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EL PENSADOR Por Antonio Pippo  

EL PENSADOR  Por Antonio Pippo   
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Esta columna está destinada a los docentes. A todos, desde el ministro de Educación y Cultura hasta quienes están en la base de la pirámide.

No tengo certeza alguna de lo que he escrito aquí les interese. Tengo, eso sí, una prudente esperanza de que así sea.

Me surgió la idea, como tantas otras, en medio de la cuarentena que, ya lo confesé, cumplo respetando las indicaciones sanitarias. Y se me ocurrió que tantas personas con responsabilidades de formación de los demás, sometidas igualmente a una suerte de “tiempo muerto” variable a diario, podrían tomar lo que sigue como un constructivo insumo para una reflexión no acerca del corona virus, sino sobre cómo podrían ayudar a que nuestros futuros ciudadanos adultos sean mejores.

Porque si algo nos muestra esta pandemia es cuánta gente –demasiada- no está formada como personas responsables y respetuosas de lo que se decide como bien social, en este caso por encima del derecho individual. O sea priorizan su interés.

Y, quién sabe…

Repetiré, por enésima vez, una frase de Huxley: “Si nos convertimos en esclavos de nuestros hábitos y rutinas, nuestras reacciones ante los hechos del presente no serán espontáneas. Tendemos a reaccionar en función de algo que aprendimos en el pasado, en vez de reaccionar ante los hechos como son, aquí y ahora. Sería muy conveniente enseñar a los niños a comprender la importancia de lo que es el hábito y de lo que no lo es. Y admito que no resulta sencillo”.

Y es ahí, suerte de cruz de los caminos, donde debería comenzar la reflexión a la que, modestamente, estoy llamando a los docentes.

Hay fuentes a las cuales recurrir, como si esto fuese un rompecabezas, que, a decir verdad, lo es.

Un ejemplo surge de la más antigua cultura china, que luego tomó la Terapia Gestalt: enseñar a tener conciencia de los acontecimientos externos, sin lastres del pasado ni miedos al futuro. Algo así como ejercicios que nos acostumbren a pensar en el aquí y el ahora. “Aquí y ahora percibo…”; así recomendaban iniciar las frases como ejercicio de formación. Ha escrito Huxley: “Esos ejercicios, que pueden parecer pueriles, nos sirven para arrancarnos de la ciénaga de lo no real y traernos al presente y a la posibilidad de reaccionar de manera realista a lo que está pasando”.

A inicios del siglo XX alcanzó fama un psicoterapeuta suizo, Roger Vittoz, que fue muy afortunado en el tratamiento de las neurosis: enseñaba precisamente a tomar conciencia de los actos en apariencia más triviales –hasta dónde cualquier acto puede considerarse trivial- y usar la voluntad con conciencia plena de cualquier cosa que se hiciese. Es triste, pero sus métodos se abandonaron luego de su muerte.

También recordaré al psiquiatra ruso Alexander, cuyas teorías interesaron mucho al especialista John Dewey, que las siguió largo tiempo en sus ensayos. Alexander propuso y desarrolló programas para educar la mente y el cuerpo a la vez; sostuvo que la correcta posición del cuerpo, según las circunstancias, cuando se está en actitud de aprender, favorece la velocidad y la claridad con que la mente incorpora los nuevos conocimientos.

Finalmente –no quiero cansarlo, lector- es bueno recordar que Hebert Read, en su famoso ensayo “Educación por el arte” sugirió que a través de estas formas diversas pero que pueden ser complementarias, podría lograrse que los niños, que nacen con un intenso poder de visualizar e imaginar, no pierdan a partir de la pubertad, como sucede aún hoy, sino por el contrario la desarrollen, lo que denominó “imaginería eidética” que los infantes genéticamente sanos traen consigo. Si hay algo que los adultos hacen mal al educarlos –sentenció Read- es perturbarlos de tal forma que ese valor natural, al paso de los años, se diluya, cuando nada impediría que fuese conservado y se convirtiera a lo largo del desarrollo en una fuente de raciocinio, goce y beneficio intelectual.

¡Pavada de trabajo de reflexión acabo de tirarles encima a los docentes, si quieren aceptar el reto!

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Antonio Pippo Tiene 58 años de trabajo en el periodismo. Ha trabajado en todos los canales de TV del país, abiertos y por cable, menos VTV; ha trabajado en casi todos los diarios, semanarios y revistas (los que se han editado y los que aún se editan en el país); ha trabajado como columnista en varias radios. Ha sido docente de comunicación en la Universidad  ORT. Ha publicado seis libros. Ha dictado charlas y conferencias en la capital y diversas ciudades del interior sobre temas de periodismo. Fue productor general y co protagonista de un espectáculo de tango que se presentó en el país durante diez años, cerrando ese extenso ciclo el año pasado.