Home Opinión El discurso del odio es incompatible con una renovación de la izquierda por Eduardo Gudynas
0

El discurso del odio es incompatible con una renovación de la izquierda por Eduardo Gudynas

El discurso del odio es incompatible con una renovación de la izquierda por Eduardo Gudynas
0

Cuando se aborda la transformación de las izquierdas no se puede esquivar el problema de los discursos del odio en la política. No pueden ser minimizados por varias razones, comenzando por su empleo a manos de la nueva derecha. En nuestro vecino, Brasil, Jair Bolsonaro lo desplegó con intensidad durante su campaña electoral, buscando generar repulsión, y hasta el asco, contra Lula da Silva, el Partido de los Trabajadores (PT) y sus aliados. Se repitieron estrategias empleadas por ejemplo por Donald Trump, mezclando noticias falsas, un ultranacionalismo de corte racista que le permitía atacar a negros e indígenas, y denunciando intervenciones extranjeras desde un nacionalismo simplista. Calificando a la oposición política como el “bandidaje” que debía ser eliminado, Bolsonaro logró penetrar en amplios sectores sociales que estaban desilusionados, cansados o irritados con el desempeño de los gobiernos del PT.

Fenómenos como esos han sido sufridos por las izquierdas desde hace largo tiempo. Por un lado expresaban el odio a personas y clases sociales, como podían ser los obreros, peones rurales, estudiantes o militantes políticos. Por el otro lado, también se atacaban ideas o conceptos, desde qué significa una huelga a los contenidos de la justicia social.

A medida que los debates políticos se simplifican y las ideas escasean, es más sencillo que las disputas deriven hacia burlas y desplantes, luego a denuncias alarmistas sin asidero, para finalmente caer en la retórica del odio. Las redes sociales imprimen otra velocidad y amplificación a esas posturas. De ese modo, en lugar de esgrimir argumentos se construye un mundo dividido entre dos bandos, con amigos y enemigos, fieles y traidores, y así sucesivamente.

La grieta

Es una dinámica que acecha, y basta observar lo que ocurre en Argentina. Los enfrentamientos a cada lado de lo que allí llaman la “grieta” se han alimentado por años, reproduciendo la crispación social, sin que se resuelvan los problemas de fondo en ese país, y desembocando en condiciones en las cuales habrá uno o algunos que estén dispuestos a cruzar el umbral de la violencia. Es justamente lo que ocurrió con el reciente atentado contra la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner.

Como reacción, el presidente Alberto Fernández volvió a denunciar a los promotores del odio, un latiguillo que emplea desde hace años, diciendo que su tarea era terminar con los “odiadores seriales”. Se le sumaron otros políticos kirchneristas, alimentando más la crispación al sostener que el atentado no fue por un “loco suelto” sino que se debería a “tres toneladas de editoriales en diarios, televisión y radios dándole lugar a los discursos violentos”.

Del otro lado de la grieta, inmediatamente recordaban que el hijo de la vicepresidenta, Máximo Kirchner había dicho unos pocos días antes que la oposición estaba viendo “quién mata al primer peronista”. Agregaron que los odiadores estaban en el gobierno, y repetieron sus denuncias sobre sobre corrupción, maniobras e improvisaciones del kirchenirsmo.

De un lado y otro de esa grieta se acusan mutuamente, cada vez con adjetivos más duros. Periodistas ultraconservadores, como Jorge Fernández Díaz, desde La Nación o radio Mitre lo hacen con una agresividad que sorprende y a por momentos asusta; a los minutos, desde el otro lado de ese abismo, otros periodistas, como Roberto Navarro, responden de modos similares. Cambian los bandos pero las palabras dichas son similares: mentirosos, falsos, corruptos, inútiles, irresponsables, etc. En las calles de Buenos Aires, como pude comprobar personalmente hace un par de días atrás, la situación es peor: se escuchan a taxistas que desean “eliminar” a todos los piqueteros por considerarlo inútiles, o trabajadores que quisieran “acabar” con toda la “oligarquía” de los “ricachones” porteños. No hay matices, sino demonios de un lado y ángeles del otro.

También hay que admitir que hay progresismos que cayeron en condiciones más graves. En Venezuela, bajo el colapso del proyecto político y de la gestión estatal, se recurre a esas prácticas como defensa para mantenerse en el poder. Estos y otros son ejemplos que no deben imitarse.

La renovación necesita de la política

Una renovación de las izquierdas uruguayas debe observar esas situaciones con atención porque no es inmune a esa deriva. En el país no faltan quienes coqueteen con esas prácticas en las redes sociales; incluso hay algunos políticos de la coalición que lanzan noticias exageradas o erradas, escondiendo una débil labor legislativa bajo un intenso uso de tuiter. Además, está el riesgo de que quienes son atacados de ese modo, respondan de la misma manera, o aquellos que imaginan que dividiendo la sociedad entre buenos y malos puede ser un buen atajo en la captación electoral.

Es esencial no caer en esas trampas, porque la retórica del odio es contraria a mandatos básicos de la una izquierda comprometida con la democracia, la solidaridad y la fraternidad. Cada bando asume tener siempre la razón, y lo que escucha o ve en sus adversarios, siempre es inaceptable. Por ello, no hay política en tanto no se quiere convencer a otros, sino que se busca silenciar o anular a los enemigos. Es una retórica que alimenta, al mismo tiempo, el temor. Se disemina el miedo, muchas veces basado en historias y fantasías sobre amenazas y acciones de esos enemigos por lo que también desde este otro flanco, deberían ser silenciados, neutralizados o eliminados. Los derechos humanos están seriamente amenazados.

No es posible una renovación política de la izquierda porque la retórica del odio impide no solamente el cambio sino que anula a la propia política, y por ello, como consecuencia, hace imposible un proyecto de izquierda. Cuando prevale el odio, ni la argumentación ni la deliberación tienen lugar, ya que el oponente es un enemigo; desaparece la política como una discusión pública. Tampoco pueden haber acercamientos ni terceras posiciones, en tanto ello sería propio de traidores. Se deshumaniza a las personas, se anulan sus diversidades, se denigran otras identidades, y todo ello se repite una y otra vez hasta que se naturaliza, volviéndose cotidiano. No puede sostenerse una izquierda en tanto no hay política, y la izquierda, a diferencia de posturas como las neoliberales, sólo se constituye si hay política.

“Vine aquí a terminar con los odiadores seriales” dijo el Presidente en el Día de la Independencia, Télam, 9 julio 2020, https://www.telam.com.ar/notas/202007/487374-alberto-fernandez-dia-de-la-independencia.html
Wado de Pedro: “No es un loco suelto: son tres toneladas de editoriales en diarios, televisión y radio”, La Nación, 2 setiembre 2022, https://www.lanacion.com.ar/politica/wado-de-pedro-no-es-un-loco-suelto-son-tres-toneladas-de-editoriales-en-diarios-television-y-radio-nid02092022/

POR MÁS PERIODISMO, APOYÁ VOCES

Nunca negamos nuestra línea editorial, pero tenemos un dogma: la absoluta amplitud para publicar a todos los que piensan diferente. Mantuvimos la independencia de partidos o gobiernos y nunca respondimos a intereses corporativos de ningún tipo de ideología. Hablemos claro, como siempre: necesitamos ayuda para sobrevivir.

Todas las semanas imprimimos 2500 ejemplares y vamos colgando en nuestra web todas las notas que son de libre acceso sin límite. Decenas de miles, nos leen en forma digital cada semana. No vamos a hacer suscripciones ni restringir nuestros contenidos.

Pensamos que el periodismo igual que la libertad, debe ser libre. Y es por eso que lanzamos una campaña de apoyo financiero y esperamos tu aporte solidario.
Si alguna vez te hicimos pensar con una nota, apoyá a VOCES.
Si muchas veces te enojaste con una opinión, apoyá a VOCES.
Si en alguna ocasión te encantó una entrevista, apoyá a VOCES.
Si encontraste algo novedoso en nuestras páginas, apoyá a VOCES
Si creés que la información confiable y el debate de ideas son fundamentales para tener una democracia plena, contá con VOCES.

Sin ti, no es posible el periodismo independiente; contamos contigo. Conozca aquí las opciones de apoyo.

//pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js
Semanario Voces Simplemente Voces. Nos interesa el debate de ideas. Ser capaces de generar nuevas líneas de pensamiento para perfeccionar la democracia uruguaya. Somos intransigentes defensores de la libertad de expresión y opinión. No tememos la lucha ideológica, por el contrario nos motiva a aprender más, a estudiar más y a no considerarnos dueños de la verdad.