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El pelo por encima del cuello de la camisa por Fernando Barboza

El pelo por encima del cuello de la camisa  por Fernando Barboza
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Para leer La estafa de la muerte, de Rafael Massa no hace falta justificarse como lector frecuente o adicto de novela negra ni tampoco se necesita un día de niebla, aunque esas dos condiciones tengan que ver con esta obra en la que el lector hará la comprobación de que la literatura es una materia tan noble que se permite hurgar en los misterios, flaquezas, pequeños brillos, miedos, traiciones en que empecina cierta ceguera de la condición humana mientras estalla el apabullante sonido del relato histórico con que se intenta acallar el sufrimiento.

En este trabajo de Rafael Massa la novela negra que, desde hace tiempo crece y se ensancha en recursos y espacios, y ángulos de visión de un mundo impiadoso y violento que encaja cada vez más en la medida de un género y es testigo de cómo se rompen y  transgrede impiadosamente las leyes y las normas, y con ellas, las vidas humanas. Habrá siempre algún vestigio de niebla implícita que encubre a los personajes que transitan las calles o boliches montevideanos aunque la acción transcurra un soleado domingo en Tristán Narvaja. Es así que la literatura, esa forma tan maravillosa de arte, advierte con mucha habilidad a los lectores que se trata de una “historia delirante”, y que habría ocurrido “a mediados de los setenta”, en tanto involucra “a guerrilleros, militares y civiles (…) en pactos e intercambios de información, dinero y documentos”,  y que en esas transacciones unos salvaron su honor, otros el pellejo, y “algunos más, los botines ocultos”.

A finales de la dictadura, un general afirmó que “a los vencedores no se les pide cuentas”, una mala copia de la frase original de George Orwell (1), en que el autor cuestiona a los “vencedores”: «Lo verdaderamente atemorizante del totalitarismo no es que cometa ‘atrocidades’, sino que ataca el concepto de la verdad objetiva: afirma controlar el pasado así como el futuro».

Se dice en un pasaje medular de “La estafa de la muerte” situado en los años 80´ que “Del honor de los militares que habían salvado la patria nadie tenía dudas ya en ese entonces”. Un evidente choque con la afirmación altanera del general que, como tantos de ayer y hoy, creía posible que el tiempo pudiera detenerse y dejar impresa para siempre una verdad única. El autor podría haberse tentado con pisar sobre ese terreno que parecía firme a esa altura de la historia y con la idealización que se extendía como maleza y que colocaba en posición ventajosa a los “vencidos”, víctimas indiscutidas, probadas, y aun así toma el enorme riesgo de “colocar bajo sospecha a los héroes”.

En La estafa de la muerte asoma la voz de una generación, la del 83. Hay un narrador que se sabe “hijo del pelo por encima de la camisa”, de los libros que no era permitido leer, de las pintadas en las madrugadas y no elude la paternidad de los noventa y el “sálvese quien pueda”. Ese mismo que  busca llenar “el vacío” de un padre al que las mentiras maternas defenestraron, a la vez que se percibe como alguien que permitió, escondido y en silencio, “como un mirón despreciable”, la tortura y la muerte, porque, confiesa: “no hice nada para evitarlo”. Y que se percibe como “la parte más delgada de un hilo cuyos extremos, bien anudados y llenos de mierda, los sostienen ciertos combatientes (…) que libraron la supuesta guerra que a ambos bandos justifica”.

La estafa de la muerte es una que, podrá emerger de un cajón de verduras en una feria para que alguien sepa cómo era ese asunto de la historia y los vencedores.

  • «Revisión de la historia» (Revising History) de su columna «Como me dé la gana» (As I Please) publicada en la revista Tribuneel 4 de febrero de 1944.

 

La estafa de la muerte, novela finalista en el Concurso Medellín Negro en 2016, forma parte de la trilogía La saga de la calle Yaguarón iniciada con Todos mienten, mención de Honor en el Premio Nacional de 2015 y que será continuada por Invención de la muerte. Sus Tres Nouvelles Oscuras, obtuvo la primera mención en Narrativa del Premio Onetti 2020, fueron comentadas hace poco en estas mismas páginas, cuando rompimos con la lógica o práctica de comentar una obra luego de publicada.

Rafael Massa es montevideano, nacido en 1962, es Ingeniero Civil. Asamblea, Mediomundo, La República, El Espectador, Brecha y Voces han sido medios periodísticos en los que ha trabajado.     En el campo teatral ha producido: Elena Quinteros, presente; Manhattan Medea y Las Tres Hermanas. Obtuvo el Premio Florencio a mejor texto de autor nacional de 2019 por la obra Rosa Luxemburgo, un cuerpo junto al Río Spree, escrita en colaboración con María Dodera, Marcel García y Gabriela Iribarren.

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