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Decisiones políticas en sociedades complejas por Miguel Pastorino

Decisiones políticas en sociedades complejas  por Miguel Pastorino
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La crisis generada por la pandemia a lo largo de más de un año ha despertado el interés por una rápida solución a nuestros problemas o nos cuente cómo será “el día después”. De hecho, al comenzar la pandemia varios intelectuales del mundo entero comenzaron a publicar sobre un futuro distópico, con gobiernos totalitarios y el final de las sociedades democráticas tal como las conocemos. Con tonos apocalípticos, con diagnósticos variados y con lúcidas posibles predicciones, nos dieron mucho para pensar. Lo que sí es cierto es que nadie tenía ni tiene las recetas para tomar las mejores decisiones en sociedades complejas y en medio de una crisis que afecta tantas dimensiones de la vida social.

Un análisis que recomiendo por su mirada aguda y equilibrada, es el del filósofo Daniel Innerarity, que en su última publicación Pandemocracia (2020), apuesta por una sana recuperación del debate público, la conciencia colectiva de que vivimos en sociedades complejas y plurales, el fortalecimiento de las instituciones y la cooperación global. Está convencido de que esta crisis fortalecerá la tendencia hacia un mundo de bienes comunes, más integrado y consciente de la interdependencia.

Una crisis que viene de lejos.

El Coronavirus puso en evidencia la profundidad de los problemas que ya teníamos y que no parecían tan evidentes. La crisis cultural que atraviesa Occidente no solo refiere a la falta de certezas, sino a falta de proyectos a largo plazo y es mucho más profunda de lo que suele analizarse, también porque hablar del presente es siempre complejo e inabarcable.

En una sociedad global donde se estimula la rapidez en la información, la brevedad y la mayor simplicidad, van desapareciendo los matices y todo se reduce a simplificaciones extremistas. La complejidad del mundo en el que vivimos, donde la información disponible no solo es indigerible e inabarcable, sino que no es fácil corroborar su veracidad, predispone al escepticismo por saturación y a su vez a la necesidad de crear relatos simples, donde los males tienen una sola causa y donde el enemigo está perfectamente identificado y es el culpable de todo. La pereza para pensar simplifica la realidad.

La sospecha sobre las propias raíces y tradiciones, la sospecha sobre la ciencia y las instituciones abre la puerta a una gran ingenuidad y credulidad a discursos que simplifiquen los problemas, sin importar quien lo diga. Y para completar el cuadro, la inteligencia artificial a través de las redes sociales nos muestra lo que es más atractivo y lo que más se consume, por lo cual las noticias falsas y las teorías conspirativas tienen mayor presencia que la investigación seria y la formación crítica que surge desde la producción académica.

Vivimos en sociedades complejas, donde conviven diversas perspectivas sobre la realidad y una inabarcable diversidad de información disponible sobre los más variados asuntos. Y en los momentos de crisis la diversidad de perspectivas se hace patente de una manera inevitable. Quienes tuvieron y tienen que tomar decisiones difíciles ante la crisis del Covid19 no podían dedicarse a un solo mundo, sino que tienen que atender varios mundos al mismo tiempo con perspectivas, intereses y valores distintos, y luego sin que todos estén de acuerdo, priorizar responsablemente las acciones a seguir. Graves dilemas éticos azotaron tanto a médicos como a políticos, científicos, educadores y a cada uno de nosotros en diversas situaciones. ¿A qué le damos prioridad en una crisis? ¿Es más importante el derecho a manifestarse públicamente que el riesgo de contagio masivo? ¿Es más importante la salud pública que la economía? ¿Es más importante priorizar la educación presencial o posponerla por la salud pública?  ¿Es más prioritario mantener abiertos los centros comerciales que las iglesias en tiempos de desesperación? ¿A quiénes atender primero en una emergencia médica cuando se satura el sistema de salud?  Sobre estos y otros asuntos, no todos están de acuerdo y no siempre depende de voces expertas, porque en cuestiones filosóficas y éticas no puede uno esperar evidencias científicas que lo guíen, ni algoritmos que den la mejor opción habiendo calculado todas las posibilidades. Los principios que rigen la vida humana y la convivencia social no dependen de técnicos y las decisiones políticas cargan con esta responsabilidad ética que reclama un serio debate público y una reflexión conjunta en la búsqueda del bien común.

Aprender a vivir en la incertidumbre de una pandemia es algo que exige reinventarse. Y es entendible que las decisiones más importantes a nivel político no puedan ser tomadas por expertos que ignoren las condiciones sociales ni por políticos que no estén suficientemente informados en lo técnico y científico. Los criterios científicos son fundamentales, pero no tienen la última palabra, sino que esta pertenece a quienes tienen la responsabilidad política por el bien común.

Acostumbrados a poderlo casi todo y a saber lo que hay que hacer, donde todos los expertos siempre nos enseñan qué pasará en las próximas elecciones o cómo estará el clima dentro de dos meses, nos desacostumbramos a no saberlo todo, a no poder preverlo todo y a saber vivir sin certezas absolutas.

Innerarity reconoce que en las crisis los líderes más pragmáticos son quienes pasan al primer plano, los que se consideran “personas prácticas” que resuelven rápida y eficazmente los problemas urgentes, pero por eso mismo pueden tomar malas decisiones con consecuencias nefastas a mediano o largo plazo si no escuchan la voz de quienes piensan en profundidad lo que está pasando para comprender la naturaleza de la crisis. La respuesta no la tienen solo los científicos, ni solo los políticos, ni solo los filósofos, sino la colaboración inteligente, la mutua cooperación de todos en la previsión y prevención, en la capacidad de anticiparse y reaccionar a tiempo a los desafíos que tenemos por delante.

(*) Este artículo resume la primera parte de mi ensayo sobre “La era de la responsabilidad: el rol de la política en tiempos de incertidumbre”, publicado en dialogopolitico.org

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