Patricia Damiani, empresaria y productora rural: Creo que son muy bajos los índices de pobreza
Cuando la encaramos para la entrevista accedió sin dudarlo. Después nos confesó que le tiene más miedo a los ascensores y a los aviones que a aparecer en las páginas de VOCES. Fijamos fecha y a las nueve de la mañana llegamos puntualmente a su oficina en Carrasco. Durante noventa minutos le preguntamos todo lo que se nos ocurrió y ella respondió lo que quiso. Con ustedes Patricia tal cual es.
Por Alfredo García /Fotos Rodrigo López
Naciste en Montevideo, en Pocitos.
Sí, en la calle Miguel Barreiro y la rambla.
¿Fuiste a las Domínicas desde la escuela?
Sí, siempre. Colegio católico.
¿Sos católica practicante? ¿O sos de las que cree pero no va a misa?
Sí. Toda mi familia cree y va a misa. Rezo todas las noches. Creo en Dios, soy católica y agradezco mucho. Creo mucho en el catolicismo y en la práctica del día a día; no tengo por qué ir solamente una hora por día a misa, sino que puedo ser católica las veinticuatro horas, dando mi generosidad en todo. Me parece que esa es una plataforma mucho más linda, más eficiente y transparente. Eso no quita que me encante ir a la iglesia, donde me concentro más. Tengo la impronta católica. Mamá y papá eran muy católicos. Mis hijos también.
¿Te gusta Sturla?
Lo conozco, es muy bien. Estuve con él cuando vino el Papa a Paraguay, donde coincidimos. Fue muy emocionante.
No contestaste si te gusta. Vino con una impronta totalmente diferente después de Cotugno.
Lo respeto, porque fue electo como cardenal. Lo respeto mucho.
En el campo sos una de esas empresarias medio revoltosas. No sabías nada cuando empezaste como productora.
Me encanta porque ya usaste dos términos: empresaria y productora. Eso es lo que me gusta, las dos cosas. Productora porque estoy en la gestión; ya ves que acabo de hablar para ver si llegó o no el ganado y para que recomienden que lleven un perro que acarree mucho mejor.
No se te escapa nada.
No. Me encanta, estoy en todo.
Sos controladora.
Sí, no soy de delegar mucho. Me encanta estar en la gestión.
Estar en la gestión, controlar todo y tener todo bajo control.
Bueno, no es que estoy controlando a ver si la dosis de sanidad es la correcta. En eso no estoy. Pero sí tengo el plan y la hoja de ruta sanitaria para el ganado, por ejemplo. La hoja de ruta sanitaria para los cultivos. Los herbicidas, la fertilización, voy controlando todo eso que está programado.
Si te falta fertilizante en veinte hectáreas te enloquecés.
Planifico mucho, pido presupuesto, hago licitación de precios. Me encantan las fechas concretas: compro un camión de fertilizante y le doy la fecha en que tiene que estar puesto en el establecimiento.
¿Cumplen?
Sí. Cumplen, porque yo también cumplo.
Pagando.
Claro. Cumplen porque tengo palabra, no es que me echo atrás. También entendemos que todo depende de la parte climática. Por ejemplo, iba a hacer la descarga de un fertilizante para el domingo y como iba a llover lo cambiamos. Son elásticos, entienden. Es con tiempo. Voy planificando. Además que una señora llame y esté en todo está bueno, también. Me doy cuenta, y me parece que suma.
Lo usás, también.
Me sale espontáneamente.
Te colás en los remates ganaderos para pesar primero.
Eso es en los frigoríficos. No es que me cuelo, me dejan.
Vas con una sonrisa. Le seguís haciendo caso a tu abuela, siempre riéndote.
Me decía que lo único lindo que tengo son los dientes, que los muestre. Y lo otro que me decía es que no me preocupara, que la suerte de la fea la linda la desea. Yo no entendía nada, tenía cuatro años. Lo entendí a los nueve, quizás.
¿Tenés suerte?
Soy positiva. Tengo una cuota de suerte, siempre lo pienso. Tuve la suerte de llegar bien hasta acá.
El vaso medio lleno, siempre.
Siempre. Y eso se lo inculco a mis hijos y nietos. Es una actitud que me encantaría contagiarla y que la gente también la adopte.
¿Te hacen caso tus hijos en eso, son como vos?
Sí, sí. A veces noto que doy mucha manija. Soy dinámica. Si quedé contigo para el viernes no te voy a llamar el jueves para cancelar. No, en eso soy concreta. Dije que con los ovinos nunca más, pero ahora me está seduciendo. Nadie tiene ovinos.
¿Corriedale o merino?
Cualquier raza.
La lana es complicada.
El contrario, está subiendo.
Pero la de buena calidad.
Si sube la buena, por propiedad transitiva sube la otra.
¿Estudiás mucho el mercado internacional?
Estoy atenta. Leo los títulos, no te creas que voy al fondo, fondo. Prefiero leer varios títulos y no sólo un artículo.
¿Quién te asesora?
¿Desde qué punto de vista?
Económico. No tenés formación económica.
Tengo un contador que lleva la contabilidad.
Muchas veces has apostado a cuestiones de riesgo.
En eso nadie me asesora, tengo intuición. Lo hago yo. No soy una alocada. Divido los rubros, no me juego 100% a la soja o al ovino.
Si nadie planta trigo y vos sí, es medio alocado.
Te conviene. Nadie planta trigo y yo sí, y llueven ofertas. Para esta zafra tenemos otra facilidad comercial y me digo que por qué no habré plantado más trigo.
Sos buena jugadora de póker.
Total.
Tenés tres establecimientos.
Sí, pero son tres fracciones.
Dos mil hectáreas más o menos, en total.
Sí.
Entonces no son fracciones, sos una productora mediana.
Soy una productora uruguaya. Me encanta.
Ni chiquita ni enorme
Soy intensiva. Eso es lo importante.
Tenés Soriano y Río Negro.
Y Salto, que es de mis hijos.
Empezaste en Río Negro y después compraste Soriano.
Sí, una fracción chica de campo de quinientas hectáreas en Soriano, muy intensivo. Río Negro es la casa matriz. En Salto son ochocientas hectáreas, que exprimo mucho.
¿Y por qué sólo treinta y dos de olivos, en esas ochocientas?
El olivo no es un cultivo extensivo. Es una fracción importante, paso la categoría media. El máximo serán doscientas hectáreas. Treinta y dos hectáreas de olivo ya se consideran importante.
¿Cómo lograste en tan poco tiempo la primera producción? Al tercer año tuviste la primera producción.
Fue poca. La gente puede decir que recién al séptimo año cosecha, porque así vale la pena. Yo no, si ya están las aceitunas yo las cosecho. Así sean ochocientos litros, no importa, ya tengo mi cosecha en botellitas de doscientos cincuenta: tres mil doscientas botellitas, algo importante para ya salir al mercado y presentar la marca. Es una manera de ser.
Apostaste a la rapidez. No te rinde todavía económicamente.
Económicamente es un rubro que no rinde, por ahora. Pero no me voy a quejar por costos, sino que voy a buscar el nicho de venta para diferenciarme del resto del mercado para que sí valga.
Hay mucha competencia a nivel olivos.
En Uruguay sí. También hay mucho aceite importado, con la globalización. Se importa hasta carne, queso y lo que quieras. Hay que diferenciarse y apostar no tanto a la cantidad sino a la calidad. Estamos bien.
Hoy estás dividiendo entre producción agrícola y ganadera.
Totalmente. Siempre estoy con esa sinergia. Nunca me desprendí de la ganadería en pos de la agricultura, cuando la agricultura era un boom que te seducía. Lo que más me atrajo es la rotación de los cultivos, el cuidado del suelo. Eso lo tengo sumamente presente, el cuidado del recurso. Cuido muchísimo la erosión, los nutrientes, el rotar de los cultivos que necesitan más nutrientes que otros, para que no se agoten.
Soja, trigo, sorgo.
Y maíz. Los cultivos de invierno son cebada y trigo, y los de verano son maíz, sorgo y soja. Durante el invierno nunca queda el suelo descubierto, siempre sembramos los puentes verdes. Mirá si seré ansiosa: antes de sembrar la soja ya planto la avena, y con eso le voy ganando veinte días a la producción.
Fuiste de las primeras con feedlot.
Sí. Fui fundadora. Puse en cartel en mi campo que decía: “primera fábrica de carne” y lo tuve hasta que después estaba la onda más natural. Pero adentro del campo sigo teniendo el cartel. Yo lo veía como una fábrica. Yo quería saber exactamente qué es lo que quiere la industria, qué producir, qué es lo que vale.
Te cuesta vender los granos porque decís que estás perdiendo quilos de ganado.
Depende. ¿Me conviene venderle a la industria o hago carne? Hago cuentas. Vos me preguntás quién me asesora desde el punto de vista económico. Es regla de tres y calculadora. La calculadora la llevo todo el día conmigo, y ahí hago cuentas: una tonelada de trigo a doscientos dólares menos el flete me queda a ciento sesenta, o esos mil quilos de trigo los hago carne a dos dólares el quilo. Hago la cuenta y ahí decido.
¿Cómo te tratan los frigoríficos?
Perfecto. Me llevo muy bien.
¿No has tenido problema? ¿No son duros de pelear?
No, no hay problema. A veces me dicen que una vaca es medio faltona, pero es porque es Angus y es negra. Es como una mujer con pantalón negro, que parece más flaca. O un toruno, que es un toro mal castrado, y me dicen que vale la mitad. Y les digo que no. Yo voy a la pesada, cosa que no hace el productor.
Vos peleás hasta el último quilo.
Yo voy a la pesada del frigorífico. Antes la gente iba mucho, ahora ya no. Yo voy y planteo que la vaca no es tan flaca, y que el toro no es toruno, que están todos gordos y divinos.
¿Trabajás con todos los frigoríficos o tenés alguno en especial?
Trabajo sobre todo con el frigorífico Las Piedras y con BPU. Pero estoy abierta a todos, y todos me conocen. Hace mucho estoy en el tema. ¿Te acordás del concurso de novillos que se hacía todos los años, organizado por la Asociación Rural? Es una lástima que se haya dejado de hacer. Era una estancia donde estaban todos los eslabones de la producción cárnica en el mismo lugar. Iba rotando, cada año era en un frigorífico distinto, y como gané en casi todos… Ya ves que no soy nada humilde. Hay que ser pum para arriba.
¿Nunca te deprimís?
Me quedé viuda con hijos chicos. Pobres mis hijos si hubieran visto a la madre triste.
Eso es voluntarismo total.
Lo tengo incorporado desde chica. Soy la hermana del medio, y todavía mujer. Si hubiese sido varón, todavía. Pero una mujer más, y todavía la del medio y la que se portaba peor, imaginate.
No eras la hija predilecta.
Era la que más penitencia tenía, pero lo merecía.
La producción rural en Uruguay ha cambiado sustancialmente en los últimos años. Se hizo una industria de la agricultura, que acá era mucho más conservadora.
Cambió sobre todo la escala de la producción, me parece. Antes éramos productores uruguayos. Cambiaron los grupos de producción, la escala y los fondos de inversión. Son herramientas económicas y financieras que empezaron a entrar en el agro. El Uruguay lo tiene al sector agropecuario como una cosa de afuera, y sin embargo desde el exterior se lo ve muy atractivo. Empezaron los argentinos en los años 2003, 2004, con el boom de la soja. Con el tema de las retenciones allá, empezaron a comprar campos en el litoral, que son los mejores campos agrícolas y los que están más cerca de ellos. Se empezaron a arrendar campos, y trajeron la tecnología. Fue la única vez que yo tercericé, para que vinieran los argentinos y me enseñaran a plantar soja. Así fue como se empezó a importar otro tipo de maquinaria. Después pasó el boom de la soja y fue más atractivo volver a producir en Argentina y los argentinos se fueron retirando, pero nos dejaron el know how. Pero sigue habiendo grandes grupos. Hay un tema de cultura, hay que arriesgar mucho y tener cuidado con los números, eso es fundamental. Yo ahora voy a sembrar soja porque no tengo por qué endeudarme, porque el rubro de la carne me va a permitir comprar los insumos para la soja. Siempre tenés que tener esa sinergia. Después está la gran escala arrendada, y quien piense que mejor arrienda para recibir tanto por hectárea. Pero si al arrendatario después no le va bien…
Hubo un boom del sector agropecuario.
Sí, hubo un boom, cuando la soja estaba a quinientos.
¿Lo aprovecharon?
Creo que sí. Se tiene que haber aprovechado, en inversiones, en tecnología, y en guardar. Empresarialmente cada uno se maneja a su forma. Sí creo que el país tiene un muy buen estatus sanitario, a nivel mundial. ¿De qué sirve tener un buen suelo y tecnología si no tenemos mercados y credibilidad en el mundo? En eso con los uruguayos tenemos que sacarnos el sombrero. Hacemos las cosas muy bien en todos los eslabones, desde cuando nace el ternero y hay que trazarlo. Ahí está el criador, que es el responsable de trazar al ternero cuando nace, porque de otro modo no lo podés ni trasladar. Se anota el sexo, la raza y cuándo nació. Después viene el que lo recría o el invernador. Cuando llega al frigorífico se sabe en qué campos estuvo y la edad que tiene. La cuota 481, que es el nicho de más precio y calidad que tiene el país hoy, y que espero seguir manteniendo…
¿Qué es la cuota 481?
Es una cuota de carne que exige que el animal no tenga más de treinta meses y que esté cien días encerrado con terminación a grano en feedlot. Eso se paga con un sobreprecio en Europa.
¿Tenés mucho de eso?
Son los que estamos encerrando en corrales. No es que tengo mucho. Requiere planificación, requiere hablar con la industria y preguntar cuál es la próxima ventana que tiene el Uruguay para vender. La próxima ventana es desde el veinte de febrero al primero de marzo del 2019, y de ahí tenés que contar para atrás cien días como mínimo, que son los que el animal tiene que estar encerrado. El 1º de noviembre tengo que estar encerrando. Y leerlos, a ver si no llegan con más de treinta meses. ¿Te das cuenta todo el trabajo? Y no es en promedio, es uno por uno. Y con carcazas de doscientos sesenta quilos. En pie tiene que tener un peso de cuatrocientos ochenta quilos, más o menos.
¿Qué precio tiene esa cuota con respecto a las otras?
Va cambiando. Se está pagando 3.80 o 3.75, y el mercado paga 3.30. Son cuarenta centavos más en segunda balanza. Pero te sale mucho más caro un quilo de carne producido adentro del corral que producido a pasto. Pero bueno, vas creando calidad, vas apostando al país. Me gusta apoyar al país en los nichos de calidad que se puedan destacar. Ojo, ahí va el tema de la escala. Mi feedlot con mil novillos, suponete, cuando hay mega feedlots de diez mil, y que son de la industria.
Tambo no tenés.
No. Estuve en la duda. Cuando empecé con el feedlot estaba entre eso o el tambo. Preferí los masculinos.
¿El tema de los agrotóxicos?
Con eso hay que tener mucho cuidado. Ahora está mucho más reglamentado. Nadie lo aplica si no tiene máscara y guantes. Las dosis están muy controladas. Y sobre todo hay un plan de la DINAMA por el cual tenés que ser responsable de dónde los almacenás y a dónde los tenés que llevar. Todo eso son cosas que se están haciendo. No sé si en todos los establecimientos, pero sí en los nuestros. Ojalá se haga en todos los establecimientos y a nivel de todo el país, y no solamente en lo agropecuario, sino también a nivel del agua.
¿Qué pensás de los transgénicos?
Estoy de acuerdo con que las cosas sean lo más natural posible. El tema es que, si empezamos a producir muy orgánico, en vez de rendirte cuatro toneladas la hectárea de trigo te va a rendir ochocientos quilos. Y entonces, ¿cuánta gente va a comer ese pan y qué precio va a tener ese trigo? Tenemos que lograr un equilibrio, no tan orgánico todo, pero sí ser responsable con el uso de los agrotóxicos y de las herramientas. Pero no irnos al otro extremo, porque si no la comida va a faltar o va a ser muy caro. En la góndola lo orgánico vale el doble. Pero me siento sumamente responsable porque estoy produciendo alimentos. Es fácil ir al supermercado a comprar, pero hay mucho trabajo atrás, y mucha responsabilidad. Tanto como los médicos. La producción de alimentos y la medicina son los sectores más importantes en toda la sociedad, me parece.
¿Está viviendo una crisis el agro en este momento?
Sí. Está complicado el sector agropecuario. El año pasado fue de malas cosechas en todo. Plantás para pagar la cosecha. Es una manera de sembrar y de hacer todo el cultivo, pagándolo a cosecha, con el grano que tú cosechás. Ahora bien, si tú no cosechás grano, ¿cómo lo pagás? Estás en rojo. Y ahí tenés que empezar a pedir: el que proveyó de los insumos te tiene que dar otra chance para que vos vuelvas a plantar, porque si no, no puede cobrar. Está complicado desde el punto de vista financiero. Esperemos que esta nueva zafra sea buena, que rinda y que el clima acompañe. Pero no está complicado a nivel regional en cuanto al concepto que se tiene de Uruguay. Sería mucho más complicado si surgiera un foco sanitario. Toco madera. Ahí si se complica.
Viste que aparecieron tres casos de vaca loca ayer en Inglaterra.
Estamos lejos. Allá hay vaca loca, acá hay novillo alegre.
A nosotros esos brotes en otros lados nos favorecen. El hecho de la sanidad en Uruguay es un tema clave.
Totalmente. Pero tenemos que ser mucho más responsables en los controles de frontera, en las fronteras secas. Tenemos que seguir con esa conciencia de cuidar el status sanitario nuestro. Por eso cuando me preguntás si el sector agropecuario está complicado te digo que lo está a nivel financiero, pero que el nivel financiero no es tan grave como el sanitario. Por ejemplo, el protocolo que se firmó con China por la soja, que tiene que ser con tolerancia cero a cualquier tipo de maleza. Fijate vos la responsabilidad que tiene que tener el productor al cosechar sin que se cuele ninguna maleza. Es muy difícil. Tenés costos de limpieza de granos que se suman a los costos de producción, pero el país va teniendo otra plataforma en el mundo. Todo eso es lo que tenemos que cuidar y no podemos perder.
Los que están con problemas son los pequeños productores.
¿Desde el punto de vista financiero? También hay grandes productores en esa situación. No le llovió a los chicos pero tampoco a los grandes.
Pero tienen otra espalda.
No sé la espalda que tienen. No los conozco, son fondos, son extranjeros.
¿Por qué surge un movimiento como Un solo Uruguay?
Fue un año en que estaba todo bárbaro, las mismas banderas después las usamos para el mundial y para todo.
Pero no te escapes.
Me voy a escapar por donde sea.
Hay asociaciones gremiales agrarias con mucha tradición en el Uruguay. Surge un movimiento por fuera de eso, y da la impresión de que son productores chicos que no se sentían representados. Por algo protestan. ¿Por qué se da eso?
Lo bueno que veo es que tenemos libertad de protestar en el Uruguay. Tampoco es protestar, es mostrarse. Lo que noto es que al sector agropecuario se le da la espalda. En el Uruguay más de la mitad de la población vive en Montevideo. Sigo insistiendo: el campo es el “afuera”, cuando en verdad no es el afuera de nada sino el adentro. Es una manera de que Montevideo vio al campo, con una bandera uruguaya. Vio que hay gente, gente que trabaja.
¿Es verdad que el Estado esté matando a los productores rurales? Como productora, ¿vivís eso?
No solo le pasa al campo. La carga impositiva es para todo el mundo. Comprás un chicle y tenés 22% de IVA.
Te lo pregunto como productora agropecuaria. ¿Es tan fuerte la carga impositiva?
El impuesto a la renta hay que pagarlo en cualquier actividad, sea agropecuaria o no. El impuesto al patrimonio hay que pagarlo también. Hay que pagar impuestos de todo, sí. Tenés que hacer los números y las cuentas, y ahí te da. Pero en todos lados hay que pagar impuestos.
¿Por qué se van tantos productores a Paraguay? ¿Por qué es más rentable hoy Paraguay? Vos no apostaste a Paraguay.
No. No apuesto a Paraguay por mi manera de ser, que es estar in situ. Una cosa es estar acá y otra es tomarte un avión. No estudié el tema. Evidentemente Paraguay está creciendo mucho, está compitiendo con nosotros en mercados.
Estamos importando carne de Paraguay.
¿En la góndola la viste?
Y de buena calidad.
Por supuesto. También tienen la tecnología del feedlot. Puede ser que empiecen a competir a nivel mundial con nuestros mismos nichos. No tienen puerto, ese es el tema. Pero nos usan mucho las carreteras, pasan todos los camiones y pagan peajes nada más que de diez dólares. Hay que asumir la situación actual y cómo va evolucionando. Cada vez hay más tecnología. Lo que sí hay capaz en Paraguay es mucha más conciencia agropecuaria a nivel de gobierno. Saben que se necesita el agro. Acá el PBI proviene del agro, que es muy importante para todos los uruguayos.
¿Cuántos empleados tenés? Si es tan intensivo lo tuyo supongo que tendrás mucha mano de obra.
Sí, pero también está muy tecnificado. No uso la palabra empleados, uso la palabra equipo. Somos doce.
No son tantos.
No, pero somos muy eficientes.
¿Te afectó lo de las ocho horas del peón rural?
Lo entiendo, pero transamos, también, por ejemplo los días en que llueve y se trabaja poco. Se respeta todo perfecto. Está todo bien. No hay enfrentamiento. Salgo a recorrer y salgo con uno de ellos que me abre la cimbra. Siempre digo que en cualquier otra empresa acá te dicen “espere un momento que lo comunicamos con el interno tanto”, que está en el despacho, en la oficina. En el campo estamos todos juntos. Si vamos a recorrer, estamos todos. En la manga estamos todos. Somos los doce juntos. No es tan jerárquico.
Pero vos hablás con el capataz.
Pero si el capataz no me atiende, tengo el celular de todos y eso es lo bueno, es un equipo.
¿Tenés mucha rotación o se quedan?
Trato de que se pongan la camiseta, me encanta.
¿Por qué les sacaste el poncho?
(Risas.) Es lo más ineficiente. ¿Poncho?
Para abrigarse. ¿Cuál es el tema?
Tienen unas camperas espectaculares, mucho más livianas, de pluma, divinas. Mucho más prácticas. No podés andar con un poncho sacando la mano por acá y por acá, cuando hay alambrados eléctricos, por ejemplo. No va. Yo tampoco ando en el campo con tacos. El otro día estaba en una estación de servicio, con abrojos en el pelo. “Parece que es Patricia Damiani”, decía la señora. No ando con secador de pelo ni pintada, ni nada. Lo que sí me pongo es protector, y les doy a todos para que se pongan.
¿Te dieron bola con eso?
Sí, obvio. Les hago acordar, o se los llevo a las mangas cuando hace mucho calor. Se creó un buen equipo. A veces rotan, pero es porque a la gente también le gusta cambiar y no porque esté desconforme. Por suerte muy pocas veces tuve que despedir.
¿Qué opinás de la ley de riego que se aprobó? ¿Es buena, mala, sirve?
Si no hacés una represa, la cantidad de agua que se va y se pierde es mucha, por el fluido y la erosión. Hacés una represa y es un mar de agua. Ahora quiero hacer algo ahí con peces. El agua es uno de los recursos fundamentales para toda la población del mundo. Represarla y usar el agua de lluvia me parece bárbaro.
Vos usás riego.
Solamente en cien hectáreas, en un campo de Salto que es más árido y que no podría producir de otro modo. Son cien hectáreas de grano, lo que me permite tener ahí otro corral de engorde.
Entonces te parece que en principio la ley es buena.
Sí, por supuesto.
¿Plantarías cannabis?
No.
¿Por qué? Para cuestiones medicinales.
El tema del cannabis me sacude un poco.
Olvidate de fumar marihuana, estamos hablando de cannabis medicinal.
Bueno, si es medicinal y ayuda…
Vos fuiste alumna de Blasina, ¿no te enseñó nada?
Cómo no. Fue uno de mis mejores profesores, me encantó.
Ahora se vienen inversiones grandes desde el punto de vista del cannabis medicinal. Vos sos innovadora, no sé cuál es el problema.
Nunca nadie me lo planteó. No tengo idea, pero deben ser pocas hectáreas, algo más bien artesanal, en un predio pequeño. No creo que se adapte mucho a lo agropecuario en el medio del campo, creo que es otro perfil. Por eso nadie me lo propuso y no me lo planteo.
Dicen que es buen negocio.
Puede ser, si es medicinal debe ser bueno. Pero ya te digo, no es para el sector agropecuario. No da ni para una hectárea.
¿Nunca fumaste marihuana?
Drogas, nada. Cero.
Tampoco psicofármacos.
Nada. Al contrario. Tengo un tip para antes de ir a dormir: anotás todo lo que tenés que hacer al otro día y lo dejás ahí en un papelito anotado, apagás la luz y hasta mañana.
Hiperactiva. ¿Hacés gimnasia? Largaste el tenis.
Yo jugaba al tenis muchísimo, para ganar, hasta que una vez me dijeron que lo hacía como un negocio. Yo no soy para nada materialista, entonces pregunté que por qué me decían eso. Me dijeron que etimológicamente negocio es la negación del ocio, y que yo jugaba para ganar. Y me preguntaron que qué era lo que yo hacía por ocio. Ahí me quedó la pregunta planteada. Hoy mi ocio son mis nietos, que son un placer total.
¿Sos buena abuela?
Ah, re. Tengo siete. La mayor tiene seis años, y de ahí para abajo. Fueron intensivos también, los chicos. A mis hijos les decía que no esperaran, que si ya tenían uno no esperaran, que es mejor tenerlos todos juntos. El ocio son mis nietos, pero no soy la abuela que se pone los lentes para leer cuentos. Ni loca. Corremos, hacemos cosas. No me pongo quietita a contarles cuentos. Hacemos actividades, y les encanta.
¿Van al campo contigo, los más grandes?
Sí, con la mamá o el papá.
Entonces sos una abuela medio trucha. ¿No te quedás sola con ellos?
Me los dejan de a cinco con los pañales. Hacemos piyamadas, vienen cinco y dos están con pañales. Hacemos gimnasia, como hago yo de mañana cuando me levanto. Andamos en bicicleta. Lo que sí pido, por favor, es doble chupete porque si se pierde se arma lío.
Tus tres hijos son economistas.
Los tres. Constantino, Priscila y Stefanía.
Y no trabajan contigo.
Sí, las dos chicas trabajan conmigo, y además tienen su propia empresa con la que le está yendo muy bien. Se dedican a los espacios al aire libre, macetas, telas para balcones y exteriores, muebles. Cuando eran chicos yo le decía que en Montevideo los balcones están todos vacíos, y se ve que les quedó grabado. Te los cobran como si fueran un metro cuadrado techado, y nadie los usa. En Buenos Aires es otra cosa. Trajeron unas telas para exterior, para no tener que entrar los almohadones si llueve.
¿Van a seguir tu empresa? ¿Están interesados en el campo?
Por supuesto. Tienen recontra puesta la camiseta. Yo voy ya a mis nietos, sé a cuál le va a encantar encargarse del ganado y los caballos, y cuál va a estar para los números. Me salteé una generación, ya estoy mirando a los chicos. Dentro de veinte años ellos van a tener veinticinco y yo ochenta. Espero seguir manejando con ellos de copilotos.
Lo del stud fue una veleidad. ¿No?
Mirá que estoy facturando ya, eh.
¿Y qué vendés?
Digo que facturo en el sentido de premios. Sale tercero, segundo. Facturo, no importa. Ya voy a ganar algún premio. Quiero ganar un gran premio, sinceramente. Pero está vigente. Cumplió sesenta años el Stud Sporting Club. Estoy feliz, es de los más antiguos del Uruguay.
¿Cuántos caballos tenés?
Ahora en training tengo tres, corriendo en Maroñas, y dos que ya estoy domando y van a empezar a correr en enero. Después en el campo estoy haciendo un haras. Amo los caballos, me encantan.
¿Te gustan las carreras de caballos?
Me apasionan.
¿Sos timbera?
No, no juego. Sigo lo que decía papá. Cuando era chica iba a Maroñas y juntaba boletos. ¿Te acordás que antes había boletos, de distintos colores? Papá se jactaba de que nunca jugaba, y yo nunca jugué. Nunca. Pero apuesto de otra manera, porque si tenés un caballo tenés que pagarle la atención. El domingo corre uno, vamos a ver si gana. Pero si no gana igual factura, porque los segundos y terceros premios también ganan. Estoy de socia con un gran amigo que me está asesorando muchísimo, Juan Andrés Ramírez. Ir a darle instrucciones concretas al jockey o al entrenador no es fácil. No tengo idea. Yo lo único que puedo decirle es que por favor gane. No tengo ni idea. Para ir a comprar un caballo es Juan Andrés el que sabe, confío mucho en él.
Burrero viejo.
Y sobre todo tiene gran respeto y admiración por papá, y eso me gusta.
Es hincha de Nacional.
No importa, somos los mejores amigos. Nunca hablamos de fútbol. Que tenga admiración y respeto por papá para mí es lo más importante. Corremos con los colores del stud que son los mismos colores que los de Nacional. No son amarillo y negro.
¿Hay fractura social en Uruguay?
No. Cada vez menos. Sinceramente. Vas a todos lados y te encontrás con todo el mundo. No hay lugares totalmente exclusivos. ¿A eso te referís tú?
Me refiero a que hay dos mundos, socialmente. Hay gente marginada y eso genera inseguridad.
Ah, bueno, pero te vas al extremo total.
¿No te sentís insegura?
Estoy atenta, alerta.
¿Te robaron muchas veces?
Sí, mil. Es que también voy con la ventana abierta, y soy rubia.
Y mujer.
Ya hice la cuenta: prefiero que me lleven el auto y pagar cinco mil pesos antes que dejarlo a tres cuadras bien parado pero con el riesgo de que te tiren, te fracturen, te saquen la cartera y todo lo demás. Me la juego, si no está tan bien parado pero estoy cerca de donde tengo que ir. Y ahora tenés otras herramientas, te podés trasladar en Uber. Es la nueva palabra: aplicación. A la próxima potranca le voy a poner “Laplicación” de nombre, todo junto. Hay aplicaciones hasta para peinarte, qué sé yo. Hay que tratar de no rifarse, trato de no llegar a Montevideo desde el campo de noche, por ejemplo, en los accesos. “Otra vez, Patricia”, me dicen cuando me para la Caminera. Ya dije que no quiero llegar de noche. Si me decís que hay una Caminera esperando en la entrada voy despacio, pero si no, no.
¿Vas siempre manejando vos?
Sí, siempre. No soy copilota. Me cuesta ser copilota hasta del taxista. El otro día el Uber casi me baja, me preguntó si no quería manejar yo. Al taxista si va muy rápido le digo “tengo ganas de vomitar”, para que vaya despacio. Es la mejor manera para que vaya más despacio. Ahí te hacen caso.
¿Quién te frena? Sos medio insoportable, hiperactiva.
Me estás haciendo mala prensa.
Si hasta querés manejar el auto del taxista, escuchame. Tu hiperactividad, tu afán de controlar, ¿alguien te lo frena? ¿Tus hijos te frenan, les hacés caso?
Mis hijos ven que no dejo de hacer las cosas importantes. Sigo teniendo mis valores y para mí lo más importante es la familia. Una de mis hijas hoy temprano me mandó un mensaje preguntándome si a las doce podía ir a la jardinera a buscar a la beba. Nunca le voy a decir que no sé, así esté en una reunión y me tenga que ir quince minutos. Lo primero es lo primero, y lo tengo clarísimo. Si mi hiperactividad llega a un punto en que me olvide de qué es lo realmente importante, ahí los chicos me lo dirían. Espero nunca llegar a eso. Ellos saben que cuentan 100% conmigo. Ayer fue el día de los abuelos en uno de los colegios. ¿Cómo no voy a ir? Por ahí tiene su costo, pero es más importante y lo tengo claro.
La prioridad familiar está bien. ¿Tus empleados te dicen cuando estás equivocada? ¿Te corrigen, se animan?
No hablemos de empleados, hablemos del equipo. “Patricita” es como me dicen. Todos los sábados mando un mail que se llama “semana”, a todos, con todos los temas para la semana que empieza el lunes. Y bienvenidos todos los comentarios y sugerencias, soy re abierta. Y decir “sorry, me equivoqué”, es algo que hago todo el tiempo. No soy un verticalazo total. Pero sí tengo unidad de mando. Recibo todas las sugerencias y el intercambio, recorro y observo, pero la decisión la tomo yo. El lunes al ingeniero agrónomo Daniel Torres, que tiene mi edad y es muy bueno, y que empezó conmigo hace mil años y después se fue por su parte y ahora volvió, le cambié un área y le dije que vamos a plantar más soja y menos pastoreo, porque tengo más certeza que los granos van a subir y la carne va a bajar. Pero me quieren.
Te toleran.
Me quieren.
¿Qué defectos tiene Patricia Damiani?
Empezemos por lo bueno.
¿Qué errores cometiste?
Me tengo que poner a pensar. Te juro que no me arrepiento de nada. Siempre les digo a los chicos que te arrepentís de lo que no hacés, no de lo que hacés. Justo ayer mi hermana me lo dijo, cuando me invitó a ver a Delgrossi, me dijo que si no iba me iba a arrepentir.
¿Tampoco tenés defectos?
Por ahí tendría que escuchar un poco más, porque a veces soy dispersa. Si es un defecto, no sé. Sé que soy dispersa, que tengo que concentrarme más, leer más profundamente. No sé si son virtudes esas, leer o ver una película. No miro películas.
¿No leés tampoco?
Leo títulos. Empiezo los libros por atrás para ver cómo terminan. Mirá la mala prensa que me vas a hacer.
Eso es ansiedad pura.
Y nunca me mandaron ansiolíticos. Y tampoco tomo alcohol. Me encanta el champagne, porque me divierte, pero tomo una copa.
¿Qué hobbies tenés?
¿Además de los nietos? El deporte.
¿Seguís jugando al tenis?
Sí, pero por ocio. No me anoto en campeonatos. Ahora lo disfruto.
Tuviste buenos profesores.
Empecé a jugar a escondidas. Me anoté en la cancha del Parque Rodó, a los catorce años. Vivíamos en Sarmiento y Bulevar Artigas. Se jugaba en el Lawn, que quedaba lejísimos. Hice la cola para anotarme. Había que llevar el carnet de salud, que también me lo saqué a escondidas. Me tomé un 116 o un 118, no me acuerdo. Ahí empecé a jugar al tenís, y contra la pared del garage. Así aprendí. También me hice socia del Golf, porque había una promoción.
Siempre midiendo el tema económico.
Había una profesora de literatura en el colegio que jugaba mucho al golf y quería promoverlo entre los jóvenes. Si sacabas hándicap te hacías socia del Golf sin pagar la cuota, que era cara. Nadie en mi familia era socio.
Pero no por falta de recursos económicos.
En casa eran todos de bajo perfil.
Los habanos de tu padre no eran de bajo perfil.
No. Romeo y Julieta y Cohiba y whisky etiqueta negra, obvio. Pero lo del Golf a nadie se le había ocurrido. Yo vi que estaba esa oportunidad, saqué hándicap y entré al Golf sin pagar la cuota de admisión. Ya soy vitalicia, imaginate.
¿Jugás habitualmente?
Seguí jugando, y ahora a veces. Lo que pasa es que hay que ir calladito, es todo un ritual. Me parece bárbaro. No podés decir ni mu. Pero sé jugar, tengo muy buen swing y todo. Me encanta. Todo lo que sea deporte así me encanta. También me encanta navegar.
¿Tenés la lancha todavía?
Sí, obvio. Es una lancha chica pero va ligero, está bueno, no la quiero cambiar. Queda chica para tantos nenes, pero tengo miedo de tener una grande y que me digan que tengo que tener otro tipo de brevet.
¿Es muy machista la sociedad uruguaya?
Todo este tema del género te juro que no lo entiendo.
¿Vos no has sufrido ningún tipo de discriminación?
Cero, te juro. Al contrario.
¿Las mujeres fuertes les dan miedo a los hombres?
Cuando me quedé viuda mis amigas me decían que cuando me preguntaran qué había hecho en la semana dije que “fui a gimnasia” y no dijera todo lo que había hecho.
Porque asustás.
Claro. Es eso que tú me estás comentando ahora. “Hacete la boba.” Tengo el look, por ahí me ves y decís que “esta es una hueca”. Ahora, si me ves en Trinidad y en la ruta… Tengo los dos perfiles, soy la hueca pero también soy lo otro. Soy firme.
Te veo poco de hueca.
¿Te parece? Ya solo con el look…
Jugás con eso. Vendés esa imagen, la usás. Para colarte en los frigoríficos y esas cosas.
Soy re buena, te juro. Mis hermanos lo siguen diciendo. Soy re generosa. Si alguien necesita algo, estoy ahí.
Rebobinemos. ¿Es machista la sociedad uruguaya?
Yo no lo percibo.
¿Sentís que sos una privilegiada?
No. ¿Por qué?
No es fácil meterse con una mujer que es empresaria.
Yo empecé de abajo.
Pero venís de una familia con una situación económica buena. La mujer común y corriente muchas veces… ¿Te parece que no hay machismo en la sociedad?
Ta, está bien, hay machismo en la sociedad. Están todos los reclamos que hay hoy, como los salariales, la igualdad de salarios ante un mismo puesto.
Los cargos políticos los ocupan cien hombres y dos mujeres.
Eso cambió muchísimo. ¿Cuántas señoras hay hoy en el gabinete? Muchísimas.
Más de la mitad de la población universitaria son mujeres, y sin embargo eso no pasa en los cargos empresariales.
Acordate que las mujeres también tenemos otro rol en la sociedad, insisto, en el cuidado de los chicos, de la casa, de todo. Eso es re importante.
¿Eso no hay que compartirlo con el hombre?
Es la naturaleza. Por más que lo compartas, cuando un nene se aprieta un dedo grita “mamá”. Yo nunca sentí que gritaran “papá”. En general es así. Cuando nace el bebé, ¿con quién tiene que estar? Con la madre, que es la que lo alimenta. Yo es lo que le transmito a mis hijas mujeres: el tiempo que le dedicás a los nenes, y que si tenés que vender menos porque tu nené amaneció con fiebre, ni lo dudás. Las mujeres que hacen los reclamos tienen razón en pedir mismo salario por la misma función, pero capaz que nos estamos olvidando de todo lo otro que aportamos las mujeres a la sociedad a través de la maternidad, o de ser hija y ayudar a un papá mayor.
Eso no se valora.
No se valora materialmente. Tenemos que cambiar la percepción de cuáles son los valores de la sociedad. ¿Solo plata, o hay otras cosas? El cariño, la ternura que da la mujer, la caricia, la compañía.
Estás marcando una postura muy feminista.
¿Es feminista?
Estás hablando del trabajo no reconocido de las mujeres. Es una de las cuestiones que plantea el movimiento feminista, que no se reconoce ese rol de la mujer.
Tiene un valor que vale mucho más que la plata. Si tenés plata pero no tenés con quién compartir eso, es como que no tuvieras nada. ¿Cuánto más lindo es tener gente que vos puedas ayudar, en tu entorno? No tenés por qué ir a grandes obras, a ONGs. Dios te pone gente para que la ayudes en el camino todo el tiempo, desde que te levantás.
¿Cambió en algo el Uruguay con los gobiernos de izquierda?
Ya hace quince años que tenemos gobiernos de izquierda. Tengo poca memoria, no me acuerdo cómo era antes.
¿Votaste alguna vez al Frente?
El voto es secreto. Interpretalo como quieras.
No vas a perder clientes por haber votado al Frente.
El voto es secreto. ¿Qué más?
¿Cambió en algo el país con los gobiernos de izquierda?
El país cambió, pero no sé si por los gobiernos o porque el mundo cambió. Lo que más cambió es el mundo. Cada vez estamos más regionalizados. Es por eso, creo.
¿Sentís que la libertad peligra en Uruguay?
No. Espero que no, por favor.
¿Pero qué sentís? ¿Estamos en una democracia plena?
Democracia sí, lo que sí noto es que no tenemos tanta libertad como para que los chicos jueguen en la calle, por ejemplo, o para salir o estacionar donde querés, o para vivir en una casa sin rejas. Eso es perder libertad.
¿Cómo combatimos la pobreza? Somos tres millones de personas y producimos alimentos para treinta millones. No tiene lógica que un país tan chico y con tanta riqueza tenga situaciones de pobreza.
Bajó mucho la pobreza. Y asistencia social hubo muchísima. No conozco bien las cifras pero realmente pobreza no debería haber, con la asistencia social que hay. Creo que son muy bajos los índices de pobreza. No debería haber porque hay conciencia del gobierno, que ayuda a todos los que necesitan asistencia. Sí sin embargo los vemos en la calle y todo lo demás, pero tienen a dónde ir, hay resguardos y tienen dónde estar. Eso realmente cambió, o se ha implementado.
¿Te pareció bien que se legalizara el consumo de marihuana?
No. Me choca bastante la propaganda en la radio donde los hijos hablan con los padres sobre si fumaron marihuana. Capaz soy de otra época, pero un poco me choca. Chicos que ni saben lo que es la marihuana lo escuchan en la radio.
Pero están escuchando una publicidad que alerta sobre los efectos.
Pero lo tienen que procesar. Un nene de seis años hoy escucha la palabra “marihuana” en la radio. Antes no la escuchaba.
¿Vos te creés que hoy por hoy los gurises jóvenes no tienen acceso y lo ven por todos lados? No se puede negar esa realidad.
Se la estamos ofreciendo en bandeja. Está legalizada, te registrás en la farmacia y la tenés.
Antes la compraban igual.
¿Niños chicos? No sé. No tengo idea cómo es ese entorno y ese mundo. Me podrás decir que antes la gogleabas, pero ahora te registrás y tenés el derecho a comprarla, y listo.
¿Discutís con tus hijos este tema?
No. Ni se toca. Todos ellos tienen mi perfil, deportistas, sanos. Positivos, muy trabajadores. Con valores.
Y si no, pobre de ellos, con la madre que tienen.
No soy estricta. Yo llego antes que ellos. Mi hijo está desde las siete, pero las chicas si tienen que llevar a los niños al colegio, lo hacen. Y está muy bien hecho.
¿La despenalización del aborto estuvo bien o mal?
Tampoco lo apoyo. Tenés herramientas para evitar quedar embarazada. Aplicalas todas. Hay todo tipo de herramientas. Obviamente que hay casos muy puntuales, pero no porque por divertirte metiste la pata de olvidarte de la pastilla y abortás.
¿Pertenecés a algún tipo de ONG u organización que haga obras sociales?
Como te decía, las obras sociales las hago diariamente, individualmente. No necesito estar en una organización, voy al consumidor final directo.
¿Cómo ves la situación de Brasil? ¿Afecta a Uruguay lo que está pasando en Brasil?
Como miembros del Mercosur somos un equipo, y como equipo negociamos y nos mostramos al mundo. Si ya tenés a Venezuela en stand by y a uno o dos más que están complicados, en el mundo van a decir que recién cuando nos pongamos de acuerdo vayamos a hablarles. Unidos, triunfaremos. Es como en otros aspectos de la vida. Tenés que mostrarte unido y fuerte, de otro modo es muy complicado. En ese modo nos puede afectar, a la hora de salir a negociar si ya se demuestra que hay enfrentamiento entre los países. En cuanto a la competencia interna entre los mercados, ahí tenemos que aggionarnos en cuanto a los precios y la productividad nuestra.
¿Es poca la productividad uruguaya?
Hay más tecnología que tenemos que aplicar. La productividad se trata de que te rindan más las cosas. Nos quejamos de los costos, y contra los costos no podemos ir, contra la tarifa tal del flete, del gasoil y de los impuestos. Si contra eso no puedo, ¿cuál es mi nicho para sí ser más competitivo? Que me rindan más los cultivos, o que la vaca para más terneros por años, o que la oveja sea mellicera y que en un parto dé dos. Con eso yo me estoy embalando. Por eso estoy ahora metiéndome en el rubro del ovino: empezás con dos doscientas ovejas y en vez de tener doscientos corderos tenés trescientos cincuenta, porque hay razas que son melliceras.
El mercado americano está abierto para nuestra carne.
Se abrió ahora. Es lo que se llama el “compartimento ovino”, que se está empezando a implementar. Ya solicité y me inspeccionaron y lo aceptaron. Hay una serie de requisitos, como que cuando el ovino entra en cuarentena no puede estar en contacto con ningún vacuno. Tenés que tener doble alambrado, uno de cinco hilos y otro eléctrico, paralelos.
¿Por qué no se pueden juntar?
Porque un tema viral, de enfermedades, porque el vacuno puede tener aftosa. Incluso la gente que ingresa al predio donde está el cuarentenario tiene que registrarse, lavarse las manos y ponerse guantes. Con este tema voy a empezar este año. Esto posiciona al Uruguay. Es un tema que me interesa. Hoy en Uruguay hay cinco compartimentos ovinos, y podemos llegar a posicionarnos mucho más. Después va a llegar la gran escala y van a ser mega compartimentos. Me hace acordar a cuando empecé con el feedlot: éramos cuatro y me decían que estaba loca. El compartimento ovino es un nicho nuevo, con el ganado mellicero, la lana y la carne. Me entusiasma, y además nadie lo hace. Por eso lo voy a hacer. Hay problema con el tema de la inseguridad y el abigeato, pero yo tengo electricidad donde lo voy a hacer. Es el área de riego que está ociosa, que solo se planta en verano y en invierno está con la cobertura de avena o qué se yo, pero que no está produciendo. El peso de la oveja es liviano, no te apelmaza el suelo. Al tener electricidad, porque hay bombas, puedo poner cámaras y ver desde el celular lo que está pasando.
¿No tenés drones en el campo?
Por ahora no. Pero la idea está buena. Por ahora sigo a caballo. (Risas.)
¿Qué otro proyecto tenés aparte de las ovejas?
Seguir con los que tengo, y de pronto plantar otro cultivo de invierno, la colza. Voy a hacer los números. Lo otro que me encanta es el agua, embotellar agua. Sale más cara la botella de agua que la de aceite. Y estamos sobre el acuífero guaraní.
¿Extraer agua de tu propio campo?
No sé, se me ocurre.
Hay mucha competencia ahí.
No importa. ¿Ves? Yo no me planteo las cosas así. Hay mucha competencia, pero también mucha demanda. ¿Y qué más sano que el agua? Podés estar sin comer, pero no sin agua.
Qué más sano que el agua cuando tomábamos agua de la canilla.
Antes, ahora no se toma más. ¿Te acordás cuando éramos chicos y tomábamos agua de la canilla? Eso es una pena. Ese es un cambio que hubo. Ese es un tema.
Por el glifosato.
Y por otras perforaciones. Qué sé yo qué buscan, en Salto y en no sé dónde más. Han hecho grandes estragos. Hay que ver cuál es el manejo de las aguas servidas.
¿Qué producción de ganado tenés hoy? Cuántas cabezas.
No soy gran productora. Apunto a la calidad, no a la cantidad.
¿Sos competidora de Leatitia D’Aremberg?
Somos parecidas, ¿no? No somos competidoras. Ella tiene tambo, tiene Lapataia. Tiene mucho más marketing. Mi campo es mucho más de trabajo.
Tiene caballos árabes, no caballos comunes.
Yo no, yo ando en criollos, y viejos. Tengo respeto por el caballo viejo. La activa soy yo, prefiero que el caballo sea manso.
¿A qué hora te levantás habitualmente?
Trato de dormir por lo menos siete horas. Ayer me acosté diez y media y me levanté seis y media. Me pongo el despertador en el teléfono fijo. Debo ser la única.
¿Mirás Netflix?
Los chicos me lo regalaron, pero prefiero la música en la radio.
¿Qué música te gusta?
El reggaetón, me fascina. Es otro de los hobbies que tengo.
¿Sos de bailar?
Sí, me encanta. Bailo sola. Tango no bailé nunca. De chica siempre planchaba. ¿Te acordás de ese término? Había que esperar a que te sacaran a bailar. No me sacaban. Y eso que yo llevaba a los chicos del Seminario a que sacaran a bailar a las de las Domínicas. Y papá me iba a buscar temprano, también. Pero me encanta la música, llego a casa y lo primero que hago es poner música. Y también cuando subo al auto.
¿Qué otra música te gusta aparte del reggaetón?
Los oldies, en inglés. Me encanta Frank Sinatra. También me encanta Mirelle Matthieu, en francés.
¿Hablás inglés y francés?
Sí. Mi segunda lengua es el francés, y después el inglés. Cuando hablo francés nadie duda que soy francesa, pero cuando hablo inglés me preguntan de dónde soy.
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