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OTRA VEZ MUNDIAL DE FUTBOL

OTRA VEZ MUNDIAL DE FUTBOL
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El próximo domingo comienza el Mundial de Catar. Y otra vez el sueño celeste tendrá a nuestros representantes batallando por cada pelota en procura de la gloria deportiva.
¿Podemos tener expectativas? ¿Hay material humano para estar entre los mejores? ¿Qué sensaciones dejó la lista de convocados? ¿Están todos los que tendrían que estar? ¿Pueden los más veteranos estar al nivel de competencia necesario en un fútbol tan físico como el actual? ¿Hay menos clima mundialista en nuestro país que en otras ocasiones? ¿De ser así, a qué puede deberse?

Los 26 de Catar: sueños y trabajo duro por Oscar Licandro
Estos últimos meses disfruté el programa “Por la camiseta”, conducido por Rafa Cotelo. En un formato ameno y divertido, el programa es una ventana a la intimidad de los integrantes de la selección uruguaya. Lo hermoso de este programa es que nos muestra que esos ídolos populares, a quienes exigimos grandes logros, son unos gurises llenos de sueños, emotivos, tipos humildes y familieros, buenas personas; es decir, jóvenes de carne y hueso muy parecidos a la mayoría de los jóvenes uruguayos. El programa tiene la virtud de dejar fuera al ídolo, para penetrar en la intimidad de la persona y en su historia de vida. Además de emotivas, estas historias nos muestran cómo fue posible para jóvenes de origen muy humilde alcanzar sus sueños, porque estuvieron dispuestos a trabajar duro para lograrlo. Cierto es que contaron con el apoyo y estímulo de sus familias. Cierto es también que ese sueño refiere a una actividad en la que existe una institucionalidad que brinda el soporte y la orientación que son necesarios para compensar sus carencias económicas, sociales y culturales. Pero sin esa actitud personal, no habrían llegado a donde llegaron, tal como le pasó a muchos otros iguales a ellos.
La mayoría de estos gurises nacieron en hogares muy pobres. Algunos de ellos tuvieron dificultades para poder alimentarse. Luis Suárez contó que con 10 o 12 años trabajó de cuida-coches para ayudar a su familia. El fútbol fue para todos ellos una herramienta que les permitió salir de la pobreza y sacar de ella a sus padres y hermanos. El éxito en la práctica profesional de este deporte depende de cualidades personales que no todos tienen. Pero también, y fundamentalmente, de la voluntad para cultivar y potenciar esas cualidades. Estos jóvenes que hoy destacan a nivel internacional y mueven nuestra emoción, son los profesionales exitosos que son porque han hecho un gran esfuerzo personal desde su adolescencia. Mientras otros adolescentes de su misma edad salían de fiesta, bebían cerveza y dormían hasta tarde, ellos se acostaban temprano, bebían agua y madrugaban todos los días para llegar temprano a entrenar. Sin ese esfuerzo, sacrificio y compromiso nunca habrían llegado a donde llegaron.
Uruguay fue uno de los primeros países del mundo donde la práctica del fútbol penetró en toda la sociedad. Cuando en el país de sus inventores, el fútbol continuaba siendo un deporte reservado a las clases altas, en Uruguay ya era el deporte más popular. Esto explica en buena medida los éxitos internacionales de nuestra selección durante la primera mitad del siglo XX: en un país donde todos los niños jugaban al fútbol, era más probable que emergieran los jugadores más habilidosos.
Mientras el fútbol fue amateur o semi-profesional, nuestros habilidosos jugadores fueron los ganadores. Pero cuando el fútbol se convirtió en una industria global, los factores de éxito cambiaron. La habilidad innata y la gambeta dejaron de ser suficientes. La fortaleza física trabajada en el gimnasio, el estado físico basado en alimentación y sueño adecuados, así como la disciplina táctica construida sobre la base del entrenamiento riguroso, pasaron a ser factores claves de éxito. El baile que nos dio Holanda en el mundial de 1974 fue la demostración palpable de que nuestra forma de jugar y el estilo de vida de nuestros jugadores se habían vuelto obsoletos. Demoramos cuatro décadas en darnos cuenta que el fútbol exitoso requería un nuevo perfil de jugador profesional. Durante esos años Uruguay siguió generando jugadores maravillosos, pero recién pudimos contar con la masa crítica para una selección competitiva cuando las distintas posiciones fueron ocupadas por jugadores exitosos en Europa. Es decir, jugadores que cumplían con los estándares del mejor fútbol profesional; estándares que solamente se pueden alcanzar con trabajo duro, disciplina y sacrificio.
En tiempos donde se reclama a gritos por derechos, estos gurises demuestran que el éxito personal se construye sobre el cumplimiento de los deberes. En este mundo postmoderno hedonista, que postula “disfrutá ahora” y “viví el presente”, estos chiquilines eligieron el camino de renunciar al placer inmediato para alcanzar sus sueños. En esta sociedad en la que se deteriora la cultura del trabajo, ellos optaron por trabajar duro.
Por lo tanto, cuando en los próximos días gritemos los goles que convertirán estos gurises o cuando suspiremos aliviados porque alguno de ellos evitó un gol en nuestro arco, recordemos que allí no actuó la garra charrúa ni ningún tipo de predisposición genética. Lo que producirá esa enorme alegría a tres millones y medio de uruguayos será, pura y exclusivamente, la opción de vida de unos chiquilines de origen humilde, que eligieron trabajar duro para alcanzar sus sueños.
Voces nos pregunta: “¿Podemos tener expectativas? ¿Hay material humano para estar entre los mejores?”. Por supuesto que sí. Pero no sólo en el fútbol, si logramos que nuestros jóvenes desarrollen las mismas actitudes que los 26 de Catar.

Con decirlo no alcanza por Gerardo Tagliaferro
Para ganar el mundial no alcanza con un entrenador que proclame que es posible y que logre con eso convencer a sus futbolistas. Hay que tener la calidad necesaria dentro de la cancha para competir y ganar a los mejores.
Es cierto que hay sorpresas y que, como decía el Maestro Tabárez, el fútbol es el deporte colectivo en el que David tiene más chances de derrotar a Goliat. Pero en una mirada previa, midiendo calidad individual, no se podría decir objetivamente que Uruguay está entre los mejores calificados para llevarse la copa.
La celeste tiene hoy dos futbolistas que pueden codearse sin problemas en la elite mundial. Uno es la sellada del álbum, Federico Valverde, y el otro, sin el destaque del volante del Real Madrid, tiene condiciones de gran jugador y las demuestra en la liga más competitiva del mundo: es Rodrigo Bentancur.
Por primera vez en décadas los mejores futbolistas de Uruguay están en su mediocampo, porque últimamente tuvimos grandes delanteros y defensas, pero allí donde se elabora el juego de un equipo estaba nuestro mayor déficit. Complementados con buenos jugadores como De la Cruz y De Arrascaeta, más el aporte de experiencia de Vecino o la prodigación de Torreira, puede esperarse un buen desempeño en esa zona del campo tan importante.
Pero sucede que con eso no alcanza, si en defensa y en ataque las luminarias se desvanecen.
Las figuras de elite que Uruguay supo tener en buena parte del proceso Tabárez en esas zonas del campo (Godín, Suárez, Cavani) están muy cerca de ser ex jugadores. Suárez se destacó con algún gol muy bonito y toques de jerarquía de un futbolista diferente… en el fútbol uruguayo. Las exigencias que le presentará el mundial están infinitamente por encima de eso. Y Godín y Cavani cargan, además de su edad, con prolongadas inactividades que a esa altura de la vida y en una competencia de este tipo, pasan factura. Otro tanto sucede con Giménez, que es un jugador de elite y más joven, pero hace tiempo que pasa más en la enfermería que en el campo.
El otro nombre de proyección internacional es Araújo, quien a base de temperamento y potencia física se ha ganado un lugar en el mismísimo Barcelona. Pero no sabemos si Araújo va a poder jugar, y si lo hace seguramente no estará en su máximo potencial.
En ofensiva la nueva apuesta es Darwin Núñez. Sus primeros meses en la Premier Ligue han demostrado que tiene estimables condiciones físicas y anímicas que lo convierten en un jugador vistoso y querible por su despliegue, pero técnicamente le falta mucho para ser una estrella mundial.
Uruguay va a carecer, además, de profundidad por los costados. Ahí lo mejor que tenemos para ofrecer, parece, es Pellistri, simplemente porque realizó algunas corridas exitosas en un par de partidos de eliminatorias. Sin embargo, la realidad dice que hace dos años no encuentra lugar en ningún equipo. Otra vez: en el moderno fútbol de elite, y por consecuencia en el mundial, se precisa algo más que correr hacia adelante y gambetear.
El resto del pla ntel está conformado por algunos buenos jugadores -como tienen todas las selecciones, que por algo están ahí – y un par de presencias francamente incomprensibles. A veces hay equipos que, sin gran calidad individual, llegan lejos porque tienen entrenadores que saben sacar el máximo provecho de un conjunto limitado. Aun si confiamos en que Alonso pueda ser uno de ellos, con media docena de partidos y una semana de trabajo previo al debut no parece razonable pedirle demasiado.
Por si todo esto fuera poco, para tener expectativas de avanzar en las fases de mata-mata, también tendríamos que salir primeros en el grupo porque si no lo más probable es que enseguida se nos aparezca Brasil. Los partidos hay que jugarlos, todos, y con Alonso de entrenador el equipo no entrará nunca al campo pensando en que no se puede. Pero Maracaná ya hubo uno, y fue hace 72 años.
En definitiva, es difícil creerse la fábula de que Uruguay va a Qatar a ser campeón del mundo. Pero como la fe mueve montañas, ante lo improbable siempre podemos apostar a la fe. Croacia llegó a la final en Rusia 2018 en ancas de un Modric deslumbrante y con un equipo sin otras grandes luminarias pero serio, que acompañó sin desentonar a su prodigioso solista. Habrá que ver si Uruguay sorprende con su propio Modric en este Qatar 2022.
Empieza el mundial y lo gana uno solo. Esta selección va a competir y no será pan comido para nadie. Si el paño no le da para cumplir el propósito de su entrenador, seguro al menos mostrará dignidad e irá al frente. Con eso, no defraudará.

¡Uruguay campeón del mundo! Por Tonisandro Bruno

Poco a poco el celeste y blanco comienza a asomar por todos lados. Aquel Mundial que se veía allá, lejos, en el horizonte lejano, ya está a la vuelta de la esquina. Tal vez, por lo exótico de su sede, por lo atípico de su fecha o por la polémica que le envuelve, no contagie en la previa tanto como otros. Pero algo es seguro, luego del puntapié inicial no habrá otro tema que no sea Catar 2022.
Entre sus participante estamos nosotros, y estamos ahí porque nos ganamos ese derecho de manera legítima con un gran sprint final de eliminatorias. Y el artífice de que seamos parte del sin fin de pencas que rondan por ahí se llama Diego Alonso. Para algunos Tabárez hubiera logado clasificar también, pero eso jamás lo sabremos.
Ahora el juego es distinto, Alonso solo tiene 26 fichas para apostar en la cancha y no hay más tiempo para pruebas. Esa lista de 26, como era de esperarse, generó polémica con los siempre presentes: ¿Por qué fulano sí? ¿Por qué mengano no? El técnico tiene sus razones y el tiempo será el encargado de confirmar o refutar sus decisiones.
Visto de afuera, la defensa se muestra como la parte más cuestionable de esta lista. Y si me apuran, solo hay un titular indiscutido, el lateral Olivera; y un par que era seguro quei ban a estar como son Coates y el Pelado Cáceres. Este último por su condición de polifuncional y Coates por ser el primer central en consideración para suplir tanto a Giménez como a Araujo mientras Godín fue baja.
Sobre estos tres; Giménez, Araujo y Godín, más allá de lo que puedan aportar, es sabido que ninguno da las garantías físicas de poder estar al 100% durante todo el Mundial. Por lo que prescindir de los últimos dos no hubiera sido descabellado para ampliar el abanico de opciones tanto por el centro como por los laterales con la inclusión de Piquerez y Rogel, por nombrar dos jugadores en consideración hasta último momento.
Pero como dije antes, esta convocatoria queda en manos del tiempo para ratificarse tanto en el acierto como en el error. Mis indiscutibles están todos convocados: Rochet, Valverde, Bentancur, de Arrascaeta, De la Cruz, Darwin y Suárez. Solo me pesa que no esté Araujo al 100%, por lo que elijo creer en esta selección.
El Mundial es un torneo completamente distinto a la eliminatoria, no hay tiempo para recuperar lesionados, ni para perdonar errores. Pero de todas las disciplinas en las que participan uruguayos el fútbol es la única que siempre me ilusiona con una promesa de gloria. Y no me importa lo que digan, porque es fútbol, porque este ya nos regaló un montón de alegrías, y porque los de afuera son de palo.

Mundiales eran los de antes por Jorge Pasculli
Para los veteranos como yo –aunque duela un poquito- los mundiales de antes tenían otro encanto. Perdonen, ¿eh? Yo era de los que creía que nunca iba a llegar a viejo. Yo no sé quién me empujó, pero llegué mucho antes de lo que hubiese querido. El fútbol hoy es diferente pero igual es lindo. Es lindo vivir. Y el fútbol es una manera intensa de vivir con los demás. Por lo menos para unos cuantos cientos de millones en el mundo. Y nosotros fuimos de los primeros en adoptarlo. Y encima picamos ganando olimpíadas y mundiales. Se nos quedó para siempre. Aunque los demás crecieron. Hoy los mundiales ya no se juegan entre 13 y por invitación como en el 50, hoy lo juegan 200 selecciones en su primera fase.
Dijera Tabaré, la celeste se metió en nuestro ADN. No fue pavada todo lo que se logró. Y todo logro costó siempre muchísimo. La historia de la celeste y del fútbol uruguayo son muy significativas. Creamos una manera de jugar al fútbol propia y lo vivimos con una intensidad elogiada por todo el mundo. Trancamos con la cabeza, chau. ¿Por qué en el fútbol y en otras áreas no? En otras áreas también, repasemos y hay uruguayos que se destacan en casi todo. Debe de haber muchas razones para que nos hayamos identificado tanto con el fútbol, yo elijo una: en un país de inmigrantes tener la chance –siendo tan chiquitos- de enfrentar mano a mano – 11 contra 11- a los más poderosos y ganarles… Hay muchas cosas que explican nuestra manera de vivir y de jugar al fútbol. Que sigue vivo a nivel de selección. Que nos identificamos con su forma de ser y jugar. Y es una de las pocas cosas en que alcanza con ser uruguayo para sentirnos unidos sin dudarlo. Y eso es bárbaro. Siempre. Y para los más chicos más. Que se forjen queriendo a la celeste. Luchando juntos. Aprendiendo a vivir, a convivir, a construir, a luchar junto a los otros. Por eso igual vale la pena compartir un mundial que — para los viejos- es un mamarracho en muchos aspectos básicos. En gran parte el fútbol de hoy es un gran mamarracho donde el dinero compra casi todo. Menos-por ejemplo- el alma celeste de esta delegación, que ya goza de un buen lugar en la vida, pero que va a dejar todo con todo el amor del mundo por todos los que estamos aquí. Es muy bueno que un país sienta estas cosas. En este caso a partir del fútbol. Nosotros no tenemos la culpa que el dinero se haya apoderado del fútbol del mundo. No nos comemos la pastilla, pero si podemos les hacemos cuatro. Les hacemos.
La celeste de todos por Juan Pablo Grandal
Este artículo será publicado el 17 de noviembre del 2022, una semana antes del debut mundialista de la selección uruguaya ante Corea del Sur. Y el contraste con esta misma fecha en el 2021 no podría ser mayor. Casi exactamente 1 año atrás, el 16 de noviembre del 2021, fue el último partido de la era Tabárez. Y probablemente uno de los peores partidos de nuestra selección en mucho tiempo. Una dura derrota, con un equipo plagado de errores, que venía de una pésima racha. Nuestro sueño mundialista estaba en serias dudas.
He escrito una columna anteriormente sobre el desempeño del Maestro Tabárez en este Semanario, y mi análisis de su trayectoria fue positivo. Y, quiero reiterar, aún lo es. Pero era claro en ese momento que se necesitaba un cambio. No soy de los que le gusta cambiar un técnico por una mala racha, pero había una falta de “espíritu” en el equipo que se veía hace tiempo que no veía otra forma de arreglar que con un cambio en la conducción. Y efectivamente sucedió. Con la llegada de Alonso, pasamos de tener una racha de derrotas a un invicto solo recientemente roto en un amistoso. Clasificamos directamente, sin necesidad de repechaje, lo cual, teniendo 26 años de edad y siendo la primera eliminatoria de la que tengo memoria la de 2006, fue un alivio.
Hoy, nadie puede dudar de la calidad deportiva de nuestra selección, y quienes tenemos esperanzas somos muchos, un contraste total con lo que se veía el año pasado. ¿Me hubiera gustado ver algunos jugadores en la lista de convocados que no están en ella? Sin dudas. Me parece que jugadores como Giovanni González, David Teráns o Brian Ocampo, entre otros, se merecían una oportunidad. Y cuestiono la insistencia con algunos jugadores que ya claramente pasaron el mejor momento de su carrera hace mucho tiempo, como Martín Cáceres. Pero tenemos suficiente material para competir con los mejores, y no puede caber duda de eso.
Una de las principales debilidades de Uruguay en los últimos tiempos ha sido el mediocampo. Hemos tenido grandes defensas, y grandes delanteros, pero no gran destreza en el medio del campo. Hoy es todo lo contrario. Tenemos a un Federico Valverde que es estrella en el Real Madrid, y se encuentra hoy entre los mejores jugadores del mundo. Y tenemos en ese rol también jugadores que se destacan tanto en Europa como en Sudamérica: Bentancur y De Arrascaeta en mi opinión siendo los más destacados.
Adelante tenemos a Darwin Núñez destacándose en el fútbol inglés, junto a Luis Suárez y Edinsón Cavani que si bien probablemente se encuentren en su última Copa del Mundo, siguen destacándose en sus clubes. Sergio Rochet en el arco, que da una seguridad que por muchos años Muslera no venía dando. Quizás la defensa es lo que más me preocupa, particularmente si se insiste en darle la titularidad a Godín, cuyo desempeño no viene siendo bueno.
Pero, en resumen, tenemos una selección del más alto nivel. No voy a realizar predicciones, pero creo que esta selección puede competir con cualquier otra. Tenemos potencial para tener un muy buen desempeño en esta Copa del Mundo. También como creo que no debemos subestimar a ningún rival. Y que alegría sería llegar lejos en este mundial para nuestro pueblo. En un país con una construcción nacional tan compleja, pocas cosas nos unifican tanto como nuestra selección. Para algunos es motivo de burla, pero no debe serlo. Cuando juega Uruguay dejamos de ser de Peñarol o Nacional; de izquierda o derecha; de Montevideo o del interior. Somos todos orientales. Y es algo a celebrar para quienes queremos ver a nuestro pueblo unido.

Traigan la copa por Fernando Pioli

Aparentemente existe un debate sobre si la futurología es un arte o una ciencia. Es un debate que no me inquieta, porque cualquiera sea la respuesta está claro que no tendré méritos para desarrollarle adecuadamente. Sin embargo me resulta fascinante, aunque con el riesgo de ser frustrante, tratar de invocar esta disciplina con el objetivo de predecir el resultado de justas deportivas. Por ejemplo, Uruguay se apresta a comenzar su recorrido en el mundial de Qatar y ningún análisis futurológico le reconoce mayor chance de saltar la barrera de octavos de final. Los más optimistas reconocen su certera chance de salir del grupo pero escasa de llegar a cuartos.
Uno de los problemas de la futurología es el afán involuntario de cumplir con nuestras predicciones, afán que muchas veces desde la propia inconsciencia nos lleva a lograr el resultado que no deseamos sólo porque previmos que él llegaría. De modo que veo con buenos ojos el talante optimista del discurso del D. T. Alonso. Ese talante expresado en palabras construye un objetivo que despeja dudas y guía la acción. Decir que se va a competir es demasiado vago, demasiado pobre. Decir que se va a ganar, por su parte, dirige la mirada hacia el objetivo.
El plantel que tiene Uruguay es, inevitablemente, irregular. Nunca fue de otro modo y la causa demográfica es un obstáculo muy difícil de superar. Por eso, en las grandes victorias deportivas solía ser un arma poderosa el factor sorpresa. Es preferible que ningún futurólogo espere nada de nosotros, que se entere de nuestra existencia cuando ya seamos presente o incluso mejor, pasado. Dentro de la irregularidad del plantel celeste hay puntos altos, tan altos que posiblemente ninguna otra selección los tenga al mismo tiempo, pero entre tantos picos elevados hay valles de intrascendencia que se extienden peligrosamente. Además están los lesionados. Los lesionados son una fuente de incertidumbre tan angustiante que hay gente que prefiere negar su existencia. Pero están entre nosotros y pueden terminar siendo picos que se elevan hasta el cielo o pozos en los que se hunden nuestras esperanzas.
En definitiva, y a riesgo de parecer un futurólogo, sospecho que nos va a ir bastante bien.

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