La sobredimensión mediática en campaña electoral Marcel
En los últimos días comencé a valorar más positivamente los Twitter Spaces. Para quien no los conozca –como dice su nombre– son espacios en la red social del pajarito a través de los que se puede mantener conversaciones en directo. Algo así como una asamblea organizada por un internauta.
Apenas confirmado el triunfo electoral en Honduras de la candidata presidencial de Libre, Xiomara Castro, la revista de comunicación política Relato organizó uno de estos eventos, con actores políticos que estuvieron vinculados a la campaña mencionada.
Dentro de los valiosos insumos que se expresaron de parte de quienes estuvieron en la cocina de esa campaña hubo un hecho que me llamó poderosamente la atención: el gasto total de la campaña presidencial en medios de comunicación rondó los 8 mil dólares (que fueron donados, además). Una cifra que resultaría ridícula prácticamente para cualquier colectivo que pretende acceder a la Presidencia de un país latinoamericano.
El monitoreo presentado oficialmente por el Consejo Hondureño de la Empresa Privada dice que Xiomara Castro gastó 202.765 lempiras (unos 8.300 dólares) mientras que el candidato oficialista del Partido Nacional, Nasry Asfura hizo uso de 14.250.495 lempiras (alrededor de 590 mil dólares), lo que representó el 68,1% del gasto total de todos los candidatos en medios de comunicación.
Esta situación absolutamente disparatada y desigual abre varios debates, entre ellos hay dos que sería bueno abordar: ¿la mayoría de los sistemas electorales aseguran equidad en su acceso a los medios de comunicación a los integrantes de la oferta electoral? ¿qué tan determinantes son los medios de comunicación en las campañas electorales?
La primera pregunta se responde sola. Son pocos los sistemas electorales que dan garantías a los candidatos o a los partidos para acceder a los medios de comunicación en igualdad de condiciones con sus adversarios. Quizás una excepción a esta situación la configure el sistema de franja electoral que hay en Chile, un espacio mediático cedido por el Estado a los candidatos. Si bien resulta ser uno de los sistemas más democráticos, porque cada opción electoral cuenta con el mismo tiempo que sus competidores, también se encuentran diferencias, ya que acceder al espacio no garantiza que se pueda realizar un producto de calidad, pues los servicios audiovisuales tienen un costo elevado.
A la hora de hacer una campaña electoral, uno de los mayores costos con el que nos vamos a encontrar es el publicitario, sobre todo en los países en los que hay que arrendar espacios en medios privados. Aquí nos encontraremos con que los oficialismos tienen ventajas, ya que por lo general pautan comunicación gubernamental en esos medios y en ocasiones hay una relación de dependencia comercial. Además, los partidos que están en el ejercicio de gobierno cuentan con mayor financiación debido a los aportes que realizan los militantes que ocupan cargos institucionales.
Tampoco hay garantías de que los medios de comunicación sean cristalinos con su listado de precios. Un ejemplo que grafica esto fue la última campaña presidencial uruguaya, en donde hubo empresarios de los medios que tenían dos tarifas diferentes, una para sus amigos conservadores y otra más elevada para el Frente Amplio.
Por lo tanto, en los medios de comunicación –en la mayoría de los países de América Latina– veremos en la campaña electoral a las opciones que tengan mayores recursos económicos, lo cual atenta contra la equidad y como consecuencia también contra la democracia.
Pero las elecciones en Honduras nos demuestran otra cosa. No es indispensable estar en la pauta mediática para ganar una elección presidencial. Claro que ayuda y si es posible, y existen los recursos económicos para hacerlo es recomendable, porque es la forma de llegar con el mensaje a aquellos ciudadanos que están más alejados de la política y a los menos informados.
Varios ejemplos hay de opciones políticas que no gastaron su dinero en campañas de radio y televisión y lograron cumplir con sus objetivos electorales, entre ellos las primeras campañas de Pepe Mujica encabezando la lista legislativa del MPP en Uruguay.
Estar en televisión no nos asegura el éxito, pero por el bien de la democracia debemos reclamar mecanismos que permitan competir en igualdad de condiciones con aquellos que tienen recursos económicos. Debemos asegurar que las campañas no sean un ámbito en el que los poderosos puedan aplastar con billetes las ideas de su oponente. Y si esto no es posible, en Honduras quedó demostrado que siempre hay formas de vencer a la adversidad sin depender necesariamente del dinero.
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