Jorge Batlle hablaba de países, que como el nuestro, en diferentes partes del mundo, tienen una presencia importante en la sociedad global, sin grandes territorios y con una demografía limitada. Esa idea, cuando lo fundamental es la investigación, el conocimiento y el comercio, tiene cada vez más vigencia. Y es propia de un estadista creativo y con mirada no solo inmediatista sino también de mediano y largo plazo.
El mencionaba con mucho énfasis a Bélgica, Finlandia, Singapur, Hong Kong e Israel y otros ejemplos similares. Esta idea la tomamos cuando en el puerto hubo que pensar en posibles interesados en la terminal de contenedores. El lanzamiento de la licitación en Europa la hizo el Presidente de la época, el Dr. Sanguinetti en el Puerto de Génova. Nada más oportuno por los lazos y vínculos que el país tiene con Italia y en particular ese puerto. En ese mismo viaje, brindamos una conferencia en el Puerto de Gante, Bélgica, y nos encontramos con la grata presencia de los dos principales operadores portuarios de ese país. En estos momentos, la terminal de contenedores es explotada por uno de ellos. Era evidente que la experiencia de Bélgica iba a ser útil para el Uruguay. Bélgica se ubica entre los dos principales productos brutos de Europa, Alemania y Francia, y tiene un gran desarrollo portuario prestando servicios a los mismos. Uruguay, entre Brasil y Argentina se encuentra en situación muy parecida. Por supuesto que con Bélgica, además, tenemos otras circunstancias de carácter histórico que nos vinculan.
Nuestros procesos independentistas se concretan en 1830. Se aprueban en ese año las dos constituciones. En ambos casos juega Gran Bretaña, la potencia marítima de la época, un importante rol articulador. Instantes en que se desarrollaban en ambos continentes los fenómenos nacionales, dando espacio a los estados que luego marcarían el mapa político del mundo desde entonces hasta nuestros días.
Finlandia, tiene vínculos más cercanos en el tiempo. Se relaciona también a través de inversiones en nuestro territorio. Se trata de las pasteras. Un proceso que está consolidado y tiene tanta importancia. Un país más lejano. Sin embargo, tiene una presencia que se considera por la principal inversión extranjera que recibió nuestro país. Sin duda eso es así en los últimos cincuenta años. Allí tuve una actuación muy limitada, cuando como legislador colabore con la norma legal que hizo posible esa inversión. Lo importante, que estos dos emprendimientos fueron, exitosos y están consolidados hoy. No por casualidad llegaron al Uruguay. En este último caso, tenemos suelos aptos para la forestación, se habían hecho los esfuerzos necesarios para comenzar un proceso productivo en esa materia, y nos vieron en condiciones de apoyar y desarrollar toda su experiencia. Aquí también lo geográfico juega desde otro punto de vista un rol importante.
Demás está decir que la institucionalidad del Uruguay fue decisiva para que se produjeran estas dos grandes inversiones, que han transformado el país para mejor. Tenemos que ser respetuosos de la inversión extranjera. Con el ahorro interno no podemos financiar nuestro crecimiento.
También es fundamental explorar y profundizar procesos de sinergia productiva e inversión en todo lo posible.
Pero además hay un vínculo ancestral, que sigue teniendo actualidad, tal vez más que nunca, en estos tiempos. Los tres países tienen en sus principales vecinos, grandes oportunidades. Y también en ellos, factores de dificultad muy notorias. A los tres, les son imprescindibles otros aliados,
lejanos, que respalden sus soberanías. El objetivo de sus políticas hacia el exterior, tiene que necesariamente ser de amistad y equilibrio en ambos casos.
La historia de Finlandia es ejemplar. Un país de seis millones de habitantes, que tuvo que navegar en aguas difíciles desde durante todo el siglo XX. Siempre bajo la presión de Rusia en un tiempo y la URSS en otros. Allí un pueblo decidido supo vencer al poderoso vecino. Por supuesto que esto recuerda también la epopeya de estos días de Ucrania. Pero con una diferencia. Cuando venció, y nada menos que durante el desarrollo de la segunda guerra mundial, busco siempre ser funcional y útil a sus vecinos. En su caso la URSS. Y también Suecia y Alemania. En un esfuerzo por consolidar independencia y soberanía desde la resistencia. El equilibrio entre asumir el conflicto pero buscarle una solución de permanencia es francamente ejemplar.
El Uruguay tiene que tener con países como Bélgica y Finlandia relaciones lo más próximas y cooperativas posibles en todos los frentes. Político, institucional, económico, cultural. Y también aprovechar de sus experiencias y lecciones aprendidas, para su consumo. Porque nuestro destino no por ello se aleja de nuestros vecinos y la región. La inteligencia, resiliencia, perseverancia y amplitud de miras tiene que estar presente. Como lo promovió Artigas con su epopeya. Y lo pensó Jorge Batlle con su visión e inteligencia de largo plazo. Esto no es nada accesorio. Es central en la formulación de nuestra nacionalidad. Tenemos que ser un país de puertas abiertas. Con investigación y desarrollo tecnológico, que preste servicios a la región y el mundo.
Con Finlandia y Bélgica el proceso de inversión y colaboración recién ha comenzado. Ahora hay que profundizarlo. Necesitamos seguir en la evolución que Finlandia tuvo con la madera. Hoy exporta inteligencia para construir y calidad de diseño. Y ello le ha sido fundamental. Tenemos que utilizar la terminal en manos de los belgas para vender servicios portuarios más sofisticados y competitivos a la región. Todo el sistema político del país, en definitiva, ha hecho posible que este proceso de excelencia haya comenzado y sentado bases muy sólidas. Se generó en gobiernos blancos, colorados y tuvieron un impulso muy importante durante las tres administraciones frenteamplistas. Nos va la vida seguir por este camino.
En el momento que redacto estas líneas, Finlandia ingresa a la OTAN y Putin amenaza con tomar medidas ante esta situación. Un nuevo proceso de enfrentamiento entre este país y Rusia asoma en el horizonte. Una oportunidad sin duda para Uruguay. Los finlandeses ya nos conocen, han hecho negocios con nosotros. Tal vez necesiten sitios de inversión donde radicar capitales. Todas son oportunidades que el país tiene que explorar y profundizar.
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