La primera vacuna que se usó para proteger al ser humano frente a una enfermedad fue la vacuna antivariólica, la que protegía frente a la viruela. Siglos antes de su invención se había observado que quienes habían tenido viruela y sobrevivido no enfermaban en nuevas epidemias por lo que se había empezado a utilizar un método para contagiarse de la enfermedad en forma leve y así evitar las consecuencias de la enfermedad las que eran: muerte en un 30% de los casos, pozos o cicatrices deformantes en el rostro y la piel (los llamados picados de viruela) y ceguera.
El método se desarrolló en Asia. Hacían una herida pequeña y superficial sobre el brazo, y sobre esta colocaban una pequeña porción de la pústula de un enfermo. Esto provocaba que la persona enfermara, pero levemente, aunque en algunos casos enfermaba gravemente e incluso morían. El resultado era mejor que no hacer nada y los que morían por la inoculación seguramente hubieran muerto en la epidemia.
En el siglo XVIII la esposa de un diplomático inglés viviendo en Estambul, Lady Montagu, conoció la técnica y la aplicó a sus hijos. Ella había sufrido la viruela y su hermano había muerto de la misma, por lo que al volver a Inglaterra se volvió en una exitosa promotora de la inoculación.
Vacunas
Mientras tanto en 1778 Eduardo Jenner, médico inglés de una zona rural de Inglaterra, publicó un artículo científico sugiriendo un procedimiento para protegerse de la viruela menos peligroso que la inoculación de la viruela. Jenner se enteró de una creencia popular que le llamó la atención. Se decía que los ordeñadores que se habían contagiado de una enfermedad de las vacas, por tocar las pústulas que estas tenían en las ubres, hacía que los afectados se volvieran inmunes a la viruela.
La viruela de las vacas provocaba en las personas la formación de pústulas, como las de la viruela, en las manos y en el brazo, ganglios inflamados en el brazo, dolor en el mismo, y fiebre, pero no se extendía al resto del cuerpo, ni llevaba a la muerte ni a la ceguera.
El texto del artículo de Jenner es interesante y muy descriptivo. Dice por ejemplo que el día 14 de mayo 1796 hizo una toma de una pústula de Sarah Nelmes que estaba sufriendo de la viruela de las vacas, hizo unas incisiones, como un rasguño, en el brazo de un niño de 8 años, James Phipps, y puso sobre las mismas una porción de la pústula de Sarah. Siete días después el niño tenía algunas molestias en la axila, a los 9 días sentía frío, perdió el apetito y tenía un leve dolor de cabeza, durmió mal, pero al otro día estaba recuperado y bien otra vez. Y así uno tras otro describió 23 casos.
Después a los «vacunados» les inoculaba viruela, les hizo convivir con enfermos de viruela, incluso dormir en sus camas, y no se contagiaban. Su conclusión era que inocular la forma vacuna de la enfermedad era mejor que inocular la forma humana. De allí el nombre de vacuna para todas las inoculaciones que se hacen ahora para prevenir enfermedades.
En principio se necesitaba tener una persona con la enfermedad de la “viruela vacuna” para poder tomar las muestras de sus pústulas esto hacía que, para la distribución de la vacuna en el mundo, por ejemplo cuando España quiso llevarla a Iberoamérica y las Filipinas, se llevaran en los barcos a niños con la enfermedad y sus correspondientes pústulas en el brazo y otros sanos para inocularlos durante el viaje antes que los primeros se curaran, es decir la vacuna se transportaba de brazo en brazo.
Antivariólica en Uruguay
Al Uruguay la vacuna contra la viruela llegó el 5 de julio de 1805 y la enfermedad se erradicó del país en 1936. Tomó 131 años erradicar la viruela que fue aproximadamente el tiempo que se demoró en hacer obligatoria la vacunación. Esta se estableció por ley en 1912, pasaron solo 24 años para la erradicación total, el tiempo de implementar la ley y lograr que realmente todos se vacunaran. La erradicación de la viruela del mundo se dio en 1977, 40 años después que en Uruguay.
Durante esos 131 años murió mucha gente de viruela en Uruguay. También es cierto que murió gente que fue vacunada, pero en muchísima menor cantidad. Los fracasos se debieron a causas como que tomaban de la pústula de una persona con otras enfermedades, algunas tan graves como la sífilis, o que no tenían viruela vacuna, por lo que no los hacía inmunes a la enfermedad y se la contagiaban cuando aparecía una epidemia. A prueba y error se fue aprendiendo cómo vacunar. Por supuesto que cada error para un vacunado y su familia era una tragedia. Éste era un argumento fuerte de los antivacunistas el que claramente es válido cuando se analiza caso por caso. Pero la no vacunación provocaba muchas más tragedias.
Poliomielitis
La vacuna contra la polio también fue un éxito y cuando se volvió obligatoria en Uruguay se erradicó en pocos años. En 2018, en el mundo hubo menos de 30 casos notificados en solo dos países, Afganistán y Pakistán. Se cree que pronto se podrá declarar extinta en el mundo.
En el libro «Némesis», de Philip Roth, se relata cómo se vivía con temor durante y entre epidemias de poliomielitis en un pueblo de New Jersey, Estados Unidos, a mediados de los años 40. De la misma manera se vivía en todo el mundo. En Uruguay todavía vive gente entre los que sobrevivieron a la polio de más de 60 años con atrofias en brazos o piernas debido a las secuelas de la polio. Pero la mayoría de la gente no conoció esa amenaza ni el miedo a enfermar, por lo que se preocupan más por los efectos secundarios de la vacuna que de la enfermedad de la que se están salvando.
Exenciones
Hay casos en que los médicos no recomiendan la vacunación a algunas personas debido a las reacciones extrañas a la primera dosis de vacunación o alergias, problemas neurológicos o autoinmunes, por haber tenido un trasplante de algún órgano, o estar en un tratamiento quimio terapéutico para el cáncer, que disminuye sus defensas. Estos casos son pocos y se pueden tolerar en una sociedad en que la mayoría (95%) está vacunada. Si la vacuna no fuera obligatoria, mucha gente no se vacunaría por desidia, desinterés o por tener posiciones filosóficas contrarias a la vacunación. En este caso tal como está ocurriendo en Europa en cuanto surgieron unos pocos enfermos de sarampión se empezaron a contagiar los no vacunados y apareció una epidemia, en el último año fallecieron 37 personas en Europa. En América en 2016 se había certificado que era la primera región del mundo en la que el sarampión había sido eliminado. Pero resurgió en varios países, en 2018, Venezuela con 1.842 casos declarados y 115 muertes, le siguen en número Brasil, 1.100, Colombia y Estados Unidos con cerca de 200 casos cada uno. Es un crimen social dejar que surja una epidemia y que las personas vulnerables que están a salvo si el resto de la sociedad está vacunada, se enfermen.
Efectos adversos
Dado que el porcentaje de fallas de las vacunas o de efectos secundarios de las mismas es muy bajo los que están a cargo de la salud pública en la mayoría de los países exigen la vacunación obligatoria. Pero visto desde el punto de vista del individuo que sufre un efecto secundario serio el porcentaje para él es 100%. La senadora Alonso quien relató, en agosto de 2018, que su hija tuvo una afección neurológica en un ojo y una pierna 21 días después de vacunarse contra el virus del papiloma humano dijo, al ser entrevistada por el programa Todo Pasa de Océano FM, que ella creía en la vacunación y por eso vacunó a sus hijas pero cuando el efecto adverso le tocó a ella era su mundo el afectado.
El médico tratante le diagnosticó una enfermedad autoinmune, la neuromielitis, y dado que es una enfermedad rara, le aconsejaron ir a Buenos Aires, Argentina, a consultar, allí los neurólogos le afirmaron que esos problemas neurológicos eran consecuencia de la vacuna contra el virus del papiloma humano.
El doctor Jorge Quian, subsecretario de Salud Pública al ser consultado por ese tema dijo que no se podía hacer esa afirmación. Entre los muchos estudios que se han realizado sobre los efectos de la vacuna contra el virus del papiloma humano no hay ninguno que avale dicho vínculo. Al preguntarle el periodista si se conocen efectos secundarios Quian dijo que sí, que si después de una vacunación se inflama la zona donde recibió la inyección o se pone roja y le duele el brazo o si tiene fiebre y tos seguramente sea debido al efecto de la vacuna, pero es un efecto superable muy menor al riesgo de contagiarse el virus del papiloma humano, el que eventualmente puede producir cáncer de cuello del útero, del útero, de los ovarios y, en el hombre, del pene.
Aceptación
Uno de los problemas para lograr la aceptación de la vacunación contra el virus del papiloma humano, por ejemplo, es que no es visible el efecto de este. Hay gente que tiene este virus y no desarrolla cáncer vaginal o del útero, pero a la inversa la mayoría de los que desarrollan cáncer tienen el virus, de allí el convencimiento de la comunidad médica de la necesidad de evitar contraer el virus del papiloma humano. No solo la gente no ve la asociación de la enfermedad con el virus en forma directa sino que la asociación cáncer con un virus hasta hace muy poco se desconocía por la población general y por ejemplo cuando Hugo Chávez dijo que su cáncer se lo habían provocado con algún virus, muchos dijeron que estaba loco, el cáncer no se contagia, se decía, pero ahora se sabe públicamente que en el caso del cáncer ginecológico el virus del papiloma humano tiene un rol importante y este se contagia en las relaciones sexuales.
Parece que el paso siguiente para lograr la prevención de enfermedades con vacunas es encontrar una forma de predecir quienes pueden tener efectos secundarios adversos serios, y que los médicos presten especial atención a todos los pacientes que llegan al consultorio con un problema de salud cualquiera, por más leve que sea, poco después de haber sido vacunados. De esta forma al sentirse contenidos se vencería el temor de los vacunados y la aceptación sería mayor.
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