CHINA: Algunas pinceladas tenues por Hoenir Sarthou
¿Es válido escribir sobre lo que se desconoce?
¿Cuántas veces sabemos que algo muy grande y vital está ocurriendo, aunque no sepamos exactamente qué es?
Uruguay va a firmar un TLC con China. ¿Un TLC con China? Así lo anunció hace años Tabaré Vázquez y lo confirma ahora Luis Lacalle. Negociaciones secretas, off course. El hecho es que nos contagiamos de la fiebre de TLCs con China que invade al mundo.
China es para nosotros la desmesura. Hay algo así como 500 chinos por cada uruguayo. Casi 150 chinos por kilómetro cuadrado de suelo chino. Nosotros tenemos apenas 20 uruguayos por kilómetro cuadrado.
Les vendemos a los chinos carne, pasta de celulosa y soja. Chile, que ya tiene su TLC, les vende cobre. A nosotros y a los chilenos, los chinos nos venden celulares, televisores, maquinaria, automóviles, ropa y repuestos de todo tipo. Ellos tienen industria. Nosotros no. Y no la necesitaremos, porque les compraremos todo a los chinos.
China tiene 3.600 años de historia documentada. Nosotros, menos de 300. Ellos recuerdan y honran a sus antepasados. Pocos de nosotros recordamos los nombres de nuestros bisabuelos.
China juega en primera división. Negocia de “che” y “vos” con EEUU, se codea con Putin, mira por encima del hombro a Europa y pone condiciones en la ONU y en la OMS.
Nosotros tenemos puertos y pesca sobre el Atlántico. Ellos no. También tenemos acceso a muchísima agua dulce. Ellos no. Y la que tienen está contaminada, bastante más que la nuestra.
El mundo se está “reseteando”. Un imperio cae y otro se alza. Los imperios –es sabido- se pudren por dentro antes de caer. Las grandes corporaciones y fortunas occidentales están invirtiendo en China desde hace más de cincuenta años. Son socios de los chinos en laboratorios, en energía nuclear, en investigación genética y agrícola y en sabe Dios cuántas cosas más. Hay roedores que abandonan el barco cuando se hunde. Otros, más astutos, hunden el barco cuando deciden abandonarlo.
La economía china fue la única que creció durante la pandemia. La occidental se derrumbó. La guerra de Ucrania hunde a Europa y desgasta a Rusia y a EEUU. Curiosamente, entre guerra y pandemia, China está quedando sin competidores.
China tiene un régimen político muy especial. Un capitalismo autoritario, con férreo control del Estado sobre la población. Puede ser buen lugar para invertir si uno tiene muchísimos recursos. Basta arreglar con los que mandan. Nada de sorpresas, ni de denuncias mediáticas opositoras, ni de caprichos electorales cada cinco años.
¿Qué papel juega China en el orden mundial que se está instalando? ¿Está realmente aliada con Rusia o sólo lo aparenta? ¿Juega sólo para sí, o hay un “Estado profundo” chino que quiere jugar, o ya juega, con los capitales occidentales?
¿Estamos negociando un TLC con China o sacando un pasaje en el vagón de cola del mundo reseteado que se viene?
En cualquier caso, el panorama es previsible. Flujo de materias primas hacia la nueva potencia mundial, inundación mayor aun de productos industriales chinos, puertos y barcos pesqueros chinos por nuestras costas, y –lo adivino- empresas chinas (con accionistas no sólo chinos) que, con distintos proyectos, comprarán tierras y encontrarán la forma de explotar el acuífero (en Chile ya explotan varias minas de cobre).
Más inquietante aun: las potencias económicamente dominantes tienden a exportar también su cultura, sus códigos de relación social y su modelo político. ¿Estamos preparados para eso?
¿Hay alternativa?
Es difícil decirlo. Lo evidente es que un tratado de esa naturaleza no debería ser negociado en secreto. La negociación debería ser conocida, explicada, analizada y discutida por todos los uruguayos. Porque lo que se pone en juego es demasiado importante.
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