Hipatia de Alejandría (355-415) fue una importante filósofa y maestra neoplatónica, asesinada en la calle por una horda de cristianos partidarios del patriarca de Alejandría. Esta pensadora destacada de la antigüedad ha pasado a la historia como el ícono del pensamiento pagano frente al cristianismo, de la ciencia frente a la superstición. La leyenda de la muerte de Hipatia como orquestada por la iglesia católica, fue reiterada y condimentada por varios novelistas e historiadores como E. Gibbon. Incluso Voltaire, Bertrand Russell y Carl Sagan han repetido la misma versión, que dista mucho de lo que las fuentes arrojan sobre la historia de Hipatia. Lo que tanto se repite no es más que una leyenda reiterada por varios siglos.
LA LEYENDA
«La creciente iglesia cristiana estaba consolidando su poder e intentando extirpar la influencia y la cultura paganas. Hipatia estaba sobre el epicentro de estas poderosas fuerzas sociales. Cirilo, el arzobispo de Alejandría, la despreciaba por la estrecha amistad que ella mantenía con el gobernador romano y porque era un símbolo de cultura y ciencia, que la Iglesia primitiva identificaba en gran parte con el paganismo. A pesar del grave riesgo que ello suponía, continuó enseñando y publicando, hasta que en el año 415, cuando iba a trabajar, cayó en manos de una turba fanática de feligreses de Cirilo. La arrancaron del carruaje, rompieron sus vestidos y, armados con conchas marinas, la desollaron arrancándole la carne de los huesos. Sus restos fueron quemados, sus obras destruidas, su nombre olvidado», afirmaba Sagan en la serie Cosmos (capítulo 13).
En la película Ágora (2009) todo es mucho más exagerado todavía, una turba de cristianos arrasa con toda la civilización y la cultura antigua, trayendo la decadencia y el horror. Hipatia, «directora de la Biblioteca de Alejandría», es mártir de la ciencia y la libertad de pensamiento, frente a la estrechez mental de los cristianos.
LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICA
La historiadora María Dzielska, catedrática de Historia Antigua en Cracovia, publicó una extensa y documentada biografía sobre Hipatia de Alejandría, aclarando la verdad de los hechos narrados por las fuentes y las leyendas construidas en torno a ella (Hipatia de Alejandría, Madrid, Siruela, 2009). Dzielska detalla que la versión más trillada sobre Hipatia es que: «era una filósofa pagana, joven y hermosa, que en el año 415 fue despedazada por monjes (o de manera más general por cristianos) en Alejandría. Esta respuesta no estaría basada en fuentes antiguas, sino en una gran cantidad de documentos literarios e históricos… la mayoría de estas obras presentan a Hipatia como víctima inocente del naciente fanatismo cristiano y su asesinato como señal de la desaparición, junto con los dioses griegos, de la libertad de investigación». ¿Qué se sabe realmente más allá del mito?
Hipatia nunca fue directora de la Biblioteca de Alejandría, porque no había nacido cuando fue incendiada por Julio César y saqueada por Aureliano en el 273, luego terminada de destruir por Diocleciano en el 297. El cristianismo era perseguido hasta el edicto de Milán en el 313, donde por obra de Constantino dejan de ser perseguidos. Pero la religión cristiana no fue oficial ni se impuso hasta Teodosio (381). Obviamente los cristianos no destruyeron esta Biblioteca, ni el Imperio Romano era «cristiano» por esos años.
Lo que es cierto, es que, en el año 391, por orden del emperador Teodosio, fue destruido lo que quedaba del templo de Serapeo, donde Diocleciano había colocado su gran columna. La destrucción de este templo por parte de los cristianos tenía su motivación en ser el signo del poder del emperador que los había perseguido cruelmente y de la religiosidad pagana.
Hipatia no era una pagana activa, sino simpatizante del cristianismo y protectora de sus estudiantes cristianos. De hecho, dos de sus estudiantes fueron importantes obispos de la Iglesia. Su muerte no tiene nada que ver con la ciencia ni con la filosofía, sino que fue una de las tantas víctimas de las querellas políticas en Egipto durante el siglo V entre el prefecto romano Orestes y el patriarca Cirilo, quien no estuvo involucrado directamente. Muchos de los que apoyaban a Cirilo estuvieron involucrados en la difusión de rumores contra Hipatia, ya que era una mujer influyente y cercana a Orestes. La horda de cristianos que terminó cruelmente con la vida de Hipatia, era una de las tantas corrientes fanáticas de cristianos que terminaron también con la vida de algunos obispos. No se puede negar que eran cristianos quienes asesinaron a Hipatia, pero no se puede afirmar un complot eclesiástico al estilo de las novelas de Dan Brown.
Ni la religión pagana, ni la filosofía griega, ni las ciencias desaparecieron al morir Hipatia, ya que los mayores desarrollos de la escuela de Alejandría se alcanzaron a comienzos del siglo VI.
Tampoco murió joven, sino alrededor de los 60 años.
LOS ORÍGENES DE LA LEYENDA NEGRA
Aunque la atribución directa del crimen a Cirilo la realizó el escritor pagano Damascio en su «Vida de Isidoro» a comienzos del siglo VI, el primero que escribió sobre el crimen fue Sócrates Escolástico en el siglo V, un letrado servidor del patriarca de Constantinopla (Néstorio), enemigo de Cirilo (Alejandría). Siglos más tarde surgirá la completa leyenda negra, en los escritos del deísta John Toland (1720), quien habiendo sido católico irlandés, se hizo protestante, y terminó militando en la masonería dentro de la Gran Logia de Londres. Toland escribe: «Hipatia, o la historia de una de las damas más hermosas, virtuosas, cultas y distinguidas en todos los aspectos; que fue despedazada por el clero de Alejandría para satisfacer el orgullo, la envidia, y la crueldad de su arzobispo, común pero inmerecidamente llamado san Cirilo».
El cuadro lo completará Voltaire diciendo que fue «un asesinato bestial perpetrado por los sabuesos tonsurados de Cirilo, con una banda de fanáticos a sus espaldas». Y varios escritores británicos -Edward Gibbon, Charles Kingsley, continuarán consolidando la misma versión. El propio Bertrand Russell, refiriéndose al patriarca Cirilo, afirma en su «Historia del pensamiento occidental» que: «El motivo principal de su fama es el linchamiento de Hipatia».
LO QUE PODEMOS SABER.
Según la rigurosa investigación de la historiadora polaca, Hipatia habría nacido alrededor del año 355 d.C., muriendo alrededor de los 60 años en el 415 d.C. Su padre, Teón, miembro del Museo, fue un escritor y filósofo interesado por textos herméticos y órficos, cuya erudición (y la de su hija) se basa en sus eminentes predecesores alejandrinos, matemáticos y astrónomos. La filosofía es uno de los grandes intereses de Hipatia.
Así lo relata Maria Dzielska en la conclusión de su investigación: “Gracias a los recuerdos de su discípulo Sinesio en su correspondencia, sabemos mucho más sobre su docencia filosófica que sobre sus investigaciones matemáticas y astronómicas. En su hogar de Alejandría crea un círculo intelectual formado por discípulos que acuden a estudiar de forma privada, algunos de ellos durante muchos años. Estos jóvenes llegan de Alejandría, de otros lugares de Egipto, y también de Siria, de Cirene y de Constantinopla. Proceden de familias acomodadas e influyentes. En torno a su profesora esos alumnos forman una comunidad basada en el sistema platónico de las ideas y en lazos interpersonales. Llaman misterios a los conocimientos que les transmite su «guía divina». Los mantienen secretos, negándose a compartirlos con personas de rango social inferior, a las que consideran incapaces de comprender cuestiones divinas y cósmicas. Además, el camino por el que Hipatia los dirige hacia la divinidad es indescriptible; seguirlo requiere esfuerzos mentales y voluntad, fortaleza ética y el deseo de lo infinito; su término es el silencio, el éxtasis mudo, una contemplación imposible de expresar.
Las clases privadas de Hipatia y sus conferencias públicas también incluyen matemáticas y astronomía, que preparan la inteligencia para la especulación en niveles epistemológicos más elevados. Posee gran autoridad moral; todas nuestras fuentes concuerdan en que es un modelo de valor ético, rectitud, veracidad, dedicación cívica y proezas intelectuales. La virtud más admirada por sus contemporáneos es su autodominio (sofrosine), que colorea tanto su conducta como sus cualidades más íntimas; se manifiesta en la abstinencia sexual (permanece virgen hasta el final de su vida), la modestia en el vestir (manto filosófico), la moderación en el modo de vida y una actitud prudente con sus alumnos y con los poderosos…”
LA MUERTE DE HIPATIA Y SU CONTEXTO POLÍTICO
“Un largo conflicto entre las facciones cristianas de Egipto alcanza proporciones alarmantes en los años 414-415. Orestes, amigo de Hipatia y prefecto romano resiste obstinadamente los intentos del patriarca Cirilo de reducir el campo de acción del poder civil. Se mantiene intransigente incluso cuando Cirilo intenta una reconciliación. Surgen sospechas entre los partidarios de Cirilo de que Hipatia, amiga del prefecto, ha instigado y apoyado su resistencia. El patriarca se siente amenazado, y personas de distintos grupos ligados a la Iglesia deciden ayudarlo. Los monjes atacan a Orestes y los colaboradores de Cirilo preparan con habilidad, y difunden, rumores acerca de los estudios de Hipatia relacionados con la magia y la hechicería… El forcejeo entre el patriarca y el prefecto en materia de poder político y de la influencia de la Iglesia sobre los asuntos seculares termina con la muerte de la filósofa. Personas al servicio de Cirilo despedazan a Hipatia. Se trata de un asesinato político provocado por conflictos que vienen de antiguo. Por medio de este acto criminal se elimina a una poderosa partidaria de Orestes. El mismo Orestes no sólo renuncia a la lucha contra el patriarca sino que abandona Alejandría para siempre. La facción eclesiástica paraliza a sus oponentes por el miedo y pacifica la ciudad; sólo los concejales tratan -con escasos resultados- de intervenir ante el emperador”.
“La muerte de Hipatia no está relacionada con la política antipagana emprendida por Cirilo y su iglesia en aquel momento. En cualquier caso, habría sido difícil atacar o perseguir a Hipatia en razón de su paganismo, porque a diferencia de otros filósofos de la época, colegas suyos, no es una pagana activa ni devota. No cultiva la filosofía teúrgica neoplatónica, ni visita templos, ni se opone a que se conviertan en iglesias cristianas. De hecho, simpatiza con el cristianismo y protege a sus alumnos cristianos. Gracias a su tolerancia y a su extraordinario conocimiento de las cuestiones metafísicas los ayuda a alcanzar la integridad espiritual y religiosa. Dos de sus alumnos son consagrados obispos. Los paganos y los cristianos que estudian con ella se reúnen en un clima de amistad. Durante el gobierno de Teófilo, el predecesor de Cirilo, la Iglesia no dificulta sus actividades en la ciudad, en reconocimiento a sus ideas y a su posición. En consecuencia, los seguidores de Cirilo, privados de la oportunidad de atacarla esgrimiendo su paganismo, tienen que acusarla de brujería, de magia negra. No podemos, por lo tanto, unirnos a quienes lloran a Hipatia como «la última de los helenos» o mantienen que su muerte supone la desaparición de la ciencia y la filosofía alejandrinas. La religiosidad pagana no expira con Hipatia, como tampoco lo hacen ni las matemáticas ni la filosofía griegas. La escuela alejandrina logra sus mayores éxitos a finales del siglo V y comienzos del VI.
LA COMPLEJIDAD DE LA INTERPRETACIÓN
Los excesivos reduccionismos ideológicos nos llevan a contar la historia sin matices, sin tener en cuenta el contexto, ni a tomar conciencia de nuestros prejuicios. Ir a las fuentes, para tratar de conocer mejor el pasado y comprender su complejidad exige honestidad intelectual y el deseo de saber, de abrirse a repensar lo ya pensado, no para confirmar las propias convicciones, sino para pensar con mayor amplitud. La tentación fundamentalista desde ámbitos creyentes, como desde posturas cientificistas, es un gran obstáculo para comprender que la historia es mucho más compleja que nuestras rápidas y cómodas simplificaciones.
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