Home Entrevista Central María Rosa Oña, Laura Falero y Diego Vignolo, Comediantes de Stand up: El humor es supervivencia, no se va a morir nunca.

María Rosa Oña, Laura Falero y Diego Vignolo, Comediantes de Stand up: El humor es supervivencia, no se va a morir nunca.

María Rosa Oña, Laura Falero y Diego Vignolo, Comediantes de Stand up:  El humor es supervivencia, no se va a morir nunca.
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El stand up es un género que pese a ser relativamente nuevo en nuestro país, ha ido conquistando espacios y adeptos. La noche montevideana ofrece a diario la posibilidad de sustraerse de las dinámicas de la vida laboral para pasar un momento de reconfortante humor, de la mano de estos profesionales de la risa y la reflexión. Voces pensó por ello acercar a tres de los principales referentes del género para conocerles más de cerca y descubrir todo lo que hay tras bambalinas en este desafiante arte. A continuación la distendida charla que sostuvimos con ellos.

 

Por Jorge Lauro y Alfredo García / Fotos Rodrigo López

 

Cuenten un poco de ustedes.

María Rosa Oña– Tengo cuarenta y un años. Vengo del teatro. Estudié en la Casa del Teatro con el Bebe Cerminara y Alberto Restuccia. ¿Cómo incursioné en el stand up? Un amigo me dijo que estaban dando un curso de eso, me dijo que estaba bueno, que me iba a dar algunas herramientas que me iban a servir para escribir, y para escribir teatro. Fui y lo hice, pero sin expectativas de hacer stand up después, sino con la idea de quedarme con esas herramientas para después usarlas. Me di cuenta —y fue algo maravilloso— que desde el stand up yo podía decir todas esas cosas que no entraban en mis obras porque eran muy mías, cosas que tal vez no eran tanto del personaje que estaba trabajando, sino mías. Hay una ruptura entre el dramaturgo y el personaje cuando te das cuenta que estás diciendo cosas que tal vez ese personaje no diría, porque son tuyas, y no sabés cómo enfocarlas. Yo tenía un montón de esas cosas, y me fui dando cuenta que el stand up estaba bueno por eso, porque podía usar todo eso que era tan mío y que quería decir, y decirlo desde mí, no desde el personaje, plantándome delante del público e interactuando desde ahí. Pero lo que más me enamoró del tema del stand up fue el no tener cuarta pared, el poder conversar con el público y saber, en el momento, lo que están sintiendo en base a lo que digo, y también lo que ellos se dicen en el momento, porque es una conversación que se da. Muchas veces te contestan ahí, en vivo, en ese momento, y se da una linda charla. Eso fue lo que más me enamoró del tema del stand up, el poder decir cosas y el saber, en el momento, lo que la gente pensaba. Pero vengo del teatro, hice muchas obras para grandes y para chicos.

Y seguís en el teatro.

MRO- Actuando no, pero sí escribiendo. Ahora estrenaron una obra mía en Honduras. Lo mío en el stand up vino casi sin querer.

¿Y vos, Laura?

Laura Falero- Nada que ver, también. Tengo treinta y seis años, vengo de la ciudad de Canelones, de una familia de artistas, de músicos. Mi padre era saxofonista. Toda la vida estudié música, vengo de un lugar que nada que ver. Después me mudé a Montevideo y estudié Comunicación y soy licenciada en Ciencias de la Comunicación. Ahí postergué la parte artística, pensando ser periodista. Me gustaba mucho escribir, la redacción creativa. No me gustaba mucho el periodismo ni tampoco la publicidad, pero sí la redacción creativa, y ahí empecé a investigar. Estudié dramaturgia con Ana Magnabosco, que es algo en común que tenemos con María Rosa. Estudié guión y narración, y ahí empecé a entrenar la escritura. Me despidieron de un trabajo en el que estaba desde hacía mucho tiempo como redactora creativa, tenía una platita guardada y me tomé un año sabático; me comentaron que la gente del Club de Comedia estaba dando unos cursos, y ahí fue donde nos conocimos con María Rosa. Ana me había dicho que yo tenía un perfil, que había un poco de humor en lo que yo escribía. El humor siempre estuvo presente en los vínculos con mi entorno. Conocía el género y todo, pero no tenía expectativas de desarrollarlo, hasta que me encontré escribiendo y sintiéndome cómoda con lo que escribía. Y un día empecé a subirme y no paré más.

Así nomás.

LF- Así nomás. Y creo que nos pasó a los tres, que desde que empezamos en el stand up no hemos parado. Es una manera de vivir, un punto de vista en la vida, una forma de pararte ante el mundo. Es un montón de cosas, no es solo el hecho artístico de pararte y decir algo. Es una forma de ver el mundo, creo.

¿Y Diego?

Diego Vignolo- Tengo treinta y tres. Soy de Salto, me vine a Montevideo en 2005. Sigo mucho los pasos de mi hermano, que es músico y escritor, que también tiene su perfil humorístico pero más en otro palo. Y como él hizo murga, yo fui atrás de la murga también, y estuvimos en un par de murgas acá.

¿Dónde estuvieron?

DV- Yo en murga joven, y después pasé al carnaval mayor pero no me sedujo, no tuve una buena experiencia y me bajé.

¿Y humoristas?

DV- No me dio el tiempo. Hice cuatro años de murga joven. Empecé los cursos de escritura creativa, y el stand up entonces estaba muy solapado como género. Yo no venía de ahí, sino de la escritura humorística, de escribir humor. Pensé que lo mío era escribir para la murga, nutrirme ahí para seguir escribiendo. Y en realidad me encontré con eso, con un espacio en donde poder decir otras cosas. Algo que me separó de la murga fue que era todo muy similar, y cuando las cosas se hacen en grupos de mucha gente… te lo agarran dependiendo de quién sos: si sos medio pelo, sos medio pelo, y no importa. Pero si lo mismo te lo trae otro fulano… y está buenísimo, como no saben quién sos, entonces queda por esa. Esto me permitía arriesgarme a hacer lo mío, a decir lo que yo quiero, y a sufrir si la cago y festejar si la meto bien. En la murga tuve una mala experiencia, y la empecé a dejar de costado, mientras esto otro empezaba a crecer y a darme cada vez más trabajo. Me encontré con un universo que estaba bueno, y cuando dejé el trabajo tuve la oportunidad de irme a vivir a Buenos Aires, y ahí de una largué todo y me dediqué a esto pura y exclusivamente.

¿Se vive del stand up en Uruguay?

(Risas.)

Están bien alimentados ustedes.

LF- Somos tres ejemplos de que sí.

MRO- Si laburás mucho, sí. Pero tenés que laburar mucho.

¿Qué es laburar mucho?

MRO- En muchos rubros.

DV- Vivimos de cosas que tienen que ver con el stand up, cosas que el stand up nos ha ayudado a conseguir, que no son exclusivamente el show. Es el show, es el taller, son algunas clases particulares, son algunas cosas que salen de publicidad.

MRO- Alguien que te llama para escribir en carnaval.

DV- O alguna cosa que sale en televisión o en radio. Y a partir de esto te derivan hacia otros lugares.

¿Animar fiestas?

DV- Eventos privados. De todos los que estamos viviendo 100% de esto cada cual tiene su perfil. Yo, por ejemplo, no hago eventos privados, mientras otros viven exclusivamente de eso. Otros no hacen boliches, mientras que yo hago todos los boliches que puedo, y si puedo meto veinte por mes. Hay otros que están apostando solo al teatro o a la tele, o a la radio. El núcleo nace en lo que nos enseñó esto de ir a recorrer bares y escribir continuamente.

MRO- Cuando decía que es mucho trabajo, me refería a que es mucho trabajo creativo. Tenés que estar todo el tiempo creando, las veinticuatro horas. Tenés la cabeza todo el tiempo pensando, porque pasó algo en la política, porque pasó algo a nivel mundial, porque sentís que tenés que decir algo, porque viste algo en la vuelta que te gustó y lo querés transformar en material. Es un trabajo necesario para que la gente diga que le gusta lo que decís y que te quiere seguir.

LF- Es una forma de plantarse en el mundo, es tener una actitud crítica constante. Y es formarte mucho, leer mucho, porque el comediante tiene que estar muy informado y tiene que saber de lo que está hablando para después, recién, poder hacer un chiste. Son veinticuatro horas de estar creando, de tener la cabeza en modo creativo. Después que entrenás eso, en nuestro caso, que somos profesionales en esto, se convierte en una forma de vivir. No hay feriados, no hay Viernes Santo ni nada.

DV- Capaz no te levantás a las ocho todos los días pero te quedás hasta las cinco de la mañana leyendo cosas para poder escribir para fulano o para vos mismo. Yo trabajaba en una librería, y era levantarse a las ocho de la mañana y volver a las seis de la tarde, cansando, para hacer lo mismo al otro día. Cuando dejé el trabajo, festejaba que me podía levantar a las doce. Claro, después empezó a picar el bichito del hambre. No era tan fácil. Me planteé que, si estuve todo ese tiempo trabajando ocho horas para otro, entonces me iba a dedicar, como mínimo, cuatro horas a trabajar para mí. Me compré un pizarrón, bloc de notas, colores. Me armé mi pequeño estudio y ahí me pasaba cuatro horas leyendo cosas, mirando shows una y otra vez, aprendiendo de otros comediantes, y escribía, escribía y escribía.

MRO- Me da gracia cuando te dicen: “A vos te pagan por estar veinte minutos parada ahí diciendo cosas”. Esos veinte minutos delante de la gente fueron dos años de preparación. No son veinte minutos.

DV- Es como decirle a un doctor: “Te pagan por poner esa letra fea en una receta”. No, estudió un montón de años para hacer esa letra fea.

Aprendiendo de otros comediantes, dijiste, Diego. ¿Estás robando y lo confesás? En esta época en que todo se ve es más difícil.

DV- No. En todo el circuito hay una condena a lo que no sea tu material. Parte de la esencia del stand up como género es que las cosas son propias. Si un comediante en un bar repite algo de un comediante argentino, a esa persona básicamente no la vuelven a contratar. Por lo general hay una condena bastante fuerte cuando se roba material. Cuando hablo de aprender de otros comediantes me refiero a mirar comediantes, sobre todo yanquis, para ver cómo se mueven, cómo piensan. Si estoy aprendiendo de los Beatles, no es que voy a tocar “All you need is love”, sino que voy a ver qué acorde hacen, cómo lo pasan, cómo armonizan, qué es lo que llega y cómo reaccionan cuando les devuelven algo.

Pero debe ser muy tentador, cuando ves una cosa espectacular que hizo un yanqui, ahora con Netflix, que te trae todo.

DV- Es tentador, pero es mejor elaborar.

MRO- No, lo qué decís es: “¿Por qué no se me ocurrió eso a mí antes?”.

LF- Es estimulante tratar de llegar a ese nivel. Es muy de mediocre decir: “Agarro esta rutinita; total, nadie la vio”. Es estimulante ver a un buen comediante, con un buen material que te hace pensar. Primero pensás que por qué no se te ocurrió a vos, pero después te decís que vos tenés la capacidad de hacer algo así.

MRO- Y decís: “Si a él se le ocurrió esto tan maravilloso, algo a mí se me tiene que ocurrir”. Capaz no tan maravilloso pero sí algo decente que yo pueda transmitir. Incluso pasa cuando nos miramos entre nosotros y decís que te encanta tal comediante uruguayo, lo que dice y cómo lo dice.

DV- Incluso estamos atentos entre nosotros. Esto es humor nacional, es humor que parte de la observación. 50% es observación y 50% es pensamiento propio. Cuando es humor observacional, todos podemos ver lo mismo. Todos podemos ver ciertas cosas, qué sucede y cómo funciona la vida en general. María Rosa me puede decir que tenga cuidado, que algo que yo hago es similar a lo que hace fulano de tal. Bueno, ahí voy a mirar a fulano de tal para no hacer lo mismo y separar mi material desde ahí. Muchas cosas que tengo escritas en papeles, billetes y anotadores, de lo que miro y escribo, si veo un comediante que ya lo dijo, entonces lo tacho o trato de llevarlo hacia otra línea.

MRO- Es casi una persecución que tenés en la cabeza. De repente estás escribiendo algo y pensás que eso ya lo escuchaste en otro lado. Llamo y les leo a ver si ya lo escucharon.

DV- Nos contactamos a veces a ver si ya lo escuchamos. Hemos consumido tanto material, tantas rutinas, que a veces…

Hay cosas que se te incorporan como propias.

DV- Se te pierde en el recuerdo que ya las viste, y sin querer a veces lo repetís, pero alguien te lo hace ver y entonces eso va para afuera.

MRO- Después que ya tenés un tiempo en la máquina llegás a tener tu persona escénica, tu personalidad, y entonces es muy difícil que te encuentres haciendo material de otro.

LF- Tenés tu punto de vista, y vas a querer trabajar para mostrarlo de la mejor forma. No vas a ir a copiar sino al contrario, vas a hacer tu análisis, buscando en tus mecanismos de pensamiento, para poder sacar una buena premisa. El stand up es algo muy de amor propio.

DV- Ahí puede jugar un poco el ego, también, quiero que algo brillante sea mío. Me pasó hace poco que vino un comediante paraguayo que hace una rutina humorística —porque ni siquiera es stand up— de Jerry Lewis. El chico se toma cinco minutos para aclararle a la gente que esa rutina no es de él, y que la hace a modo de homenaje, como fanático. Se separa, se deslinda. Lo hace desde esa perspectiva, diciendo que eso no era suyo, sino que simplemente lo quería mostrar porque le parecía brillante. Hasta ese punto llega el celo. Por más tentador que sea lo que veas, y mirá que hemos visto cosas brillantes, en gente que endiosamos mal, y decimos que por qué eso tan simple y tan cerca no lo vimos antes. Y ahí decís que te vas a poner las pilas para generar algo que genere el mismo impacto, acá, en esta sociedad, porque tampoco es que podemos replicar en 2018 en Uruguay lo que pasaba en Estados Unidos en los ochenta o noventa, porque no tiene la misma potencia.

Está todo pensado. Pensábamos que había más improvisación.

LF- Es lo que piensa todo el mundo.

MRO- Un unipersonal son cuarenta o cincuenta minutos de chistes. Estás un año o más probando material en tu casa, para lograr una rutina efectiva.

LF- Somos laburantes. Es así en el mundo. Jerry Seinfeld estuvo veinte años con el mismo show.

DV- Hay un doble trabajo, no solo de pensar las cosas y estar un año probándolas para logar cierta efectividad para que toda esa unidad sea igual de efectiva en los quince minutos, sino que hay un trabajo en que parezca que es una charla con la misma naturalidad. Había un teórico de comedia que decía que hacer stand up es un trabajo para parecer natural.

LF- Por eso es que cuando ves algo y te atrae, decís que lo podés hacer; es porque esa persona lo está haciendo de una forma tan natural que te hace pensar que también vos lo podés hacer. Está buenísimo que así sea y que el artista inspire al público desde ese lugar. Es eso, pensar que vos también lo podés hacer.

DV- Como cuando ves un fotógrafo que sacó una buena foto y viene otro y te dice que solo le sacó una foto a un bicho. No, no le sacó una foto a un bicho. Le sacó cuarenta y cinco, lo midió de diferentes lados, midió la luz cuarenta veces e hizo un montón de procesos detrás de esa foto.

LF- A mí, que estudié comunicación, y que me gustan las ciencias de la comunicación y sobre todo la oralidad, el stand up me vino como anillo al dedo, porque es eso, un diálogo, donde tengo el poder, donde tengo el micrófono y te estoy dando un punto de vista, pero también te estoy mirando y escuchando, y te estoy teniendo en cuenta como público.

¿Cuánto reaccionás con el público? ¿No te rompe el esquema?

LF- Sarah Silverman, una comediante que a mí me encanta, en su último especial dice que la persona está pagando para irla a ver a ella, y que ella está viendo otro show diferente, que es la cara del público. Entonces yo intento hacer el mejor material, el material que es más fiel a mi pensamiento, para tener el mejor show de todo el público. Se trata de eso.

DV- Cuando hablamos de diálogo no se trata de que yo hable y el público responda. Si bien puede existir que a mí me respondan y yo genere un pequeño diálogo con alguien, el diálogo es de mi discurso y sus respuestas. Sucede en general en los bares. Cuando ellos reaccionan mal, yo no sigo de largo sino que me atengo a esa reacción y trato de llevar mi discurso de vuelta para poder accionar con esa respuesta, ya sea positiva o negativa. No todo es improvisado, pero cuando algo funciona mucho yo sigo improvisando desde ese diálogo que se generó con eso que les causó gracia. Si responden positivamente, me quedó ahí, escarbando a ver qué más hay. O, por el contrario, cuando digo algo que cae en lo negativo también tengo una reacción hacia eso, que el actor no la puede tener.

¿Son homogéneos los públicos?

DV- No siempre. Es parte de lo bueno de esto, que todos los públicos son diferentes. Varía en barrios, varía en…

MRO- Y dentro de un mismo público la gente es diferente. A una persona le puede caer mal algo y a otra no. O al revés. Los públicos no son homogéneos, son bastante variados.

LF- Son variados. Para nosotros, que estamos en la búsqueda de nuestro público, es mucho más complejo. Quizás para un comediante que ya tiene su público, o en otros mercados, el público es homogéneo porque sigue al comediante desde hace muchos años. Nosotros, que estamos tratando de generar ese público, estamos justamente en ese proceso de empezar a entender cuáles son nuestros públicos, y cómo les hablamos, y cómo ese público quiere que le hablemos.

MRO- Tratamos de que todos los públicos sean nuestros públicos. No me voy a poner exquisita ni decir que solo quiero que me sigan los que entienden este tipo de humor. Quiero que se rían todos. Está bueno buscar eso, que tu público sea todo el mundo y que te vayan a ver todos.

No todos nos reímos de lo mismo.

MRO- Pero está bueno tratar de lograrlo.

DV- Lográs llegar a una cantidad que a veces sorprende. No todos nos reímos de lo mismo, es cierto, pero a veces podés hacer reír gente que en principio no estaba dispuesta a reírse de algo y después se ríe. El ejemplo de la noche de humor negro es de las cosas que más sorprende.

MRO- Yo tengo bastante humor político. Una vez en un show les estaba dando palo a los colorados. Doy palo para todos lados, a todos los partidos, no es que le dé palo a un solo partido, pero ese día les di mucho palo a los colorados, y se ve que en el público había muchos colorados, porque todo venía bien y de repente sentí ese momento en que se cayó. “OK, hay muchos colorados en la sala”, dije. “Vamos a hablar de otros partidos.” A la salida vinieron unas señoras y me dijeron: “Yo me voy a sacar una foto contigo, porque yo soy colorada, pero cómo me hiciste reír.” Y me decían que está bueno reírse de uno, también. Pero sentí ese momento, y ahí es que tenés que ver cómo salís de eso. Es un brete.

¿Cómo es el circuito de clubes y boliches donde se puede actuar acá en Montevideo? Es limitado.

MRO- Es limitado. Ahora hay tres boliches, bares, donde la gente sabe que ahí hay específicamente stand up, y que si vas, vas a eso. Después hay un montón de otros lugares donde la gente sabe y a veces no sabe lo que va a ver. Es limitado, pero hay muchos más que en otra época. Hay muchos más comediantes que en otra época, o gente que está incursionando en el stand up.

DV- Hay tres bares fijos.

¿Cuáles son?

DV- El Garibaldi, el Heckler y el Comedy Bar que lograron una forma de llevar al público a ver, cosa que no han logrado otros bares.

¿Se puede hacer una cuantificación de cuánto se está moviendo ese público? ¿Va creciendo?

DV- Esos tres bares tienen shows cinco días a la semana. Más o menos hay un promedio de una sesentas personas por show.

LF- Es un público grande.

DV- Cada vez más la gente empieza a conocer y a respetar más el género. Ya no somos, como hace diez años, los pibes que van a subir a ver qué pasa. No. Ya la gente te respeta de otra forma, ve que detrás de todo esto hay un trabajo.

MRO- Empiezan a preguntar quién se sube cada noche.

Ya hay un reconocimiento.

DV- Estamos hablando de que esto empezó hace diez años. No sé si hay otro ejemplo de un género que haya generado una movida como esta en tan poco tiempo.

LF- Incluso te lo dicen en los países de la región. Hace cuatro o cinco años venían los argentinos y nos decían que acá habíamos logrado en cinco años lo que a ellos les había llevado quince. No sé si es que todo llega tarde a Uruguay y que entonces cuando llega todo es más rápido, porque está terminando. Creo que tiene que ver eso.

MRO- Tiene también que ver con eso que se dice que todos los uruguayos son actores. En pueblos chicos encontrás músicos, encontrás de todo. No sé si es algo que hay en el agua, o qué.

¿Y la difusión mediática? ¿Cómo la consideran? ¿Es justa?

LF- Es nula.

DV- No es fácil llegar a los medios. O por lo menos no es fácil que los medios te tomen en cuenta con cierto respeto. Creo que la gente que lo ha logrado, lo ha logrado a fuerza de llamadas, llamadas y llamadas, y no porque el medio haya visto un nicho interesante.

MRO- Esto lo digo por mí, también hay mucho amiguismo.

Un Rafa Cotelo, un Fabregat, ¿son standuperos? ¿O son esos que están agarrados del sistema y entonces…?

LF- Son humoristas.

MRO- No son comediantes.

LF- No están en el circuito del stand up.

¿Un Turco Abdala, un Gorzy, un Sotelo?

LF- Esos son oportunistas.

DV- Hay una frase de una de las teóricas de la comedia, Judith Carter, que dice que un cómico que hace un monólogo escrito por otra persona es un actor, un intérprete.

Como cantar canciones de otro.

DV- Exactamente. No le quita mérito, para nada, pero se diferencia de nosotros, que a veces nos enfrentamos a públicos que no están ni ahí con escucharnos y nosotros, a fuerza de trabajo, logramos que esa gente sí nos escuche y vengan después del show a decirnos que no tenían ganas de vernos pero que se habían matado de la risa.

LF- Es muy de las mujeres, que te dicen: “Ay, no pensé que me iba a reír tanto”. Si teorizamos de comedia, esto funciona así: El drama habita el terreno de lo femenino, y la comedia el terreno de lo masculino. Las telenovelas…

Los hombres siempre son más payasos.

LF- Que los hombres son más inmaduros, que las mujeres son más lo otro… Lo que quieras. Pero cuando se sube una mujer a hacer reír arriba de un escenario, se dice que es fea o que es… ¿Entendés? Todos los prejuicios de la sociedad.

¿Cuáles?

LF- Que es fea.

Ese ya lo dijiste.

LF- Que está sola. Todos los prejuicios acerca de una mujer que se sube al escenario a hacer reír, y que la mujer tiene que haber roto con un montón de barreras. No es fácil. Nosotros sacamos una campaña para el 8 de Marzo. Nos pasó muchas veces que dijeran que “hoy hay cuatro comediantes y una mujer”, por ejemplo. Muchos comediantes piensan que la mujer no puede hacer reír, muchos comediantes con los que nos subimos al escenario. No digo que sea más difícil, pero… Sí, es más difícil, es mucho más complejo.

El objeto de risa a veces es la propia mujer.

LF- Sí, esa es otra discusión, sobre el sentido del humor. Con este despertar de una conciencia más humana y que busca que sean respetadas las libertades sociales de todos, el sentido del humor está cambiando y hoy ya nos reímos de las mismas cosas de que nos reíamos antes. Por eso es que en cuanto al humor del carnaval —con todo el respeto que me merece— un tipo disfrazado de mujer ya no me hace reír. Un tipo que se está haciendo el puto no me hace reír. Está reforzando un estereotipo que la verdad es que a mí no me interesa promover. El humor y el sentido del humor cambian en función de los cambios de la sociedad y la evolución de la humanidad. Va por ahí.

¿Lo políticamente correcto no está matando el humor?

LF- No. El humor es supervivencia, no se va a morir nunca.

DV- En cuanto a la discusión que se armó en carnaval, nadie dice que hay que ser políticamente correcto. Lo que yo pido, como consumidor de humor, es capaz un poco más de ingenio. Cuando era común hacer chistes de negros, con la idea de que “es un chiste”, lo que se estaba reforzando es que el negro era menos. Y no por ser políticamente correcto es que hoy nadie se ríe de eso, salvo en un ámbito de humor negro donde todo vale, donde esas son las reglas y se juega a eso. Pero en un lugar común no causa gracia eso, dicho desde algo que yo piense.

No queda claro lo de humor negro y humor de negros.

DV- El humor negro como el humor hacia todas las minorías. Ahora también el humor machista pasa a ser humor negro, porque se dirige con saña a un sector de la población que ya las tiene difíciles de por sí. Antes, cuando la época de Olmedo, era divertido que venga la nena en tanga y que le digan: “Vos sos más rápida que Ferrari con quinta”. Hoy eso ya no está funcionando, primero porque cada vez hay menos mujeres prestándose a eso. Creo que el humor es una forma de evolucionar, también. Atrás del humor hay discurso. Es una evolución. Nadie está pidiendo ser políticamente correcto, y de hecho ninguno de nosotros lo es.

LF- Para nada.

DV- Pero no por eso hacemos humor de ese tipo. Y la gente lo entiende de esa forma, y ya no te lo permite, tampoco. Con esto no estamos negando que sí, que va a seguir existiendo, que va a haber gente que lo haga y va a ser un lugar común donde se siga cayendo, el hacer humor desde esos preceptos.

LF- Reforzando prejuicios.

DV- Y que la gente se siga riendo de eso. Eso no está muriendo, para nada. Pero lo que intentamos hacer, por lo menos desde este lado, es ir hacia otro camino, y mostrar otra parte, y desmitificar ciertas cosas.

MRO- Hay gente haciendo stand up en este momento que sigue reforzando esas cosas.

DV- Sigue existiendo, son estilos y modelos de cada uno.

¿Y Moldavsky? El judío argentino que hace humor sobre judíos.

DV- Sí, es su público. Acá viene dos veces por año y nadie se entera. Solo la comunidad.

LF- El comediante tiene mucha cosa de gueto, y él es judío.

Él lo hace como judío y todo el mundo se ríe. Lo hacés vos y todo el mundo te condena.

LF- Bueno, pero él lo es. Él sí lo puede hacer. Esa es la diferencia.

DV- Él lo hace con conocimiento de causa.

O sea que la mujer puede hacer humor sobre la mujer.

DV- No, ojo. Una cosa es hablar de los judíos o de ser judíos, o de lo que significa ser judío, y otra cosa es burlarse del judío como minoría.

Pero él se burla de los judíos.

LF- Pero él lo es.

Entonces, ese humor está justificado porque él es.

LF- Uno tiene que hablar de lo que sabe. De lo que no sabe, no. Él es judío, y habla de su madre, de él y de la comunidad, y sabe lo que es ser judío. Habla con conocimiento de causa.

Un tipo que no es judío y hace ese humor es discriminador.

LF- No sé a qué te referís. Tampoco lo conozco, no sé qué tipo de chistes hace.

Es válido hacer determinado tipo de humor para una gente y para otra no. Ustedes, como mujeres…

MRO- La pregunta es si es necesario. De Moldavsky conozco algunas cosas, aunque no todo. Capaz que desde su punto de vista hacer chistes sobre judíos e incluso reírse de ellos trata de que los demás, como público, se vean reflejados y entren en un momento sanador, de comunidad, de reírse entre ellos. Si yo elijo hacer humor sobre los judíos y reírme de las mismas cosas de siempre —de que son tacaños y esto y lo otro—, yo no conozco tantos judíos para saber si eso es cierto, y tampoco sé si es necesario que yo lo haga. A eso me refiero. Capaz que lo que él hace es sanador para su público, que siente que ellos, como comunidad, se reúnen y se ríen de ellos mismos, sabiendo que hay gente afuera que lo hace en serio. Y eso es lo jodido. Usar el humor para sanar eso, para decir que somos judíos y que la pasamos mal y que la gente de afuera dice esto en serio, entonces nosotros vamos a decirlo en joda, porque sabemos que no es así. Alguno habrá que sea así, porque en toda la humanidad hay tacaños y hay esto y lo otro, pero no creo que la mayoría sea así. Usarlo para sanar, para decir que el que desde afuera se ríe de eso, porque piensa que yo soy así, está realmente jodido. Por eso no sé si en necesario que alguien haga ese humor desde afuera. ¿Es necesario realmente que yo me ría del judío, del negro, de la mujer, del trans, solo porque está debajo de mí, porque es una minoría? Y así y todo, en los ámbitos sociales en donde sabemos que estamos en nuestra casa, con un amigo, vamos a seguir haciendo chistes sobre judíos, negros y lo que sea, porque es algo innato en nosotros. Ahora, tenés que saber dónde hacerlo y dónde no. Es mentira que en tu casa no hacés chistes.

De gordos, de petizos…

MRO- Porque es algo que me surge en el momento, que como comediante lo veo, lo pienso y lo digo. Pero sé que no voy a herir a nadie, delante de un público en general, saliendo a decir que los negros tal cosa. No, al contrario. Yo trato de reírme del que está por encima, eso es lo divertido.

LF- El humor se ríe del poder. No se ríe de los débiles. Y si te reís de los débiles, sos un débil. Vos sos el débil que te estás riendo con los débiles de los demás débiles.

Ahí es cuando el humor es peligroso.

DV- Insisto en lo siguiente: vamos a encontrar ejemplos de todos los colores. Vas a encontrar un judío que se ríe de los judíos, así como vas a encontrar mujeres reforzando estereotipos machistas. Sigue habiendo. Poniendo ejemplos nunca vamos a homogeneizar todo. Con los colegas coincidimos en que es una elección nuestra evitar esos caminos. Hace cuatro años grabé un festival para Argentina, donde yo hacía un chiste que había surgido en un diálogo sobre travestis. No era una cosa violenta, era un chiste en una línea muy común…

LF- Me había olvidado de ese chiste.

Contalo. No nos dejes con la duda.

DV- Que no se publique…

¿No se meten con el poder? ¿El poder trans? ¿El lobby gay?

DV- Decía que los travestis de lejos son lindos pero yo no la tengo tan larga. Ahora en YouTube empezaron a aparecer los machistas, homofóbicos y transfóbicos de mierda… y me puse a pensar que yo hace cinco años ni siquiera le exigía eso a mi trabajo. No pensaba en decir que eso “es un chiste”. El trasfondo de lo que estaba diciendo es que no me acercaría a un travesti.

¿Y eso es discriminador?

LF- Y sí.

Es como que me acuses de discriminador por decir que no saldría contigo porque no me gustás.

MRO- No, no. No es lo mismo.

DV- Más allá de eso, a lo que voy es que yo, como profesional, decidí apartarme de eso. Es más, en una discusión en Twitter una persona con la que empezamos a bardearnos, el tipo fue a mi cuenta y encontró ese chiste. Puta, yo me había olvidado de ese material, y ahora ya van dos o tres comentarios en el video donde me tildan por eso.

Hay una caza de brujas exacerbada.

LF- Yo soy feminista militante y sí, estoy en una caza de brujas. Y me hago cargo. Yo soy una persona que se para y se va si se siente atacada por un material que me violenta. En donde a mí, como mujer blanca y privilegiada, me ponen en un lugar de vulnerabilidad, en un lugar que me violenta. Lo que no quiere decir que vos, desde tu punto de vista como comediante, te pares y hables de las mujeres y yo me cague de risa de un montón de cosas.

MRO- Ahí hay un quiebre, me parece. También soy feminista, pero me parece que hay que separar cuándo es chiste. Si el chiste está bien armado, entonces no importa de qué sea, vos primero te vas a reír. Es inevitable que te rías. Ahí está el chiste. El tema es cuando hay muchos humoristas, hombres y mujeres, que se suben y largan una sarta de disparates y después dicen que “es un chiste”, cuando en realidad no había chiste sino solo agresión. Si es un chiste, contalo como chiste y yo capaz que me río. Ahora, cuando es solo agresión, no me va a causar gracia. En el mundo del stand up hay mucha gente que comete ese error: agredir y después decir que se trataba de un chiste. Si yo digo que “estamos rodeados de planchas de mierda, qué hijos de puta”, ¿es un chiste? No es un chiste, me estás agrediendo. Ahora bien, viene la persona y me hace un chiste de planchas bien hecho, me voy a reír, porque a mi cerebro no le queda otra. Hay que aprender a separar lo que es un chiste de lo que es una agresión. Y después hay otra cosa: si estás haciendo humor machista, capaz lo hacés bien, pero es machista y entonces yo no te voy a acompañar. Pero cuando hay chiste, y hay humor, y está bien hecho, no se puede censurar. Lo que hay ahí no es censura, es no acompañar, y decir que no estoy de acuerdo con tal comediante porque, si bien hace chistes, no estoy de acuerdo con que ataque a esa minoría. Pero no lo voy a censurar, porque está en todo su derecho de hacerlo. Salvo que esté levantando la bandera nazi, o promulgando que se maten mujeres o judíos. Ahí no se acompaña, ni aunque sea en chiste. Hay una delgada línea entre lo que es el humor y lo que es la agresión.

Históricamente acá se hacían chistes de gallegos. Nosotros nos reímos de los argentinos a cada rato.

MRO- El humor se basa en el prejuicio.

LF- Desmitifica el prejuicio. Lo que pasa es que también evoluciona. Hoy el mundo está viviendo un cambio de paradigma muy grande, y el humor va a cambiar con ese cambio de paradigma.

MRO- Es como que me digas que antes las mujeres no votaban y que entonces dejémoslo así. Es una comparación muy drástica la que estoy planteando, pero…

Un poquito.

MRO- Pero es como dejar las cosas solo porque antes se hacían, total… No quiere decir que no sigan existiendo los chistes de judíos, de negros. Yo, si está bien hecho, me sigo riendo. Pero se puede buscar una vuelta para hacer otro tipo de humor.

La caza de brujas no me gusta de ningún tipo. No la llevo, contra nadie.

MRO- A mí tampoco, pero hay que aprender a diferenciar dónde está el humor y dónde está la agresión. Cuando hay agresión, me imagino que estamos todos de acuerdo. Esa es mi caza de brujas: el pararme delante de un comediante y decirle que si va a hacer chistes con mujeres, negros, judíos o discapacitados, más te vale que me hagas reír. Más te vale. Y eso muchas veces no sucede, tampoco en el carnaval.

DV- Quitando el concepto de caza de brujas, para tampoco ponerse drástico, es una cuestión de tratar de educar a los colegas de que busquen otra forma y que intentemos, desde nuestra cabeza y nuestra posición arriba del escenario, hacer una cosa diferente y no seguir el mismo camino del facilismo. Sí, yo puedo hacer toda una rutina con chistes trillados, y van a funcionar.

MRO- ¿Pero, son necesarios?

DV- Yo elijo otra cosa.

MRO- Por eso mismo. A eso voy.

LF- Yo quiero aclarar una cosa, y no sé si están de acuerdo ustedes. Una cosa es el humor del carnaval, el humor del teatro y otra cosa es el stand up, un género americano, que nace de las minorías, en los sótanos y los suburbios de Estados Unidos para reivindicar las minorías. Los grandes comediantes del mundo hacen material político. El stand up nace, como género, para reivindicar la voz de las minorías. Por eso yo me dedico a hacer humor de stand up y no al carnaval o a la comedia en el teatro. En Latinoamérica todavía es un género muy nuevo y no tiene identidad, como sí lo tiene el stand up comedy anglosajón. En Latinoamérica, entre todo el machismo que hay y todo lo que está pasando, y que el humor está acompañando, recién estamos los comediantes tratando de tener una identidad en el humor de habla hispana.

DV- Lo que decís en el escenario es lo que pensás vos. Implica hacer la introspección para saber si eso que decís es lo que pensás realmente. Ahí empezás a hacer una lectura propia, para saber si decís lo que decís porque lo pensás o porque el otro se ríe. Hay una investigación propia, desde el punto de vista de lo que decís. ¿Qué decís por funcional y qué decís porque lo pensás? Y hay una infinita variedad. Están los comediantes que dicen que no suben al escenario ninguna de las cosas que piensan, y están los que dicen que van a decir todo lo que piensan. Y están los que van por un punto medio, los que empiezan a enganchar a la gente con cosas banales para después tirar lo de ellos.

¿Cómo hacés para que lo que vos pensás tenga humor?

DV- Hay una técnica detrás, que te hace pensar de diferentes formas, y presentar un objeto o un tema o una situación desde un punto de vista diferente al del otro.

MRO- Esas son las cosas que empezás estudiando, el cómo hacer para que algo que digas sea gracioso. Y para que algo que tenga que ver con una cosa fundamental siga siendo gracioso. Hay toda una técnica detrás, que se aprende y que lleva años aprender, el cómo armar un chiste, algo que parece tan boludo. Cualquier chiste de negros o de Jaimito tiene una forma detrás, tiene una forma de armarse. Si un chiste lo contás mal, no funciona. Hay todo un ver cómo voy a armar ese material que yo quiero dar digerido en forma de humor a la gente. O cómo lo digo, o cómo lo represento.

LF- Así como evoluciona el material, hay chistes tuyos que te dejan de dar gracia.

¿Evoluciona?

LF- No digo que para bien o para mal, pero evoluciona.

¿No seguimos con el Gordo y el Flaco, con distintas variantes?

LF- Evoluciona con la evolución del pensamiento. Hablo del sentido del humor.

El contraste entre el bobo y el vivo. El Gordo y el Flaco de principios del siglo pasado.

MRO- Sigue funcionando, y va a funcionar.

LF- Pero estamos en la línea de la burla. La evolución, el cuidar al otro y el creer en la libertad personal del otro, hace que ese tipo de humor ya no nos dé tanta gracia. Más allá de que fue necesario.

Los Tres Chiflados hoy serían…

LF- Ahí hay pantomima y un montón de otras disciplinas artísticas.

DV- El humor de Los Tres Chiflados, de Buster Keaton y de Chaplin era humor físico y casi hasta caricaturesco. Lo divertido era ver cómo quedó después del golpe.

MRO- El tema de reírse del otro en El Gordo y el Flanco o en Los Tres Chiflados es que al final de alguna manera a esos tontos que se pegaban y se peleaban, de alguna manera les terminaba yendo bien. Terminaban triunfando, esos dos tontos o esos tres idiotas. Terminaban triunfando, en esa bobera que tenían. Ahí podías ver un poco de funcionalidad en que todo el mundo tiene sus cinco minutos de fama o su lugar feliz. También podés darle esa lectura. Quiero decir algo acerca de lo que decía Laura de lo anglosajón: del mismo modo hay mucho comediante inglés o yanqui insoportablemente machistas.

DV- El espectro es amplio. A mí me gusta relacionar la comedia con la música: vas a encontrar de todo, desde los Rombai hasta los Pink Floyd. Y en el medio van a estar los Gucci, los No Te Va Gustar, los de la Vela Puerca, todo eso va a convivir ahí, va a existir. Entonces, desde un extremo al otro, vas a encontrar genialidades y brutalidades.

¿Qué es el poder hoy, para reírse de él? ¿Es lo político?

DV- Cualquier cosa que oprima.

¿Qué es hoy, en Uruguay?

MRO- Puede ser la política, puede ser el tachero que te putea porque vas caminando por la calle con tres bolsas, que se piensa que tiene un poder y vos le podés dar algo por la cabeza.

LF- El machismo. Van once mujeres muertas en tres meses. Hoy en día en Uruguay ese es un gran embate.

¿Cómo te reís del machismo?

LF- Desmitificando los estereotipos. Mi show se basa en eso, se trata 100% de desmitificar el machismo. Y dejando en evidencia un montón de acuerdos sociales que tenemos para convivir con eso. Y es tan evidente que causa gracia, mucha risa, y causa pánico que en un auditorio del Solís seis mil mujeres de toda Latinoamérica levanten la mano diciendo que alguna vez un hombre les mostró el pene por la calle. “¿Habrá sido el mismo?”, digo como chiste, y todas nos reímos. Hacemos chistes, pero ponemos en evidencia el problema. Por lo menos en mi caso, en mi humor.

MRO- Como decía Diego, es todo lo que oprime. Todo lo que está por encima tuyo y no te deja ser. Nos dicen que somos libres y así nos sentimos, pero es una gran mentira.

DV- Empezando desde el jefe de la oficina, por ejemplo.

Pero vos ya no tenés jefe. O sí. Está el dueño del boliche.

DV- Tengo muchos jefes con menos poder, lo cual me permite tener una mejor relación. Pero lo tuve,y no me olvido de esa parte, y decidí jugar con la gente que sí tiene jefe, y con qué pasa ahí. Y ayudarlos a reírse de su jefe. ¿Cuál es el chiste por excelencia en la oficina? Burlarse de jefe cuando se va. El que mejor lo imita es el puto amor de la oficina. Juntarnos entre todos a reírnos del que está por encima, ahí creo que estás haciendo algo.

MRO- No solo política, también religión.

DV- Tengo todo un unipersonal hablando de publicidad.

MRO- La historia, el capitalismo. Lo que es la historia, lo que nos enseñan en la escuela, y las cosas que nos largan sin saber. Todo eso es, sin querer, una pequeña opresión. El salir de la escuela sin saber cosas de la historia.

¿Hay boliches que no dejan hablar de política?

MRO- Nunca me pasó.

LF- A las mujeres nos pasa algo que a los hombres no: que digan que sos un poco ordinaria.

¿Porque decís malas palabras?

LF- No, pero para el tipo sos ordinaria. Eso nos ha pasado, y nos hemos enterado de que le pasa a otras gurisas. A diferencia de lo que le pasa a un varón, que tiene permitidos los chistes ordinarios. Pero por política nunca me pasó.

MRO- Nunca me pasó que me dijeran que no hable de tal cosa.

DV- De nada. A veces en algún bar en alguna zona puntual, que conoce a su público, te piden que no te zarpes con el vocabulario. Incluso a esa gente, esos dueños, cuando estás en confianza con el público y el mismo público te da tarjeta libre para hablar de lo que sea, te dicen que dijiste un montón de cosas que ellos habían pensado que podían molestar a la gente. Todo bien. No nos han censurado en nada. La he vivido en otros países, pero acá no.

¿Cómo ven el Uruguay de hoy? Mirando la realidad, la verdad es que no sé de qué se ríen.

LF- El humor es cosa seria, m’hijo.

Querida, vos hablás de política, aquella habla de feminismo y este habla de publicidad, ¿de qué mierda se están riendo? Hasta ahora no nos hicieron reír.

LF- Esa es la típica, pensar que porque le hacés una entrevista a un humorista te vas a divertir.

Nos vendieron esa.

MRO- Hubieran dicho antes.

Para que conquistes al público, para que el público que lo lea te diga cuánto se rió en la entrevista y que te quiere ir a ver.

LF- Los cómicos de stand up te hacen reír desde el escenario, no en una entrevista.

DV- Nos pasa también en radio, por ejemplo.

Ella hace radio y hace reír.

DV- Ella hace humor en radio, que es otra cosa. Yo no sé hacer columnas de radio humorísticas.

¿En qué radio estás?

MRO- En Universal.

DV- Pero cuando nos llaman para entrevistar a un comediante, a mí por ejemplo me han dicho que me hacen la entrevista y que después haga diez minutos de material. Mi lugar es en el escenario.

LF- No existe. Pasa también con los programas de televisión. “¿Te animás a hacer cinco minutos?” Ni loca, no te voy a hacer mi material mirando una cámara, mirando a un camarógrafo. No funciona.

DV- Con dos productores y tres guionistas que te están mirando, y la productora que te hace señas, y con dos panelistas a las carcajadas.

MRO- Ahí pienso que tendría que haber sido maestra.

DV- Antes dame el peor público en un boliche y yo te lo enfrento, y mirá que me tocó actuar después de un tres a cero con Chile.

MRO- Bueno, ¿vos preguntabas de qué no se puede hablar en un boliche? Nunca hables del que perdió. Uruguay, bueno, a ese nivel estamos.

LF- Siempre que actuamos después de un partido nunca hables del que perdió. Si la gente se ofende, se levanta.

Es el colmo de la estupidez, eso.

LF- Bueno, cuando quedamos fuera de Brasil tuvimos un show en el Tinkal y fue terrible. La gente estaba deprimida y no hacías reír a nadie.

MRO- Esa es la censura: ojo con el fútbol.

DV- Si decís algo de las gallinas de Nacional, uno te va a pegar el grito.

LF- Podés hablar de Sturla y de Tabaré, pero si te metés con Peñarol es: “¡Ehhh, pará!”

¿Qué es lo que les da el público para que sientan que lo pueden hacer ahí y no en radio o en tele?

MRO- Energía, ritmo, aplauso.

DV- Si yo hago mi rutina acá, el resultado va a volver a mí en cuotas y a largo plazo, y yo no tengo forma de rehacerme.

Todo cash, lo tuyo.

DV- Necesito que el público me devuelva. Por eso hago comedia en vivo, por el feedback. Si yo hago comedia en radio no tengo quién me responda en vivo para yo poder cambiar mi rutina. Puedo voltear el timón en vivo, y darte cuenta cuando la cagaste y cambiar una rutina por un plan B, en el momento, en vivo. Acá no lo puedo hacer, ni en la radio ni en la tele, porque ahí el feedback viene después.

MRO- Es tan grande la energía que te da el público, y el feedback, que muchas veces terminás improvisando, y ahí en el escenario nacen muchos chistes que después dejás, que nacieron del ida y vuelta con el público.

DV- O que nacen y mueren ahí, porque no hay otra forma de hacerlos después.

LF- Eso pasa mucho con los chistes de actualidad, cuando pasa algo en la semana o en el día. El chiste queda ahí, ya fue. Yo trabajo mucho con las distintas visiones de género del Estado y de empresas, e hice un show para las gurisas de Barrido Inclusivo de la Intendencia. Me dieron el micrófono y me enfrenté a gurisas de muy bajos recursos a las que están insertando en la sociedad, que no se quieren como mujeres y que recién están tratando de entender cómo plantarse, y yo llego con mi discurso de clase media diciendo que tengo treinta y seis años y me siento vieja, y las minas me miran como diciendo: ¿qué le pasa a esta mina? ¿Cómo hago para bajar mi discurso? Y ahí empezás a hacer un ejercicio mental, y eso es lo que hacemos los comediantes, tratar de deducir cómo adaptar tu material y tus chistes según el público que tenés. Es un trabajo muy complejo. Ese es el truco del mago, el que hacemos en la cabeza. En aquel momento yo me espejé y me dije que yo era una privilegiada, que vengo en auto, tranqui, que me paro acá por ser comediante, y estas minas, que de verdad la están… Me hizo cuestionarme muchísimo mi material, y eso es lo que te nutre como comediante.

DV- Y fundamentalmente el vivo, el ida y vuelta. Porque si se ríen, me quedo, y si no se ríen, me voy del tema y busco otro, busco lo que pasa en el lugar, escarbo entre ellos a ver qué hay para poder jugar.

LF- Y a veces la gente se ríe del chiste o se ríe de un gesto. La gente se ríe de cosas muy diferentes.

DV- Y a veces no se ríen de nada y se ríen cuando vos te reís de vos mismo, cuando se dan cuenta que vos sabés que ellos no se están riendo.

MRO- Y a veces no se ríe la mitad del público y pensás que te fue como el orto y te querés ir a tu casa, pero afuera alguien te dice que cómo le hiciste pensar, que le encantó, y te preguntan que dónde vas a estar ahora. No sé si se ríen para adentro o qué pasa.

LF- El público uruguayo es muy introvertido, le da mucha vergüenza reírse, mostrarse.

DV- Hay una resaca del público del teatro, el público que no se involucra, ni siquiera para demostrar algo positivo. Por lo general la gente mayor y los grupos de señoras mayores se sientan en sus mesitas y se quedan mirando, y con esa cara de póker que quedan toda la noche. Vos los mirás y tratás de dedicarles algo, y pensás que no les vas a sacar una puta sonrisa a esa gente. Salís del show y lo primero que te dicen es que se mataron de risa, que mañana vuelven con unas amigas. Y vuelven con un contingente de amigas.

¿Se ríen para adentro?

LF- Sí, disfrutan de otra forma.

DV- Me parece que es la resaca del público educado del teatro, que se va a sentar en su silla, va a mirar y no va a interrumpir.

Te querés matar. Quedan embalsamados.

LF- Terminás con una migraña que no podés más, te da ganas de llorar, te pasan un montón de cosas. Pero te pasan de verdad. Y después cuando bajás te abrazan, te piden fotos. Yo hice un show en un espeto corrido en un casino de Rivera, y nadie se reía. Me bajé pensando en dedicarme a otra cosa, y aparecieron cuatro brasileros pidiendo fotos. ¿Para qué si no se habían reído? La gente disfruta de otra manera.

Es bravo el oficio de ustedes. Es masoquismo.

MRO- Es solitario el hacer reír. Estás ahí parado vos solo, con un montón de gente que no conocés.

DV- Tiene de positivo que, cuando la cagás, la cagada es solo tuya. Y cuando sale bien, también es tuyo y ves que todo lo que laburaste durante años, horas, todas las madrugadas que te quedaste hasta las cuatro dieron resultado. Porque no solo funcionaron e hiciste reír, sino que después te escribió uno por Facebook que te dice que había llegado al bar hecho mierda, porque le había pasado tal o cual cosa, y que lo hiciste cagar de risa y pensar en otras cosas. Cuando vuelve, es todo tuyo, y no pasás por la puerta.

LF- No pasás por la puerta porque el comediante se alimenta a pizza y cerveza. Vamos a decir las cosas como son.

Esa bipolaridad te la regalo.

LF- El nivel de frustración que tenés que manejar es fuerte.

DV- Por eso capaz que nosotros hacemos nuestra diferenciación entre un Cotelo o un Fabregat, que son humoristas, son divertidos, generan humor y están dentro del ámbito de lo humorístico, pero que capaz que no sufren esto de enfrentarse a gente que no los conoce, y que le ceden su espacio para que los hagan reír.

MRO- Lo que suele pasar con los Rafas es que no se la juegan tanto. No les creo. Me pueden hacer reír, pero llega un momento en que no les creo el discurso porque sé que no se la van a jugar por nada, porque tienen que quedar bien con todo el mundo, porque tienen miedo de que en el canal les digan algo. No se meten en política, en religión tampoco. Va a ser funcional a que la gente se ría del tupper, de la mandarina, del ómnibus y de todo lo demás. No hay un discurso potente. Igual la gente se ríe, en esto cumple su cometido. Pero ninguno de los famosos se la juega. Capaz que Delgrossi un poco sí.

DV- El humorista mediático tiende a darle más bola a lo políticamente correcto. El año pasado viene la moza y me dice: “¿Viste la piba con la que tuviste problemas? Te quiere escupir la cara.” Y vino y me dijo de todo. Estaba pirada. Yo había hecho mi unipersonal, y no sé qué no le gustó y me empezó a bardear. Yo la mandé callar. Y vino y me habló con la cara acá, y me dijo que me quería escupir la cara.

MRO- Tenemos la libertad que de repente un mediático no tiene. Tenemos tarjeta libre. Metete con quien quieras, no le respondés a nadie.

En Argentina, sí. Se meten con el que sea.

MRO- Son otro tipo de comediantes.

LF- Hicieron el camino inverso. Son actores y artistas que llegaron a la televisión por ser comediantes. Es como que hoy cualquiera de nosotros lleguemos a la televisión por ser como somos. En cambio acá es el camino inverso, están en la televisión, y como están ahí entonces ven qué pueden hacer.

¿Estás pensando en Sotelo, Gorzy y Abdala?

LF- Por ejemplo.

Les comieron el público.

DV- Ojo, que atrás de toda la movida está el entertainment business, y atrás de eso hay un negocio que busca el rédito económico.

MRO- Hablando de economía, precisás solo una persona que se pare y hable con el público. Una que le escriba y otra que lo haga. Es más barato a la hora de financiar un show.

DV- Y la gente va a ir por el concepto de ver qué hacen. El tema es que ese “vamos a ver qué hacen” son dos mil entradas vendidas. Eso es lo que implica poner a un Gorzy haciendo humor.

LF- Yo he trabajado guionando para espectáculos de mediáticos.

¿No es vender el alma eso?

LF- Es comer.

DV- Parte del trabajo es poder hacerlo hacia afuera. Parte de mi trabajo es escribir lo mío y bancarme lo mío. Si me ofrecen otro trabajo, si me preguntan cuánto cobro por escribir para fulano o por escribir publicidad, yo respondo.

Dijiste que no hacías fiestas privadas, por ejemplo. ¿Por qué no las hacés?

DV- Es uno de los trabajos a los que yo no accedo. Sobre todo porque la pasás como el culo (risas).

LF- Cobarde.

¿Cuál es la diferencia entre un boliche y una fiesta privada?

DV- Hay mucha diferencia. Te digo solo una, bastante técnica: en el boliche el dueño del show soy yo, y en el cumpleaños el dueño es el cumpleañero. Y hay una lista larguísima de cosas de las cuales no se puede hablar. Y no solo eso, sino que si viene el tío borracho y te dice: “Callate, puto”, vos le tenés que decir: “Bueno, está bien, tío borracho”. Si mandás callar al tío, te sacan del forro y andá a cobrarle a Magoya.

MRO- Nunca me pasó lo del tío borracho.

Porque no te van a decir puto a vos.

DV- A mí sí, me re pasó. Que te contesten, que te respondan. Y el primo que quiere ser más gracioso que vos y te responde todo lo que decís. Es muy complejo.

¿Y eso no te pasa en los boliches?

DV- No, porque la gente va a ver el show. En los cumpleaños la gente va a ver al cumpleañero, a comer de arriba.

LF- En los eventos tenés que hacerle el evento a quien te contrata. Yo tengo esa filosofía.

Mercaderes del humor.

MRO- ¿Sabés lo que pasa? Con los eventos realmente pagás las cuentas.

LF- Es lo que te paga la vida.

Aquel se caga de hambre, entonces.

LF- Es lo que le decimos.

Es el único coherente. Decías que era una forma de vida, mentiste mal.

LF- Te voy a contar una conquista personal. Este año contrató el Ministerio de Industria mi espectáculo como editorial del mes de la mujer. Estuve en el auditorio de ANTEL a las once de la mañana, para doscientas o trescientas personas —o más, no sé— haciendo mi material feminista sobre esto que les contaba. En el Ministerio de Industria, con la ministra acá. Por un lado pensaba en que qué bueno poder hacer mi material sin censura. Era una conquista. Pero por el otro lado pensaba que qué iba a pasar, porque era el Ministerio de Industria.

¿Sin censura?

LF- Sin censura.

¿La criticaste a la ministra?

LF- Es un material de cincuenta minutos sobre ideología de género. Yo investigo eso.

Te contrataron por ese espectáculo.

LF- Es el unipersonal que estoy haciendo ahora. Para mí eso fue tremenda conquista. Pero también era pararse frente a gente que trabaja en el Ministerio de Industria, que son técnicos. Tenía tremendo terror. Porque aparte estaba haciendo un espectáculo para gente que está en el trabajo. El humor tiene mucho de intimidad, yo me río con mi amigo, con mi pareja, pero no sé si me voy a reír de eso con mi jefe. Y fue genial, fue uno de los mejores shows que he tenido en lo que va del año.

¿Se rieron?

LF- Sí, muchísimo. Fue tremenda conquista. Pero fue plantarse, y fue un trabajo de muchos años, de creer en mi discurso, de estar segura de lo que estaba diciendo. Y funcionó. Pero otras veces no ha funcionado. En eventos privados me ha pasado que no funcione. O en empresas, en grupos de familia. Hay veces que funciona y hay veces que no. Pero paga las cuentas.

MRO- Una vez me contrataron para un evento. Era una pareja que cumplía sesenta y siete años de casados. Me dijeron que la señora era muy graciosa, que le encantaban los chistes, que hiciera lo que quisiera. Armé un material en base a esos datos que me habían pasado. Fui, y la señora estaba inmóvil. Pensé que se había muerto. Cuando terminó el evento, le dije a la hija: “Che, a tu mamá no le gustó nada.” “Lo que pasa que mamá es sorda”, me respondió.

DV- Las anécdotas que hay alrededor de los eventos… Hay de todo. Una vez fui a una despedida de soltero que festejaban los dos juntos, en familia. Siempre pregunto antes de qué no puedo hablar. Me dijeron que no hablara de divorcios, porque uno de ellos había tenido un divorcio jodido. Le dije que se quedara tranquilo. Yo tenía un material sobre los niños: me pongo un poco en contra de los niños, los peleo un poco, con ellos que se van a casar y van a tener hijos. Perfecto. Les tiro quince minutos de los hijos, pensé. Cuando llego me dicen: “Me olvidé de decirte una cosa, ella perdió un bebé hace dos meses.” ¿Cómo no se acordaron de decirme eso? Historias de eventos…

¿Cómo zafaste de eso?

DV- Le dije que me diera quince minutos y me fui a la esquina a revolver a ver qué otra cosa encontraba. Siempre ando con las libretas en el morral. Le dije que me dejara preparar otra cosa, porque la verdad era que iba preparado para hablar de hijos y bebés.

LF- Yo he aprendido a pasarla bien en los eventos.

¿Pagan bien? ¿Cuánto cobran?

MRO- Según el evento. No le vas a cobrar lo mismo a una empresa que a una familia que hace un evento en un living para quince personas. Depende del evento y de un montón de circunstancias. No le puedo cobrar lo mismo al banco que me contrata para un show para todos los empleados que a una familia.

¿Qué le cobran a una empresa?

LF- Depende de la empresa que te contrate, y del tipo de evento. No es a nosotros a quienes tenés que hacer esa pregunta.

¿Cuánto cobrás si te contrata un banco? No la ferretería de la esquina.

MRO- Por un material de media hora el banco te contrata por veinticinco mil pesos, ponele.

¿Y un boliche?

MRO- Nada, entre quinientos y ochocientos pesos.

¿Esa es la tarifa de un boliche? ¿Por mil quinientos pesos los contrato a los tres juntos?

DV- Lo que pasa es que un boliche se disfruta de otra forma.

¿Te dan de comer por lo menos?

LF- Si te va más o menos te dan una pizza, si te va genial te dan un gramajo, y si fue maravilloso te dan un crumble de manzana con helado. La comida va en función de cómo te haya ido.

Hace poco veía gente en Twitter que había descubierto a Landriscina y no podía creer que un cuento durara cinco minutos, y se burlaban de eso. ¿Cómo se enfrentan a eso?

LF- Me da lástima. Son gurises de veinte años Son millennials.

Capaz que sí, pero es en general. La cuestión de la instantaneidad.

DV- El público de Twitter es un público al que le gusta encontrar un punto y darle a eso. Es donde la gente puede ser más violenta que en las otras redes.

Hace veinte años con Les Luthiers te pasabas media hora muerto de risa, ahora mucha gente lo ve y se pregunta que qué es eso.

DV- Hace poco se pusieron a criticar Friends. Veinte años después, con otra cabeza, con otro universo, con otra perspectiva.

MRO- Tampoco es que sean solo los jóvenes. Hay mucha persona mayor que te dice que Les Luthiers son unos gansos. Eso también existe. El tema de la inmediatez es un poco lo que tiene el stand up, donde vos tenés que tener un timming y un ritmo de chistes.

Si no atrapás en el primero, ¿te aguantan hasta el segundo?

MRO- Si tenés buena onda con ellos y no vas de pesado, cuando no te sale el primer chiste te bancan para el segundo. Vos tratás de que la onda sea la mejor posible, para que tu show sea el mejor. Si un chiste no pega, es como dice Diego: vas por otro lado. Si esa noche no les gusta la política entonces te vas por otra cosa, para después dar tu material de política cuando estén en el momento justo. Tenés un material para ganarte el principio, para ver cómo es el ambiente, y otro material que va en el medio para ver cómo va la mano, y otro de cierre, para cuando ya los tenés contigo, y ahí cerrás con lo que realmente querés decir. Está muy estudiado, no es que vas con tal cosa y largás. Tenés que ir cambiando la rutina, también.

Vos te metés mucho con política, vos te metés con el tema de la mujer…

MRO- Yo me meto con todo, también con el tema de la mujer.

LF- Ahora estoy en la búsqueda de material feminista. A mí me divierte mucho la política, no puedo no reírme.

¿Diego?

DV- Yo tengo una tendencia muy visceral, porque estudié publicidad, y le veo los hilos a eso, y no me queda otra que sacarlos. Igual, como María Rosa, me gusta investigar de todo y hablar de todo un poquito. Hay veces que trato de escribir cualquier cosa para hacerme amigo del público y después y darle lo que yo realmente quiero decir. Hay veces que el público está muy dócil y esperando lo que hay para ver, y hay veces en que hay que hacerse amigo, y eso lleva un trabajo. Ahora, después de ocho o diez años subiéndose a un escenario, uno ya más o menos conoce cómo portarse para que lo acepten y escuchen lo que querés decir. En este momento le veo los hilos a todas las publicidades. Ahora, de la galera y sin querer queriendo, hice quince minutos riéndome de la publicidad de ChorizHada, la publicidad de los chorizos de Doña Coca. Me da hasta vergüenza decirlo. Un chorizo y un hada madrina, es algo que nunca en mi vida.

Eso es un humor, querido.

DV- Y a una persona le pagaron un montón de dinero por pensar en eso.

Hiciste un show con eso.

DV- Él la pegó. Yo también. Me enfoco mucho en la publicidad, porque son cosas que me salen. Igualmente siempre trato de estar muy atento a lo que pasó en la semana. Y a cosas que se te van ocurriendo. Como decía ella al principio, estamos todo el tiempo con las alertas.

¿A quién admiran o respetan dentro del stand up uruguayo?

LF- Yo a mis compañeros: María Rosa Oña, Perdomo, Diego Vignolo, Santiago Reyes.

DV- Acá lo que pasa es que nosotros tres somos los primeros que hemos salido desde esta posición del under. Yo salí del primer curso que se hizo acá, ellas del tercero.

¿Quién daba los cursos?

DV- La gente del Club de Comedia, dos argentinos.

MRO- A mí me gusta mucho lo que hace Delgrossi, no sé si es admiración. Me parece muy interesante. Se mete con la historia, tiene su material con eso, es profesor. Me gusta mucho como comediante.

¿Maxi de la Cruz?

DV- No me compra. No es mi estilo de humor. Capaz lo veo y me puedo divertir. Pero no lo sigo.

¿Y ese programa que tuvo en su momento ayudó en algo al desarrollo del stand up?

DV- No, porque estuvo mal hecho. Se hizo muy temprano.

LF- No era el momento.

DV- Quisieron usar el género cuando el género todavía acá no daba nada, cuando hacía tres o cuatro años que había empezado. Ni nos dio a nosotros una exposición digna, ni un espacio digno, porque de hecho estaban los invitados y los invitaditos.

LF- Yo estaba haciendo un espectáculo en Under Movie, con Agosto, con el personaje de Alcira y tres comediantes más, Seba González, Santi Reyes, Germán Medina y yo. En ese programa llevaban a comediantes más nuevos y a otros que tenían más nombre. Como yo estaba en un espectáculo, me pusieron con los comediantes que tenían nombre, cuando en realidad yo era nueva. Y a mis compañeros, con los que yo estaba haciendo el mismo camino, cronológicamente, los ponían como a los comediantes más nuevitos. Al hacer esa distinción a mí me parecía que todavía no estaban entendiendo mucho de qué iba. No estaban preparados para hacer eso todavía.

DV- Aparte les daban todo el escenario a esos comediantes, mientras que a nosotros nos daban una pared de ladrillo de polifón: “Parate ahí y no te muevas.” Visto desde lejos, era ese recuadro de cartón y todo el resto del escenario iluminado. Y ellos tenían quince minutos, mientras que nosotros teníamos cinco. Le preguntamos a la abogada qué estábamos firmando ahí. “No, que cedés los derechos de tu monólogo.” “¿Esto no se cobra?” “Te cobrás saliendo en Canal 12, papá”. Hasta ahora no cobré nada. Éramos todos muy nuevos. Si lo hicieran ahora… Es más, el programa cayó porque se quedaron sin comediantes para llamar. Empezaron a tener guionistas, gente que no hacía stand up escribiendo para gente que no hacía stand up.

MRO- Incluso llegaron a llevar a Franklin Rodríguez haciendo un material de teatro, un monólogo de teatro.

¿Está viniendo gente joven nueva?

DV- Sí, todo el tiempo. Hay muchos.

Los que les van a mover el piso a ustedes, en definitiva.

MRO- Nosotros estamos trabajando para esa gente.

DV- Para que no nos muevan el piso.

¿En qué quedamos?

LF- Hubo un montón de caminos que hemos abierto. No hay nada más gratificante que ver gente que se interesa por el género, pero hay un montón de caminos que hemos abierto. En los teatros, en los boliches, en las radios, en la televisión. Hemos abierto un montón de caminos para los comediantes, para que venga gente nueva.

DV- Sin ir más lejos, María Rosa y yo tenemos alumnos nuestros que han llenado un Under Movie, que nosotros no hemos hecho. Pasaron de ser mis alumnos a ser mis amigos, a ser mis colegas.

¿Tienen un instituto donde dan clase?

MRO- Tenemos un taller, hace ya cuatro años.

¿Aceptan políticos en el taller?

MRO- No se han anotado, pero sí.

Podría servirles.

MRO- Es que yo creo que a los políticos los está guionando algún comediante, pero uno de esos comediantes que no tienen mucha onda.

DV- Los cursos de stand up tienen mucho de oratoria y la nueva sangre de los políticos necesita herramientas para enfrentar públicos masivos. Y eso les viene muy bien. Hasta ahora habían sido talleres de declamación, de oratoria, pero desde otra perspectiva.

¿A qué político no le darían clase?

MRO- Al 99% no le daría. ¿Para qué? ¿Para que lo usen en sus versos? ¿De qué estamos hablando?

Solo pregunté a quién no le darías, nada más. Simplemente estoy viendo tus prejuicios.

MRO- Te digo mis prejuicios si me decís para qué. Si vienen y se anotan y me dicen que lo quieren usar para el cumpleaños de su madre…

DV- Ningún político que haga un curso de stand up lo va a usar para eso. Lo va a usar para la política. Todos lo van a usar para querer ganar un puesto.

LF- Es que hay una tendencia a que los medios de comunicación y los comunicadores utilicen el humor.

MRO- Yo no le puedo dar un curso a alguien que me hace reír más de lo que yo hago reír a la gente.

Estás aprendiendo, en definitiva.

MRO- Todo el tiempo. Estoy en Twitter por eso. No le puedo cobrar a alguien que lo hace mejor que yo.

¿No daba más material Mujica que Tabaré?

LF- No, Tabaré da mucho material, mucho más que Mujica.

DV- Es una cuestión de posición. Tabaré da más ahora porque es presidente. Cuando Mujica era presidente, daba más Mujica. A nosotros, al carnaval y al mundo entero. Ahora el material lo está dando Novick, con sus publicidades.

MRO- Hay un montón de políticos que están dando.

LF- Sendic dio mucho material con ANCAP. Hay muchos políticos a los que deberíamos agradecerles, porque hemos hecho rutinas enteras. Lacallito y Larrañaga dan mucho material.

MRO- Graciela Bianchi a mí me llena espectáculos.

DV- Hay varios que dan muchos buenos show, como Ramírez Saravia ahora en Twitter. Los políticos en Twitter…

¿Los tres son tuiteros, no?

DV- Yo le doy bastante, le doy fuerte.

MRO- Lo que pasa con los políticos en Twitter es que se piensan que es un lugar serio.

A ellos dos es muy divertido leerlos.

LF- Yo no soy de escribir chistes en Twitter, yo milito. Lo mío es todo militancia.

Hasta que te pagan, ahí se acabó la militancia.

¿Cómo hacés reír a Figares? Mirá que es amargo…

LF- Me llamó un día y me dijo que quería que yo estuviera en su espectáculo, y eso ya fue una conquista. Está bueno pensar que los programas de radio son shows radiales. No sé. Es un misterio. Se ríe mucho. Y yo tenía pila de miedo, por la carrera que él tiene. Había que remarlo.

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