Roberto Musso se ha convertido en uno de los mayores letristas de la música popular contemporánea de los últimos 20 años, y no es ninguna novedad. Aquí no me voy a referir al extenso historial del Cuarteto de Nos sino a una canción en particular y a su valor en sí. Musso además de compositor es un gran frontman, y su potente y clara emisión es la adecuada para expresar la densidad de sus textos. El “Cuarteto” durante años hizo del humor absurdo su plataforma estética y ese manejo del absurdo (y de la ironía) terminó funcionando como una contraseña para enunciar algunas “verdades” -muchas veces dolorosas- que si no fueran tratadas de ese modo resultarían insoportables. La máscara de la ironía lo permite y Roberto Musso la utiliza magistralmente. Se abre ahora un tema interesante. El Cuarteto ingresó al mainstream de manera casi fortuita, cuando sus miembros ya no eran tan jóvenes. Se convirtieron de pronto en un hito, en un grupo seguido por multitudes. El grupo y sus productores, tomando en cuenta el fenómeno, continuaron sacando al mercado discos que mantuvieron el perfil de «Raro», que fue la llave maestra para ingresar a la gran vidriera. Y es bueno reflexionar sobre qué sucede con esto. La música uruguaya, durante décadas, se mantuvo en un segundo plano por la ausencia lógica de interés económico de las importantes compañías internacionales. Hoy esa ecuación cambió, pero para que esto pasara, los grupos y/o solistas que son reconocidos en el exterior tuvieron que borrar -total o parcialmente- su marca de origen. Al acceder a la industria y a la masividad que permite colocar el «producto», dejaron de lado la identidad musical de su región para parecer de todos lados o de ninguno. No es un juicio de valor; es una precisión basada en una lógica del mercado. Entonces podríamos concluir: ¿Qué se hace entonces, seguimos adelante o nos arrepentimos? ¿O, inteligentemente, metemos de contrabando una lógica distinta? Pienso que es beneficioso (y muy necesario) que un letrista y compositor agudo como Roberto Musso ocupe ese lugar y no cualquier otro artista, quizá de menor valía creativa.
Vamos a la canción. “Chivo Expiatorio” aparece en el álbum del Cuarteto de Nos “Lámina once” de 2022. La música puede explicarse como un rock “pesado”, con la bajada cadencial clásica. Pero la fuerza está en su texto que puede tener múltiples lecturas. Se basa en el mito de Pandora, la extraordinaria mujer a la que Zeus le dio como obsequio una misteriosa urna o “caja”. Por curiosidad, desconociendo el contenido de la urna, Pandora finalmente la abrió liberando “los males del mundo”. Este es el puntapié inicial que toma Musso para construir el texto que es uno de los mejores que ha escrito y de los más contundentes. Con ese inicio se va desarrollando un proceso de causa-efecto. Alguien realiza un movimiento y eso trae consecuencias. La sociedad, por su parte, solo percibe el efecto. La sociedad, unánimemente, exigirá justicia porque el hecho “(…) romperá la simetría/ Aquí donde reinó siempre la paz y la armonía”. Se buscará un culpable porque alguien debe hacerse responsable del acto fatídico: “A los que tengan dudas vayan y pregúntenle a Judas/ al que le pegan por su malicia/ como si no existieran la ambición y la codicia”. El texto va desembocando en la visión borgeana del cuento “Tres versiones sobre Judas (Ficciones, 1944). En este cuento fantástico Borges trata a Judas como el verdadero mesías que se rebajó a la traición, transformando su índole divina en humana. Hay una sutileza en el significante. De lo que habla Musso, en el fondo, es del disidente. El que es acusado de no continuar en el redil y merece ser castigado; el que “cargará la culpa” y será “señalado con el dedo acusatorio”. Dice Musso: “Después de cada sacrificio es que sentimos alivio/ De mantener intacto ese macabro equilibrio/ Y en ese acto simbólico/ En una forma elíptica/ Purgamos lo diabólico/ Con cero autocrítica”. Hace después, una inversión brillante pues el supuesto traidor, termina transformándose en un aliado en el conflicto: “Es más un aliado que un adversario”. Y “no hace falta un conflicto sanguinario/ mientras haya a mano un chivo expiatorio”. Y lo que decía más atrás sobre el proceso físico de la causa-efecto. Sobre el final, el texto sugiere varios ejemplos que van desde la propia Pandora a Cristo. “Si no hay aire, no hay llamas/ Sin Pandoras, no hay dramas/ Sin un tonto, no hay un listo/ Sin Judas, no hay un Cristo”. Roberto Musso escribió una canción que debe ser de las más profundas y duras del repertorio de la banda y lo convierte en uno de los mayores letristas en habla hispana. Hablamos de pop y rock, pero Roberto (con el Cuarteto) se salta la etiqueta. Quizá la relación causa-efecto haya que trasladarla a la misma poética del autor, pues sin un Musso, no habría quien describiese este momento donde reina el caos. O mejor: sin un Cuarteto de Nos no habría equilibrio artístico ante la pobreza de gran parte de la letrística de la canción actual latinoamericana. Aunque siempre hay y habrá excepciones que confirmen la regla.
Ilustración: Óscar Larroca
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