Imaginemos otro país y otro tiempo. Un tiempo donde la vida cotidiana todavía mantiene una escala humana y donde entablar cualquier tipo de relación se da en “tiempo real”; o casi. En ese país los días son de 24 horas, los años de 365 días, y la vida corriente parece marchar más lenta. Viajemos ahora al país actual, donde la sensación del tiempo es totalmente distinta. Los días, de 24 horas, dan la impresión de ser más cortos, así los años, así una década. Las relaciones no se resuelven en un «ahora» y este tiempo, acelerado, pulveriza la concepción de una medida humana, regida por la telefonía celular, las redes sociales, la inmediatez, etcétera; y donde una ley de relatividad objetiva nos envuelve y aprisiona.
Volvamos al país anterior. Es1985 y estamos saliendo de una dictadura cívico-militar. La crisis no solo es económica; es cultural y espiritual; aunque el pueblo festeje en las calles el retorno de la nueva democracia. La música -¬¬como la mayoría de las actividades de la sociedad- expresa optimismo, esperanza. Pero algunos músicos populares, en cambio, no participan de ese espíritu y vuelcan sus dudas en artículos periodísticos y en reportajes, y sobre todo, en su propia obra artística. En 1984, Jorge Lazaroff y Leo Maslíah se reunieron para hacer un espectáculo que se llevó a cabo en Montevideo, Buenos Aires y Rosario (Argentina). Se llamó «Irrestricto» y el título era una alusión a la Ley 15.737, que se debatía en ese momento en el parlamento nacional, cuyo tema era la «amnistía irrestricta» para los militares violadores de los DDHH, desde principios de los años 60. El espectáculo dejaba bien en claro la postura política de ambos artistas, sus resquemores e incertezas -fundado ante lo que consideraban un error de cálculo- en medio de la fiesta generalizada. Su punto de vista era muy crítico con la oleada de esperanza, escamoteando el sentido general de la realidad aparente, victoriosa. El primer «Irrestricto» se repetiría en 1985 con otro título y algunos cambios en el repertorio. «El fantasma irrestricto» resultó poco digerible para cierto sector de izquierda, porque lo que ofrecía el espectáculo no estaba para nada alineado con lo que se suponía valedero y comprometido para la militancia en aquel momento, con el agregado de que algunos artistas, encaramados como héroes (Silvio Rodríguez, por ejemplo) que llegaban al país para sumarse a los festejos, llegaban justamente, como emisarios victoriosos, los aliados naturales de toda (o casi toda) la izquierda uruguaya. Resultaba un despropósito, entonces, aparecer con un espectáculo que era la contracara del sentir popular, defendido por dos músicos que, aunque respetados y con trayectoria, no eran populares ni masivos. Estuve presente en 1985 en el espectáculo que se dio en el teatro del Notariado. Lo recuerdo como lo mejor que se hizo como experiencia a dúo en Uruguay. El despojamiento salvaje de la propuesta era también una crítica a la producción que nos llegaba, que sería muy de izquierda, pero que utilizaba las mismas reglas que cualquier show business internacional. El propio Lazaroff había escrito algunos artículos sobre esta incongruencia que le valió la repuesta negativa de algunos actores de la cultura. Para Lazaroff, era insostenible mantener un discurso antiimperialista y al mismo tiempo aceptar las reglas dictadas desde allí. «El fantasma Irrestricto» fue una declaración artística (histórica) de dos grandes de la música uruguaya. Luego de eso, por razones que uno atribuye a una imposibilidad de mantener una postura radical a todo o nada, es que aquello cae por no tener quién la sostenga. El mismo Lazaroff cambiaría figuritas en su último trabajo discografico, aceptando el devenir y los cambios estéticos a los tiempos que corrían. En «Pelota al medio», el universo arreglístico sería distinto, y pese a ser una obra maestra, los rasgos de vanguardia aparecerían «asordinados» (para nada desaparecidos) si se los comparaba con toda su obra anterior. Maslíah se volcaría a un trabajo donde estaría más presente su prosa narrativa en sus presentaciones, sin abandonar jamás lo impredecible de su estética musical rupturista, única y personal. Existe una edición de “irrestricto” hecha por Perro Andaluz Ediciones (PA 4365-2, 2006) de la presentación en Buenos Aires de 1984; y hay una publicación en Youtube, donde se puede apreciar el show íntegro de 1985.
El espectáculo «El fantasma Irrestricto» estaba pensado casi como una pieza músico-teatral (Maslíah había escrito varias piezas cortas por aquellos años y en alguna actuaba el propio Lazaroff). Lo más impactante que recuerdo, entre otras cosas, fue escuchar en vivo y en directo la fusión de dos de las más potentes canciones de ambos. Todavía mantengo la sensación de asombro cuando Leo hacía ‘Imaginate m’hijo» y en simultáneo, Lazaroff intervenía con «Hoy sopa hoy»; ambas sonando aisladas y juntas, creando un efecto «estéreo orgánico». Y otra versión -memorable- de «El jodedor» de Maslíah, donde Lazaroff se sumaba a toca la guitarra a «cuatro manos», y aun dentro de esa misma cancion, Jorge tocando por su lado la hacía en otra tonalidad, demostrando el dominio total del material armónico y jugando, como un niño, con el simbolismo del «jodedor». Después la interacción que resultaba admirable, a través de diálogos desopilantes, por un lado, y por otro, duros o con una gran carga de humor negro. Y más allá de las canciones «normales» que conformaban el espectáculo, lo que cubría todo era una salsa irónica sobre ciertos modismos y jerga de la militancia de izquierda predominante. Leo y el Choncho se despachaban sobre aquellos «verticalismos» y formas de proceder, hoy nos parecen ingenuos y propios de un momento histórico, de un país distinto, y de un tiempo que no volverá.
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