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Luis Nieto, escritor: Sendic quería disolver al MLN

Luis Nieto, escritor:  Sendic quería disolver al MLN
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Su trayectoria de vida es un retrato hablado de una parte importante de la historia reciente de nuestro país. Es de los pocos que conozco, que no duda en ser crítico hasta el hueso con su propio pensamiento.
Recuerdo sus columnas en Voces de varios años atrás, cuando vaticinaba el rumbo que había tomado Venezuela y el revuelo que causaban en la izquierda dogmática. Coincidiendo o no con sus posturas vale la pena escuchar su visión para el futuro del Uruguay.

Por Alfredo García / Fotos: Rodrigo López

Nació el 27 de junio de 1945, en Treinta y Tres, donde vivió su infancia y adolescencia. A los 16 años su familia se mudó a Rosario, en Colonia. Tiene una hermana. Con 19 años vino a Montevideo. Empezó a estudiar Relaciones Internacionales e inglés. Su vocación era la biología marina y se fue a Canadá para estudiar. Fue militante del MLN, estuvo preso y en el exilio. Fue productor rural y es escritor. Es padres de tres hijos. Actualmente vive en España.

¿Cómo te hiciste tupa?

Yo me vine de Canadá a ver a mis viejos y todos mis amigos estaban militando en el MLN. Me acuerdo del cura Freire, que una vez, cuando llegó la marcha cañera, se los llevó a todos y acamparon en el patio de la parroquia. Me acuerdo que Wilson decía: “Cambio todos los votos que tengo en Treinta y Tres por el voto de Freire y del Serrano Abella”. El cura Freire era un caudillo de alguna manera. Creó los Boy Scouts allá. Fue una escuela de formación en valores.

O sea que no volviste a Canadá.

Nunca más me volví. Dejé todo porque empecé a militar en Treinta y Tres, eso fue en junio del 69. Después, al año, vino la caída de la dirección del MLN en la calle Almería. Yo venía a Montevideo porque habíamos formado un subcomando allá y ya era el responsable de Caraguatá. Pero empecé a tener discrepancias por el Plan Cacao y la muerte de Roque Arteche.

Explicá qué era el Plan Cacao.

Era un plan para poner bombas en empresas vinculadas al extranjero. Como fue en el caso de Sudamtex. Yo me oponía a ese tipo de acciones y
después nos enteramos que Sendic también era un tipo que odiaba las bombas. Y caí preso en octubre del 71 por la justicia civil.

¿Vos estabas en Punta Carretas?

Sí, pero a quince de nosotros nos sacaron para Punta de Rieles. Por esa época empezó la tortura y, claro, nadie estaba acostumbrado a esa tortura. El manual que había del MLN era aguantar 24 horas para que afuera limpiaran todo. La gente lo que tenía era esa orientación. Y con el tipo de tortura del Ejército, no se aguantaba ni 24 horas. Agarraron a gente del interior que era tierna. Aquello era una carnicería. Estuve preso hasta diciembre de 1972.

Mencionaste a Caraguatá, ¿cuánto tiempo llevó construir eso?

Mucho tiempo. Debe haber sido como tres meses de trabajo porque era todo piedra. La puerta de Caraguatá pesaba mil y pico de kilos. Era una piedra que tenía un balancín que la levantaba. Y después de eso le hicimos un tubo de quince metros más con cañería y ahí era el polígono. Tenía diez metros más quince; o sea, veinticinco metros. Y teníamos montones de armas de la Marina. Esas armas las llevé yo con un cañero. Hicimos dos viajes, cargados hasta el tope de armas, y nos quedaron algunas que decidimos dejar porque andaba mucho la Policía Caminera. Cuando volví al país, fui al lugar que estaba exactamente igual pero unos vecinos, al ver que no había nadie por ahí, hicieron un parrillero arriba y un jardín.

Rebobinamos. En diciembre del 72 te dan la libertad y ahí te vas.

Me quedo unos meses. Porque yo había estado en el tema de las conversaciones con los militares. Que había generado la libertad de algunos como Ettore Pierri, y mi abogado, que estaba preso en el cuartel. A varios que estaban muy livianos los dejaron porque había una especie de luna de miel con los militares.

Por las conversaciones en el Batallón Florida.

El Ñato Fernández Huidobro se fuga de Punta Carretas en el Abuso y cae el 14 de abril en la casa de los Martirena. Lo llevan a Jefatura y de ahí a Punta Rieles y lo ponen en mi celda. David Cámpora había estado en Punta de Rieles y contó todo lo que estaba pasando. Y entonces ahí el Ñato decidió tomar las riendas de la cosa esa. Durante las conversaciones empezó a salir gente a la calle todos los días. Y entraban también. Martínez Platero y el Bebe Sendic estuvieron el Florida. Los militares empezaron a agarrar temperatura con el asunto de los ilícitos económicos. El Ñato les vendió toda la cuestión de las causas de la guerrilla. Se formaron comisiones.

¿Vos estabas en el Florida?

A mí me llevaron al Florida por esas conversaciones.
Estoy en el grupo de las conversaciones, pero no participo.

¿Quién era la voz cantante de los milicos ahí?

Calcagno y Camacho, del Florida, pero había muchos milicos de otros lados.

¿Cuándo te vas de Uruguay?

Me habré ido en marzo del 73 y me fui a Buenos Aires. Ahí me hicieron los documentos y nos fuimos a Chile. El 14 de junio del 73 volé a La Habana. Yo estuve después ahí tres años y medio.

¿Y ahí te vas para España?

En noviembre del 76 me voy para España. Ahí es cuando los cubanos nos dan la opción de quedarnos como cubanos o te daban un pasaporte, unos pesos y te vas. Y ahí fue una emigración brutal. Muy poca gente se quedó.

¿Cuál era el objetivo de los tupas en Cuba? ¿Entrenarse para volver?

Claro, entrenarnos. Cuando llegué ya habían pasado varias tandas. Es más, mientras estaba en Punta Carretas cayeron cuatro compañeros, Pedro Dubra entre ellos, que venían del entrenamiento en Cuba. Y estaban yendo continuamente a Cuba. Todas las semanas salía una tanda para Cuba.

Ahora, ¿por qué en el 76 les dan el ultimátum?

Porque ya, en definitiva, acá no había más nada. El proceso de renuncia a la lucha armada fue entre el 74 y el 76. Y la organización ya estaba en los hechos terminada. Hubo intentos de reflotarla por algunos, pero los principales, Lucas Mansilla y Martínez Platero, estaban fuera. El Negro Mansilla encabezó un sector que se llamó Nuevo Tiempo, que estuvieron intentando sacarlo adelante. Pero en ese momento habían empezado las conversaciones, a través de Zelmar, con Wilson. Y el otro sector que quería mantener el MLN anduvo por Europa, metiendo la mano en los bancos y hubo gente presa por eso. Teníamos un problema fundamental.

¿Cuál?

Los rehenes. Había nueve varones y once mujeres en los cuarteles y los iban a empezar a matar donde hubiera acciones importantes. Los milicos a esa altura tenían la decisión bien clara.

¿El fenómeno de los renunciantes fue masivo dentro del MLN?

No fue masivo en un principio. Yo me fui antes del MLN, en octubre del 73. El proceso masivo empezó en el 74 hasta el 76. Empezó siendo un goteo, sobre todo la gente en Buenos Aires y después la gente que fue llegando a Europa de diferentes lugares.

Por otro lado estaban los seispuntistas.

Es otro fenómeno distinto. Eso fue un fenómeno relacionado con la seguridad cubana y con un proyecto de país distinto, que sostenía que la Unión Soviética y Cuba eran la vanguardia mundial. Entonces teníamos diferencias enormes. Ellos recibieron mucho dinero para armar toda esa cosa.

Vos cortás con el MLN estando en Cuba.

Yo tenía una pila de dudas que pasaban por lo de Roque Arteche, lo de Pascasio Báez y el Plan Cacao que te mencioné. Todas esas discrepancias. Y estuve a punto de quedarme en Chile, de no seguir porque no lo veía. Lo de Cuba era como una trampa para mí, porque después salir de ahí ya no iba a ser fácil. Entonces veía más fácil, a pesar de todas las señales, quedarme en Chile y, en última instancia, rajar de Chile. Pero bueno, yo qué sé. Me lo plantearon, insistieron y yo también, de cierta forma, quería ir a Cuba. Pero ya cuando llegué a Cuba y empecé a ver cosas dentro de la gente con la que teníamos relación, no sólo con la seguridad cubana, con el Estado, cómo era Cuba. Una cosa tan militar que para nosotros en el Uruguay es imposible. Nunca tuvimos esa mentalidad. Acá no tuvimos jefe, allá los que teníamos alguna responsabilidad éramos todos jefes.

Era una cosa muy diferente.

Nosotros no teníamos jefe. Hay una cosa que es muy importante: que el MLN nunca tuvo grados. Era encargado de algo. Pero las cosas dentro de cada grupo se decidían colectivamente. En el Ejecutivo nunca hubo un general Sendic. Nunca jamás. Y los cubanos eso no lo podían entender.

No entendían el “Naides es más que naides”.

No. Y nosotros veníamos del Colegiado. Y creo que eso era más fuerte que nosotros y fue más fuerte que los milicos. Porque no podés desconocer que en el 80 los milicos tuvieron que fumarse perder el plebiscito y aceptarlo. Entonces eso es la fuerza que tienen las instituciones democráticas en el Uruguay.

Para redondear algunos temas, los renunciantes entonces pasan fundamentalmente en Argentina.

Luego se van la mayoría para Europa. Una vez que en Argentina mataron a Willy Whitelaw, que era de la dirección de los renunciantes. Eran cuatro. Willy, Lucas Mansilla, Luis Alemany y Kimal Amir fueron los renunciantes a la dirección del MLN y a la lucha armada. En ese momento nosotros teníamos un acuerdo con el MIR de Chile, el ELN de Bolivia y el ERP de la Argentina. Formando la Junta de Coordinación Revolucionaria. Pero hay un hecho clave.

¿Qué pasó?

En el 73, con Efraín Martínez Platero estamos viviendo juntos en Cuba. Lo llama Fidel Castro y le dice: “Mira chico, con los tupamaros nosotros no tenemos ningún problema. Los vamos a apoyar siempre, con lo que quieran de nosotros. Ahora, con el PRT y con esos trotskistas argentinos, nada de nada. Nosotros no vamos a reconocer la Junta Revolucionaria”. Fue un balde de agua helada, muy fría. Se lo estaba diciendo Fidel. Entonces, esa era una de las columnas de la renuncia. Y la otra era los rehenes, porque ¿quién se hacía cargo?…

Si pasaba algo acá.

Nosotros en ese momento estábamos en condiciones de borrar un cuartel en una noche, porque había gente que sabía. Bueno, la gente que entró a Managua con el Frente Sandinista eran tupamaros. Entonces nosotros estábamos en condiciones de hacer cosas que nunca habíamos podido hacer. Había gente que se iba desde una base aérea
de Pinar del Río todas la semanas hasta Canadá, pilotando y volvía como piloto cubano. Había gente que había hecho cursos de submarinista con los comandos cubanos, que no son nenes de pecho.

Son pesados.

Y al mismo tiempo que estamos en condiciones de crear un caos en el Uruguay, golpear e irnos y golpear desde Argentina. Al mismo tiempo teníamos la opinión de Fidel Castro, por un lado, y, por el otro lado, a los rehenes. Y eso fue encausando la discusión, porque si vos no podés hacer ninguna acción en Uruguay, ¿qué hacés? ¿Te vas a tu casa a tomar mate? Y bueno, empezó a surgir la idea de abandonar la lucha armada. Al mismo tiempo, estaba la relación con Zelmar, que era muy fuerte por parte de Mansilla, habían sido compañeros del gremio bancario, y de Kimal, también. Y Zelmar era partidario de abrir la cabeza, y de pensar en otra cosa.

Y Zelmar tenía la relación con Wilson.

Wilson se lo planteó francamente. Wilson no iba a ser nunca frentista. Le planteó de volver juntos políticamente. Yo creo que esos dos nenes juntos políticamente eran muy fuertes. El Frente Amplio, que era algo nuevo y con Seregni preso, no iba a tener las mismas capacidades que estos dos tipos. Y el Frente siempre tenía la posibilidad de rearmarse, de seguir adelante, o hacer una cosa nueva. Y ese fue el planteo. Entonces Zelmar le dijo: “Mirá, esta gente acaba de de dejar la lucha armada en estas condiciones”.

¿Qué condiciones?

Con un ERP-PRT que nos quería arrancar la cabeza. Hicieron una reunión fuera de Buenos Aires y Alemany le decía a Mansilla que él solo iba por acompañarlo. Llevaron armas, y la charla duró toda la noche. Había compañeros que ya estaban definidos por los renunciantes pero había dudas, sobre todo con los peludos, que eran gente de Sendic. Cuando le tocó hablar al cañero Pedro dijo: “Bueno, estos compañeros habrán cometido errores, pero son buenos compañeros”. Esa noche se discutió de todo y después empezaron las votaciones. Al otro día se fueron. Ellos no renunciaron al MLN. Renunciaron a la dirección del MLN. Y después vino todo el proceso de formar a Nuevo Tiempo. Se había formado la UAL.

La Unión Artiguista de Liberación.

Iban a empezar en ese camino político, hasta que matan a Willy Whitelaw, y bueno… Entonces empiezan a sacar gente de Buenos Aires, porque aquello era una carnicería espantosa. Sacaron a la mayoría de Buenos Aires para Europa. Willy no se había querido ir, era un tipo con una voluntad de hierro. Me acuerdo que el 19 de abril, en la playa de La Agraciada, se habían reunido Luis Alemany, que era el responsable militar del Uruguay en ese momento, y Willy. Ahí Alemany le dijo: “Mirá, acá no se puede hacer nada. Son todos gurises sin experiencia militar ninguna contra un ejército que está atornillado”. Y ahí empezó el proceso.

¿Por qué en la historia del MLN los renunciantes no aparecen?

Nunca se menciona y no se va a mencionar. Pero fue como te lo estoy diciendo. ¿Qué hubiera pensado el Ñato, si hubiera estado en la calle en ese momento? O cualquiera que tuviera un poco de cerebro y experiencia. No había otro desenlace. Salvo que uno quiera que maten a Sendic, a Mujica, al Tambero, los vayan matando de a uno, y a las compañeras. Y no quede nada. Y además, a los que estaban en Buenos Aires los iban a matar a todos allí. Estaba el Plan Cóndor a full. ¿Por qué? No sé. Sería bueno preguntar.

Vos decías que Fernández Huidobro es un capítulo aparte.

El Ñato se reunió con Mansilla dos veces en mi casa, cuando volvimos nosotros, allá por el 85. Ellos salieron el 14 de febrero y, a partir de ese momento, nos fuimos reconectando. Esa noche, la noche de la salida de ellos, a mí me invitan a la casa del Ñato. Pero bueno, enseguida empezamos a juntarnos, iba todos los días y le conté toda la historia de los renunciantes, todo. El Ñato me dijo que iba escuchar a todos los que vinieran y después iba sacar una conclusión. En ese proceso estuvo dos veces en casa reunido con Mansilla. Le puso todo arriba de la mesa, el asunto de la plata, el asunto de la imposibilidad de hacer acciones. Mansilla le dijo: “¿Te queda alguna duda?”. “A mí no me queda ninguna duda”, le dijo el Ñato, y ellos dos terminaron en muy buenos términos personales.

Mansilla en ese tiempo estaba con Wilson.

Sí, estaba con Wilson. Trabajaba en el Banco Hipotecario, porque lo reintegraron y pidió ir en comisión al despacho de Zumarán. Y ahí estuvo un tiempo. Después empezó también a tener sus dudas con respecto a la integración en el Partido Nacional. Se mantuvo por fuera. Otros compañeros se integraron al Partido Nacional. Y otros a la 99, como fue el caso de Kimal Amir.

¿Por qué el Ñato es un capítulo aparte?

Y porque la historia del Ñato, y sobre todo el final, no se puede explicar sin conocer toda la trayectoria.

¿Desde el Florida?

Desde antes, desde que se descubre la tatucera del Caraguatá. La fecha no me acuerdo, pero eso fue en mayo del 72. Estábamos en la misma celda los dos con Juan Carlos, un dirigente sindical de La Teja, y Alfredo Minetti, y escuchábamos todas las noches las noticias. Hasta que sale lo de Pascasio Báez. Yo había sido el responsable de ese local, de cómo se hizo el local, todo. Y entonces sale lo de Caraguatá y Pascasio, y los dos quedamos con la boca abierta. El Ñato acababa de volver al Ejecutivo en marzo y cae preso pocos días después. Pero nadie le contó nada de eso. Y yo no me entero nunca tampoco. Nosotros quedamos convencidos de que era una operación de inteligencia del Ejército en una versión que no era cierta, que sería quién sabe quién que enterraron ahí.
Y entonces, al otro día a la mañana, bajamos y estaba Juan Almirante en el patio, que estaba en el Comando General del Interior. Y entonces, cuando le contamos, nos dice: “¿Ustedes no saben que eso es cierto?”. Quedamos con una calentura bárbara y, después de andar trillando por el patio, me dice el Ñato: “Yo por la vida de un peón de campo le doy treinta tatuceras como esa a los milicos”. Me quedó grabado.

No es para menos.

Esa era la opinión de él, un tipo así. Un tipo totalmente distinto que como lo conoció la gente. De muy buen humor, muy inteligente. Y empezó un proceso en ese momento, cuando descubre lo de Pascasio Báez. A David Cámpora lo llevan al Florida y lo traen de vuelta porque había pedido para venir y hablar con el Ñato. Entonces nos cuenta lo que estaba pasando en el Batallón Florida, que había un grupo de la organización hablando con oficiales sobre la posible amnistía. Y los oficiales con el tema de haber descubierto las causas de la violencia. Ese era el latiguillo de los tupas cuando caíamos. Y ahí, en el Regimiento de Infantería N° 1, a un grupito de oficiales le cayó la cosa. Entonces enseguida el Ñato empieza a carburar que se tiene que ir para el Florida.
Agarró sus bártulos y a los pocos días lo vinieron a buscar. Y empieza todo ese proceso de conversaciones en torno a los ilícitos económicos. Esa era la base y, después, la contrapartida sobre la amnistía.

¿Qué se planteó con la amnistía?

Básicamente la amnistía consistía en que salieran los que no tenían delito de sangre en libertad. Se suspendían todas las operaciones militares. No iban a salir a buscar más gente, pero el MLN sería responsable de las cosas que pasaran. No podía haber una acción más. Después, el grueso de los viejos se trasladaría a un campo a trabajar y a estudiar. Y ahí se abriría un periodo de dos años en los cuales podría ser el final de la amnistía. Una amnistía general. Y pasaron cosas. El MLN no paró de accionar en ese momento porque el acuerdo no estaba todavía claro. Pero fijate que el primer golpe fue el hermano del Goyo.

Artigas Álvarez.

Había coordinación entre la cárcel y los que estaban afuera. Todos los días salían del cuartel. Pero las acciones siguieron porque el MLN no podía parar frente a los militares, porque su capital activo era la posibilidad de seguir golpeando. Porque los militares creían que el MLN ya estaba derrotado. Hubo un periodo de tregua pero no fue un arreglo formal, y lo de Artigas Álvarez complica la conversación. Igual siguen adelante y toda esa gente está afín. Y hay algo genial.

¿Qué fue?

Un día hay una reunión en el Centro Militar con los generales y los capitanes y con un montón de carpetas encima de la mesa para explicar en qué consistía el proceso de amnistía. Estaban los generales y los coroneles, y habla Camacho, que era la voz cantante de ese grupo. Pero, en esa reunión de octubre del 72, cuando vuelve del Centro Militar nos cuentan cómo fue la presentación del plan de amnistía y la contrapartida del Ejército era empezar a golpear los ilícitos económicos en acciones conjuntas entre el Ejército y los tupas. Nosotros veníamos con la historia de la Financiera Monty y de Mailhos, y en realidad al sistema político no le teníamos mucho cariño, ningún cariño. Y entonces uno que creo que fue Trabal, dijo: “Bueno, todo eso está muy bien, pero ¿quién va a dirigir esta operación?”. Entonces uno de ellos pone la mano arriba de las carpetas y dice: “Fernández Huidobro”. Se armó un lío. Los militares se levantaron y se fueron. Y esa noche empezaron a caer los camiones de las distintas unidades de Montevideo a concentrarse en Florida para salir al día siguiente a golpear a los ilícitos, cada uno con su carpetita. Ya estaban asignadas todas las operaciones.

¿Y qué pasó?

Bueno, toda la noche estuvo el teléfono al rojo vivo, porque el jefe del cuartel era Legnani. Y el Ejército le pidió confianza a los mandos, que eso se iba a resolver en el seno de las Fuerzas Armadas. Y al amanecer los camiones empezaron a volver a sus unidades. Estaban todos los milicos armados arriba de los camiones. Y ahí se desmovilizó la cosa. Y empezó un período de duda. Si eso había estado bien o no. Cuando los comunicados 4 y 7 yo estaba en Costa Azul ese día escuchando, y el contenido era lo mismo que decían los milicos. Todo eso era una onda peruanista. La reforma agraria y todo ese bla, bla. El contenido de ese documento era el que se había redactado para el plan de amnistía. Pero la tortura no había parado nada. Y Sendic ya había caído.

¿Por qué no se fue?

Sendic no se quería ir del país. Él tenía otra idea. Un día se lo dijo a Juan Almirati, con los pies en el agua allá en el monte del Río Negro. Y le explicó a Juancito cómo era la construcción de su propio mito. “Mirá, Juan, yo no puedo ir en contra del que soy. Yo he construido un mito y tengo que ser fiel a ese mito”. Y fue fiel a ese mito. No lo mataron de milagro, pero
no volvió a ser Sendic nunca. Claro, porque cuando salió con su proyecto por la tierra y toda esa cosa ya fue algo muy encapsulado en un MLN que ya era partidario de otra cosa. Sendic no quería saber más nada del MLN. Él quería disolver el MLN y hacer un movimiento social. Estudió los términos de esa lucha por la tierra. Él creía en eso, creía que lo que había hecho en Bella Unión era su capital político y no tanto el MLN. Porque nunca fue un tipo afecto la disciplina del MLN. Él nunca fue leninista, era más bien de Rosa Luxemburgo. Odiaba la verticalidad. Era un tipo que había leído mucho. En la cana los libros de Sendic tenían la firma de Sendic. John Dos Passos, William Faulkner… ese tipo de cuestiones, aparte de libros de teoría y lucha. No es que no supiera de marxismo. Sabía muchísimo, y de leninismo también. Cuando él no quería ser leninista es porque también era muy uruguayo.

¿Cómo permiten que entren y salgan Sendic y otros de las cárceles?

Sendic fue a la cárcel a dar su opinión y su aval a ese proceso de amnistía. Los otros salían a buscar información económica para el plan de combatir los ilícitos. Era distinto. Martínez Platero fue previamente para ver si aquello le daba garantías de que fuera Sendic a la cárcel. Pero el Bebe fue a regañadientes de los que estaban afuera. Y la opinión de Mansilla era que se tenía que ir del país. Que tenía que irse al exterior porque el capital político de Sendic era lo único que le quedaba al MLN. Para los cubanos lo que valía del MLN era Sendic, que lo conocían desde el año de la conferencia de la OLAS.

¿Qué rol juegan en todo esto Píriz Budes y Amodio?

Son dos cosas distintas. De una sé algo y de la otra no sé nada. De Píriz Budes lo único que he oído es que agarró un mapa y les empezó a poner una señal en donde estaban las tatuceras. Eso es lo único que sé. Lo de Amodio es un caso político distinto dentro del MLN. Que ese sí lo conocí de cerca. Porque yo estaba en Punta Carretas cuando cae Amodio por segunda vez. Entonces Amodio era el responsable de esa segunda fuga afuera. Y cuando cae preso es el responsable adentro de la cana y lo veo actuar. Había estado muchos años preso y cuando él salió había un mar de fondo en torno a la Columna 15, que la había formado él. El Bebe decía que era una fantasía que la 15 tuviera tanta capacidad de acción. Lo otro y también el Ñato contribuyó a que fuera el chivo expiatorio del MLN por ser militaristas. Pero, en definitiva, la más eficiente de todas fue la Columna 15, fue la que secuestró a los principales tipos y los mantuvo en las cárceles del pueblo. Había una tendencia, y en el interior la vimos, de que los conceptos militares de la 15 eran lo que se quería implantar en toda la orga. Fue una especie de escuela y a muchos no les gustaba eso.

El rol que se le atribuye a Amodio no fue tan grande.

Él no conocía al MLN porque había estado mucho preso. Y en el caso de su compañera, Alicia Rey Morales, estaba ya en la dirección cuando salió de la cárcel de mujeres. Y nunca fue cuestionada, nunca le perdieron la confianza.

Está el relato de la entrega de la cárcel del pueblo.

La cárcel del pueblo cae porque la opinión de Adolfo Wassen era que ahí iban a matar a todos, a los rehenes y a los compañeros. Y necesitaba el aval de alguien más y fue Amodio con Wassen. Esa es la versión que yo escuché después. Marenales lo dijo antes de morir, que el que entregó la cárcel había sido Wassen. Ya sabían por dónde estaba la cárcel, tenían muchos datos.

Ahora, ¿es real el rol de Amodio como desmantelador del MLN?

No, no. El origen de su participación en las conversaciones con los militares es que el MLN le había planteado la baja. Darle de baja a un tipo que era fundador desde el tiempo del Tiro Suizo, que había fundado la Columna 15, que tenía un peso innegable dentro del MLN, era duro. Yo estaba ahí cuando él cayó preso la segunda vez y entonces
percibí que había un problema político, porque él quería irse al exterior y no le permitieron irse al exterior.

¿Cómo se explica que los militares le dieran un salvoconducto, si no hizo nada?

Él dice que les ordenó unos papeles, pero yo ahí no entro ni salgo porque no lo sé. Yo lo único que sé es el tema político que se inició en Punta Carretas con cartas antes del Abuso, con una crítica al militarismo.
Ahí empezaron los alineamientos y el Ñato estuvo muy en el medio tratando de salvar al MLN, porque el Ñato era hincha del MLN, el Bebe pensaba en otra cosa.

¿Y el rol de Mujica?

Yo a él, cuando lo conocí en la cárcel, le escuché decir mil veces: “Y, como te digo una cosa, te digo la otra”. Es una frase que acuñó seguramente en La Teja. Era un tipo como vos lo ves ahora. Nosotros estábamos preparando la segunda fuga de Punta Carretas y estábamos muy apretados. Porque después de la primera fuga nos controlaban mucho. Habían nombrado jefe de la cárcel a un tal Recoba. Entonces, estábamos muy preocupados para que nos aflojasen un poco, porque iba a ser también de adentro hacia afuera. Y Mujica pidió para hablar con él muchas veces y rebotaba. Hasta que un día le dijo que sí iba a hablar con él. Entra Mujica en esa pose, parado frente al escritorio. Y entonces Recoba dijo:“Bueno, bueno, vamos, ¿qué me quería decir? Porque yo no tengo mucho tiempo”. Y Mujica le dice: “Sí, me imagino que usted no tiene mucho tiempo, ¿no? Porque de acá se va a tomar el Ford Taunus, matrícula tanto y va a agarrar por Avenida Italia. Y se va a llevar a fulanita que lo va a estar esperando en tal lado y se van a pasar la tarde en Parque del Plata, usted y su amante. Y nosotros acá, pensando en usted”. Y Recoba le dice: “¡No, Mujica, no se lo tome así, siéntese, vamos a conversar!”. Y a partir de ese día la fuga se nos hizo posible.

Ahora, para terminar el tema del Ñato. ¿Hubo pacto o no hubo pacto?

No hubo pacto. El pacto se rompió con la disciplina hacia los mandos superiores. Ahí se terminó todo.
Ahora, esos capitanes y tenientes se quedaron con la sangre en el ojo. Lo fueron a visitar muchas veces al Ñato a los cuarteles donde estaba. Aquellas cosas que hablaron en los cuarteles en los años 70 quedaron entre ellos. El Ñato tuvo una relación personal muy fuerte con ese grupo, y además él creía en que el desenlace de todo esto, antes y después, pasaba por resolver el tema militar. Y él tenía confianza en poder torcer la cabeza de los
militares en torno a una cuestión nacional. Como pasaba con eso de la amnistía, la reeducación en una chacra, en formar grupos de estudio. Entonces él estaba ahí y empezó a ver cosas. Yo la última vez que estuve con el Ñato fue poco antes del Filtro. Él me llamó para encontrarme en un boliche cerca de Tristán Narvaja y charlamos un rato. Me pregunta por qué no me integraba de vuelta al MLN. Él sabía lo que yo pensaba, lo había hablado con él. El Tambero Zabalza también cuando salió en libertad, al día siguiente, fue a casa. Y después me citó para integrarme de vuelta al MLN, a los pocos meses de la salida de ellos. Yo le dije que no, que tenía discrepancias. Pero el Ñato, en esa reunión que tuvimos antes del Filtro, me dijo: “Acá hay muchos gurises que andan con el fierro en la cabeza. Y no hay quien los pare”. Yo entiendo que el Ñato estaba entre la espada y la pared en una cosa en la cual él ya no creía, tampoco.

¿En el MLN?

O no sabía cómo encauzarlo. Él se perdió todo ese periodo de reflexión que nos llevó a pensar que la lucha armada era inviable. También su compromiso con los militares y las cosas que habrán hablado todo ese periodo siendo ministro y en la previa de ser ministro. Capaz que él veía una esperanza de hacerse con el poder, no solo con el gobierno.

O de cambiar la cabeza a las Fuerzas Armadas.

De cambiarle la cabeza. Manini lo fue despedir al Ñato. Y Manini seguramente piensa en esa onda. Mujica fue a la zafra del arroz y la inauguró arriba de una cosechadora de Manini, del Arrozal 33. Entonces hay algunas cosas que a ellos les cuadraban ahí. También fue un militar que le entra por la puerta de la casa de Pepe en la chacra y le abre un maletín para mostrarle algo. Y esa era la realidad. O nos entendemos o nos ponemos malos. En ese mundo, él creyó poco en esa cosa uruguaya de adherencia a la democracia y creyó más en la lucha armada. Porque no se le borraron nunca las dudas.

Ahora el MLN, después de mucha polémica interna, opta por ajustarse a la vida política.

Sí, y no le fue mal. La derrota militar se convirtió en victoria política formal, porque en realidad no pudieron hacer nada tampoco. Estamos en lo mismo. El Pepe Mujica dijo una frase célebre, que yo se la escuché ahí. Después nos reunimos un día con Couriel, el Ñato y Marenales en la casa de Hebe Martínez Burlé. Couriel contó que su mujer lloraba a moco tendido en el Platense cuando Mujica dijo: “Nosotros los viejos vamos a ser el palito para que se junte la colmena nuevamente”. Lindas palabras, preciosas, porque a la mujer la hizo llorar, y a todos nosotros nos abrió una expectativa bárbara. Bueno, yo lo conocí al Pepe y le tenía una confianza ciega, igual que al Ñato. Pepe me invitó a trabajar en la Secretaría en el Palacio Legislativo. Yo no pude, porque tengo muchas discrepancias de mucho tiempo atrás. Yo no puedo hacer este cambio. Pero quedamos en buenas relaciones. No creo haber dicho nada inconveniente sobre él. Para mí es un gran tipo y se ha construido él solo. El resto del MLN no creo que haya entendido esa jugada.

La línea fierrera era la de Zabalza.

Era un bloque. Yo tuve una relación larga con él. Pero el Tambero es eso. Es un fierro atravesado en la cabeza. La vida estoica a él no le hacía nada. Cuando se fue al monte andaba girando de arriba para abajo por los montes. Copar una estancia un día, que fue un desastre aquello. Y uno puede decir que le gustaba.

¿Qué secuelas nos quedaron de esa época al día de hoy? ¿Cuánta gente idealiza al MLN de entonces?

Les quedó un mito, pero es un mito que se tragó una derrota brutal y que no la digirió.

Y cuando salieron estaban los proletarios, los celestes, había catorce líneas distintas.

A todos los escuchó el Ñato y salió con un pedo en la cabeza. A mí me pareció, ya muchos años atrás, que la única salvación que tenía el MLN era transformarse en un partido político, no le quedaba otra. No lo entienden todavía. Ves la lista del MPP y son toda gente nueva. Si la dirección se ponía de acuerdo en formar un partido político, se encolumnaba todo el mundo. Cuando el Bebe habló en el Franzini pasó lo mismo. Cuánta gente se arrimó. Eso era un partido político distinto. Yo no digo que había que andar en alpargatas, todo rotoso, había que entender lo que era el Uruguay, entender lo que era la democracia. Esa fue la única garantía que ganó en el 80.

Lograron convertirse en un partido político.

Pero un partidito. Hoy en día está peleando. Suponete, ahora, que Orsi gana las elecciones. ¿Y qué margen de maniobra tiene? Porque lo que planteaba el MLN era hacer un país diferente. Pasaba por una reforma muy profunda. ¿Ahora, una reforma de qué tipo va a hacer? En el campo, por ejemplo, las relaciones campo-Estado, todo ese tipo de cuestiones. En educación, ¿vas a poder cambiar las reglas del juego en la educación porque vas a ganar unas elecciones, que te va a durar cinco años, y a los cinco años no sabés si las vas a ganar de nuevo? Ya le pasó al Frente Amplio. Perdón, pero parto de la base de que yo no creo mucho en un frente político. No creo en los frentes duraderos.

Con 53 años, el Frente Amplio es una excepción interesante.

Como existencia, perfecto. Pero la vida política de los partidos políticos es otra cosa de lo que es el Frente. El Frente es una conexión de partidos por la cúpula. No es un partido que tenga un programa común permanente, una educación de sus cuadros políticos,
que tenga una doctrina. Eso es lo que forma el Partido Comunista, el Partido Colorado, el Partido Blanco, con sus matices. Los partidos se van acomodando y cuando llegan al gobierno tienen una línea pareja. El Frente podrá ganar y podrá hacer cosas muy positivas porque tiene, tal vez, la intelectualidad más capaz del Uruguay. Sigue siendo de izquierda. No se expresa solo a través del Frente Amplio, pero esa capacidad de ser de abajo, como dijiste, eso es muy uruguayo. La sociedad uruguaya es muy horizontal. Entonces estás seguro que en cinco años vas a poder torcer la economía del país y va a agarrar por otro lado.

¿Para dónde?

¿Cuáles van a ser tus pares? ¿Boric, Milei o Lula?
Se le va a poner difícil igual. Y un partido que está cohesionado puede resistir. El Frente ha resistido porque se parece a un partido, pero no es un partido. Y tal vez pueda ser un partido. Yo pienso siempre en cuando los mitos del Frente, los Seregni, los fundadores del Frente, que en una época muy difícil le metieron una cuña a los partidos tradicionales. ¿El Frente será capaz de ser consecuente con eso, no solo en la forma sino en la práctica diaria? ¿Dónde están los comités de base? No puede ser. Los blancos te arman un comité unos meses antes de las elecciones con bombos y platillos, y los colorados igual. El Frente Amplio va a hacer lo mismo ahora. Así no vale, yo creo que no.

¿Para vos, cuál es el camino?

Yo sigo pensando que hace falta un nuevo partido que interprete el Uruguay y que sea capaz de plantearle esperanzas razonables al uruguayo, cosas razonables que se puedan conquistar rápidamente. Algunas rápidamente y otras en un proceso relativamente corto. Porque la gente se va a seguir yendo. Acá no es la misma situación de Venezuela. Se van habiendo trabajo. Yo le he mandado fotos a mi mujer de lo que valen los tomates acá y lo que valen en España. Y lo que vale la nafta acá y lo que vale en España. España no tiene petróleo y no tuvo petróleo nunca. Yo no dudo que el Frente tenga a muchos de los mejores técnicos que tiene Uruguay.
Pero hace falta una cabeza política diferente a la que tiene. El Partido Colorado le cortó la cabeza a Wilson, a Seregni, a Batalla. Estás frente a gente que juega muy fuerte. No me creo esa imagen de Sanguinetti con Mujica, no me la puedo creer. Si eso es así, cerrá y vamos.

¿Tan mal lo ves?

Esos son los inconvenientes que tiene el haber abandonado aquella idea, que hubiera sido difícil de construir, pero más fácil que la que tiene ahora. El MLN se pudo haber reconstruido, si hubieran aceptado que la mayoría, el 80 por ciento de los tupas, se fueron y renunciaron a la lucha armada. Ese sector renunciante tenía gente valiosísima y gente muy valiente. Había que tener las cosas bien puestas para aguantar en Buenos Aires todo ese proceso en manos de gente que eran unos locos totalmente distintos a nosotros.

¿Sos optimista con respecto al futuro del Uruguay?

Sí, sabés que sí. Creo que Uruguay, más tarde o más temprano, va a encontrar el tono. Tal vez la próxima generación, sin apurarse. Yo creo que el Uruguay no se puede apurar en dar los próximos pasos. La izquierda, sobre todo, los tiene que dar bien. No tiene que pasarle lo que nos pasó a nosotros; que teniendo un capital político enorme, lo tiramos a la basura, teniendo la cantidad de muertos que tuvimos. Compañeros valiosísimos que yo conocí a muchos de ellos. Entonces yo no soy pesimista.

Dijiste que la izquierda no está solo en el Frente Amplio.

Esos blancos que votaron a Pepe Mujica no podés decir que es gente de derecha. El Frente ganó por eso, por esos votos que trajo Mujica de afuera. Entonces hay que interpretar el Uruguay. Acá, cuando se habla de los fachos del Uruguay, ¿cuántos son los tipos? Ni en aquella época de la JUP. Era un grupito muy chiquito. No era como dijo el Ñato que andaban tatuando esvásticas. Sí, claro, tatuaron a Soledad Barrett, pero no podés armar una organización como el MLN para salir a combatir a diez nabos. No es así. Entonces hay que darles el carácter que tienen. El MLN llegó a ser una fuerza que hizo tambalear el Uruguay y le provocó un grave trauma. Era muy difícil, pero se podría haber resuelto, si el MLN hubiera tenido el coraje de aceptar la lucha cívica.

Algo que caracterizó a los tupas era el análisis con cabeza propia, sin recetas.

No era dogmático. Pero no es que no fuéramos
marxistas, nosotros vivíamos leyendo. Y leíamos también a los argelinos, a Frantz Fanon. Leíamos a Mariátegui, leíamos todo. Sabíamos de memoria lo de Cuba. Pero en el lenguaje que la gente entendía. Le hablábamos en uruguayo y eso es muy del Ñato y del Bebe, de ellos dos. El Bebe era un tipo de pata en el barro. Cuando se fue a UTAA y todo eso, él confió mucho más de lo que debía de haber confiado en aquello. Pero era genuino. Fue una creación del Uruguay, también. Un tipo de un padre que crió un montón de hijos con un campito de 500 hectáreas o menos, era una hazaña. Y el loco pudo estudiar, eso es Uruguay. El Uruguay donde el hijo natural de una lavandera llega a ser presidente del Consejo de Gobierno y se sienta a tomar mate con el Che Guevara en Punta del Este y se entienden. Y el Che viene a la Universidad y le dice: “Cuiden esto”, porque no era la Argentina. Sabía lo que había pasado en Cuba. Y todavía no sabía lo que después vino a saber, que es lo que le costó la vida.

Reafirmás tu optimismo.

Yo confío y sigo pensando que este Uruguay tiene que movilizar algunas cosas. Por ejemplo, el Uruguay tiene que tener un vínculo muchísimo más fuerte con los uruguayos que están fuera del país, porque no van a volver fácilmente. Y tal vez no hace falta que vuelvan tampoco, lamentablemente.

Ahí hay un capital intelectual muy importante.

Muy importante en todas partes del mundo. El Uruguay tiene que vehiculizar todas esas cosas. Los hijos de ellos siguen escuchando un poco a los padres, son otra gente, pero tienen un vínculo. Siempre un país chico te genera esa cosa afectiva.
Tenés el caso de Engler, que trajo el CUDIM. Y terminan sacándole el CUDIM. Le buscaron la vuelta y se sacaron a Engler de arriba. Estaba desesperado. El Pepe era presidente en ese momento. Le podía haber dado una mano. Pero Engler es un bocho. Al equipo de él lo estuvieron evaluando para el Premio Nobel. En Suecia es un tipo muy bien visto. Vos tenés que tener un gobierno que a esos tipos los agarre y que estén conectados con su país, como hicieron los judíos, que chupan de todo el mundo. Y ahí tenemos a los judíos que construyeron un país fuerte. Nosotros podemos construir un país fuerte. Podemos tener un país nuevo, un país distinto, mucho más tranquilo.

Obras de Luis Nieto

LIBROS
La lluvia grande, novela 1978
Lloret del mar, octubre 20, cuentos 1980
Los aventureros del río Truco, cuentos, 1986
Que tiempo, cuentos, 1986
Viñeta montevideana, cuentos, 1988
El invencible, novela, 1991
Estrella del sur, novela,1993
Las pesadillas de Fidel Castro, ensayo, 2013
La guerrilla innecesaria, ensayo, 2016
Batovi, novela, 2023
Alias Ramón, novela, 2024

CINE
Curro Jimenez, co-guionista
Su música suena todavía, guion y dirección
La memoria de Blas Quadra, guión y dirección
Estrella del sur, guión y dirección

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Alfredo Garcia Nació en Montevideo el 9 de agosto de 1954. Es Licenciado en Historia por la Universidad de Estocolmo, Suecia; que fue su lugar de residencia entre 1975 y 1983. Hizo un postgrado en Marketing y realizó los cursos del Master de Marketing en la Universidad Católica de Montevideo. Trabajó durante veinte años en la industria farmacéutica en el área privada. Su labor como periodista comenzó en los semanarios Opinar y Opción a principios de los ochenta. Participó en 1984 en el periódico Cinco Días clausurado por la dictadura. Miembro del grupo fundador del diario La Hora, integró luego el staff de los semanarios Las Bases y Mate Amargo. Escribió también en las revistas Mediomundo y Latitud 3035. Es el impulsor y Redactor Responsable del Semanario Voces. Publicó el libro Voces junto con Jorge Lauro en el año 2006 y el libro PEPE Coloquios en el año 2009. En el año 2012 publica con Rodolfo Ungerfeld: Ciencia.uy- Charlas con investigadores. En 2014 publica el libro Charlas con Pedro y en 2019 Once Rounds con Lacalle Pou. Todos editados por Editorial Fin de Siglo.