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La tecnología da trabajo por Luis Nieto

La tecnología da trabajo por Luis Nieto
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La aplicación de tecnologías digitales a la industria revive los temores de que las máquinas acaben con el trabajo humano remunerado. Miramos por la ventana, es un día lluvioso y con alarma meteorológica, con la duda en la cabeza: ¿Acabarán las máquinas haciendo nuestro trabajo?

Los vientos del Sur chocan contra un viejo tala que protege la casa. Los que saben le dan más de doscientos años de vida. Está en un lugar elevado, imagino que los viejos pobladores de estos campos, tenían un sitio privilegiado para observar varios kilómetros a la redonda. Por los costados del monte se pasearían los venados; por la ladera suave, del otro lado del arroyo, los ñandúes. Debió ser un paraíso para tan pocos habitantes. El sombra de toro, que creció juntando sus raíces a las del tala, habrá hecho hervir la sangre de las jóvenes charrúas, con su perfume suave y extenso, por decir de algún modo la forma en que su fragancia se impone sin empalagar.

Toda esa naturaleza que se ve del otro lado de la ventana ya estaba en la Banda Oriental. El enorme salto de tiempo entre el momento en que el tala era un pequeño retoño y esta tarde lluviosa, ya transitando la segunda década del siglo XXI, ha sido apenas un abrir y cerrar de ojos para el país que nació en aquellos años lentos. La vida humana, en los albores de la independencia, no podía ser ni siquiera parecida a la nuestra, pero algo del trasiego de razas y culturas está presente en nuestra forma de ver, en las expectativas, hasta en la desidia que gobierna buena parte de las decisiones.

En el mismo lugar donde las pequeñas comunidades convivieron con aguará guazús, yaguaretés, pumas o venados, hoy una sembradora hace un trabajo casi perfecto sin necesidad de que alguien la conduzca. El gps recibe una señal que se dibuja en una pantalla, y en el siguiente trayecto la semilla caerá en el lugar predeterminado por el completo instrumental de la sembradora. Un tiempo atrás, para el mismo trabajo, hacía falta un muchacho con un triángulo de tela atado a una rama para indicarle al conductor qué tan lejos o qué tan cerca iba la maquina del zurco anterior. Al que hacia ese trabajo se le llamaba “el banderillero”. Al aparato digital que ordena a la sembradora dónde tiene que hacer su trabajo se le llama de la misma forma, pero se aclara que en lugar de un muchacho que se coloca al frente de la sembradora, la tecnología permite que el aparato suba una señal al grupo de satélites que le indicarán con increíble precisión por dónde tiene que enterrar la semilla en el siguiente movimiento. El banderillero satelital dejó a un muchacho sin trabajo, parece una mala señal, al menos es la reacción que acompaña la adopción de nuevas tecnologías.

Los que van en el tractor, por lo general, se trata de gente joven, que ha pasado por alguna de las escuelas de maquinaria agrícola que hay diseminada por el país, o, simplemente, por muchachos despiertos y arriesgados que se dan maña para aprender rápido. Es muy tentador. Esos equipos tienen aire acondicionado, un equipo de audio, y una butaca mullida donde es un placer trabajar, tanto en invierno como en verano. La maquinaria agrícola de hoy es más eficiente, por su precisión como en el consumo de combustible. ¿Eso quiere decir que llegó para desplazar a mucha gente que antes tenía un trabajo?

Por el contrario, a lo largo y ancho del país se ve mucho más maquinaria de la que se veía no hace tanto tiempo atrás. Pero no sólo se trata de maquinaria sofisticada y cara. Poco a poco el campo se viene llenando de molinos de viento que generan energía limpia, y eso implicará mantenimiento y nuevos trabajos, que aparecerán en la medida que también aparezca gente emprendedora y un país que se disponga a financiar un gran cambio productivo.

Se define la unidad ganadera (UG) como una vaca que pesa 380 kg y gesta y desteta un ternero. Asignamos a esta vaca un consumo equivalente al 2% de su peso vivo, por lo tanto consumirá diariamente 7,6 kg de MS. Esta definición admite numerosas variables, que es necesario conocer para prever la cantidad de animales, de las distintas categorías que pueden equivaler a esa definición del comienzo. Si se trata de ovinos, la equivalencia con una vaca de 380 kilos que gesta y desteta un ternero será distinta. En la actualidad, la equivalencia en cantidad de ovejas será de 6.67. En el mismo espacio, con iguales recursos, donde una vaca de 380 ks. gesta y da un ternero al cabo de un determinado tiempo, es posible maneja un promedio de 6.67 ovejas. La Unidad Ganadera ovina tendrá un promedio de 0.15 por animal.

La elaboración de todas estas definiciones es el resultado de lo que el país ha invertido en sus distintas instituciones de investigación. No obstante, la mirada bucólica del país urbano es uno de los frenos más poderosos con que cuenta el desarrollo y la equidad. Por ejemplo, Colonización, una institución que tiene acceso a todo esto, es el ejemplo más claro del Uruguay de los bosquimanos. Cuando debería ser el motor del desarrollo de la familia rural en un marco de tecnificación y alto rendimiento, está abandonada a lo que salga de unos productores que en muchos casos apenas les da para pagar la renta, o, peor, la mayoría de los colonos tienen que optar entre pagar la renta por la tierra que les fue concedida o no pagarla para poder llevar una vida familiar relativamente aceptable.

El Instituto Nacional de Colonización sufre de ineficacia crónica, no importa el gobierno que le toque. No tiene un rumbo, entrega tierras a familias dispuestas a trabajar duro pero no puede terminar ahí. Es cierto que hay un vínculo técnico posterior, que debería sacar al colono del pozo, porque el país dispone de conocimientos suficientes para aumentar la productividad a nivel de Oceanía. La pregunta recurrente es ¿por qué no lo hace?

Si decimos que en una hectárea de campo se pueden ubicar 6.67 ovinos de distintas categorías, estamos hablando del pasado. Eso equivaldría a producir 100 kilos de carne de cordero por Há, a un precio de U$D 3.2, que es lo que paga el frigorífico, lo que le dejaría al colono un total de U$D 320 por Há. En un predio de 100 hectáreas le dejará un total de U$D 32000. No está mal, pero tendrá que deducir la renta y demás costos, incluyendo mejoras en el campo, lo que en la mano puede llegar a ser un resultado final de U$D 1000 por mes, y con eso tendrá que vivir y hacer que sus hijos estudien. Pero el paquete tecnológico que podría manejar Colonización está muy por encima de esos cálculos. En las mismas 100 hectáreas, hoy, es posible producir 30.000 kilos de carne ovina de calidad superior, y eso implica un resultado bruto final de U$D 90.000, con la misma renta.

Por supuesto que el volcar todo el apoyo técnico y crediticio a favor de quienes están dispuestos a trabajar duro con la intención de prosperar es toda una definición política. Uruguay no puede conformarse con aconsejar prudencia. Por lo general ese razonamiento refleja el compromiso de no agitar las aguas porque así vamos bien. ¿Con un campo cada vez más extranjerizado, y con inversiones que dependen de compañías extranjeras vamos bien? Antes la United Fruit, dueña de toda América Central y buena parte del Caribe, era mala palabra. ¿No nos estaremos pareciendo a eso?

Las nuevas tecnologías, y no sólo las sofisticadas, pueden ser nuestra mejor herramienta. ¿Para qué tenemos los institutos de investigaciones agropecuarias y las facultades de Agronomía y Veterinaria?

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