La compositora e investigadora uruguaya Patricia Robaina editó su tercer disco, “Críptico”, con canciones escritas en su mayoría durante la cuarentena. Será el 7 de octubre a las 21 horas en la Sala Hugo Balzo del Sodre.
A sus 36 años, la compositora e investigadora uruguaya Patricia Robaina edita su tercer disco, con canciones escritas en su mayoría durante la cuarentena. Un disco personal, con versos que van desde la médula hasta su guitarra, para responder al dolor y a la confusión que atraviesa el mundo en estos días.
Ganadora del premio Guitarra Negra, como compositora, y realizando un trabajo de musicalización e investigación sobre la obra de dos grandes poetas uruguayas, Patricia quedó a mitad de camino, a causa de la pandemia, con la grabación de “Marimorena”, disco que tiene como eje rescatar los versos de Virginia Brindis de Salas, primera poeta negra uruguaya que editó un libro en Latinoamérica.
Pero Patricia no se detiene, y en medio de tanta incertidumbre, nace un disco visceral y fundamental en su carrera, para acercar al público canciones íntimas en horas de aislamiento. Acompañada solo de su voz y guitarra, la compositora anuncia sendas sensibles, y prontos encuentros, en siete canciones crípticas y humanas.
El disco también tiene como objetivo recaudar fondos para hacer posible su próximo trabajo. “Críptico”, su nuevo trabajo, con canciones propias y una musicalización de un poema de Federico García Lorca, fue producido de forma independiente y grabado en su Melo natal.
¿Cómo fue el proceso de dar vida a este disco?
Fue un disco que se me ocurrió grabar durante la cuarentena, para dejar registradas algunas canciones que venían naciendo de ésta forma, y otras que escribí hace algunos años. Regresar a vivir a Melo, encontrarme con que el mundo estaba en medio de una pandemia y una situación política caótica, me hizo experimentar momentos de profunda desesperación, en donde la música fue un lugar conocido y amable para llevar esos días interminables. Entonces seguí escribiendo y escribiendo, y me di cuenta, que en cuestión de tres años, estaba trabajando en dos discos de musicalización pero no en mis canciones propias; y volví, cada vez más adentro de mí misma, hasta llegar a mi guitarra sola.
¿Por qué elegiste ese nombre para este trabajo?
“Críptico” fue la última palabra que me dijo mi madre; que se fue a poblar otros mundos con su poesía, de un día para el otro. Me dijo: “Entre vos y yo siempre habrá un mensaje críptico”. Fue mucho el dolor, y es bastante difícil sobrevivir a su pérdida, además tengo siete hermanas y hermanos más pequeños que yo. Una de las canciones del disco está dedicada a mi hermana más pequeña, Juana, y otra a mi madre “Nana para una madre que visitó la luna”.
¿Qué diferencia entendés que tiene respecto a tus discos anteriores?
Es un disco que grabé sola con mi guitarra en la totalidad de sus canciones. Es un riesgo artístico que me quise permitir, más allá de lo que esté bien o mal, sentí que tenía que hacerlo de ésta forma. Y además surgió con la fuerza de poder recaudar todo lo necesario para terminar de pagar la grabación de “Marimorena”. Lo grabé y edité de forma independiente, en Melo. Algo que no era viable hace algunos años. Un desafío para salir del encierro, en todo sentido.
¿Cómo viviste esta pandemia desde el punto de vista creativo?
No he parado de escribir. Paso el día entero con la guitarra colgada como si fuera el fin del mundo; que en definitiva, fue eso lo que nos hicieron sentir. También me dio por pintar. Hacer un teatro en miniatura. Y con la investigación que estoy haciendo con Virginia Brindis de Salas, estoy escribiendo un ensayo crítico.
Precisamente, ¿en qué está “Marimorena”, disco que tiene como eje rescatar los versos de Virginia Brindis de Salas?
Marimorena, empezó con la musicalización de los textos de Virginia Brindis de Salas, pero ahora también sumaron canciones de mi autoría en letra y música, con la coherencia de la investigación rítmica en la que me encuentro. Musicalicé “Poesía del bozal” e hice una canción con el idioma corrupío, que aún se habla en la frontera de Uruguay con Brasil. Me gusta mucho investigar el lenguaje, pero lo que más me motiva de hacer ésto, es rescatar una historia con una riqueza ancestral, que parece haber sido olvidada en éste país, desde hace muchos años.
¿Cómo crees que va a ser hacer música en esta “nueva normalidad”?
Hay un tiempo que viene marcando el paso para que la industria sea la voz de todas las cosas. Y cuando digo industria, me refiero a esas expresiones que cambian a la creación por “producto”. Yo estoy del otro lado de la vereda. Y por eso saqué éste disco en plena pandemia, sin la producción audiovisual que el mercado impone. No creo que la cosa vaya por ahí. Y estoy lejos de querer adaptarme a ese ruido. Yo nací en Melo, y en un país que sigue reclamando justicia por los derechos humanos, vivienda y salario. Por más que una cante en Facebook, no me olvido de toda la gente que nunca pudo hacer cuarentena porque no había un mango para comer, mucha gente a seguro de paro, sin atención médica, etcétera, etcétera. Estamos en un tiempo de incertidumbre muy complicado, y en medios de comunicación que reflejan un absurdo importante. Tal vez esto sea un nuevo orden mundial para imponer el teletrabajo, pero la música popular siempre estará en el boca a boca de los de arriba y los de abajo.
¿Cómo será el recital del 7 de octubre en la sala Hugo Balzo?
Me acompañarán Matias Romero en guitarra. Ernesto Díaz y Álvaro Salas, en percusión. Músicos invitadxs: Ricacosa, Diane Denoir, Fernando Cortizo, y Guadalupe Dalto. Tendrá el hilo conductor de la historia ficticia de “Marimorena”, canillita que pregonaba por las calles de Montevideo, en 1940. Habrá proyecciones audiovisuales a cargo del grabador Martín Goncalves, con imágenes inspiradas en las historias de las canciones, haciendo referencia a la literatura del cordel. Será la presentación de un disco que vengo grabando desde antes de la pandemia y que espero se pueda concretar pronto.
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