Cine Universitario, señera institución cultural que procura, desde hace más de siete décadas, brindarle al cinéfilo diversas opciones que vayan más allá del cine de factura meramente comercial, ofrece algunas interesantes propuestas para este mes. Además de otros valiosos ciclos, exhibirá durante todo junio una retrospectiva dedicada a repasar cinco de los seis largometrajes del revulsivo y transgresor guionista, camarógrafo, productor y cineasta franco argentino Gaspar Noé.
Con una obra algo escueta, integrada por tan sólo nueve cortometrajes y seis largometrajes, el controvertido realizador suele ser rechazado por sus temáticas recurrentemente violentas y su uso de la truculencia como frecuente recurso visual. Sin embargo, se ha ganado, desde sus comienzos con “Tintarella di luna” (1985), su primer largometraje, una fiel legión de fanáticos que lo consideran un director de culto, y un puñado de críticos que valoran su obra.
Ya desde sus comienzos, Noé fue forjando un estilo propio, tanto en lo referido a su estética como a la creación de ambientes y las temáticas que explorara a lo largo de toda su obra.
En ese contexto, “Tintarella di luna” es toda una declaración de principios, donde el autor esboza ya algunos de sus tópicos más recurrentes, como la soledad del ser humano ante la adversidad, las miserias humanas retratadas con crudeza y una postura claramente nihilista que lo emparenta por momentos con la impronta y la filosofía punk.
El ciclo que exhibirá Cine Universitario se concentra en sus cinco primeros largometrajes que, si bien demuestran diferencias entre sí y una evidente evolución narrativa a lo largo del tiempo, conforman una suerte de trabajo en progreso, como si se trataran de capítulos de una misma obra.
“I Stand alone” retrata la vida de un carnicero que va preso al matar a un inocente, creyendo que su hija, quien tuvo su primer menstruación, ha sido violada. El personaje, mentalmente perturbado y en permanente conflicto con una sociedad que considera hostil, recorre una sórdida París intentando sobrevivir. Inspirado quizá en el desquiciado Travis Bickle de “Taxi Driver”, obra maestra del genial cineasta neoyorquino Martin Scorsese, el protagonista odia a todo el mundo y es incapaz de establecer una relación sentimental normal y de sentir algo por alguien, excepto el enfermizo amor que tiene por su hija.
Narrada en primera persona, valiéndose de diversas técnicas como el uso de tomas fijas o los bruscos movimientos de cámara, Noé explora aquí lenguajes que lo acercan al videoarte. Otro elemento que ya se evidencia en este primer largometraje es el rupturista uso de la iluminación y el color, como, por ejemplo, la luz amarilla para expresar sordidez y decadencia.
Su segundo filme, “Irreversible”, quizá el más aclamado y de culto de su carrera, relata la búsqueda emprendida por dos hombres, Marcus y Pierre, quienes procuran vengar la brutal violación de la novia de uno de ellos. El filme transcurre una vez más en una París marginal y decadente, y está narrado en orden cronológico inverso.
Dividido en trece escenas, cuyos cortes están sugeridos por el giro de la cámara, comienza por el final y va contando la historia en curso retrospectivo. Aquí también el director se vale de la iluminación para la creación de climas, como la luz roja de la controvertida escena de la violación, y utiliza el recurso de cámara en mano, los movimientos bruscos, la imagen distorsionada de estética psicodélica y el desenfoque, lo cual impone un estilo amateur que contribuye al realismo de las situaciones de violencia que retrata. Esa lente inquieta que muestra lo que no debe mostrarse en todo su grotesco esplendor, ese discurso a contramano del “buen gusto”, esa irreverente intención de chocar y provocar al espectador, continúan en “Enter the void”, su tercer largometraje.
Ambientado en Tokio, el relato es contado en primera persona por un joven drogadicto que recorre la noche entre la percepción distorsionada que le provoca la droga y una realidad despiadada que lo llevará a explorar la frontera entre la vida y la muerte.
La estética trash, el lenguaje narrativo que bucea entre lo profesional y el cine de aficionado, ese desencanto posmoderno que cuestiona los valores moralmente aceptables, lo explicito de algunas escenas, que emparentan su cine con el género “mondo” italiano, continúan en “Love”, una descarnada y filosófica reflexión sobre el amor. La enfermiza relación amorosa de una pareja, momentos de sexo explicito incluidos, pretexta una mirada aguda e irónica sobre los vínculos humanos y los sentimientos. En “ Love” Gaspar Noé comparte un viaje con el espectador por una montaña rusa de emociones, que van desde el dolor hasta el humor, pasando por la desesperación y la euforia.
“Clímax”, quinta película del iconoclasta director que cierra el ciclo, retoma las temáticas habituales del realizador pero lo lleva a incursionar en el género musical mezclado con el terror, extraña mixtura que funciona perfectamente en el bizarro universo visual planteado en sus obras precedentes.
La adicción como vehículo para explorar la realidad, creando una suerte de realidad alterada, la imagen psicodélica, una vez más, como recurso, la cámara que enfoca y desenfoca, que mantiene el plano o lo abandona bruscamente, la presencia de la música para crear climas y emociones, y esa sensación de fatalidad y pesadilla que ya son marca registrada del cineasta.
Gracias a Cine Universitario podemos revisitar, o acercarnos, a la obra del controvertido creador franco argentino.
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