Gervasio Aznarez, militante blanco: Ningún partido está exento de contradicciones
Es el político más joven que participó en las elecciones internas con su propia lista, en Colonia, de donde es oriundo. Pertenece a esta nueva generación que ha incursionado sin pedir permiso en la política partidaria. Gran lector, cuestionador y reflexivo, es de los que no se callan nada, y mantiene firme su convicción de blanco como hueso de bagual. Vale la pena conocerlo.
Por Jorge Lauro y Alfredo García / Fotos: Rodrigo López
PERFIL:
Nació el de 2 de julio de 2001, en Carmelo, Colonia. Su madre es licenciada en Comercio Exterior, trabajó muchos años en la bodega Irurtia y su padre es ingeniero agrónomo. Tiene una hermana menor, Manuela, que estudia ingeniería. Fue a la escuela Nro. 92 en Carmelo. A los trece años se vino a Montevideo a jugar al fútbol en Peñarol y en Wanderers. Es hincha de Artigas de Carmelo y simpatizante de Plaza Colonia. Estudia sociología en la Facultad de Ciencias Sociales de la Udelar.
¿El interés por la política de dónde surge?
Hay varias aristas. La primera es un gusto por la historia y por eso soy blanco. Creo que es intrínseca al hecho de ser blanco una visión de la historia. Porque ser blanco es una forma de ser oriental. Está muy vinculado no solo a la interpretación de la historia del siglo XX, sino también de la historia del siglo XIX. Es confrontar con la idea de la civilización y la barbarie. Y volviendo a eso de por qué la política. Primero la historia y después un interés por el drama nacional y las cuestiones públicas.
¿Qué es ser blanco?
Obviamente no es que ser blanco no sea una cuestión racional, pero hay mucho sentimiento. Pero una cosa es el Partido Nacional y otra cosa es ser blanco. Es un modo de ver el país. Y, como decía Quijano, un país es tradición y es proyecto. Y creo que hay mucho de eso. Y está el hecho de entender de una forma la historia. Pero principalmente es una forma de ver y de sentir el país, la región y la vida misma. Y como todo lo que se agrupa alrededor de una forma de sentir, tiene su liturgia.
Racionalmente, dame tres características del ser blanco.
Bueno, hay una vocación descentralizadora. Hay mucho de herencia federal que puede arrancar en Artigas. Creo que la libertad ha sido un valor fundamental del partido y del hecho de ser blanco. La libertad, entendida en un sentido muy antropológico, entendida en el sentido más amplio de la palabra. Y hay en la libertad una conexión con la justicia. El Partido Nacional siempre ha absorbido muy bien los vientos de la época. Los partidos tradicionales tienen forma de movimiento y por eso tienen tantas contradicciones adentro. Y después hay cuestiones que hacen a la esencia del Partido Nacional, que es tomar decisiones políticas que políticamente no son las que rinden. A veces no se entiende de afuera y se me vienen a la cabeza varias en este gobierno. Bueno, Wilson murió de caducidad y creo que eso forma parte del ADN.
¿Qué pesa más, el pensamiento de Herrera o el de Wilson?
Creo que no hay una contradicción entre Herrera y Wilson. Creo que en muchos sentidos hay una línea de continuidad. Creo que Herrera cometió el acierto de escribir mucho. Wilson escribía muy bien, muchas veces escribió con un seudónimo. Pero creo que no quedó el pensamiento de Wilson por escrito. Eso facilita las diferentes interpretaciones y es un desafío que tenemos para adelante. Yo, como cualquier joven wilsonista, al principio a Herrera le tenía un poco de recelo, y después lo fui aprendiendo a querer.
Tranzó con el diablo para llegar al poder. Con Terra, en el 33; y con Nardone, en el 58.
Fue un hombre de su época y marcó sin lugar a duda el Uruguay, y marcó al Partido Nacional como pocos. Y no me parece que haya una contradicción, histórica. Me parece que el partido absorbió el viento de la época. Yo al partido lo he aprendido a querer sin inventario. Ningún partido está exento de contradicciones. De hecho, las contradicciones que tiene el partido son las que lo han hecho sobrevivir a lo largo del tiempo.
Wilson antepuso sus intereses personales por un tema democrático.
Sale de la cárcel y habla de la gobernabilidad.
Cuentan que Wilson llegaba al interior de gira y al presentador le decía: “Hoy acá decí: ‘Soy herrerista’”.
Un oportunista cualquiera.
Es que la política no es literatura.
Una cosa es pragmatismo y otra cosa es coherencia.
Yo creo que pragmatismo no es dejar las ideas de la puerta para afuera. Y en la lista del 71 de Wilson en el Senado había un lote de herreristas. Entre los cinco primeros estaban Santoro y el Toba. Creo que hay una forma de querer y de entender al país que, independientemente de las circunstancias, el partido logró sintonizar. Y obviamente a mí la figura de Wilson me atravesó y me atraviesa hasta el día de hoy, y en los momentos más complicados uno piensa: ¿qué haría Wilson en este momento? Lo que me alegra muchísimo es que a mi generación todavía Wilson le repercute.
Circula el video de Wilson sobre que se puede ser blanco o colorado pero no se puede ser de los partidos tradicionales.
Eso sigue siendo cierto hasta el día de hoy. Yo tengo poco que ver con mucho colorado y tengo una interpretación de la historia absolutamente contraria. Y hay temas de la actualidad que seguramente no comparto para nada, lo que no quiere decir que no puedo compartir en algunos puntos un acuerdo programático de gobierno para seguir adelante. Tampoco soy de los que tienen un sentimiento coalicionista, a mí me queda incómodo participar de una coalición de gobierno. Pero creo que la contradicción en el Frente Amplio es más grande que en esta coalición que articuló Lacalle Pou. Si le da la salida que el país precisa y si la encabeza el Partido Nacional, sigue siendo una buena herramienta.
Decís que a los jóvenes les repercute Wilson, igual que Aparicio. Es más mística que pensamiento concreto.
Pero hay una mirada de desarrollo nacional y descentralizadora que sigue estando vigente. Siempre entendiendo que los tiempos cambiaron. Pero que el país tiene que desarrollarse porque si no, no tiene salida, no cabe duda. Creo que el gran desafío del partido es plantear una agenda de cara al tiempo que viene, que tiene mucho que ver con algunas cosas que Wilson decía en NUESTRO COMPROMISO CON USTED.
¿En este período viste algo de eso?
Este gobierno ha tenido una vocación descentralizadora importante. Creo que el Uruguay se desarrolla si potencia al sector agropecuario y eso Wilson lo entendía muy bien. Hay que incentivar desde el Estado que mucha gente y muchos hijos de los productores actuales permanezcan en el campo. Y este gobierno llevó adelante una inversión en obra pública como ningún otro. Llevó adelante mejoras en el interior vinculadas a la salud. Y eso la gente lo ve.
También ve el atraso cambiario.
Recuerdo que cuando asumió el gobierno Mario Bergara hizo declaraciones diciendo que este gobierno estaba aliado con los sectores agroexportadores y a los malla oro y por eso se disparaba el dólar. Y ahora, está denunciando que hay un atraso cambiario insoportable. La política monetaria tiene que ser una, más allá de los gobiernos.
¿Vos reivindicás a Quijano?
Yo formé parte de un Frente Carlos Quijano, que fue una linda etapa. Me parece que al partido hay que darle una corriente de pensamiento y que es necesario que forme cuadros políticos preparados para una nueva etapa que se abre. La figura de Quijano era una figura interesante, que hay que saber leer. Me acuerdo que, antes de fallecer, Quijano escribió una columna desde el exilio que decía: “Por donde hemos andado no está el camino”. Y yo leí eso después de haber leído todo Quijano.
Marcó una generación enorme de gente de todo pelo.
Era un país que tenía de docentes en el IAVA a Idea Vilariño y Real de Azúa,
era otro país. Quijano reivindicó a los inicios de la Unión Cívica Radical con Leandro N. Alem. Empezó a ser crítico con Yrigoyen. A Perón lo masacró como casi ningún otro en Uruguay. En el golpe de Terra estuvo en Buenos Aires y escribió lo que pasaba durante la dictadura. Después denunció el golpe contra Perón. Después reivindicó un pensamiento marxista, pero no militante, sino muy libre. Eso siempre me llamó mucho la atención porque no lo había visto en ningún otro. Era un liberal de izquierda, pero a su vez tenía una visión económica que sintonizaba con otros sectores del pensamiento. Sin lugar a dudas fue muy libre y quizás fue olvidado como todos los libres a la hora de pensar. No siguió dogmas y eso hay que resaltarlo y creo que hay algunas cuestiones económicas que siguen vigentes. Y hay una cuestión muy blanca en la forma de entender la historia. Siempre tuvo una vocación por entender el Uruguay real.
Recién dijiste que hay que planificar una visión de partido del siglo XXI. ¿Cómo definirías ese camino?
El partido es viejo porque atravesó siglos, pero a su vez es un partido muy joven. Porque participan una cantidad de jóvenes como en ningún otro Y está inserto en una nueva etapa política. Los liderazgos que han marcado al Uruguay durante mucho tiempo, por diferentes razones, hoy empiezan a no estar. Y creo que un partido que va llegando a los 200 años, tiene que pensar qué tipo de partido quiere ser. Tiene la obligación moral de sintonizar con un sector de la sociedad que le cuesta mucho.
¿A los trabajadores?
No. El partido los supo representar muy bien. De hecho, fue vanguardista en materia de legislación laboral y por diferentes motivos algunos proyectos de ley se pusieron en algunos cajones. Hoy el partido tiene diferentes desafíos por delante. El primero es fijar un proyecto metropolitano, porque si no, no es un partido nacional. Después hay cosas que me parecen fundamentales. La primera es cómo sintonizamos con los que no son blancos. Sin dejar de lado la liturgia, tiene que dialogar mejor con gente que no viene de este palo, que es una mayoría. Porque con poncho blanco no le vamos a llegar a un montón de gente que es de mi generación. Y el partido tiene que empezar a hablar de las nuevas tecnologías. Me parece que hay una nueva generación en el Partido Nacional que está pidiendo cancha.
¿Ustedes son los que van a matar a Lacalle Pou?
No, no. Ninguna revolución rompe del todo con el pasado. Rompe con el presente. La revolución soviética no dejó de lado a Pedro el Grande y la revolución cubana no dejó de lado a Martí y a Maceo. La revolución del 1904 no dejó de lado a la Revolución de las Lanzas. Pero a mí me parece que el partido tiene la generación del 83, que llegó tarde a la gestión y a los lugares de decisión. Y después hay otra generación que sintoniza hoy en día mucho mejor con muchísima gente. Porque habla otro idioma, tiene otra dinámica, entiende más fácil algunas cuestiones que son hijas de este tiempo. Y después está mi generación, que viene siendo porque todavía está por verse, que viene pidiendo cancha y que termina siendo una síntesis de las dos. Porque es necesario cargar con la divisa, pero también es necesario saber cómo mirar para adelante en el tiempo. No vayamos a ser como Hemingway, que llamó a su generación “La Generación Perdida”. Esperemos que salga otra cosa. Pero yo soy muy optimista de cara al tiempo que viene. Y esta elección es clave para eso. La interna fue una elección donde muchos jóvenes se probaron y demostraron que están a la altura.
¿Se acaba la gerontocracia del Partido Nacional?
Creo que en política, tan importante como los votos, es el tiempo. Hay una generación que viene con ganas de aportarle al partido una visión de país y que en política los proyectos son colectivos, no son proyectos individuales.
¿Cuán distinta es esa visión del país de la que predomina hoy?
Creo que hay una diferencia en los tiempos, la forma de comunicar, en el lenguaje y en la dinámica. Los tiempos actuales de la política son otros. Y lo digo yo, que planteo muchas críticas, porque a veces la política va al ritmo del Twitter y eso para mí es un error fundamental. Me parece que podemos brindar al partido una generación que tenga solidez programática, que sepa llevar la bandera y proyectarla hacia adelante.
¿Se tiene que entrar a los codazos?
Sí, la política es codazos. Eso siempre ha sido así y va a ser siempre así. Y está bien que sea así.
No podés pedir permiso.
Yo conozco alguno que por pedir permiso se ha quedado afuera. Yo no suelo pedir permiso.
También está el que abre la puerta subrepticiamente.
Contra eso no puedo hacer nada. A mí no me ha pasado.
Pasó con la fórmula ahora.
Era de manual. Esa pregunta iba de cajón. Y no solo la fórmula. Me temo que pasa en todos los partidos. También me temo que las redes han ido en contra de una idea de la militancia un tanto más clásica que yo reivindico. Y del hecho de representar. La política representa y creo que hay que tener
vocación de representar y vocación política. Hoy en día lo que pasa en política es lo tuiteado. Y si no lo tuitean, no pasó. Y me parece que eso es un error.
Es muy superficial muchas veces.
Y los medios de comunicación también son responsables de eso. Y ahí creo que les cabe una crítica. Pero a lo que voy es que yo tengo una visión un poco más conservadora de la militancia política.
¿Sigue siendo viable?
La política tiene mucho más de arte que de ciencia. Y la política es saber comunicar. Por eso creo que nuestro presidente ha sido un excelente político. Comunica casi como ningún otro.
Casi como Mujica.
Bueno, creo que son los dos que comunican mejor hoy en día, cada uno a su forma. Y a este desafío generacional también se le plantea saber comunicar bien para llegar a un montón de gente que no está llegando. Porque después aparecen los fenómenos como Sartori, que son los votos que nos faltaron ahora en Montevideo. Tenemos que lograr llegar desde la política.
La participación disminuye en el mundo. Es un poco nostálgico lo que estás planteando vos.
Hay que sintetizar, lograr comunicar con la dinámica actual, que es breve y es rápida, sin perder el contenido. Hay una diferencia entre comunicar con la dinámica actual, sin absolutamente nada de contenido y es simplemente foto y eslogan, y después está el mensaje político. ¿Mujica cómo hace para llegar a la gente? ¿O estamos planteando que tampoco Luis tiene un mensaje con contenido? Ambos tienen solidez política y sin embargo llegan muy bien. No podemos correr el peligro de no comunicar nada.
Y emergen fenómenos como Ojeda, con la profundidad de medio milímetro.
Creo que al final del día el uruguayo es inteligente y sabe valorar a los buenos dirigentes políticos. Hay que elevar el nivel de la discusión política, porque si no, le hacemos el juego a la chatura intelectual. Y si algo precisa el país en este momento es tratar de pensar un poquito más allá.
Hay una banalización de la política.
A mí me revienta. Sin lugar a duda, me interesa que el país tenga dirigentes políticos. Por eso insisto en que el partido tiene que generar cuadros políticos. Que los está generando naturalmente. Pero a veces temo que el Uruguay se esté volviendo poco educado y poco culto.
Es horrible lo de “todo pasado fue mejor”, pero en la dirigencia hay un abismo intelectual.
Y por eso aparecimos nosotros, que reivindicamos la actividad política, pese a que no está de moda. Y pese a que hay un discurso que campea, según el cual los dirigentes políticos son todos iguales. Y por otros lados, surge el concepto de “casta”, que nadie está vacunado contra los malos dirigentes políticos. Lo que no podemos hacer es una norma con eso. La política tiene que ver con lo más esencial del ser humano. Y el país históricamente ha valorado eso y ha dado grandísimos dirigentes políticos. Incluso hoy en día, tampoco vamos a ser fatalistas, pero es un desafío para todos los partidos.
¿Siguen teniendo vigencia las categorías de izquierda y derecha?
No, porque no representan a nadie. ¿Para vos Orsi es de izquierda? Y sale a defender los barrios privados. ¿Y Lacalle Pou es de derecha? Y su gobierno invirtió como ningún otro en obra pública.
Y la va a pagar el de Orsi.
En todo caso será el de Álvaro Delgado
Sos contradictorio, acabás de reivindicar a Quijano y decís que no existe izquierda ni derecha.
Lo que pasa es que Quijano escribía hace cincuenta años y creo que el mundo ha cambiado mucho. ¿Macron es de derecha o de izquierda? Yo creo que son conceptos viejos.
¿Qué categorías definen: nacionalismo y globalismo?
Y ahí entra nuestro nacionalismo, que no va en contra de lo global. Ser nacionalista para nosotros es pensar lo global desde lo nacional. El nuestro siempre ha sido nacionalismo de inclusión y de brazos abiertos. Y después hay nacionalismos que han fracasado, que son nacionalismos de exclusión. Para un gringo no es lo mismo ser liberal que serlo en Argentina hoy en día.
Por eso creo que hay discursos que están determinados por la época y que terminan quedando perimidos. Yo he visto gobiernos que se llamaban de izquierda, que no tuvieron ninguna postura coherente. Cuando en Uruguay decíamos que tenía quince años de gobierno de izquierda se extranjerizaba la tierra en tiempo récord. Me parece que hoy lo más importante de todo es que la región se ponga de acuerdo en algunos temas fundamentales. En la ola progresista creo que perdimos el tiempo en algunas cuestiones que podían hacer a la integración regional.
¿Tu nacionalismo está contra la inversión extranjera?
Tiene mucho que ver con cuidar el trabajo nacional y si la inversión tecnológica facilita, como pasó, que un montón de los nuestros la adoptaran
y la estén aplicando hoy en día con muchísimo éxito, no está mal.
No entiendo la recriminación, entonces.
Pero ha sido una bandera histórica de la izquierda.
Wilson tenía en NUESTRO COMPROMISO CON USTED la reforma agraria.
Pero eso no era “a desalambrar, a desalambrar”. Era alambrar. Y creo que eso también sigue vigente hoy en día. Tratar de que la tierra logre productividad.
¿En manos de quién? Unos japoneses acaban de comprar 40.000 hectáreas en el gobierno nacionalista blanco.
Es verdad. Pero creo que esa discusión de quién más y quién menos ya no importa. Pues, en definitiva, lo más importante y creo que este gobierno lo ha tratado muy bien, es que haya trabajo para la gente nuestra. El agro en 2023 emplea alrededor de doscientas mil personas. Este gobierno ha hecho cosas sustanciales. El trazado de la Ruta 6 le abre la puerta a un sector del país que durante muchos años ha estado olvidado de que es un sector que puede ser sumamente productivo. Y después la unión de la Laguna Merín con la Laguna de los Patos por el Canal San Gonzalo. Hay obras que tienen que ver con el país real y que hacen al desarrollo integral. A mí me gustaría que en esta campaña electoral logremos discutir del país que está del Santa Lucía hacia afuera y me parece que, en eso, hay cuestiones en que nos tenemos que poner de acuerdo.
¿Hay diálogo intergeneracional entre blancos, frentistas y colorados?
Yo tengo excelente relación con compañeros, que tienen proyección dentro del Frente Amplio. Lo veo positivo porque nos sube la vara del debate.
Tener en contraposición una opinión fuerte, sólida y con un nivel alto a nosotros nos mejora porque te obliga a estudiar, a prepararte. Me imagino que, en los próximos años, si la vida política nos lleva a algún lado, yo elijo confrontar con gente que realmente nos ayude a ser mejores.
Uno de los problemas Partido Nacional es que los intendentes son como señores feudales. Son caudillos.
No, no estoy de acuerdo. Yo al caudillo no le pongo una connotación peyorativa. ¿Mujica es un caudillo?
Mujica es un dirigente político, no un caudillo.
Lincoln Maiztegui, cuando escribió Caudillos, no decía lo mismo. Incluso
reivindicaba a Rivera.
¿Cómo cambiás un partido con políticos que son dueños y señores de la intendencia?
No me hago cargo de todo lo que están diciendo. No lo comparto porque conozco la realidad y creo que las gestiones departamentales son excelentes. Hay que ir nomás a las ciudades del Interior y ver.
¿El planteo es cómo cambiás la cultura partidaria?
Pero eso no va contra los liderazgos departamentales, que creo que es una de las cosas más grandes que tiene el partido. La gente va y elige libre.
También elige porque le dan laburo. Caram en Artigas o Moreira en Colonia, por ejemplo.
Es una discusión que yo he tenido muchas veces. Si yo te doy un cargo a ti, hay diez personas que quedan descontentas. Esa postura primero trata de tonta a la gente y segundo, no tiene en cuenta que hay una mayoría enorme de gente que no está vinculada laboralmente a la Intendencia. Creo que la gente a la hora de votar se enfrenta en la urna y no hay lugar donde el hombre sea más libre y por algo la gente elige lo que elige. He andado y conozco las gestiones departamentales. Yo veo liderazgos locales y nuevos liderazgos en el interior que me llaman muy positivamente la atención. Veo que hay un recambio.
¿En dónde?
En Durazno a Felipe Algorta y en Maldonado a Diego Echeverría, que son ambos diputados muy jóvenes. Veo en Rocha a Fabricio Núñez, que tiene 25 años y fue la lista más votada del Partido Nacional. Veo Joaquín Gómez, que es alcalde de Dolores y fue una de las listas más votada dentro del departamento. En Colonia dicen que hay un muchacho de Carmelo que anduvo bastante bien, un tal Aznarez. En Cerro Largo el intendente José Yurramendi es joven. Hay candidatos muy jóvenes, de 23, 24 años y eso no pasa en ningún otro partido. Eso en el Partido Nacional es un activo y estamos en un proceso de renovación partidaria que, como decía el Martín Fierro, “el fuego pa’ calentar tiene que salir de abajo”. Enseguida después del balotaje una de las cosas que voy a hacer es fortalecer ese diálogo entre los liderazgos jóvenes que van surgiendo en el partido.
¿Hay balotaje?
Creo la gente no tiene esa vocación de cambio que se sentía tan fuerte en 2018. Y sé que la continuidad tiene menos onda marketinera.
¿Por qué tuvieron menos votos en la interna?
Hay dos motivos. El primero, la interna no fue disputada, y a los blancos nos gustan las internas fuertes. Por eso en los departamentos del interior, donde las internas no estaban cantadas, la votación fue tan buena, por encima de la elección anterior. Y después votamos mal en la zona metropolitana porque el partido ha cometido el error de no presentar un proyecto a largo plazo. Y creo que fue un error no haber seguido con el proyecto anterior. Tiene que haber una lógica de pensar a Montevideo. El partido no puede quedar ajeno a la situación capitalina y además hay tierra fértil porque la gestión ha sido realmente pésima.
¿El montevideano es tan bobo que vota al Frente?
Para mí la gente nunca es boba y los pueblos tienen los gobiernos que se merecen.
Dijiste que derecha e izquierda no corren como categorías. ¿Hay clases sociales?
Nunca fuimos nosotros de separar a la sociedad en clases. Eso viene de otra corriente. No hay clases sociales. Creo que la pobreza por falta de oportunidades todavía es un dolor que tiene el país. Si algo he aprendido en la carrera, ha sido poder ver el peso de la estructura social sobre el individuo. Indudablemente hay injusticias en la sociedad que permean, y que son imperdonables. No ha sido nunca una división de clase la que hemos tomado en el partido.
¿Cuando favorecés a los malla oro, no estás hablando de clases?
No he logrado todavía descifrar en estos cuatro o cinco años quiénes son los malla oro. Tampoco me molestó eso, porque lo más seguro es que son los que en el Uruguay generan trabajo. La mayor cantidad de fuentes laborales la dan las pequeñas y medianas empresas. El malla oro para correr tiene que tener un pelotón que lo acompañe en el ciclismo. No hay malla oro si no hay un equipo que lo sostenga.
¿Cuál es el rol de los sindicatos en tu visión de Partido Nacional?
Para mí los sindicatos son una herramienta, un instrumento que hacen a la vida del país. No tengo una visión antisindicato. Lo que sí creo es que hemos tenido malos sindicalistas, así como también creo que el partido no ha hecho el esfuerzo necesario o no ha estado preparado para tener un diálogo directo con los sindicatos. Creo que el partido en el futuro debe tener gente idónea para poder hablar el mismo lenguaje y poder, además, absorber contenido para trasladarlo al partido.
Ahora absobieron a Ripoll y a Patricia Rodríguez, vienen bien rumbeados.
Sí, pero la historia del siglo XX del Uruguay tiene al Partido Nacional ligado bastante estrechamente con algunos sindicatos. Y si lo hemos perdido, es algo que tenemos que recuperar.
Desmantelaron la Secretaría de Asuntos Sociales.
Sería algo que con las exigencias de esta época hay que retomar. Y sería bueno también que el partido tenga gente participando de los sindicatos, porque, si no, es muy fácil, pararse afuera y tirar piedras a la ventana. Y es un error que hemos cometido en esta parte. Sin lugar a dudas es un debe que tenemos y, si queremos brindarle al partido un aporte, también está vinculado a eso, a tratar de mejorar el diálogo con esos sectores de la sociedad. Hemos fallado muchas veces en la comunicación.
Vamos a los bifes. ¿Cuántos votos sacaste en Colonia?
Mil cincuenta y cuatro votos hubo en total. Fuimos sin candidato a intendente, era la lista nacional y departamental de convencionales. Y eso es muy difícil de vender en el interior.
¿Y por qué no tenían candidato?
Porque hay momentos cruciales en que hay que marcar una voz y, en este caso en particular, la forma era esa. Y a pesar de que sea muy difícil pedirle la confianza a la gente cuando en Colonia hay muchos candidatos a intendente, después de los cuatro primeros, venimos nosotros y eso fue espectacular. Logramos organizar un movimiento que surgió de la elección de jóvenes, que se llama Proyecto Colonia, que tiene un impulso juvenil importantísimo. Y nucleamos en una especie de síntesis entre generaciones a agrupaciones que venían de antes. Y una de ellas es la agrupación de Miguel Asqueta, que encabezó la lista departamental, que fue Director General de Salud durante toda la pandemia. Rápidamente encolumnamos un espacio político que va a quedar para adelante y que nos posiciona hoy como una de las cuatro o cinco fuerzas fundamentales y necesarias para definir la candidatura a la Intendencia y obviamente la lista en octubre.
¿Apuntás a la diputación?
Apunto a estar donde el partido decida. Puedo estar en el banco hasta cumplir los 25, que me falta un año y poquito. Pero también queremos posicionar una fuerza política en el departamento, me parece que Colonia es un departamento que está en un cruce de caminos. Tengo la vocación de dejar una barra en el departamento, de que haya un equipo que pueda transmitir todas estas cosas que venimos conversando. Y cuando hablo de renovación, no es solamente una cuestión generacional. Pero después hay una cuestión de actitud, y creo que rápidamente en el período que viene hay que tratar de tener un diálogo entre algunas fuerzas del interior para darle al partido un sector nacional que valga la pena y que nos nuclee a muchos. Eso es algo que nos debemos, porque estamos muy dispersos.
El Herrerismo se comió el partido.
¿Qué herrerismo? Hay muchos wilsonistas que han estado con Lacalle Pou. Soy partidario de que tiene que haber una expresión dentro del Partido Nacional que sintetice estas cosas que desordenadamente hemos ido hablando.
¿Por qué Gandini no tiene eco?
No soy responsable de lo que desde un tiempo a esta parte hemos hecho. Ni tampoco de lo que hemos heredado. Sí me hago responsable de lo que viene y voy a trabajar para que el partido tenga una expresión que sintetiza una visión de partido y de país. Obviamente el liderazgo de Lacalle Pou ha sido como todos los liderazgos en la historia del partido. Encamina todas las luces hacia un solo lugar, pero confío mucho en un proceso generacional.
Cuando estaba Wilson existía Aguerrondo como otra pata fuerte.
Yo creo que muchos herreristas tradicionales del partido terminaron encolumnados en Por la Patria y conformaron el Por la Patria original. Pero creo que todos los liderazgos fuertes, en todos los partidos, dejan después muy pocas posibilidades de reagrupamiento por fuera. En política primero uno tiene que juntarse con los parecidos. Confío en eso, en que tenemos que hacer un esfuerzo para ponernos de acuerdo y para tratar de darle al partido un contexto de apertura, de otra etapa, distinta de a la que estábamos acostumbrados.
¿Generó mucho desconcierto la fórmula?
Fue una sorpresa.
¿Positiva o negativa?
Yo creo que te mentiría si niego que a muchos blancos los descolocó y en una primera instancia hasta capaz que molestó. ¿Sabés qué? También creo que hubiese sido un mal síntoma el hecho de que no se hubiesen enojado, porque sería la confirmación de que hay un partido domesticado. Porque también te digo que asumo que no hubiese sido mi primera elección, y que obviamente me costó digerirlo porque soy blanco.
¿A quién hubieras llevado?
No lo sé. Esto lo aprendí esta semana, pensándolo. La decisión de un vicepresidente es una decisión personalísima del candidato.
Sin embargo, lo tiene que aprobar la Convención.
Y bueno, ahí estaremos.
¿Van a votar en contra?
No. Voy a votar a favor, porque además creo que el partido…
Eso de los codazos es un verso, entonces.
No. Si no, no estaría haciendo lo que hago. Creo que el partido además tiene que lograr abrir la puerta a la gente que viene de afuera, porque si no, nos encapsulamos. Vamos a ser los que van a Masoller. Yo voy a Masoller y soy una expresión de una parte del partido, pero a mí me gusta el partido que gana y si para ganar es necesario eso, dale. Porque, además, tengo la visión que el país precisa que el partido gane. Que encabece una coalición. Si la decisión de Delgado es correcta, la vamos a ver en los próximos meses y lo va a confirmar el resultado electoral, o no.
Es una decisión del candidato, pero si fractura o deja malestares, ¿no es un error?
Cualquier decisión lleva intrínseca una renuncia. La elección por Ripoll deja afuera a Raffo y la de Raffo hubiese dejado afuera a Ripoll. Por eso digo: es una elección que tomó nuestro candidato a presidente y es personalísima y tendrá sus motivos, los cuales con el correr de los días voy entendiendo.
¿Por qué es necesario que renueve la coalición de gobierno?
Porque me parece que este gobierno dejó pendientes muchas cosas, en primer lugar. Además, creo que hay ciertas discusiones que todavía no están saldadas pero que están en camino y que es una forma de comportamiento. Y eso en Uruguay es una actitud que para mí comenzó con el fenómeno de la pandemia. Primero, con el fenómeno que llevó a esa necesidad de cambio que hizo que el partido ganara y después de la pandemia y de la Ley de Urgente Consideración, que es una visión de país que va encaminada y que obviamente no termina de permear en en cinco años. Creo que la sociedad está subestimando lo que significó la pandemia, y lo que le sacó de tiempo a la real gestión del gobierno.
¿En qué mejoró el país en estos cinco años?
Y bueno, bajó la inflación, generó trabajo. Además, el gobierno ha tenido una política descentralizadora muy importante y ha tenido una enorme inversión en obra pública. Y hay cuestiones que tienen que ver con la vocación de cambio de los pueblos. Uruguay hoy está en ese proceso de asimilación de una nueva mirada sobre lo que viene. Y como creo que va a ganar el Partido Nacional, y la coalición de gobierno, esa victoria también va a condicionar
al Frente Amplio a una etapa de repensarse como fuerza política. Porque el Frente Amplio tiene un montón de desafíos que no ha logrado asimilar en estos cinco años.
¿Y si gana el Frente Amplio, tiene que pasar eso mismo en el Partido Nacional?
Va a pasar más naturalmente. A nosotros nos cuesta menos. Creo que esta vez por suerte va a pasar lo que ya pasó una vez, que el partido repita el gobierno.
La reforma educativa tuvo la cara de un candidato que sacó un 20% de votos.
A mí me gustaría que en la gestión de la ANEP en el gobierno que viene haya gente del Partido Nacional. Yo no sé si Robert Silva tendría que haberse candidateado. Creo que hay cosas que no podemos volver a cometer en el período que viene, porque me parece que el gran problema o la raíz de todos los problemas en el Uruguay es la educación. Y lo vivo muy de cerca porque en nuestro espacio político en Colonia mayoritariamente hay docentes de primaria y de secundaria.
¿Esos docentes están de acuerdo con la reforma educativa?
Yo aprendí a diferenciar ahí lo que fue el proceso de primaria y el proceso de secundaria. Y comparto además porque no me cuesta nada compartir con los que están enfrente. Hay un político que anda por ahí que dice que para saber cómo le va al Uruguay hay que preguntarles a los docentes. A mí me marca también el hecho de ser hijo de la escuela pública. Creo que obviamente queda inconcluso, pero no podíamos seguir como estábamos. Creo que lo que debemos plantear, y está en el programa de gobierno, es la cuestión de la educación dual. Hay un problema hoy: que los chiquilines de secundaria muchas veces no ven útil el tema de estudiar, y eso es un dolor de cabeza para todo el país. Y buscar políticas activas que encuentren unir el trabajo con la educación es fundamental. Y después está el tema de los contenidos. Ahí hay una discusión pendiente que no la hemos dado a puerta abierta, pero te aseguro que sí se ha dado hacia adentro, que es no desdibujar los contenidos de la oferta educativa.
Sacar la filosofía, por ejemplo.
Eso yo no lo comparto. Si algo me gustaría es que la principal cabeza de la ANEP en el gobierno que viene sea alguien de nuestro partido, que sobra gente preparada, ¿no? Yo pienso también lo difícil que debe ser estar en los zapatos de Álvaro cuando hay que repartir muchas veces por cuota política.
A ver, la autocrítica de gente joven: tres errores del gobierno.
Creo que algunas cosas las comunicamos mal. Hubo errores vinculados a casos que son de pública notoriedad, que un gobierno no puede cometer. Nadie está vacunado. Son hechos polémicos, que a veces se podrían haber manejado mejor. Y el cuentagotas permanente deteriora cualquier gestión. Y lo otro que tenemos, que no es del gobierno, sino de todos los partidos políticos, es que el Uruguay no puede judicializar la política como lo está haciendo.
¿Pero si hay corrupción?
Que los dirigentes políticos no se pongan de acuerdo en un tema tal como la Justicia el país no lo aguanta más. Estoy cansado de que la discusión política sea todo el tiempo sobre la Justicia y que nos acerquemos a una cosa que nosotros mirábamos de muy lejos y que queda del otro lado del charco. Hoy en día la principal discusión política que estamos dando es sobre la Justicia. Ningún país tiene futuro, si está discutiendo todo el tiempo sobre la Justicia. Ahí te das cuenta que el partido no estaba acostumbrado a estar en el poder con temas tan delicados como este, como la Justicia.
Esta coalición tiene dos socios minoritarios que están en baja: Cabildo Abierto y el Partido Colorado.
Eso lo va a confirmar octubre.
Todas las encuestas dan eso.
Las tendencias a veces se equivocan. La tendencia en el 2014 le da ganador a Larrañaga y la interna la gana Lacalle.
Ves viable la coalición con esos dos partidos, porque han tenido sus cruces.
Más Cabildo, que ha marcado una postura permanente de diferencia y ha intentado en algún momento marcar una tercera línea. Realmente no sé qué tanto beneficio electoral puede obtener de eso.
¿Beneficio electoral o más cargos?
Eso hay que preguntárselo a Cabildo. Lo que lo que sí es cierto es que la región tiende a agruparse en grandes bloques. Desde un tiempo a esta parte, los partidos políticos como tales están en crisis. Por eso también uno mira para adentro y pretende cuidar mucho la herramienta partidaria, porque empiezan a desdibujarse las herramientas partidarias. El caso más claro es Argentina.
Nosotros todavía seguimos siendo muy excepcionales en eso.
Por suerte, yo quiero que sea así. No tengo, como tienen otros, un sentimiento coalicionista. Yo creo que primero los partidos, la interna de los partidos, y luego la coalición. Tiene que ser bajo puntos programáticos y tiene que conducir el que más votos tiene.
¿El Compromiso por mi país después de octubre?
Yo creo que sí, y el partido ni siquiera tiene programa único en las internas, como el Frente Amplio. Aunque el programa del Frente Amplio mucho no dice y de hecho remarco que las diferencias dentro del Frente Amplio son
casi más grandes que en la coalición. Y, además, no sé cómo van a hacer porque realmente nosotros no sabemos contra qué Frente Amplio estamos compitiendo. Porque hay una indefinición que no permite ver bien sobre los grandes temas de país qué opina. Y creo que, en este momento, con esta coyuntura, no puede haber tanta indecisión sobre algunos temas. Es un titubeo permanente.
¿Cuáles son esos grandes temas? ¿El plebiscito?
Sí, bueno, ese es el más importante. No sé por qué no se pronuncia.
¿Y por qué no se pronunció el Partido Nacional con el tema del “Vivir sin miedo” de Larrañaga?
Lacalle dijo que no y se desmarcó. Pero acá hay un silencio, ¿no?
Orsi ya dijo que no.
Pero la vicepresidenta no dijo nada.
Eso es oportunismo.
Y después, el tema del allanamiento nocturno, tampoco. Yo no sé qué piensa el Frente Amplio sobre el allanamiento nocturno. Después creo que el discurso de un sector mayoritario, que indudablemente es el que se beneficia siempre, que es el MPP, en la estructura del Frente Amplio, tiende a ser cada vez más discrepante con la estructura de los comités y con el Partido Comunista y con alguno de los sindicatos. Pero ya se mostró quién tiene la mayoría. Sin lugar a dudas, la interna la ganó Mujica.
¿Para qué sirve el allanamiento nocturno?
¿Para qué sirve? Bueno, ha sido un debate que ya se viene proponiendo desde hace mucho tiempo, pero que, además, hay tres o cuatro países en el mundo que no permiten los allanamientos, y creo que es una herramienta más. Es una herramienta con la cual yo estoy de acuerdo.
¿Cómo convivís con las constantes denuncias de corrupción?
Estuve un año en el Directorio y fue un año movidito. Y marqué todas mis posturas levantando la mano en los casos que tenía que levantar. En el interior, imaginate qué duro es para los que no integramos el gobierno. Y uno tiene que salir a poner la cara por el partido cuando suceden este tipo de cosas. Y la política tiene eso de que uno pone la cara. Por eso también creo que hay que darle al partido una renovación, uno espera que el tiempo que viene siempre sea mejor.
¿Pero se renueva ahora?
Creo que los tiempos actuales van a hacer apurar bastante la interna. La interna del Partido Nacional define los candidatos, los candidatos a intendente en los diferentes departamentos, porque elige la Convención que va a elegir después los candidatos y, en el mayor de los casos, mayoritariamente ordena la lista a diputados de octubre y elige la Convención Nacional y la Convención Departamental. Para nosotros las internas son muy importantes, Por eso también sentíamos que era el momento de salir a jugar y creo que no hay forma más genuina, más espontánea, de salir a jugar el partido con una listita propia, humilde. Me parece que es lo que hay que hacer.
En el hipotético caso de que el Partido Colorado sea mayoritario en la coalición, ¿qué haces?
No me imagino votando a Ojeda.
POR MÁS PERIODISMO, APOYÁ VOCES
Nunca negamos nuestra línea editorial, pero tenemos un dogma: la absoluta amplitud para publicar a todos los que piensan diferente. Mantuvimos la independencia de partidos o gobiernos y nunca respondimos a intereses corporativos de ningún tipo de ideología. Hablemos claro, como siempre: necesitamos ayuda para sobrevivir.
Todas las semanas imprimimos 2500 ejemplares y vamos colgando en nuestra web todas las notas que son de libre acceso sin límite. Decenas de miles, nos leen en forma digital cada semana. No vamos a hacer suscripciones ni restringir nuestros contenidos.
Pensamos que el periodismo igual que la libertad, debe ser libre. Y es por eso que lanzamos una campaña de apoyo financiero y esperamos tu aporte solidario.
Si alguna vez te hicimos pensar con una nota, apoyá a VOCES.
Si muchas veces te enojaste con una opinión, apoyá a VOCES.
Si en alguna ocasión te encantó una entrevista, apoyá a VOCES.
Si encontraste algo novedoso en nuestras páginas, apoyá a VOCES
Si creés que la información confiable y el debate de ideas son fundamentales para tener una democracia plena, contá con VOCES.
Sin ti, no es posible el periodismo independiente; contamos contigo.
Conozca aquí las opciones de apoyo.