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No olvidar a todos los responsables por Fernando Barboza

No olvidar a todos los responsables por Fernando Barboza
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Otra vez, un año más marchamos en silencio, llevamos los retratos, repetimos PRESENTE tantas veces como desaparecidos hay. Y los sigue habiendo. Y repetimos MEMORIA. Y repetimos JUSTICIA.
Pero no hay memoria ni justicia si olvidamos que desaparecidos, muertos, torturados, presos, así como un país sometido fueron consecuencia de un proceso autoritario que comenzó mucho antes de la larguísima década de dictadura. Y que no terminó cuando los dictadores se replegaron de los puestos de gobierno para los que no habían sido elegidos. No olvidemos los ómnibus repletos durante las razzias del primer gobierno de esta democracia enclenque. Porque el miedo es una carta que siempre está guardada en alguna manga, y que tanto sirve para ganar elecciones como para imponer encierros.
No hay memoria ni justicia si olvidamos que no ha sido casual que en los países de la región se impusiera el mismo modelo autoritario militar que fue alentado, instruido y manejado por los mismos intereses extranjeros. Y que hizo falta mucha siembra cotidiana en la prensa que un día sí y otro también alimentaba los odios que dieron sustento a salvajadas. De eso no se habla, no se recuerda.
Y no hay memoria ni justicia si no recordamos que entre las primeras medidas que tomó la dictadura se impuso el modelo de plaza financiera lavadora de activos de la región, y que sigue vigente. De eso tampoco se habla. Tampoco se recuerda que había un país deshecho, endeudado y empobrecido como nunca, que expulsaba gente desde los pueblos de ratas que producía el latifundio y que se transformaban en cantegriles alrededor de Montevideo. La industria y el comercio se hundían, y la capital también expulsaba gente. ¿O no lo recordamos porque ese proceso no se detuvo nunca, porque la pobreza, la miseria, la marginación no se detienen, sino que aumentan? Hoy hay gente tirada en las calles, y jornadas en que hay hasta cuatro o cinco asesinatos en 24 horas, y en los barrios de la periferia aparecen despojos humanos cada pocos días. Para todo eso hizo falta el autoritarismo.
Pero hay quienes nos quieren convencer de que aquella corrupción infiltrada en todos y cada uno de los sectores de la vida nacional era una idílica, alegre y ejemplar democracia. Un paraíso de convivencia. Y eso es una enorme mentira. Como lo son también los relatos de héroes impolutos que quieren endilgarnos esos que se miran de reojo y van del brazo para la foto. Esos mismos que nos quieren convencer de lo que no fue.
Y así seguimos, con dos relatos en blanco y negro, de buenos y malos. Y que sirven de coartada a los que rociaron combustible sobre un país en llamas y deshecho por las prácticas corruptas de la politiquería que no encontraba más soluciones que entregar el país a los intereses extranjeros. Todos esos que seguirán impunes. Y no hablo sólo de los ejecutores materiales de las desapariciones, de las muertes, y las torturas que aprendían desde años atrás de instructores que las aplicaban en guerras como la de Vietnam.
Y aunque no se hable de ellos, deberemos recordar a quienes alentaron el golpe desde los directorios de los bancos, de las industrias que cerraron y se volvieron importadores. De los que lavaban y planchaban dinero sucio, los que se favorecieron con negocios, prebendas y obras que pagamos durante décadas. Los que cumplieron su sueño de desmantelar la cadena de la industria de la carne, y que mandaron al hambre a miles, para que hoy los frigoríficos de nuestro país sean propiedad de conglomerados transnacionales. Para todo eso hizo falta el autoritarismo.
Y otro año más, en silencio, para que las palabras no sobren. Y escuchamos uno a uno los nombres de los compatriotas desaparecidos, de quienes seguimos sin saber qué sucedió con ellos. Una vez más fuimos con las imágenes mudas, congeladas en el tiempo, de esos seres que no pudieron ver a sus hijos crecer, enterrar a sus padres, y envejecer como es ley. Y en tanto paguemos generosas recompensas a los asesinos y a los enterradores, y no olvidemos a todos los responsables, el autoritarismo no habrá terminado.

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