La nueva Tercera Vía
La política no es una actividad ajena a la existencia de modas o tendencias. A lo largo de la década de los 90, el mundo presenció el surgimiento de la Tercera Vía. Su principal exponente fue Tony Blair, quien luego de años de predominio del Partido Conservador, logró el retorno de los laboristas al 10 de Downing Street. En esa tercera vía podemos incluir también a líderes como el ex canciller socialdemócrata alemán Gerhard Schroder, Fernando Henrique Cardoso, o Ricardo Lagos en Brasil y Chile respectivamente. La novedad de esta corriente la constituyó un equilibrio entre un sistema de economía mixta y una adscripción al centro ideológico. En el caso de Blair, además, significó el ingreso de una clase de dirigentes jóvenes, cercanos a las necesidades de los ciudadanos, y con una alta dosis de emotividad en sus mensajes y su comunicación.
El cambio de siglo marcó el fin de la vigencia de la tercera vía, con la aparición de gobiernos de corte conservador en Europa, y la ola de gobiernos progresistas de izquierda en América Latina.
Igual que en el mundo de la moda, lo que alguna vez fue furor, tarde o temprano vuelve.
Emmanuel Macron, quien recientemente asumiera la presidencia en Francia, se ha transformado en una de los últimos ejemplos del mundo de la política y de la comunicación política. Economista, vinculado al sector de la banca financiera de inversión, asesor económico y Ministro de Economía del ex presidente socialista Francois Hollande, logró un sólido triunfo en la segunda vuelta electoral, derrotando por amplio margen a la opción de ultraderecha con Marine Le Pen a la cabeza.
Una de sus principales virtudes, aunque mucho se insista con el hecho irrelevante y frívolo de la diferencia de edad con su esposa, es la de haber llegado al Palacio del Eliseo de la mano de un partido con poco más de un año de fundado. Su Asociación Para la Renovación de la Vida Política, conocida popularmente como En Marcha, presenta una plataforma programática que se distancia tanto de la derecha como de la izquierda, y que podríamos calificar de socio liberalismo, y busca ubicarse dentro del centro político. Ciertamente Macron no es el único miembro de esta nueva camada del revival de la tercera vía, que cuenta con otros exponentes exitosos como Justin Trudeau – Primer Ministro de Canadá -, o el Primer Ministro Holandés, Mark Rutte.
Pareciera existir un denominador común en políticos de esta nueva categoría, en la que también puede señalarse al líder de Ciudadanos, de España, Albert Rivera. Todos no superan los cincuenta años de edad; buscan apartarse de la vieja disputa entre izquierda y derecha, para abrazar con matices, diferentes versiones de la relación Estado-mercado; plantean una fuerte oposición al populismo, sobre todo el de derecha, muy abundante en Europa, tienen posturas favorables a los procesos de integración política y comercial, y apoyan políticas favorables a la integración de refugiados e inmigrantes.
En materia comunicacional, presentan exitosas estrategias de comunicación, tanto a nivel de sus gobiernos –los que se encuentran en ejercicio-, como de gestión de perfiles personal. Sus perfiles de redes sociales son sumamente profesionales y activos, y han logrado sintonizar con los diferentes públicos, apelando a la emotividad y a discursos despojados de rispideces.
Su estilo puede sonar liviano y carente de profundidad, pero sintoniza muy bien con amplios sectores de público, que se muestran descreídos de los partidos, y más vinculados al mundo de la política a través de organizaciones sociales o movimientos, y con alta orientación a la elección de un tema particular para la intermediación con el mundo de la política.
Tal vez, el problema radique en un nivel de exigencia que esta nueva tercera vía está dispuesta a ofrecer, o qué rumbo se propone tomar, de cara a la consolidación del centro político como una opción cada vez más rentable.
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