Los diarios tienen dueños que tienen que tomar decisiones para poder seguir informando a la población. Es un dato de la realidad. A veces esas decisiones duelen en el alma, pero hay que seguir: la información debe continuar.
En los últimos tiempos, desde que se inventó Internet los periódicos impresos en papel, que hace tan solo treinta años gozaban de muy buena salud en todo el mundo, ingresaron en un espiral descendente cuyo fondo parece no existir.
Las redacciones de los medios de prensa escrita vienen desapareciendo lentamente en todo el mundo y con ellos se extingue uno de los recintos más sagrados de intercambio de conocimiento horizontal que existieron en la historia moderna. Las redacciones de los diarios fueron un lugar donde el universo entraba por la puerta y salía mejorado de la imprenta, rumbo a los kioskos y las calles. En las redacciones de los periódicos se encontraba la sociedad con sus pasiones y temores, miserias y altruismos, innovadores con conservadores. Lo popular discutía con la filosofía, tanto como la universidad de la calle con el gran profesor formado en la academia.
La Biblia compartía estante con El Capital, y las letras de las murgas eran desglosadas mientras el rock inglés, o el jazz, o el tango y sus bohemias particulares sonaban de fondo. Lo urbano con lo rural intentaban hacer las paces y los ídolos deportivos de los domingos se convertían poco a poco en dioses, lunes tras lunes.
Las causas perdidas, las nacionales, los abusos de los políticos, la calentura contra la burocracia estatal, la libertad de mercado, la crítica de cine, la revolución cubana, el Che, Kennedy, Herrera, Batlle y Ordoñez, Frugoni, Marcha, la sirena de El Día, el Negro Jefe y la épica de Maracaná, los Andes y la Guitarra Negra. Wilson Ferreira y Jaime Roos, los desaparecidos, la recuperación de la Democracia, el balcón de Seregni. Opinar. Pons Etecheverry y los rinocerontes de Ionesco. El carnaval y el fútbol. El 9/11. El 2002. La Vela Puerca. Gustavo Escanlar. Claudio Paolillo. Lincoln Maiztegui. QEPD. Sudáfrica y la selección de Suárez, Cavani y el Maestro. La Positiva y la Chacra del Pepe -y Manuela. Vázquez y la lucha contra el tabaco. María Noel Riccetto y Nicolás Jodal. ¡Y ahora en el 2020 el hijo de mil putas del Coronavirus!
En las redacciones de los diarios la conversación siempre fue la reina más preciada de todas. Allí la inteligencia colectiva fluía naturalmente del veterano hacia el aprendiz mientras que el joven le hacía abrir los ojos al más viejo trayendo el pálpito de los tiempos que corren.
La historia y el presente entraban en colisión y se producía la magia, los periodistas narraban, interpretaban, investigaban, se informaban y escribían. Periodistas vocacionales que dejaban la vida en cada palabra en cada título, en cada crónica. Y así, jornada tras jornada, cierre tras cierra fueron relatando el tiempo que les tocaba vivir y sufrir. Mientras tanto iban aprendiendo a amar, criar hijos, ganar y perder mientras el reloj del tiempo seguía su marcha inexorable rumbo al fin de los días.
Tiempos tristes, de despedidas y transformaciones a nuevos estadios nunca imaginados para la prensa donde las viejas redacciones de los diarios comienzan poco a poco a convertirse en leyendas inmortales de un pasado que no va a volver. Pero: ¿quién nos quita lo bailado?