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«NEL MEZZO DEL CAMMIN» Por Hoenir Sarthou

«NEL MEZZO DEL CAMMIN» Por Hoenir Sarthou
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Sólo a Alfredo se le puede ocurrir que el hecho fortuito de que los 800 números de Voces coincidan con la mitad del período del actual gobierno habilita a sacar conclusiones válidas sobre el gobierno o sobre algo.
Ignoro si en algún momento se llega a conocer la verdad sobre los hechos históricos. Por momentos, intuyo que lo que llamamos «Historia», es un conjunto de relatos, siempre inconcluso y siempre sujeto a reinterpretación, que se inicia con la versión oficial y la versión opositora de los hechos, las dos casi simultáneas a los hechos, formuladas «en caliente» y con objetivos bastante evidentes.
Muchos años después, tras la muerte de los protagonistas, polémicas apasionadas, ocultación y aparición de documentos e investigaciones reveladoras, tiende a laudarse una versión histórica más o menos consensuada de lo ocurrido, que suele no coincidir con la que fue la «versión oficial». Nada asegura que esa versión sea definitiva, pero se impone por la revelación de hechos desconocidos , por los cambios que apareja el tiempo en la valoración de los hechos conocidos y, sobre todo, por el silencio elocuente de los defensores de las versiones opuestas, incluida la que fue «versión oficial», que admiten así, sin decirlo, su derrota.
En esa versión histórica tácitamente consensuada, los héroes suelen devenir canallas, y los canallas héroes. Hay miles de ejemplos. Pensemos en el papel de Inglaterra en la independiencia de las colonias españolas de América, o en el nacimiento del Estado uruguayo, y en la relación -político-comercial-financiera- de Inglaterra con algunos prohombres de esas independencias. O en la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay. Son causas sin defensores, escozores colectivos de los que hablamos poco y que no se cuentan en los libros escolares.
Hay otras verdades históricas más chicas, o de más corto plazo, que se alcanzan pocos años después de ocurridas, todavía en vida de los protagonistas, y que también pueden reconocerse por los elocuentes silencios de los interesados en negarlas. ¿Quién defiende públicamente el golpe de Estado de 1973 y la práctica sistemática de la tortura que lo acompañó? ¿Quién justifica la muerte de Pascasio Baez? Y, yendo a hechos políticos más recientes, ¿quién defiende la gestión de Raúl Sendic en ANCAP, colchón incluído? ¿Quien se atreve a debatir públicamente en defensa del «Contrato ROU-UPM»?
Ninguno de esos niveles de «verdad» -ni la histórica ni la «chica»- asiste todavía al gobierno de Lacalle Pou. Es imposible hacer juicios históricos, e incluso es difícil todavía determinar cómo van a laudarse los juicios de mediano plazo sobre los hechos de su gobierno.
Cualquier pronunciamiento en ese sentido es hacer futurología. Pero ninguna ley prohíbe hacer futurología, o sentarse ante la bola de cristal y adivinar. Además, «Voces» lo pide. Así que hagamos nomás futurología y apostemos sobre lo que va a pasar.
Apuesto a que la línea adoptada por Lacalle respecto a los confinamientos durante la pandemia le será reconocida y agradecida en el futuro. No obligarnos al encierro, a diferencia de lo que hicieron tantos gobiernos, como el argentino, el español o el italiano, pesará favorablemente en su «karma» político futuro. Habrá que ver si eso no es compensado por los efectos de la vacunación, que se impuso en formas sibilinas y algo hipócritas. Dependerá de si el aumento injustificado de muertes que experimentamos en este año 2022 es relacionado por la población con las vacunas, o si se la toma como alguna clase de maldición divina.
Otro punto delicado de su gobierno es la agilidad en materia de pasaportes. Los casos Marset y Astesiano son muy recientes, pero resulta evidente que convertirnos en los «más rápidos del Oeste» en desenfundar pasaportes, en particular desde la custodia presidencial, requeriría algún tipo de explicación que está lejos de aparecer.
Para terminar, me atrevo a apostar que contratos como los de Katoen Natie, que entrega por 60 años a la empresa la explotación del puerto de Montevideo, o la misteriosísima compra de vacunas a Pfizer, o la concesión de la exploración petrolera marítima (que otorga a la empresa «Challenger Energy» el 80% de los posibles hallazgos petroleros) y otros proyectos, como la potabilización del agua del Río de la Plata y la producción de «hidrógeno verde» (el agua parece ser recurrente en casi todos estos contratos) van a ser muy recordados por las futuras generaciones de uruguayos, por ejemplo las de nuestros hijos y nietos.
Sin embargo, creo que el mayor «pecado» de este gobierno, compartido con todos los anteriores y, en general, con el 99% del sistema político, es la ocultación de los motivos verdaderos por los que se firman esos contratos, se aprueban las leyes que se aprueban, y se orienta al país como se lo orienta.
La dependencia económica y política de intereses supranacionales, que imponen políticas públicas por medio de organismos internacionales (ONU, OMS, FMI, Banco Mundial), es un secreto a voces, un sobreentendido, un escozor del que no hablamos, que no mencionan los gobernantes ni la mayor parte de los supuestos opositores, ni los analistas políticos ni, por supuesto, la prensa. ¿Pretendo que Lacalle Pou rompa con eso?
No, ni tanto ni mucho menos. Lo que verdaderamente molesta es el silencio. Que los contratos, leyes, endeudamientos, compras públicas y concesiones parezcan designios caídos del cielo, en secreto, sin autorización, ni explicación de motivos, ni recurso alguno.
«Nell mezzo del cammin di nostra vita», Dante Alighieri se sintió «errante en una selva oscura, perdido el recto camino». En la misma «selva oscura» erran actualmente muchos gobiernos.
Me dirán que es todavía muy pronto para saber si nuestro gobierno perdió por completo «el recto camino». Lo que puede decirse desde ya es que está gobernando en forma oscura, y que algunas sombras que aparecen, grandes, como las de los contratos misteriosos, o chicas, como las de Marset y Astesiano, distan mucho de favorecer a su gestión.
Me atrevería a decir que, si no se arroja luz sobre ellas, pueden comprometer el juicio histórico -tanto a largo como a breve plazo- del joven y, hasta hace poco, prometedor Presidente.

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