Home Opinión Mi corazón con los armenios por Ernesto Kreimerman

Mi corazón con los armenios por Ernesto Kreimerman

Mi corazón con los armenios por Ernesto Kreimerman
0

Solamente el domingo, más de mil refugiados armenios que huyeron de la separatista Nagorno-Karabaj cruzaron la frontera con Armenia. Pero se estima que hay unos siete mil armenios en esa misma desoladora marcha, apenas unos días después de que una ofensiva militar le permitiera a Azerbaiyán retomar el control del enclave.
Una vez más, miles de armenios librados a su suerte. Marchan llevando consigo apenas unas pocas cosas, elementales, abandonando sus hogares y los logros de una vida de trabajo, la propia y la de sus mayores. En el estado de ánimo actual, la tercera idea es la de retornar. La primera es sobrevivir, la segunda es rearmar, aunque más no sea precariamente sus vidas, y la tercera, volver. Pero hoy, no es una posibilidad. Aún así, no hay renuncias.

Punto de inflexión 1991
La disolución de la Unión Soviética dio paso a una reingeniería política nueva en por lo menos 15 países, reconfigurados. Criterios históricos y administrativos, de oportunidad, de minorías étnicas se combinaron dando lugar a muchas soluciones duraderas, pero también plantando enormes problemas para los años siguientes. A más de 3 décadas, las tensiones e inestabilidad dominan toda esa zona del mundo.
Obviamente, la crisis actual de Ucrania y Rusia es resultado de una historia irresoluta, signada por las ambiciones imperiales de la madre Rusia, el impulso expansionista de Putin…todo ello combinado con las necesidades de reposicionamiento global de los Estados Unidos.
Ahora, estos enfrentamientos de Nagorno Karabaj, entre Azerbaiyán y Armenia, así como los combates en la zona fronteriza entre Tayikistán y Kirguistán, y los conflictos aún pendientes de resolución en Osetia del Sur y Abjasia en Georgia, o la Transnistria en Moldavia, son también otros puntos de tensiones, de enfrentamientos militares que dejan sus dolores, ciudades devastadas, economías destruidas y miles de refugiados y muertos.
Guerra, a fuego y muerte
Los enfrentamientos en Nagorno-Karabaj, entre Azerbaiyán y Armenia es uno de esos puntos donde la historia se sigue escribiendo a sangre y fuego. La guerra de Ucrania modificó el posicionamiento geopolítico de una geografía que hasta esta iniciativa estadounidense había estado, con sus tensiones, bajo control de Rusia. Estas acciones reunían una mayoría de opiniones de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, y en su propósito de rediseño de las influencias en la región, ha supuesto una innovación importante. Se trata del fin del orden postsoviético.
También la movida arriesgada de Estados Unidos pone en evidencia la calidad de la información con la que contaban para tomar estas decisiones. La presunción de que el armamento de Moscú era moderno y potente demostró no ser tal. Hoy, la idea dominante, es que el poder bélico ofensivo de Moscú estaba lejos de ser el que se daba por cierto.
Esta constatación no se limita a este conflicto, sino que hace al posicionamiento general, a su aspiración de potencia militar global. Lo que está sucediendo ahora mismo en Nagorno-Karabaj tiene mucho que ver con este cambio, de dejar de ver a Rusia como una potencia mayor, y ubicarla ahora como una potencia relativa.
Azerbaiyán y Armenia
En setiembre se encendió la mecha. Azerbaiyán y Armenia se enfrentaron por el enclave de Nagorno-Karabaj. El saldo, más de 300 muertos. Oficialmente, cruzan acusaciones y denuncias de torturas.
Nagorno Karabaj, en algunos mapas señalado como Alto Karabaj, es una región de mayoría étnica armenia. Sin embargo, en 1923 los soviéticos cedieron su control a los azeríes. Surgió así una óblast (región) autónomo dentro de la entonces República Soviética de Azerbaiyán.
Hoy en día, unos 150 mil armenios continúan allí. Desde su perspectiva identitaria, se sienten parte de la Gran Armenia, concepto mayor que engloba los territorios que fueron poblados por la etnia cristiano-ortodoxa armenia. En otras palabras, dentro de la república musulmana, léase Azerbaiyán, está este territorio habitado por cristianos ortodoxos.
Las cosas cambiaron cuando la minoría étnica de Nagorno Karabaj anunció su propósito de unirse a Armenia, se abrió el camino hacia una guerra de gran escala entre 1992 y 1994, que acabó con una victoria militar armenia decisiva y la ocupación de grandes partes de Azerbaiyán en torno a Nagorno Karabaj.
Desde la escalada bélica de los años noventa y hasta el 2020, cuando estalló nuevamente la guerra de Nagorno Karabaj operó un frágil alto el fuego. Ya Azerbaiyán tuvo el apoyo de Turquía, que aportó drones, salió victoriosa y con ello recuperó buena parte de esos territorios.
El player que modifica el fiel de la balanza es Turquía, al volcar el equilibrio de poder local contra Armenia, y una Rusia indecisa y menos poderosa, que duda por no querer sus relaciones con ambas partes del conflicto, pero especialmente, con Turquía».
La propia Rusia y también la Unión Europea han fracasado en sus intentos de distensión del conflicto, pero hasta ahora han fracasado. Incluso Moscú no pudo evitar la operación militar de Azerbaiyán, ni proteger a los armenios que viven en la región. Menos hacer cumplir los términos del alto el fuego de 2020, por lo menos desde hace un año.
Esta operación militar significa un cambio sustancial en una región clave, atravesada por oleoductos y gasoductos cruciales, donde Rusia, Turquía y Occidente luchan por la influencia y la influencia. Y entre todo eso, los armenios.
Solidaridad…
Detrás de los tambores de guerra y la sangre de las víctimas, está siempre la soberbia de los ganadores. En efecto, el triunfalismo del presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, haciendo alardes de que restauró la integridad territorial de su país con un «puño de hierro» ha instalado entre los 120 mil armenios que viven en Nagorno-Karabaj el temor de un nuevo genocidio una vez que Aliyev tome el control total.
La comunidad internacional debe reclamar el inmediato establecimiento de garantías para la seguridad de la población armenia. No sólo por su integridad física, también las necesidades humanitarias, servicios de energía y agua Y por supuesto, la búsqueda de los desaparecidos y la digna sepultura de los muertos.
Por ello, mi corazón está con los refugiados armenios.

POR MÁS PERIODISMO, APOYÁ VOCES

Nunca negamos nuestra línea editorial, pero tenemos un dogma: la absoluta amplitud para publicar a todos los que piensan diferente. Mantuvimos la independencia de partidos o gobiernos y nunca respondimos a intereses corporativos de ningún tipo de ideología. Hablemos claro, como siempre: necesitamos ayuda para sobrevivir.

Todas las semanas imprimimos 2500 ejemplares y vamos colgando en nuestra web todas las notas que son de libre acceso sin límite. Decenas de miles, nos leen en forma digital cada semana. No vamos a hacer suscripciones ni restringir nuestros contenidos.

Pensamos que el periodismo igual que la libertad, debe ser libre. Y es por eso que lanzamos una campaña de apoyo financiero y esperamos tu aporte solidario.
Si alguna vez te hicimos pensar con una nota, apoyá a VOCES.
Si muchas veces te enojaste con una opinión, apoyá a VOCES.
Si en alguna ocasión te encantó una entrevista, apoyá a VOCES.
Si encontraste algo novedoso en nuestras páginas, apoyá a VOCES
Si creés que la información confiable y el debate de ideas son fundamentales para tener una democracia plena, contá con VOCES.

Sin ti, no es posible el periodismo independiente; contamos contigo. Conozca aquí las opciones de apoyo.

//pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js
Semanario Voces Simplemente Voces. Nos interesa el debate de ideas. Ser capaces de generar nuevas líneas de pensamiento para perfeccionar la democracia uruguaya. Somos intransigentes defensores de la libertad de expresión y opinión. No tememos la lucha ideológica, por el contrario nos motiva a aprender más, a estudiar más y a no considerarnos dueños de la verdad.