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El simpático Oso Yogui

El simpático Oso Yogui
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Suele ser fatigosa la vida del pensador, sobre todo si, como ocurre en mi caso, aparecen etapas –cuyo origen la mayoría de las veces logro relacionar con unos sorprendentes acontecimientos políticos- de sucesivas pesadillas.

Algún día, seguramente remoto según vienen las cosas, me despertaré descansado, casi alegre, dicharachero y esperanzado, sin haber atravesado las horas de sueño tenebroso como anoche.

Cuando tomé conciencia de que seguía aquí, quiero decir en este planeta que camina hacia su extinción y en este país donde cada día vivir se parece más a despertar con brusquedad  a un pitbull que recién se durmió, tardé alrededor de media hora –tampoco la pavada- en identificar el hecho que había producido la nueva pesadilla.

Mario Bergara, el obeso pero simpático Oso Yogui presidente del Banco Central, había declarado, con soltura (bueno, relativa) y ancha sonrisa, que no descartaba ¡pero ni por asomo! ser candidato a la presidencia de la República por el Frente Amplio para las próximas elecciones.

Supongo que en su optimismo habrá considerado que, más que de él, esa posibilidad depende de si la coalición sobrevive al espantoso tsunami de Ancap, Pluna y UPM, no agrega más fracturas a las que ya padece y que por ahora no pegan ni con amianto y el gaucho payador y su barra la dan el visto bueno, en momentos que debieron poner en formol a Sendic, al Pelado de 18 y Ejido le creen menos que a López Mena y al señor de la derecha, y hay un lobby feminista aleteando y queriendo hacer historia con… ¿la enrulada con sonrisa de ciento veintitrés dientes, la Tronca fumando o masticando “maruja” legal, sor Goyeneche con colibríes revoloteando alrededor o Irmita “Puchero a la española” Leites?

Antes que nada, un reconocimiento: el simpático Oso Yogui –que con Blanquita tiene el marketing asegurado- posee un dominio actoral al borde de lo extraordinario para lograr que se le mire con tolerancia pese a cargar, sobre sí mismo, la imagen de un tipo que no está bien de la cabeza. Es más, tengo un amigo, frenteamplista desde que le daban el biberón –ahora toma vino de caja cuando quiere o puede, qué joder, porque además la economía se enlenteció-, que lo apoda “El tropeador”.

Nunca me ha querido decir por qué, pero yo supongo que si tropeó algo alguna vez, ya fue. Es pasado. No sé, me parece. Yo lo veo muy formal… y vigilado.

Esta cuestión de las candidaturas, desde que el bienaventurado de Pedro Picapiedra (si sustituyo su apellido es porque ya le han pegado bastante) le dio un mazazo en la nuca al Partido Colorado, el Guapo con tanto corcoveo sugiere que reflexiona en el Gusano Loco, el Cuquito quiere morir abrazado “a la positiva” como si fuera Scarlett Johansson, la biología se está llevando puesta a la gerontocracia populista y Mieres no logra explicar por qué su Partido Independiente es independiente si no se puede correr ni un cenicero sin consultarle, se ha convertido en una comedia de enredos desopilante, digna de Groucho Marx.

Groucho, dije, manga de sordos (perdón, es un mensaje para Marina, Abdala, Pereira, Andrade y El Pacha). ¿Lorier? No, no pasa nada. Es igual: una resonancia magnética reveló que sus neuronas son “Led”, de bajo consumo.

¡Ah, si viviera Boris Christoff! ¡Qué fiesta nos haríamos con sus predicciones sobre este gran disparate político nacional! (Aunque, pensándolo mejor, sería preferible que estuviera entre nosotros Tu Sam, porque a los idiotas no les quitaba la idiotez… pero los hipnotizaba).

Y Novick… ¡la pucha que genera más dudas que Guruceaga! ¿Piensa realmente, tiene ideas, un programa de alcaldía aunque sea?

Puedo ser injusto, pero le veo sólo una virtud: si lo votan puede nombrar canciller a su hijo. ¿Cuál? El vikingo pelado y barbudo de Peñarol. Con él saliendo al mundo con tapones de aluminio afilado Uruguay hará ruido. Que se cuiden el elefante rosado norteamericano y el coreano mongólico pelopincho.

¡Y podríamos jubilar a Nin Novoa, que ya ha jodido bastante! Y al pedo…

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Antonio Pippo Tiene 58 años de trabajo en el periodismo. Ha trabajado en todos los canales de TV del país, abiertos y por cable, menos VTV; ha trabajado en casi todos los diarios, semanarios y revistas (los que se han editado y los que aún se editan en el país); ha trabajado como columnista en varias radios. Ha sido docente de comunicación en la Universidad  ORT. Ha publicado seis libros. Ha dictado charlas y conferencias en la capital y diversas ciudades del interior sobre temas de periodismo. Fue productor general y co protagonista de un espectáculo de tango que se presentó en el país durante diez años, cerrando ese extenso ciclo el año pasado.