EL PENSADOR Por Antonio Pippo
Hay una definición de “palabra”, nacida del ingenio de Jorge Cuque Sclavo, que es toda una sentencia: “Cosa que el hombre antes empeñaba y ahora regala”.
¿Ejemplo? Los políticos autóctonos –yo diría la mayoría- que nos están propinando palabras como quien tira serpentinas, globos de agua o papelitos de colores en un desfile carnavalesco.
El tropezado camino de Bordaberry tratando de regresar al partido Colorado concluye con una frase ajena: “Sanguinetti me cortó un brazo”. Mientras tanto, el legendario líder paladea su discurso huidizo haciéndolo ininteligible, aunque con académica gestualidad, al abollar su papada contra el cuello, y Talvi gargantea rasposamente, con cierto agrande, sobre la inoportunidad del planteo.
Amado, al que nadie quitará el record de pata alzada sobre corralones partidarios para hallar un huequito y asegurarse una banca, acuerda con Daniel Martínez, pero con cara de póker declara que “no se irá al Frente Amplio”, dejando impreso en las paredes mentales de la escasa ciudadanía crítica el interrogante de qué otra cosa que unos babosos abrazos para fotos y el arrime de votos familiares de que dispone saldrá de esta comedia. En cuanto a la intención del ciclista ex intendente, su estrategia en este caso, llena de palabras regaladas, sólo la podría explicar Tu Sam si estuviese vivo.
Manini Ríos aclara día por medio, luego de abrir la boca en algún reportaje, que se entendió mal lo que dijo.
Los intendentes blancos, mientras balbucean como prescolares mal alimentados, imitan el baile de los pingüinos, anadeando entre un grupo propio, el desvalorizado Larrañaga y el precandidato presidencial de La Tahona, sin que nadie advierta con claridad adónde irán a parar.
Mieres reza. Sus oraciones son palabras regaladas, por más que las dirija a los cielos en busca de conseguir un par de adeptos más sin volver a meter la pata.
Novick llora. Pero se alcanza a descifrar entre esas lágrimas puteadas que abarcan nombres que conviene reservar porque… ¿a santo de qué exhibir aquí la identidad de los que huyeron de su lado igual que se huye del cólera?
Y en el Frente, ah, bueno, una explosión verbal regalada desde distintas tiendas, formando un intríngulis decepcionante –Astori, Vázquez y Mujica por un lado, los comunistas por otro, Miranda más allá aunque nadie lo entienda, etcétera- sobre Venezuela, el acuerdo con los finlandeses, la precandidata a vicepresidente y ahora la fantasmal aparición de cocaína por todas partes.
Sí, sí, claro. En campaña a pleno, sobran además palabras regaladas y colisionando entre sí como satélites viejos a miles de quilómetros del planeta –metáfora que significa “a distancia sideral de cualquier comprensión racional”-, acerca del déficit fiscal, la inflación, los bailes raperos del dólar, la inseguridad y la educación y la previsión social.
Hay una bifurcación y ningún camino conduce a buen destino.
Están, y creo que son más, aquellos que, por fanatismo o ignorancia, escuchan pero no prestan atención: sencillamente festejan, saltan, palmotean de modo idiota.
Y están, y creo que son menos, los que se dan cuenta que los están acribillando a palabras regaladas, a la manera de una gran payada colectiva luego de un asado bien regado con vino, y comienzan a persuadirse de que hay un error en alguna parte.
O los políticos muestran al fin qué piensan hacer realmente, o lo que se viene se parecerá demasiado a un viaje en un mal reconstruido tren fantasma, con el Pato Celeste de piloto.
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