tenemos una barra. Me hablás de qué va a pasar cuando no estén Pepe y Lucía. Creo que Pepe sin Lucía no es Pepe, y Lucía sin Pepe no es Lucía. Ellos se sostienen entre los dos, y eso es bueno. Esperamos poder hacer lo mejor. Yo qué sé qué va a pasar después. Pero el MPP no se rompe. No tenemos problemas internos. Es una expresión más del Frente Amplio, con una forma de pensar que capaz es distinta a la de muchos. Somos un movimiento, no somos un partido. Y con una sensibilidad especial en algunos temas que nos importan. Yo del agro no hablo, pero para nosotros el agro es muy importante. No hablo porque la única tierra que conozco es la de los muebles, en eso soy un desastre. Pero tengo muchos compañeros que saben del tema, que aportan. Y con los más jodidos es lo que nos da vida. Esa es la verdad.

Con los pobres, como siempre.

Creo que el día en que cambiemos eso, me dedico a otra cosa. Sí, siempre con los pobres. Pero no hablo de pobres, hablo de los que dejamos de lado. De esos de quienes nos olvidamos. Laura Raffo descubrió el Montevideo olvidado. No, no. Hay gente que fue olvidada, y no solo en Montevideo. Esos olvidados son los que tenemos que recuperar, pero la sociedad tiene que tratar de cambiar la cabeza. Ahora está Bartol de ministro, que tiene una religión y una fe. Capaz ayuda a cambiar la percepción de lo que es el pobre.

¿No tendrá que conocerlos primero?

Él trabajaba en Los Pinos, con población vulnerable. Algo conoce. No estoy hablando de la gestión, porque de eso no voy a hablar. No comparto los aumentos de sueldo, y se lo dije. Es un error infame. El mensaje es espantoso. Pero no los voy a matar hasta que empiecen a trabajar. Me parece que a la gente hay que dejarla laburar. No voy a hacer lo que hacían otros, cuando entrabas y ya te estaban matando.

 

POR MÁS PERIODISMO, APOYÁ VOCES

Nunca negamos nuestra línea editorial, pero tenemos un dogma: la absoluta amplitud para publicar a todos los que piensan diferente. Mantuvimos la independencia de partidos o gobiernos y nunca respondimos a intereses corporativos de ningún tipo de ideología. Hablemos claro, como siempre: necesitamos ayuda para sobrevivir.

Todas las semanas imprimimos 2500 ejemplares y vamos colgando en nuestra web todas las notas que son de libre acceso sin límite. Decenas de miles, nos leen en forma digital cada semana. No vamos a hacer suscripciones ni restringir nuestros contenidos.

Pensamos que el periodismo igual que la libertad, debe ser libre. Y es por eso que lanzamos una campaña de apoyo financiero y esperamos tu aporte solidario.
Si alguna vez te hicimos pensar con una nota, apoyá a VOCES.
Si muchas veces te enojaste con una opinión, apoyá a VOCES.
Si en alguna ocasión te encantó una entrevista, apoyá a VOCES.
Si encontraste algo novedoso en nuestras páginas, apoyá a VOCES
Si creés que la información confiable y el debate de ideas son fundamentales para tener una democracia plena, contá con VOCES.

Sin ti, no es posible el periodismo independiente; contamos contigo. Conozca aquí las opciones de apoyo.

//pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js
Semanario Voces Simplemente Voces. Nos interesa el debate de ideas. Ser capaces de generar nuevas líneas de pensamiento para perfeccionar la democracia uruguaya. Somos intransigentes defensores de la libertad de expresión y opinión. No tememos la lucha ideológica, por el contrario nos motiva a aprender más, a estudiar más y a no considerarnos dueños de la verdad.